La falta de donadores voluntarios y la ausencia de una mayor infraestructura para recibir unidades de sangre han provocado que desde 2012 la recolección de sangre se reduzca a nivel nacional.
Mediante la práctica de pasarle sangre a un paciente, la medicina transfusional representa una forma de preservar la vida y la salud para personas enfermas o que deben ser atendidas tras una emergencia. Se trata de un proceso que consta de tres etapas: la recolección de sangre, su análisis serológico y la extracción de sus componentes.
Pese a su importancia para la atención de emergencias, intervenciones quirúrgicas e incluso enfermedades crónicas, desde hace seis años las donaciones voluntarias altruistas vienen disminuyendo.
En Guatemala el Programa Nacional de Medicina Transfusional y de Bancos de Sangre, se estableció por mandato legal en 2003, mediante el acuerdo gubernativo 75-2003 que consiste en el reglamento de la ley concerniente al tema, aprobada en 1997.
Tras 15 años de funcionamiento, el Programa Nacional de Medicina Transfusional y Bancos de Sangre mantiene los procesos de transfusiones de acuerdo a los requerimientos internacionales en la materia para mantener a los receptores de componentes sanguíneos a salvo de infecciones.
Con ello se estableció un sistema centralizado de los análisis serológicos de sangre para evitar que los receptores se contagien de enfermedades mediante la transfusión.
El resultado visible de los últimos 10 años, de los 15 que lleva funcionando el programa es que los datos del Sistema de Información Gerencial de Salud (Sigsa) muestran una recolección de 1.13 millones de unidades.
Sin embargo, a pesar de los avances que representó la creación del programa, existen varios elementos pendientes por corregir al respecto.
La escasa infraestructura
En el territorio nacional existen 37 bancos de sangre públicos para un aproximado de más de 17 millones de habitantes.
Estos depósitos se ubican en los hospitales regionales y nacionales del país. Los cuales funcionan en cabeceras departamentales y sólo algunos de los municipios más poblados o extensos del país.
De esa cuenta, el departamento de Guatemala cuenta con cuatro, tres de ellos se encuentran en la capital. Quiché y Petén también cuentan con cuatro. En Alta Verapaz se ubican tres depósitos más y dos en cada uno de los departamentos de Quetzaltenango, Escuintla, Huehuetenango y San Marcos.
Para los habitantes de los otros municipios y sus aldeas más alejadas, recibir una transfusión por una emergencia, o la atención de una enfermedad, puede ser un viaje de horas en una ambulancia, o en el vehículo particular que pueda pagar con su propio dinero. Se trata de exponerse a un sistema precario de ambulancias que puede costarle la vida.
La insuficiente cantidad de donadores
Existen cuatro formas en las que el Programa Nacional de Medicina Transfusional y Bancos de Sangre reciba las unidades (medio litro) de sangre requeridas por el sistema de salud nacional.
La que más unidades de sangre genera al año es la denominada por reposición. Ésta consiste en que un paciente que será sometido a una cirugía, o a un tratamiento, presenta familiares y conocidos dispuestos a reponer la sangre que requiere su tratamiento.
Esta forma de donación también aplica a pacientes que recibieron sangre al ser atendidos de emergencia. Aunque en este caso la reposición se realiza posteriormente a haber recibido atención médica.
Carolina Figueroa, responsable de tamizaje serológico en el Programa, explica que luego de que el paciente lleva a sus donadores por reposición empieza el primer proceso de selección. Mediante una serie de preguntas se empieza a determinar si la persona es apta o no en ese momento para donar sangre. “Se protege tanto al donante como al receptor”, añade.
Este proceso da lugar a las primeras eliminaciones. En el caso de las personas que hayan usado drogas ilegales intravenosas o evidencien en la entrevista estar en un grupo de riesgo, pueden entrar a la categoría de descartados o diferidos. Los donantes diferidos deben esperar un tiempo hasta que las posibles causas de una infección puedan ser detectables en su organismo.
Donadores clasificados después de la entrevista
Entre 2008 y 2017, la mayoría de las donaciones, cerca de tres cuartas partes, fueron aceptadas. Fue sólo un porcentaje de donantes cercano al 20% el que entró en la categoría de diferido y un número menor al 2% fue rechazado. Los porcentajes entre las personas Esta tendencia se mantuvo incluso en 2012, cuando los registros se vieron más alterados y no ha tenido cambios significativos de ese año a 2017.
Para tener mayor disposición de unidades de sangre, existe otra forma de donación, que es la denominada por voluntarios altruistas, en la cual una persona dona su sangre sin que haya un componente de retribución al respecto. Esta forma representa cerca de un 39.72 por ciento de las donaciones en Guatemala.
En 2012 se alcanzó el punto máximo en recolección de sangre de los últimos 10 años, con 427,714 unidades recolectadas. Durante los años siguientes hubo una reducción progresiva.
Las unidades de ese año se dispararon gracias al aporte que representaron la recolección por donación altruista, que sumaron más de 283 mil unidades. Para lograrlo fue necesario organizar jornadas de donación.
Lucrecia Alfaro, encargada del área de donación voluntaria dentro del Programa, relata que las campañas para promover la donación voluntaria han sido un mecanismo muy esencial para mantener las reservas.
No obstante, lamenta que no haya una cultura de donación en el país, alcanzada por medio de la consciencia de lo importante que es contar con las unidades necesarias para cualquier eventualidad.
En la medida que las donaciones altruistas han disminuido, se han reducido también las unidades recolectadas por año. Algunos extrabajadores del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social que prefirieron no ser identificados señalan que el problema radica en la falta de recursos, que en la medida que los fondos disminuyen es cada vez más difícil realizar campañas de este tipo.
La hematóloga Myriam Juárez, directora de la entidad privada Banco de Sangre Terapia Celular y quien tuvo a su cargo la dirección del Programa Nacional de Medicina Transfusional y Bancos de Sangre durante el Gobierno pasado, coincide con este planteamiento.
Según Juárez, muchas veces se piensa que al tratarse de una donación voluntaria, las unidades recolectadas no representan costo alguno para el Sistema de Salud, pero que esta no es la realidad.
La exfuncionaria expone que no hay personal suficiente para la tarea de conseguir donantes y añade que en logística, capacitación del personal e implementación de una actividad de este tipo se invierten no menos de Q6,000. “supongamos que se recolectaron 10 unidades. Tendríamos que cada una costó Q600”, expone.
La sangre se extrae para llenar las bolsas que constituyen las unidades.
En 2012, la donación por voluntario altruista alcanzó más de 283 mil unidades, con lo que superó a la donación por reposición ese año. Desde entonces se ha mantenido estable con una ligera reducción en 2017.
Alfaro explicó que la razón del repunte de unidades recolectadas en 2012 se debió a que ese año y en los años siguientes hubo una mayor participación de los bancos de sangre del interior del país en materia de jornadas de donación voluntaria.
La funcionaria acepta que ese fenómeno sí depende directamente de los recursos asignados para las campañas de donación. Sin embargo, aclara que tienen que revisar todos los elementos que pudieron afectar los indicadores de ese año, incluso alguna causa estadística.
Alfaro añade que es difícil determinar cuál es el recurso asignado anualmente a esta tarea debido a que cada uno de los hospitales en los que funcionan los bancos de sangre son unidades ejecutoras individuales y no hay unificación al respecto.
Además de la reposición y la donación altruista, existen los modos de donación llamados autólogo y aféresis. El primero hace referencia a los pacientes que donan su propia sangre para que les pueda ser transfundida nuevamente en un plazo determinado como parte de su tratamiento médico.
Para explicar el cuarto método, la aféresis, es necesario primero establecer que la donación completa de la sangre no es la única forma de donación que hay. Puede haber otros mecanismos. De hecho, la sangre completa representa sólo un 6.7 de las transfusiones. Son los glóbulos rojos o eritrocitos el principal motivo de transfusión.
Entre los componentes que se extraen se encuentran también las plaquetas, el plasma -usado para fabricar medicamentos para enfermedades como la hemofilia-, o incluso un componente del plasma al que se le conoce crioprecipitados. Todos estos componentes están relacionados con la coagulación de la sangre.
Los inevitables descartes
El procedimiento establece que, después de recibir las unidades de sangre, se envía una muestra de cada donación al centro de Tamizaje que se encuentra en las instalaciones del Hospital General San Juan de Dios, en la capital. Allí se realizan todas las pruebas correspondientes a Citomegalovirus (CMV), Sífilis, Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), Hepatitis B (antígeno de superficie CBsAG y antígeno del Core) , Hepatitis C (HCV) y Chagas.
Es este el verdadero motivo de la regulación legal correspondiente a los procesos de transfusión de sangre.
Sin embargo, no todos los componentes llegan a transfundirse. Si bien, la mayoría de la sangre y sus unidades se utiliza, hay más de un 16 por ciento que debe descartarse. El vencimiento de los componentes sanguíneos es la principal razón.
Los estándares internacionales establecen una vida útil limitada para los componentes sanguíneos a pesar de que algunos de ellos se almacenan a temperaturas cercanas al punto de congelación.
Los glóbulos rojos son un ejemplo de ello, pues se almacenan a temperaturas de entre uno y cuatro grados centígrados, pero no pueden ser usados después de 42 días. Las plaquetas deben almacenarse a una temperatura cercana a los 20 grados centígrados, pero su caducidad es al máximo de una semana.
La condición más favorable es la del plasma, pues congelado a temperaturas inferiores a los 25 grados bajo cero puede durar de uno a dos años.
La segunda causa de descarte se debe a los resultados positivos en las pruebas serológicas, con un 28.8% de los motivos. Una donación incompleta, en la que no se le pueden extraer todos los componentes requeridos.
Otras causas incluyen hemólisis: desintegración de los glóbulos rojos; así como ictericia, que es un exceso de bilirrubina en la sangre y lipemia, que se refiere a una presencia elevada de colesterol, triglicéridos y fosfolípidos en el torrente sanguíneo.
En marzo de 2017, el Programa Nacional de Medicina Transfusional y Bancos de Sangre enfrentó una crisis: no había insumos suficientes para realizar los análisis para los exámenes serológicos. Con ello se ponía en riesgo el suministro de productos sanguíneos a los hospitales y la vida útil de éstos en los depósitos.
Figueroa afirma contar con la ventaja que representa el apoyo del Gobierno central ante cualquier eventualidad. En esa ocasión, sin embargo, el personal se vio obligado a esperar con las muestras congeladas a que el Programa se reabasteciera de reactivos.
Fueron cerca de dos semanas sin reactivos, recuerda la funcionaria. Sin embargo, aclara que la situación no llegó al extremo de que se llegaran a desabastecer los centros asistenciales, pues la reserva con la que se contaba en ese momento fue suficiente para paliar la escasez de unidades analizadas.
Todas las compras del Programa se efectúan por medio del Departamento Administrativo del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).
Las reacciones
El proceso no concluye con la transfusión. En algunos casos se pueden manifestar ciertos síntomas como consecuencia de una reacción hemolítica, la cual consisten en una respuesta del sistema inmune a la transfusión. Esto se traduce en al destrucción de los glóbulos rojos que fueron transfundidos recientemente.
Cambios emocionales, desmayos, problemas respiratorios, fiebre, escalofríos, comezón, inflamaciones, dolor en diferentes partes del cuerpo, sangre en la orina y otras, pueden ser las manifestaciones de este fenómeno.
La mayoría de las reacciones registradas en los últimos 10 años en Guatemala son del tipo hemolítica (117 de 320), es decir que incluyen varios de estos síntomas. Su causa es una respuesta del sistema inmunitario
El resto de reacciones se limitan a algunas de las formas en que la reacción se manifiesta. El departamento de Guatemala tampoco aportó a Sigsa con datos sobre las reacciones ni las cantidades de unidades desechadas. Como tampoco los médicos que obligan la donación de sangre de manera forzada evitan hablar de estos temas.
Registros incompletos
Los datos de Sigsa arrojan que durante la última década, los resultados positivos de alguna de las infecciones evaluadas en los estudios alcanzaron el 1.8 por ciento.
No obstante, los datos de los exámenes realizados por infección, sugieren inconsistencias en la recolección de datos o en los procedimientos de análisis serológico, ya que los análisis por VIH ascienden a 852,666, mientras que las evaluaciones por el antígeno de hepatitis B, Core, se limita a 291,455 unidades.
Según el personal de Sigsa cuestionado por las discrepancias, esta unidad trabaja directamente con los datos que le proporcionan los hospitales. Cuando un dato falta es porque el hospital no lo tiene o no lo proporciona.
En el caso de la información correspondiente al territorio nacional, Sigsa el departamento de Guatemala, no reporta datos para estadísticas del tipo de donante, ni cuántos han sido rechazados o diferidos. En cuanto a sus análisis serológicos, los datos del departamento se limitan a Virus de Inmunodeficiencia Adquirida y Sífilis.
Si bien el procedimiento obliga a que cada unidad esté identificada con un código de barras para su identificación antes y después del análisis serológico, las deficiencias en el aporte de datos apunta a dificultades en la recolección de la información.Según el personal de Sigsa cuestionado por las discrepancias, esta unidad trabaja directamente con los datos que le proporcionan los hospitales. Cuando un dato falta es porque el hospital no lo tiene o no lo proporciona.
Por cada unidad extraída de sangre, se envía una muestra para su respectivo análisis serológico.
En el caso de la información correspondiente al territorio nacional, el departamento de Guatemala no reportó datos para estadísticas del tipo de donante, reacciones hemolíticas, ni cuántos han sido rechazados o diferidos. En cuanto a sus análisis serológicos, los datos del departamento se limitan a Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) y Sífilis.
Pese a esto el personal del Programa hace énfasis en la rigurosidad de los procesos. Figueroa añade que cada unidad y su muestra están identificadas con un código de barras que la distingue en el sistema.
De esta manera se logra que en el momento que una muestra esté analizada y todos los resultados sean negativos, el resto de la unidad pueda ser utilizada según la necesidad en el lugar en que fue extraída.
Juárez explica que son temas que deben mantenerse separados. Según manifiesta, el que haya deficiencias en el registro de las estadísticas no tiene relación con la forma en que se desarrollan los procesos y los controles internos dentro del Programa.
Y es que a pesar de las limitantes de estar en un sistema de salud precario, el Programa de Medicina Transfusional y Bancos de Sangre ha mantenido su funcionamiento durante los últimos 15 años y ha logrado que los pacientes puedan recibir el beneficio de una transfusión sanguínea sin el temor de ser contagiados de una enfermedad mortal.