La década que transcurrió entre 2010 y 2020 fue la del gran éxodo hacia Estados Unidos (EE.UU.). Datos del censo de ese país recientemente publicados muestran la magnitud del fenómeno. Entre 2010 y 2020, la población de origen guatemalteco en EE.UU. aumentó un 60 por ciento; su presencia se extendió por todo los Estados y casi la mitad de los condados y nuevas comunidades de connacionales se crearon, sobre todo en el medio oeste y el sur del país. Al menos una de cada 200 personas que vive en EE.UU. ya es de origen guatemalteco.
En solo unas pocas cuadras de un suburbio de la ciudad de Washington llamado Langley Park vivían alrededor de 7,500 guatemaltecos en 2020. Se trata de una de las mayores concentraciones de connacionales que existe en todo Estados Unidos.
En Indiantown, una pequeña ciudad de Florida rodeada de campos de hortalizas, la migración ha sido tan importante que, en 2020, las personas de origen guatemalteco ya representaban casi el 44 por ciento de la población. En la actualidad, dos de las cuatro integrantes del concejo municipal de Indiantown son mujeres o nacidas en Guatemala o descendientes de migrantes.
Y en Chattanooga, Tennessee, una ciudad con centros logísticos de grandes empresas y algunas plantas industriales, la presencia de guatemaltecos no había sido importante. Sin embargo, entre 2010 y 2020, la migración de connacionales creció un 113 por ciento y convirtió a esta ciudad en el hogar de una de las comunidades guatemaltecas más grandes en el sur de EE.UU., con casi 6 mil integrantes.
Si contamos con datos precisos como estos sobre cuántos son y dónde están los migrantes guatemaltecos en EE.UU. es, básicamente, por una fuente: el censo de población estadounidense, que se realizó por última vez en 2020.
La migración es fundamental para la economía de Guatemala. También se ha convertido en la única esperanza de movilidad social para muchos jóvenes del país. Sin embargo, es un fenómeno que, en gran parte, sucede en la oscuridad.
Los migrantes dejan Guatemala sin que el Estado los cuente y luego se insertan en la economía estadounidense, en muchas ocasiones de manera informal, y, por tanto, sin que las autoridades de ese país sepan con precisión dónde están.
Hasta que una vez cada década se realiza el censo de población.
Tal y como ocurre en Guatemala, la ley estadounidense obliga al Estado a contar a cada una de las personas que residen allí una vez cada diez años y también a averiguar algunos datos básicos sobre quiénes son, sin importar si son ciudadanos legales o no.
La última vez que sucedió esto fue en 2020. Sin embargo, no fue hasta el año pasado cuando se hicieron públicos datos desagregados por origen nacional o étnico. Esto permitió obtener datos sobre la comunidad migrante guatemalteca por primera vez desde el censo de 2010.
Los datos del censo no son perfectos. La propia institución que lo elabora reconoce que las personas de origen hispano están subrepresentadas en alrededor del cinco por ciento.
Además, los guatemaltecos podrían estar peor contados que el promedio de los latinos en el censo. Algunas estadísticas oficiales de EE.UU. muestran cómo los guatemaltecos migraron más recientemente, poseen la ciudadanía en menor proporción, hablan peor inglés y cuentan con menos educación formal que otras comunidades latinoamericanas.
Además, una parte de los migrantes guatemaltecos pertenecen a pueblos mayas que, a veces, no dominan ni el inglés ni el español, y han sufrido discriminación y violencia del Estado.
Todo ello podría convertir a los guatemaltecos en una comunidad excepcionalmente difícil de contar para las autoridades de EE.UU. De hecho, existen varios motivos para pensar que el censo los subrepresenta de una manera sustancial.
Pero el censo es también la fuente que con más precisión permite describir a un grupo cada vez más grande e importante para ambos países.
Si fuesen un departamento de Guatemala, los migrantes en Estados Unidos, ya serían el segundo más poblado del país, solo por detrás del departamento de Guatemala. Si fuesen uno de los 50 estados de la unión americana, su población equivaldría a la de Idaho o Virginia Occidental.
A continuación, cinco hechos sobre la migración guatemalteca que nos muestra el censo de EE.UU.
1.Los guatemaltecos son más que nunca, pero no está muy claro cuántos son realmente.
El Estado de Guatemala hace un único cálculo sobre el tamaño de la comunidad migrante. La encargada es la Cancillería, que elabora una estimación utilizando la información que le proporciona la red de consulados que posee el país en EE.UU. Estos hacen el cálculo teniendo en cuenta el número de trámites que gestionan. Por ejemplo, la emisión de un pasaporte.
En 2020, según este cálculo de la Cancillería, había algo más de 2.9 millones de guatemaltecos en EE.UU.
En cambio, según el censo de ese país, las personas de origen guatemalteco, en 2020, eran casi 1.7 millones.
Es decir, si hacemos caso a los datos de Guatemala, las autoridades de EE.UU. dejaron de contar alrededor de 1.2 millones personas de origen guatemalteco. O dicho de otro modo, el censo solo pudo localizar a seis de cada diez connacionales.
Para EE.UU., en cambio, Guatemala estaría sobreestimando su número de ciudadanos en un 75 por ciento.
¿Quién se acerca más a la verdad?
Existen motivos para dudar de cómo se realizan ambos cálculos.
Por una parte, el censo de EE.UU. ha tendido a subrepresentar a los grupos más vulnerables. Y pocos grupos los son más que los guatemaltecos, como evidencian estadísticas oficiales estadounidenses. Además, el último censo se realizó en plena pandemia de covid-19 y bajo el mandato de un presidente, Donald Trump, hostil a la migración.
Por otra parte, los datos de la Cancillería solo se presentan como estimaciones, no pretenden ser un censo y, en ocasiones, parecen no ser muy consistentes. Por ejemplo, según la Cancillería en California, en 2020, había 1.4 millones de guatemaltecos, pero para 2023, la cifra descendió a unos 980 mil, algo que sería improbable que haya ocurrido.
Pedro Pablo Solares, un experto en migración que conoce tanto los datos del censo como los de la Cancillería, asegura que ambos tienen falencias. Pero, aunque su método “genere dudas”, en opinión de Solares, son las cifras de la Cancillería las que se aproximan más a la realidad.
“Considero que, históricamente, ha habido una falta de capacidad de la oficina del censo para encontrar a las personas de origen guatemalteco”, dijo el experto. “Una conclusión a la que he llegado es que los migrantes guatemaltecos han tenido una gran habilidad para esconderse, para llegar a sitios más recónditos que otros pueblos, y han sido muy efectivos para invisibilizarse”, comentó Solares.
En su opinión, de hecho, el cálculo de la Cancillería también es una subestimación. Una cifra más realista, según Solares, estaría en el rango de entre 3.5 y 4 millones de personas. Esto incluiría tanto a los nacidos en Guatemala como a sus hijos.
Al ser consultada a través de una vocera, la Cancillería recalcó que sus datos son solo estimaciones, pero que consideran que el censo podría no estar contando a todos los guatemaltecos que viven en EE.UU. “Muchas personas no participan en ningún tipo de encuesta o entrevista con las autoridades estadounidenses por temor a su situación migratoria”, aseguró la institución.
Este debate sobre el tamaño de la comunidad guatemalteca y hasta qué punto está subrepresentada para las autoridades de EE.UU., no es una cuestión menor.
El censo estadounidense se utiliza como referencia para muchas decisiones. Por ejemplo, sirve para calcular el reparto de fondos públicos entre territorios o para establecer el número de representantes políticos que le corresponde a un lugar.
Por tanto, si son invisibles al censo, es más probable que los guatemaltecos sean también ignorados para otras cuestiones que sí podrían beneficiarles; y que esto perpetúe su invisibilidad en la sociedad estadounidense.
Sean más o menos, de lo que no hay duda es que entre los censos de 2010 y 2020 la comunidad guatemalteca en EE.UU. multiplicó su tamaño. Al comparar ambos censos, puede verse cómo el número de connacionales aumentó en unas 625 mil personas, lo que equivale a un crecimiento del 60 por ciento con respecto a 2010.
En 2020, los guatemaltecos serían, por tanto, el 0,5 por ciento de la población total del país; uno de cada 200 estadounidenses.
El censo solo nos dice cuántos son los connacionales. No si son personas que llegaron a EE.UU. hace poco. O si se trata de descendientes de guatemaltecos nacidos allá que siguen considerándose guatemaltecos cuando responden al censo.
Por tanto, no sabemos con precisión cuántos de los 625 mil nuevos guatemaltecos que aparecen en el censo en 2020 migraron la pasada década. Pero una encuesta oficial de 2022, muestra cómo los guatemaltecos que llegaron a EE.UU. después de 2010 son, al menos, 333 mil.
Es decir, que aun con la subestimación que podría contener el censo de 2020 o la citada encuesta, con toda seguridad, en la pasada década se fueron de Guatemala para no regresar, al menos, 36 personas cada día.
¿Es esto mucho? Sí, si se compara el crecimiento de otras nacionalidades en EE.UU. Como muestra el siguiente gráfico, la comunidad guatemalteca es uno de los grupos latinos que más creció entre los censos de 2010 y 2020. Los datos sugieren que solo hondureños y venezolanos se fueron de su país a un ritmo superior a los guatemaltecos.
Este auge de la migración ha convertido a la población guatemalteca en una de las comunidades latinas más importantes de EE.UU. En el país, solo hay ocho nacionalidades latinas con una población superior al millón de personas. Guatemala ya estaba en este grupo en 2010, pero ahora escaló posiciones y se situó en sexto lugar.
Como muestra el siguiente gráfico, según el censo, los guatemaltecos aún estarían lejos de grupos como salvadoreños, dominicanos o cubanos, cuya migración comenzó antes y ha sido intensa por más décadas.
Pero dado que los guatemaltecos están creciendo a un ritmo superior a estas nacionalidades, es posible que su importancia tienda a igualarse en los próximos años.
2. Hay cada vez más guatemaltecos en más lugares diferentes
Durante muchos años, migrar a Estados Unidos significó elegir una de cinco opciones.
Un guatemalteco podía ir a Florida, donde abunda el trabajo agrícola. O bien podía migrar a California donde sucedía lo mismo y, además, uno podía buscar un empleo en la gran comunidad latinoamericana de la ciudad de Los Ángeles. Entre las opciones también estaba Texas, y en especial a la ciudad de Houston, donde el boom del petróleo y el gas, desde hace décadas, tiende a crear muchos empleos. O bien, uno podía inclinarse por la enorme área metropolitana que forman los estados de Nueva York y Nueva Jersey, uno de los corazones de la economía mundial, a la que acuden trabajadores de todo el planeta.
Durante años, estos cinco estados, que puede verse en el siguiente gráfico, acapararon gran parte del flujo migratorio. Y esto, en gran parte, ha seguido siendo así hasta el presente. Pero cada vez menos.
Según el censo estadounidense de 2010, en ese entonces, casi seis de cada diez guatemaltecos vivían en uno de estos cinco estados. Para 2020, la proporción se había reducido a cinco de cada diez.
Esto significa que una mitad de la migración guatemalteca siguió acudiendo a estos cinco estados entre 2010 y 2010. Pero la otra mitad se dirigió a otros lugares: a los 45 estados restantes. La década pasada, en realidad, fue el periodo en el que los guatemaltecos se extendieron por todo EE.UU., su presencia se convirtió en un fenómeno nacional.
Como muestra el siguiente gráfico, ya hay guatemaltecos en cada uno de los 50 estados (también los hay en Puerto Rico); y en casi la mitad de los 3,100 condados en los que se divide el territorio estadounidense.
La expansión de los guatemaltecos entre 2010 y 2020 puede verse más claramente en el siguiente gráfico. El censo de 2010 solo encontró un número significativo de connacionales en 572 condados del país. En 2020, en cambio, se contabilizaron concentraciones significativas de guatemaltecos en 1,527. Es decir, durante la década pasada, el número de territorios en los que reside población originaria de Guatemala casi se triplicó. Los guatemaltecos llegaron a pequeñas poblaciones de Alaska; se establecieron por primera vez en el frío noroeste, junto a la frontera canadiense; crearon comunidades por las llanuras del sur y el medio oeste; comenzaron a vivir en zonas desérticas de Nuevo México.
Pero esta expansión que se produjo la década pasada no ocurrió en todas partes por igual. Tuvo algunos focos principales.
Como promedio nacional, el número de guatemaltecos creció un 60 por ciento entre los censos de 2010 y 2020. Pero mientras que, en algunos estados importantes, como California o Nueva York, el crecimiento experimentado fue menor a este promedio, en otros, fue muy superior.
De hecho, en 17 estados, la población guatemalteca aumentó en más de un cien por cien entre los dos últimos censos. Es decir, al menos, se duplicó. El siguiente gráfico muestra algunos de los ejemplos más importantes de este fenómeno. Son los nuevos destinos de la migración; estados del sur como Alabama, Tennessee o Carolina del Norte; o del medio oeste como Ohio e Indiana.
Este viaje hacia el centro y el sur emprendido por los guatemaltecos se aprecia de manera más precisa al ver un mapa de las poblaciones en las que la presencia de connacionales creció más entre 2010 y 2020, según el censo.
La siguiente gráfica muestra cómo los guatemaltecos se han establecido en el centro del país, de norte a sur, casi siempre en ciudades medianas que cuentan con plantas agroindustriales que requieren mano de obra no muy cualificada.
Guatemala cuenta con uno de los mayores porcentajes de población rural de todo el continente americano. Esto significa que muchos migrantes guatemaltecos son campesinos o jornaleros; están acostumbrados al trabajo duro y a residir en zonas rurales.
Muchos de ellos han encontrado un nuevo hogar en poblaciones del centro y sur de Estados Unidos, con frecuencia, trabajando para grandes empresas.
En Sioux City, Iowa, por ejemplo, tienen presencia Tyson y Seabord, dos grandes transnacionales de la industria avícola y porcina.
En Omaha, Nebraska, también existe otra planta de Tyson; mientras que Worthington, Minnesota, es el gigante brasileño de la carne, JBS, quien posee una fábrica.
En estas tres poblaciones, que pueden ubicarse en el siguiente mapa, el número de guatemaltecos creció entre un 90 y 160 por ciento la pasada década.
Algunas de estas ciudades también son lo que el experto Pedro Pablo Solares, llama “comunidades espejo”; esto es, pueblos de EE.UU. a los que se ha trasladado un buen número de personas del mismo lugar de Guatemala.
Un ejemplo de este fenómeno es, por ejemplo, Seymour, Indiana. Esta es una población de 22 mil habitantes que cuenta con una planta de Rose Acre Farms, una gran productora de huevos.
Seymour ha atraído a un gran número de vecinos de San Sebastián Coatán, Huehuetenango, que según el censo de 2020, representan el 15 por ciento de la población.
3. Los guatemaltecos siguen buscando a otros guatemaltecos
El censo muestra cómo los guatemaltecos se están expandiendo hacia nuevos lugares donde vivir en EE.UU. Pero también revela algo que está sucediendo al mismo tiempo y que es común que ocurra en las comunidades migrantes, sobre todo, aquellas que llevan poco tiempo en un país: los guatemaltecos tienden a establecerse allá dónde ya hay compatriotas.
Esto ocurre porque la migración suele funcionar como una cadena. Los migrantes, al menos los recién llegados, es frecuente que se establezcan donde cuentan con familiares o amigos. Pero también sucede que la presencia de guatemaltecos en ciertos lugares hace que estos se vuelvan especialmente atractivos, lo que, a su vez, fomenta que más guatemaltecos acudan a ellos.
EE.UU. puede resultar un lugar ajeno y hostil. Y quizá por ello, como muestra el siguiente mapa, la mayoría de connacionales vive en condados en los que están rodeados de al menos otros 10 mil guatemaltecos. Es decir, la mayoría casi siempre tiene cerca una comunidad guatemalteca.
La preferencia por estar juntos, conduce a la formación de “pequeñas guatemalas”, lugares de todo tamaño en los que los connacionales representan un porcentaje significativo del total de habitantes. Según el censo de 2020, en 82 poblaciones del país, al menos uno de cada diez ciudadanos es originario de Guatemala. Estos 82 lugares pueden verse en el siguiente mapa.
Algunos de ellos son comunidades espejos en su sentido más estricto. Por ejemplo, Lynn, en Massachusetts, donde uno de cada diez habitantes es originario de Guatemala, según el censo, es el espejo de Tacaná, en San Marcos, según explicó el experto Solares.
En Indiantown, Florida, dónde los guatemaltecos casi son mayoría, se concentra población maya q’anjob’al de los Cuchumatanes, Huehuetenango.
Otras pequeñas guatemalas han atraído a población más diversa. La ciudad californiana de San Rafael, ubicada en el área de la bahía de San Francisco, por ejemplo, concentra población de la cabecera departamental de Quetzaltenango y de varios municipios cercanos, como sugieren publicaciones en redes sociales.
Pero si hay un lugar donde se concentran las pequeñas guatemalas es en la costa este y, sobre todo en poblaciones cercanas a Nueva York, Nueva Jersey y la ciudad de Washington. Hablamos de lugares como el suburbio de Langley Park, Maryland, donde se registra una de las mayores concentraciones de connacionales en todo EE.UU. O de la capital del estado de Nueva Jersey, Trenton, donde, según el censo, casi el 15 por ciento de la población se considera guatemalteca.
Las pequeñas guatemalas también tienden a formarse dentro de las grandes metrópolis estadounidenses. Como muestran los siguientes tres mapas, los guatemaltecos se concentran en ciertos barrios de tres de las principales ciudades del país: Los Ángeles, Nueva York y Houston.
Aunque los connacionales están presentes en estos centros urbanos desde hace décadas y varias generaciones de sus descendientes ya nacieron allá, el censo de 2020, muestra cómo la idea de estar cerca unos de otros es persistente.
Esto está relacionado con el comportamiento de los migrantes, pero también con la propia dinámica de las ciudades estadounidenses, en la que es frecuente la segregación.
En Los Ángeles, California, la segunda mayor población de EE.UU., los guatemaltecos pueden encontrarse, sobre todo, cerca del centro de la ciudad, rodeados de enclaves salvadoreños, koreanos, armenios, tailandeses o afroamericanos.
Los guatemaltecos son especialmente numerosos en el vecindario de Westlake, en el entorno de MacArthur Park. También en los barrios cercanos de Pico Union e East Hollywood; algo más al sur, en el entorno del antiguo estadio olímpico de la ciudad y en el llamado South Central histórico.
Otro gran foco para la migración guatemalteca está más al norte, ya en la zona del valle de San Fernando, en el distrito de Van Nuys.
En la ciudad de Nueva York los guatemaltecos no son tan numerosos como en Los Ángeles. Como se mostraba en un gráfico anterior, es más frecuente que los connacionales se establezcan en ciudades de la cercana Nueva Jersey o en lugares más alejados del estado de Nueva York.
Sin embargo, en esta ciudad, la mayor del país según el censo de 2020, sucede algo similar a lo que ocurre en Los Ángeles. Los connacionales se concentran en ciertos barrios.
En este caso, sobre todo en Queens, y, en especial en las secciones conocidas como Jamaica, Corona y Far Rockaway. Estos barrios son muy diversos, pero de mayoría latina. En ellos abunda la población de origen mexicano, centroamericano y caribeño.
Pero si hay una gran ciudad en la que los guatemaltecos estén concentrados, esa es Houston, en Texas. Como muestran los datos del censo de 2020, casi la mitad de la comunidad guatemalteca está ubicada en una sección del suroeste de la ciudad, en el vecindario de Sharpstown y otros cercanos, en el entorno de la carretera interestatal 69.
4. Los guatemaltecos viven en lugares no tan obvios
Comunidades guatemaltecas como las recién mencionadas, las que existen en el centro de Los Ángeles o en pleno Queens, son grandes y siguen creciendo. Pero vivir en una mega ciudad densamente poblada y muy diversa, no necesariamente representa la experiencia del migrante guatemalteco promedio.
Ya hablamos sobre cómo miles de guatemaltecos están siguiendo a la agroindustria hacia poblaciones medianas del sur y el medio oeste.
Pero aún quienes sí deciden vivir más cerca de las grandes ciudades, con frecuencia no lo hacen en los principales centros urbanos o en las ciudades más grandes.
El censo de 2020, de hecho, muestra cómo muchos guatemaltecos viven en lugares que muy pocos fuera de Estados Unidos podrían ubicar.
Las grandes ciudades tienen economías fuertes que atraen a la migración. Pero precisamente por eso, en ellas abunda la competencia de otras comunidades que se establecieron allí antes. Los portorriqueños o dominicanos en Nueva York; los mexicanos o salvadoreños en Los Ángeles; los cubanos en Miami.
Los guatemaltecos han llegado después y por tanto han tendido a buscar sus propios lugares para residir.
El siguiente mapa muestra las poblaciones de la costa este con mayor número de connacionales, según el censo de 2020.
Como muestra el gráfico, los guatemaltecos viven, principalmente, en dos tipos de lugares. Algunos son suburbios de grandes ciudades, más bien alejados de los núcleos urbanos.
Así sucede con las comunidades formadas por guatemaltecos en Plainfield, Nueva Jersey, en Langley Park, Maryland o en Lake Worth, Florida. Estas son poblaciones que forman parte del entorno de las ciudades de Nueva York, Washington y Miami, respectivamente.
Pero los guatemaltecos también viven en poblaciones que no forman parte de una gran área metropolitana. Este tipo de lugares suelen ser ciudades medianas o pequeñas que por algún motivo han atraído numerosos connacionales.
Este es el caso, por ejemplo, de Providence, la capital del pequeño estado de Rhode Island. También de Lynn, Massachusetts. Ambas ciudades están mucho menos pobladas que, por ejemplo, Filadelfia o Boston. Sin embargo, poseen comunidades guatemaltecas más numerosas que estas grandes ciudades.
En el resto del país, que puede apreciarse en el siguiente mapa, sucede algo similar y a la vez distinto.
Similar porque aquí también hay gran número de guatemaltecos residiendo en poblaciones de áreas metropolitanas no tan cercanas a los núcleos urbanos. En lugares como Oakland o San Rafael, en el área de la bahía de San Francisco; o en Long Beach, en la zona portuaria de Los Ángeles.
Pero también sucede algo distinto, porque aquí prácticamente todas las poblaciones donde residen muchos connacionales son ciudades grandes.
Aun así, es llamativa la escasa presencia de guatemaltecos, según el censo, en importantes núcleos urbanos como San Diego, California; Atlanta, Georgia; o Seattle, Washington. En cambio, su presencia es mucho mayor en ciudades menos pobladas como Oklahoma o Nashville, Tennessee.
5. La comunidad migrante cada se parece más al resto del mundo
Durante mucho tiempo, el perfil del migrante prototipo era el del hombre joven. Esto provocó que en la comunidad guatemalteca en EE.UU., este tipo de persona, el varón de entre 20 y 30 años, fuera más abundante de lo que sería, por ejemplo, en cualquier pueblo de Guatemala.
Los datos del censo de 2020 muestran cómo esto, en gran parte, sigue siendo así, pero lo es cada vez menos. Ahora, la comunidad migrante es más similar a la sociedad guatemalteca en su conjunto.
Primero, porque cada vez hay más mujeres. De hecho, de los 625 mil nuevos guatemaltecos que aparecieron entre los censos de 2010 y 2020, por primera vez, una mayoría son mujeres.
Como evidencia el siguiente gráfico, las mujeres aún no llegan a ser el 50 por ciento de la comunidad migrante, pero se están acercando. Esto pone de relieve otro fenómeno: cada vez más mujeres migran.
El aumento en la diversidad en la comunidad migrante también está ocurriendo en otro plano: el de la edad. Los jóvenes siguen siendo mayoría, pero está aumentando el peso que tienen niños, adolescentes y adultos mayores.
Esto está ocurriendo por varios motivos. Primero, por la evolución natural de la población. Quienes eran jóvenes empiezan a no serlo, quiénes antes no eran padres, tuvieron hijos.
Pero también por la propia lógica migratoria. Cada vez hay más menores y mayores en EE.UU. porque los adultos jóvenes ya se fueron. Ahora, sus padres o hijos acuden a reencontrarse con ellos.
Como puede apreciarse en el siguiente gráfico, uno de los grupos que más creció entre 2010 y 2020 es el de quienes eran adolescentes en el momento del último censo.
Es posible que muchos de ellos sean los miles niños que en 2016 o 2017 cruzaron la frontera estadounidense, en lo que se llamó la crisis de los menores de no acompañados.
Otro grupo que se ha multiplicado es el de los mayores de 64, y en especial, las mujeres de esta edad. Son las abuelas que van a EE.UU. a vivir con sus hijos, quizá, después de décadas sin verlos.
Los migrantes son ahora más parecidos al resto de guatemaltecos; pero también se acercan cada vez más a cómo vive la sociedad que los ha acogido: la estadounidense.
El siguiente gráfico no contiene información del censo de 2020, sino de una encuesta oficial llamada American Community Survey, en la que se recaban datos socioeconómicos de la población que reside en EE.UU.
Este estudio se realiza de manera periódica, por lo que permite entender cómo evoluciona una comunidad.
Los datos del gráfico evidencian cómo entre 2010 y 2022, los guatemaltecos mejoraron sus ingresos, se redujo su tasa de pobreza, su nivel educativo y su acceso a un seguro de salud. En otras palabras, se hicieron cada vez más similares al estadounidense promedio.
Sin embargo, lo que también pone de relieve el gráfico es la gran distancia que sigue separando a los guatemaltecos de ese estadounidense promedio.
Porque aunque muchos guatemaltecos hayan migrado para mejorar sus ingresos, apoyar a sus familias o dar un mejor futuro a sus hijos y, de hecho, lo hayan conseguido, hay algo que no ha cambiado para muchos de ellos. Como les sucedía en Guatemala, en Estados Unidos siguen siendo una de las partes más vulnerables de la sociedad.