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Cojtí: “Los ladinos nunca se han nombrado a sí mismos como un pueblo”

En febrero de 2024 se cumplieron 500 años desde la llegada de los españoles a Guatemala y en No Ficción centramos la mirada, no desde la celebración, sino desde la reflexión y las demandas contemporáneas de los pueblos originarios, a través de voces y pensamientos que resignifican y analizan estos cinco siglos desde una visión indígena. Aquí entrevistamos al pensador kaqchikel Demetrio Cojtí.

En este primer diálogo conversamos con el Dr. en Comunicación Social Demetrio Cojtí, originario de Tecpán, Chimaltenango. Él se nombra a sí mismo como escritor y académico kaqchikel. Estudió en la universidad de Lovaina en Bélgica, su campo de estudio y aporte los ha realizado desde la capacidad política que tienen los pueblos originarios para alcanzar su autodeterminación.

Durante los años 2000 a 2004 fue viceministro de Educación, donde impulsó proyectos sobre educación bilingüe e interculturalidad.  Como pensador kaqchikel también ha escrito textos en los que podemos encontrar: Modelo guatemalteco de Estado multinacional, Elementos para un modelo guatemalteco de Estado multinacional, Difícil transición al Estado Multinacional. 

Para el Dr. Demetrio Cojtí hablar de un descubrimiento de América es nombrarlo de forma errónea porque se está negando la existencia de quienes ya habitaban estos territorios. Los españoles no encontraron estas tierras vacías, ya existían poblaciones que tenían su propia forma de gobierno, economía y sus propias dinámicas de organización.

Considera además que la historia de los pueblos originarios de Abya Yala y de Paxil Kayala no debe entenderse solamente a partir de los 500 años de invasión española, sino a partir de reconocer que los pueblos que originalmente habitaron estas tierras tienen una historia de más de 2 mil años.

¿Cómo han logrado sobrevivir y permanecer en el tiempo las poblaciones originarias, después de estos primeros grandes despojos a mano de los colonizadores?

Los despojos han continuado a lo largo de estos 500 años, principalmente el despojo de tierras comunales que se dieron con la revolución liberal, que yo llamo revolución esclavista, que sucedió en 1871 con Justo Rufino Barrios. En ese momento la esclavitud aguda volvió muy similar a la que tuvimos en tiempos de la colonia española. 

Pero hemos sobrevivido a través de la resistencia espiritual, en el sentido cultural, lingüístico, artístico, en el sentido psicológico. Y puedo decir también que hemos resistido desde un sentido político, pero político a nivel local, por nuestras autoridades ancestrales, que todavía existen en los municipios, sobre todo después de la revolución de 1944. Hubo más libertad para organizarse y  manifestarse.

Aunque lo poco que nos dejaron siguió siendo despojado a través de todos estos años.

Después de vivir durante muchos años bajo el sistema de la corona española y luego de la creación de un Estado Nación, ¿cómo siguieron organizándose los pueblos originarios?

Las autoridades ancestrales que lideraron el paro nacional tras las elecciones de 2023, son sobrevivientes de las alcaldías indígenas que estuvieron vigentes en los pueblos de indios durante la colonia española. La colonia española duró 300 años más o menos, desde 1524 hasta 1821. Durante esa época se establecieron los pueblos de indios, además de otro sector que fue nombrado como indígenas encomendados. 

Los pueblos de indios tenían cierto autogobierno indígena, supervisado por un regidor español. Este autogobierno indígena permitió la organización de cofradías y  alcaldías indígenas ancestrales. Ambas se fusionaron. Una era de tipo religioso y la alcaldía indígena de tipo político administrativo. De ahí viene el sistema de cargos que prevalece en las cofradías.  

Durante esos 300 años, el autogobierno indígena de cada pueblo de indios, manejó  algo llamado “tierras comunales”. También manejaron las cajas comunales, que no fue muy conocido y que se refería al presupuesto de cada pueblo, que se conseguía con los fondos de la contribución de todos los indígenas de la comunidad. Se generaba cuando se alquilaban o se prestaban los terrenos de la tierra comunal. Cuando llegó la Independencia de Guatemala se quitó la caja comunal y solo quedaron las tierras comunales.

Luego sucedió la revolución de 1871, la llamada revolución liberal que quitó el 70% de las tierras comunales a los indígenas y nos quedamos pobres. Nos quedamos sin fuentes de subsistencia y fuimos reducidos al trabajo esclavizado en las fincas a causa de los liberales que tomaron el poder en 1871.  Desde entonces se comenzó la eliminación de las alcaldías indígenas auxiliares, y desde esa fecha, los ladinos también empezaron a gobernar en los municipios. En varios momentos hubo dos gobiernos municipales, el gobierno de los indígenas que era para todo el pueblo y el gobierno municipal de los ladinos, que gobernaban para menos de un 2% o 1% dentro de los municipios. Así fue como fueron desapareciendo poco a poco las alcaldías indígenas ancestrales. 

Las ocho alcaldías que lideraron el paro nacional en el 2023, existen por la resistencia indígena ante los ataques del Estado contra ellos durante años. Cuando digo que son sobrevivientes, me refiero a que son una forma de organización propia de los indígenas.

La principal resistencia de los pueblos indígenas ha sido sobre todo de tipo espiritual, con ello me refiero a la cosmovisión, al calendario sagrado maya, que fue el que más persistió y que además está vigente actualmente como un calendario agrícola que ya casi no se usa porque se impuso el calendario gregoriano. Esta ha sido una de las fuentes principales de resistencia. Y ha sido gracias a los guías espirituales y a los Ajq’ijab que de manera clandestina lograron guardar estos conocimientos y estas prácticas y esa creencia a lo largo de todos estos 500 años de dictaduras contra los indígenas.  

"Las autoridades ancestrales que lideraron el paro nacional tras las elecciones de 2023, son sobrevivientes de las alcaldías indígenas que estuvieron vigentes en los pueblos de indios durante la colonia española". 

Este tipo de resistencia, digamos, fue la resistencia pasiva. Sin pelea y sin enfrentamientos, donde se fue practicando lo propio, intentando transmitirse a otras generaciones con el idioma, las costumbres, las técnicas y la tecnologías. Eso no significa que no haya pérdidas, siempre hay pérdidas. Hay gente que ya no conoce su idioma, gente que ya no sabe tejer, gente que ya no muele en la piedra.

La resistencia pasiva a veces también es clandestina. La medicina maya ha logrado subsistir en muchas ocasiones como el único consuelo cuando no hay medicinas, o no hay centros de salud o hay discriminación en el sistema de salud. La medicina maya y sus hábitos han sido un tipo de resistencia activa, deliberadamente abierta, pero que ha tenido las consecuencias de la represión, la pérdida de líderes. ¿Cuántas rebeliones indígenas no han habido a lo largo de los 500 años? 

Cuando terminó el 13 b’aqtun, dos historiadores kaqchikeles, Edgar Esquit y Edgar Cojcoja, realizaron un inventario de todas las sublevaciones indígenas kaqchikeles y encontraron que tan solo en el área alrededor de la capital se dieron entre 50 a 60 rebeliones indígenas, todas de manera abierta en los diferentes municipios. Cada una a su tiempo, a su ritmo, en los diferentes municipios. Muchas de esas rebeliones se dieron incluso en contra de sus propias autoridades indígenas. Hay que tomar en cuenta que ser autoridad indígena, no es muy cómodo cuando no le haces caso a tu pueblo, a los reclamos de tu pueblo, y le haces más caso a los que están al mando del país.

Entonces esos son los tres tipos de resistencia, la de autogobierno, la espiritual y claro, la activa y abierta. A lo largo de 500 años, los indígenas hemos aguantado muchas injusticias que nos han hecho. No nos hemos rebelado porque sabemos las consecuencias de reclamar. Con los ixiles, en Quiché, por ejemplo, en tiempos de dictadura, las cofradías fueron descabezadas porque habían reclamado sus derechos.

¿En qué posición estaban los pueblos indígenas al momento de la creación de este Estado como lo conocemos actualmente?

Desde el punto de vista estricto y literal, desde que se creó este estado en 1847, desde la creación de la República de Guatemala y terminó la Federación Centroamericana, casi nada ha cambiado. Seguimos igual. Las leyes pueden ser bonitas, hablar en términos de poéticos, que todos somos ciudadanos, pero los pueblos seguimos igual.  

Lo mismo pasó en 1871, hubo una depredación de lo poco que teníamos, eso poco que nos habían dejado los españoles y los creadores de la independencia en 1821. Se degradó aún más nuestra situación como pueblos porque nos quitaron las tierras comunales y nos sometieron a trabajos forzados en las fincas cafetaleras. 

Ese trato continuó hasta 1944, donde hubo, digamos, una mejora sustancial, donde conocimos la economía de libre mercado y el trabajador podía escoger con quién o no trabajar, o se podía escoger o negociar el monto del salario. Recibimos también el estatus de ciudadanos por primera vez, nos convertimos en ciudadanos guatemaltecos. Desde esa fecha no nos han podido quitar nuestra la ciudadanía, aunque ser ciudadano no significa tener todos tus derechos. 

Algunos de nosotros decimos que los varones indígenas son como ciudadanos de tercera categoría, y las mujeres indígenas son vistas como de cuarta categoría, son más discriminadas. Sin embargo, las mujeres ladinas también son vistas como ciudadanas de segunda categoría. El ciudadano de primera categoría es el ladino varón, que casi no sufre discriminación o marginaciones.

¿Cuáles son las grandes secuelas de la colonización en la vida de las poblaciones indígenas contemporáneas?

Hay varias, por ejemplo, el no reconocimiento de los derechos de autogobierno. También el no reconocimiento de los territorios indígenas, además del racismo y la discriminación contra todas las personas de piel morena. El racismo viene desde la colonia española, seguido de la marginación y la pobreza de la que nunca hemos podido salir. Ahí seguimos hundidos porque somos los últimos de los últimos, algo que siempre ha sido así y ningún gobierno lo ha podido resolver.

La pobreza en Guatemala tiene cara indígena. La desnutrición infantil tiene cara indígena. La economía informal tiene cara indígena predominantemente. A todo esto se suma el etnocidio, existe a pesar de que lo que las leyes de este Estado digan. El Estado continúa siendo el principal actor en contra de los idiomas indígenas, contra el traje indígena, la organización y contra todo aquel que usa un traje indígena.

¿Es este Estado nación y este sistema democrático representativo de los pueblos indígenas?

La respuesta es no. Este no es nuestro Estado. Es el Estado de ellos, de los criollos ladinos. Se puede decir que Guatemala es un Estado Criollo Ladino o una administración Criollo Ladina.

El hecho de que figuren por ahí algunos diputados indígenas, o algún ministro indígena, no significa nada. Ninguno de ellos va en representación de los pueblos indígenas. Estos diputados o ministros no aplican políticas indígenas, o por lo menos acciones que favorezcan a los indígenas. 

Muchos indígenas dicen que mejor nos separemos, que creemos nuestro propio Estado mejor. Dicen que nos separemos porque en este Estado nunca nos van a incluir y si nos van a incluir, será siempre para ser vistos como servidumbre. Otros dicen metámonos en el Estado porque es la única forma de cambiar o de mejorar nuestra situación.

En 2023 se vivió un estallido social y una amenaza democrática, específicamente ante el cambio de gobierno. ¿Por qué cree que ahora sí tuvo relevancia la participación de los pueblos originarios y de las autoridades ancestrales, a pesar de que siempre se han tenido distintas demandas y nunca han sido atendidas con la suficiente atención como la que tuvieron el año pasado?

El principal punto es que agarraron una bandera total, la de todos, de manera que ahora sí interesaba a todos los guatemaltecos, fueran criollos o ladinos, fueran indígenas Garifunas o Xinkas. Agarraron una bandera común, y esa bandera era el respeto al voto.

Lo que hizo Alejandro Giammattei junto a Consuelo Porras fue tratar de anular y desconocer el voto ciudadano, ese voto que quería el cambio de gobierno y que no quería la continuidad del régimen. Entonces esto fue lo que hizo que los pueblos originarios ganaran reconocimiento y ganaran aceptación.  

El segundo punto fue también que se hicieron visibles, se hicieron presentes frente al Ministerio Público, en un espacio céntrico y clave, justo en el ombligo de la corrupción.  Por eso las autoridades ancestrales ganaron el apoyo y la solidaridad de algunos sectores capitalinos. Esa lucha no fue una demanda indígena solamente, sino una demanda guatemalteca que exigía respetar el voto y vivir en una democracia.

"Que figuren por ahí algunos diputados indígenas, o algún ministro indígena, no significa nada"

¿Ante la defensa de un Estado que no representa a la mayor parte de pueblos originarios, y después de esta histórica movilización, en dónde quedan los pueblos originarios?

Depende de cómo se interprete este Movimiento Nacional Anticorrupción liderado por las Autoridades Ancestrales. ¿Era para apoyar a Semilla? o ¿era para apoyar al sistema democrático? 

Quedara quien quedara, lo que se quería era el respeto al voto. Aquí hay opiniones divididas.  Al principio pareció que las autoridades indígenas apoyaban indirectamente a Semilla, para que se instalará como gobierno, lo cual se logró. 

Pero nos encontramos ahora con qué Semilla no tiene todo el poder. En el Congreso  no están funcionando como partido, no tienen experiencia, y son ellos mismos los que quieren respetar las limitaciones legales que tienen. Hay decepción en la gente por esa por esa falta de acciones de parte del gobierno de Semilla. Pero hay que entender que  no tienen todo el poder como los gobiernos anteriores.  

La excusa de que no tienen todo el poder y que no pueden hacer mucho se les termina en dos años. Ahí cambiará la Corte de Constitucionalidad, se dará el cambio de Fiscal General del Ministerio Público. ¿Y dónde quedamos nosotros como pueblos originarios?  Creo que hay que ver también que muchos indígenas esperaban que el gobierno de Arévalo incluyera de manera más contundente la temática indígena. También que incluyera a más a funcionarios indígenas dentro de su gobierno. Era la expectativa por ese apoyo masivo que se le dio a favor del respeto al voto. Solo  colocaron como gobernadores a cuatro o a cinco de todos los que estuvieron apoyando, movilizando y dirigiendo el movimiento de octubre de 2023 y el paro nacional.

No sé qué puedan hacer cada uno de ellos desde la gobernación. De todos modos es muy temprano para juzgar. Han pasado seis o siete meses de gobierno y aún es muy pronto. 

Durante años se ha hablado de construir un Estado Plurinacional más allá de solo el reconocimiento en la legislación interna como pueblos.  ¿Cree que en la actualidad conformar una propuesta de Estado Plurinacional puede ser el camino para construir un futuro para los pueblos originarios?

Primero tenemos que comprender que los dueños de estas tierras somos los indígenas. Toda Guatemala es nuestra.  Lo que los criollos y ladinos han tomado, ha sido porque fue robado, ha sido raptado, no ha sido cedido.

Los indígenas no hemos firmado un tratado donde cedemos nuestros territorios o donde hemos alquilado o prestado temporalmente territorios. En 1970 y 1980 los pueblos indígenas organizados dijeron: “si nosotros somos los dueños de este territorio, de estas tierras, lo que corresponde es expulsar de estas tierras a los criollos y a los ladinos”. Cualquier análisis que se haga sobre la aplicación, la factibilidad de esta solución demuestra que no es factible. Hay que respetar los derechos humanos. 

Lo que nos queda es organizar el país de una manera en la que todos estemos incluidos, de forma igualitaria. Ninguno como ciudadano de tercera o de cuarta clase, sino como ciudadanos con derecho a la libre determinación. Eso sólo se puede hacer con un Estado plurinacional, donde se incluya a los cuatro pueblos: el ladino, el garífuna, el xinka y el pueblo maya, conformado por 22 naciones.

Los ladinos nunca se han nombrado a sí mismos como un pueblo. Nosotros los indígenas somos los que les hemos dicho que existen como pueblo. 

La doctora Marta Casaus decía en uno de sus textos sobre el racismo que encontró grupos, algunos que se definen como criollos, los que se definen como blancos, otros que se definen como mestizos. Dentro de la élite guatemalteca se autodefinen también dentro de estas categorías, que son categorías más bien biológicas, de color de piel antes que categorías culturales y políticas. Hay un indicio de que no todos los ladinos se consideran iguales, hay diferencias entre los de oriente y los de la capital, o los del Sur en la costa, no sabemos si se consideran como un solo pueblo. Pero por el momento eso es lo que decimos que son y lo que decimos que hay.  

En un Estado plurinacional se puede seguir viviendo conjuntamente, con pueblos en igualdad. Esta fórmula es la que actualmente la humanidad ha encontrado para no fragmentar más a los Estados actuales. 

Pero los Estados han buscado fragmentarse. Algunos lo han hecho a través del voto democrático y se han fragmentado. Checoslovaquia, por ejemplo, donde los checos y los eslovacos que vivían juntos en un país que se llamaba Checoslovaquia decidieron separarse por el voto de sus respectivos ciudadanos y dijeron “ya no queremos vivir juntos, nos separamos y sin guerras”.

Para que sigamos juntos y en condiciones de igualdad, todos los pueblos de Guatemala podrían convivir en un Estado de Autonomías o en un Estado federal, pero ahorita lo que tenemos es un Estado unitario y centralista que no nos incluye.

"Los ladinos nunca se han nombrado a sí mismos como un pueblo. Nosotros los indígenas somos los que les hemos dicho que existen como pueblo".

¿Hacia dónde deberían de apuntar los esfuerzos de los pueblos originarios para asegurar su permanencia como lo han hecho durante más de 500 años a partir de la colonización española?

Cuidado con decir “así como lo han hecho hasta ahora”, porque lo que hemos hecho hasta ahora es sobrevivir. Sobrevivir apenas. Lo que no queremos es seguir sobreviviendo de la misma manera. Queremos salir de ese estado elemental y miserable de vida en el que nos han dejado. Tener el derecho a una vida más igualitaria, con mayor bienestar comparado a lo que tenemos ahora. 

Hablo en términos masivos, en términos de colectividad, porque si bien es cierto que existe una pequeña clase media indígena, que será de un 15% o 20%, que hoy es clase media indígena, y que podríamos decir que ya tiene más o menos resueltos sus problemas de alimentación, de techo y de vestimenta, aún hay una gran mayoría de indígenas que está en pobreza, un 80% de la población indígena que es pobre o extremadamente pobre.

Para esta colectividad, lo primero que hay que hacer es apuntalar o reforzar un verdadero sistema democrático. Algo como lo que produjo el paro nacional, que logró una democracia que no fue de fachada sino una más auténtica, más real, aún con el pesar de que todavía vemos un Gobierno poco consolidado.

Los mayas hemos sido y somos luchadores, buscamos cualquier oportunidad que se nos presente para poder mejorar nuestra situación. Todo el mundo busca mejorar su situación, la vendedora de atol, el vendedor de manías…  El gran filón que se encontró para mejorar fue la migración hacia Estados Unidos o hacia otros países. Las remesas han ayudado a la subsistencia en las comunidades, cantones, aldeas y municipios. Pero Estados Unidos está cerrando esa puerta y veremos otro regreso a las condiciones miserables de vida, las que siempre hemos tenido.  

Recuerde que antes de la Revolución Verde, antes de que apareciera el abono químico que logró la productividad de la tierra de nuevo, todos los indígenas iban por camionadas a trabajar a las fincas de la Costa Sur. Esa era la única fuente de subsistencia para el campesinado indígena. 

Como pueblos indígenas debemos apuntar al sistema democrático que nos permita organizarnos y luchar por nuestros derechos. Porque dentro de una dictadura no se puede luchar, nadie se puede expresar, y tampoco es posible organizarse.

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