Hay techos de cristal, invisibles, pero duros como el concreto, que las mujeres deben romper si quieren llegar a obtener un cargo público. Las 809 candidatas inscritas -hasta el 30 de abril pasado- duplican las postulaciones de procesos anteriores. Esto podría resultar en un cambio significativo en la representación de las mujeres en el Legislativo, aunque tampoco es una garantía.
Texto: Claudia Palacios / Edición: Oswaldo Hernández / Foto: Congreso de la República
—El día que yo llegué por primera vez al Congreso un diputado del MLN (del derechista Movimiento de Liberación Nacional), ya no recuerdo el nombre, me dice: Felicidades, ya lograste tu diputación. Pero yo no me casaría contigo — Hoy en día la diputada Nineth Montenegro se ríe, pero en ese momento sintió un nudo en el estómago
— Me dio una cólera. Como que yo le hubiera pedido casarme con él. Cuando le pregunté por qué, me dijo: Porque, púchica, todo lo que has hecho en la calle, hay que tenerte miedo. Además, siempre en la calle, ¿quién me plancharía mis camisas? ¿quién me daría mi comida?
De entrada, a Montenegro le hicieron saber que el Congreso no era un lugar para las mujeres. Tenía once años haciendo activismo en temas de Derechos Humanos. Era conocida – y temida – por moverse en el espacio público, algo que la cultura patriarcal aún considera inapropiado para las mujeres, “que tienen su lugar en la casa, en la familia”.
Veintitrés años después, con cinco periodos en el Congreso, Montenegro dice que este organismo sigue siendo un espacio de exclusión para las mujeres:
— Eso fue comenzando, pero aún hoy en día siempre existe menosprecio y acoso. No creen que podamos ser expertas en algún tema. A las compañeras jóvenes las irrespetan. Si uno demuestra carácter, te dicen que estás histérica. ¿Sabe de dónde viene esa palabra? — La palabra histeria nace del griego hystera, que significa útero o matriz — deviene de que piensan porque somos mujeres tenemos ataques de cólera sin sentido.
El discurso político versus la realidad
Menos de uno de cada cuatro espacios parlamentarios en el mundo (el 23.4%) es ocupado por una mujer, según el ranking de la Unión Interparlamentaria. La región latinoamericana está por encima de la media global (30%), pero Guatemala está por debajo de ambas: solo una de cada 10 curules del Congreso (13.9%) fueron ganados por una mujer en las últimas elecciones.
Aunque los partidos políticos manejan un discurso de apertura a la inclusión de mujeres en posiciones de poder, en la práctica el esfuerzo que se hace no es suficiente para que tengan una representación real.
Para que exista democracia real y participativa, como la que prometen los Acuerdos de Paz, debe existir una posibilidad de representación y de participación de voces diversas. Esto quiere decir que la conformación de los espacios de toma de decisiones debe reflejar la composición de la sociedad. Pero a lo largo de la historia en Guatemala ha existido un déficit absoluto de representación de mujeres y pueblos indígenas en los órganos de poder.
La siguiente representación de gráficos resume la participación de las mujeres en el Congreso, a partir de 1985:
Las mujeres en el próximo Congreso
Si las mujeres conforman en 54% del padrón electoral en Guatemala ¿Por qué no hay más mujeres en el Congreso?
El problema de la escasa representación de mujeres en cargos de elección popular no solo está relacionado con la preferencia de los votantes, sino también –y quizá de forma más directa– con el sistema de partidos políticos. Las barreras a la participación comienzan con ellos, desde el momento del reclutamiento de las candidatas y en los procesos de selección.
Este año, veintiséis organizaciones políticas postularon candidatos para los llenar los 160 curules al Congreso de la República (La ley fijó en ese número la cantidad de diputados en 2016). Este número es importante, pues – a excepción de 1995, cuando también fueron 26 – en la era democrática el número de partidos participantes en elecciones no había pasado de 19.
Este incremento impactó en la cantidad de postulaciones al Congreso. Hasta abril de este año, se habían inscrito 2 mil 931 candidaturas, casi el doble de las 1 mil 582 registradas en las elecciones del 2015.
De esa cuenta, el número de candidatas también creció, pasando de 404 inscritas en 2015 a 809 en 2019. Este número es un récord de participación de mujeres, pero la cifra debe ponerse en contexto para medir su verdadero valor.
En las siguientes gráficas se comparan los porcentajes de representación de mujeres en las candidaturas al Congreso, con respecto al número de hombres postulados para ese mismo organismo. Las cifras corresponden al proceso electoral actual y los tres anteriores, midiendo primero el porcentaje global y luego por tipo de listado.
Del 2007 al 2019 el porcentaje de mujeres candidatas con respecto al total de postulaciones al Congreso pasó del 22.06% al 27.61%, una mejoría de 5.55% en 12 años.
Lo anterior indica que, a pesar de que las mujeres aspirantes a un cargo en el Legislativo se duplicaron con respecto al proceso electoral anterior, su participación sigue siendo muy inferior a la de los hombres, que representan 7 de cada 10 candidaturas, y el incremento en el niel de representación es de apenas unos puntos porcentuales.
En el Congreso de Guatemala se elige diputado de dos formas: por distrito y por lista nacional. Los distritos corresponden a los departamentos y en el caso del departamento de Guatemala se agrega un distrito central en el municipio de Guatemala. Los diputados electos por lista nacional son un 25 por ciento del total de distritales, y se eligen por el método de representación proporcional de minorías, este método hace que las primeras casillas de la lista nacional, conocido como “Listado Nacional” sean las más codiciadas en un partido ya que facilita la entrada al Legislativo.
Al analizar los porcentajes por tipo de listado, es visible además que el incremento en la participación de mujeres se ha dado en las listas distritales, pasando del 21% al 27.72% en 12 años. En la lista nacional, la cantidad de mujeres en 2019 (27.2%) ha variado muy poco en comparación con la de 2007, cuando representaron el 27.24% de las candidaturas.
Ni de izquierdas ni derechas, la exclusión es general
La experiencia mundial demuestra que una manera efectiva de alcanzar la paridad es a través de la imposición de cuotas de inclusión a los partidos políticos, dice Linslayd Tillit, coordinadora de Alas de Mariposa, una asociación que centra sus esfuerzos en el empoderamiento político de las mujeres.
Sin embargo, la legislación nacional ha sido especialmente resistente a implementar este tipo de medidas. El rechazo a la reforma del artículo 212 de la Ley Electoral, que pretendía establecer la paridad de género y étnica en la inscripción de candidatos, demostró la poca voluntad de los partidos políticos para compartir el poder con estos grupos.
Incluso sin una ley, las organizaciones políticas pueden adaptar sus estatutos para que sean promotores del ejercicio de los derechos políticos de las mujeres y hacer la diferencia. Pero Tillit cree que hace falta más concientización de las mujeres dentro de los partidos para que se apropien de estos esfuerzos y abran brecha para las demás mujeres.
—Es como si esa opresión de la casa se repite en el partido. Las mujeres pueden plantear, por ejemplo, a sus comités nacionales, que desean listados con paridad, porque la ley se los permite y también los estatutos de los partidos políticos, pero si no toman conciencia de su papel de subordinación, no podrán cambiar las cosas desde dentro.
«El listado de porcentajes de participación de mujeres no muestra patrones de inclusión o exclusión de acuerdo con la ideología de las organizaciones políticas».
En el actual proceso electoral, ningún partido inscribió igual número de hombres y mujeres en sus postulaciones al Congreso. El listado de porcentajes presentado a continuación no muestra patrones de inclusión o exclusión de acuerdo con la ideología de las organizaciones políticas.
Convergencia, de izquierda, fue el partido que mayor porcentaje de mujeres postuló. El 41% de sus candidaturas fueron de mujeres, pero solo el 6% de estas fueron colocadas en primera casilla.
El partido Avanza, de derecha, fue el que colocó el mayor porcentaje de mujeres al frente de sus listados, mientras que Victoria, también derecha, fue el que inscribió más mujeres cabezas de planilla en total, con siete candidaturas.
Encuentro por Guatemala, del centro, presentó el menor porcentaje de mujeres en sus candidaturas. De las 15 inscritas, solo tres fueron en primera casilla, entre ellas Nineth Montenegro, secretaria general del partido.
El único partido que ha dado explicaciones sobre falta de paridad en sus planillas es Movimiento Semilla, que presentó solo un 36% de mujeres en sus postulaciones al Congreso, y lo hizo luego de ser cuestionado por la exclusión de candidatas en el distrito central.
De acuerdo con el comunicado emitido el 27 de marzo de 2019, la intención era “integrar las planillas con inclusión de género”, pero las candidatas propuestas declinaron por diversas razones en el último momento.
No hay puestos gratis para las mujeres en los listados
La cantidad de mujeres electas tras cada votación ha demostrado que el nivel de representación en las candidaturas no define totalmente el número de diputadas en el Congreso.
La postulación de mujeres no es suficiente. Para incrementar sus oportunidades de llegar a un cargo tienen que estar también en posiciones de los listados con probabilidades de ingreso, y ningún partido político regala la primera casilla de sus listados.
Para que una mujer pueda encabezar una planilla –sin pagar por su curul o heredarlo de un caudillo, como sucede en la mayoría de los casos para hombres y mujeres– tiene que contar con una base política fuerte o una trayectoria destacada de trabajo a lo interno de su partido.
Pero incluso cumpliendo ambos requisitos, no existe garantía de nada. La falta de democracia interna en los partidos políticos también afecta la participación de las mujeres, ya que normalmente las casillas tienen dueños o tienen un precio millonario.
—A una mujer le piden más calificaciones para ocupar un puesto político que a los hombres; a una candidata se le exigen credenciales, mientras que a un candidato solo le exigen carisma—, dice Margarita Alonzo, secretaria adjunta de TODOS y candidata a diputada por el distrito de Alta Verapaz.
Alonzo es fundadora de TODOS. Hasta hoy solo ha ocupado puestos de decisión dentro del partido. Es la responsable de que exista una secretaría de la mujer en esa organización, un órgano que también está a su cargo, y desde el cual ha impulsado la formación e inclusión de más mujeres a la estructura partidaria.
La subsecretaria de TODOS tiene el perfil de una primera casilla, pero su partido la colocó en la tercera posición del listado de Alta Verapaz, a pesar del peso de su currículum: Se graduó como cum laude en Bioquímica y Microbiología por la Universidad del Valle y con magna cum laude en el máster de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín. Es la única latinoamericana en obtener la beca Andi Parhamovich del Instituto Nacional Demócrata de Asuntos Internacionales NDI. Es becaria del programa global de Mujeres Líderes de Voces Vitales y la única guatemalteca entre las 22 mujeres líderes en política a nivel mundial que participan en el programa VV Engage de Vital Voices Global Partnership (2018).
Alonzo, quien cree en la institucionalidad de su partido político, no se queja de su posición. Dice que se trató de una elección democrática del partido y que, aunque aún hay mucho trabajo que hacer para lograr mejor representación de las mujeres en las candidaturas, siempre ha tenido el apoyo de la dirigencia nacional y resultado de ello es la actual subsecretaria adjunta del partido.
En vez de Alonzo, TODOS colocó en primera casilla al actual diputado Oscar Roberto Fernández Mendoza, quien, antes de entrar al Congreso en el 2015 fue abogado litigante. Dentro de sus clientes figura el narcotraficante Walter Overdick, alias el Tigre, detenido y extraditado a Estados Unidos en 2012. Overdick cumplió su condena, salió en libertad este año y fue deportado a Guatemala.
Overdick, cuyo lugar de operaciones eran las Verapaces, fue considerado uno de los principales narcotraficantes del país en su momento y el responsable de la expansión del Cártel de los Zetas en el territorio nacional.
La segunda casilla es ocupada por Leopoldo Ical Jul, exalcalde de San Cristóbal Verapaz.
Alonzo no es la única. En promedio, solo el 13.37% de las 554 personas inscritas en primera casilla, tanto en listados distritales como en Listado Nacional es mujer.
El departamento con mayor número de candidatas encabezando listados es Izabal, donde uno de cada tres partidos postuló a una mujer en primer lugar. El departamento con menor representación es Quiché, donde Telma Teresa Marcos Bernal, del partido Avanza, es la única mujer postulada en primera casilla, frente a 24 hombres.
Por el Listado Nacional, solo seis de los 25 partidos inscritos postularon a mujeres en primera casilla. Esta posición es la que ofrece mejores probabilidades de obtener una casilla, por lo que es muy probable que las seis candidatas formen parte del próximo Congreso: El Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), postuló a Vicenta Jerónimo; Winaq, a Sonia Gutiérrez; Movimiento Semilla, a Lucrecia Hernández Mack; Creo, a Adela Camacho; Bien, a Evelyn Morataya, y Encuentro por Guatemala a Nineth Montenegro.
La piedra para romper los techos de cristal
Los estudios feministas utilizan el término techo de cristal para definir las barreras invisibles que impiden la participación y representación de las mujeres en espacios de poder y toma de decisiones.
El primer techo es un contexto social donde predomina el pensamiento patriarcal, en el que no se considera a las mujeres como personas idóneas para hacer política, y por eso mismo no se tiende a formar a las niñas para que se vean a sí mismas como líderes. Las dinámicas políticas son duras, conllevan mucho desgaste, y para enfrentarlas hace falta mucha seguridad en una misma, dice la diputada Sandra Morán, de Convergencia.
Otro obstáculo para las mujeres es que no tienen acceso a los mismos recursos económicos que los hombres. De acuerdo con un estudio de ONU Mujeres, en Guatemala las mujeres ganan 18% menos que sus pares hombres, y las campañas políticas requieren una inversión fuerte.
—Si una mujer no tiene cómo obtener los recursos, o cómo gestionar ese financiamiento, no podrá participar, aunque tenga las ganas—explica Alonzo, la secretaria adjunta de TODOS.
Incluso una vez dentro de una organización, la violencia política es otro desincentivo para las mujeres. El informe “Violencia contra las Mujeres en la Política” expone decenas de testimonios sobre el acoso, amenazas, violencia sexual, económica y física que viven las mujeres en los espacios políticos. Por esta razón, muchas deciden no ejercer su derecho a participar en ellos.
La exposición mediática, además, conlleva un desgaste para hombres y mujeres, pero la crítica hacia estas últimas suele más fuerte y estar dirigida a cuestiones de la vida personal y privada de las candidatas:
—Se denigra a las mujeres políticas. Se les cuestiona que ‘abandonen’ a la familia si son casadas. Si son solteras y jóvenes sugieren que llegaron a determinada posición porque tuvieron o tienen una relación sexual con un líder del partido. El estado civil es importante, se es más vulnerable al desprestigio por parte de los medios, cuando se es soltera. Si no te pueden cuestionar porque eres capaz e incorrupta, entonces te atacan publicando chismes. — expone una mujer política en el informe sobre violencia.
Pese a estas barreras, las mujeres han abierto brecha, y este año habrá más participación. Para la diputada Sandra Morán, esto podría indicar que, aunque en el Congreso no se aprobó ni la paridad ni la cuota de inclusión, la discusión política ha incidido en el pensamiento de los partidos y de las personas, incluyendo a las mujeres que ahora se han decidido por participar.
Adriana Quiñonez, representante de ONU Mujeres en el país, indica que este incremento en la participación política de las mujeres debe ser apoyada por instrumentos legales, como una ley de paridad diseñada acorde al sistema electoral nacional. Además, estos instrumentos legales para ser efectivos deben establecer sanciones en caso de incumplimiento, plantear la alternancia en el encabezamiento de las listas, establecer paridad a nivel vertical y horizontal, e incluir criterios para que exista diversidad.
—Cuando no hay nada regulado para promover la participación política de las mujeres es extremadamente difícil lograr que las mismas ocupen un lugar de lista y un distrito con altas posibilidades de resultar electas — señala Quiñonez.
El próximo año se abrirá un nuevo debate para reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos, tal y como establece la misma ley luego de cada proceso electoral, y las asociaciones de mujeres volverán a poner esos temas en la mesa para conseguir eliminar las barreras que impiden a las mujeres participar en igualdad de condiciones que los hombres. Quizá en 2020 la historia de las mujeres en el Congreso sea otra.