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Un nuevo inicio para las radios comunitarias

Una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), abre una oportunidad para que las radios comunitarias sean reconocidas por el Estado y cese la persecución penal contra sus comunicadoras y comunicadores.

Este reportaje forma parte del especial Comunidades Abren Caminos, donde se muestra cómo a través de las herramientas de litigio estratégico, los pueblos indígenas en Guatemala han logrado recuperar derechos.

Texto: David Toro / Edición: Carolina Gamazo / Fotos: Gerardo de Valle

“La vocación por la radio la traemos desde niños, jugabamos a ser locutores, antes acá no había un espacio libre para que el pueblo se expresara, por eso pensamos en tener nuestra radio”, dice Anselmo Xunic, un comunicador indígena con dos décadas trás los micrófonos y uno de los fundadores de Radio Ixchel. 

Esta radio es una emisora comunitaria con 18 años de historia en Sumpango, Sacatepéquez, un colorido pueblo maya kaqchikel del occidente de Guatemala. La Radio Ixchel 102.1 FM, es un espacio administrado por comunicadoras indígenas que dedican su tiempo a programar música, dirigir entrevistas o programas culturales en medio de sus labores como agricultoras, enfermeras, comerciantes o estudiantes.  

Las radios comunitarias son un medio de comunicación que da voz a quienes han sido marginados históricamente, según la definición de la Organización de Naciones Unidas para la Educación (Unesco).

En Guatemala existen al menos 552 emisoras de radio licenciadas con frecuencia FM y otras 174 en frecuencia AM según la Superintendencia de Telecomunicaciones, pero solo una radio indígena comunitaria aparece avalada por el Estado. Además el 55% de estas radios están bajo el control de seis oligopolios empresariales. Las frecuencias siguen siendo subastadas y su costo puede alcanzar hasta los US$28 mil, un precio que deja fuera a los pueblos indígenas que buscan obtener un espacio radial. 

En un país donde las frecuencias radiales son administradas únicamente desde una visión económica, el camino de medios de comunicación comunitarios, como la Radio Ixchel, ha sido difícil. “El acceso a una frecuencia es inaccesible para nosotros bajo el modelo actual de la ley de radiodifusión [radiocomunicaciones], por eso decidimos iniciar un proceso legal para el reconocimiento de nuestros espacios, como radio comunitaria”, destaca Xunic.  

La Radio Ixchel Sumpango es un espacio administrado por comunicadoras indígenas que dedican su tiempo a programar música, dirigir entrevistas o programas culturales. (Foto: Gerardo del Valle) 

El 7 de julio del 2006, la policía allanó las instalaciones de Radio Ixchel, y se llevaron dos computadoras, micrófonos y su antigua consola. Un año después, Anselmo fue acusado por el Ministerio Público (MP) por el delito de hurto de fluidos, pero un juez de Sacatepéquez declaró la falta de mérito. “Esa criminalización da miedo y provoca daños graves en la organización comunitaria (…) pero nunca pensamos dejar la radio, decidimos resistir y elevar esta lucha a otros niveles, porque estamos conscientes que no estamos cometiendo ningún delito”, dice Xunic. 

En 2011, la Asociación Sobrevivencia Cultural presentó una acción de inconstitucionalidad, ante la Corte de Constitucionalidad (CC), cuestionando que la Ley General de Telecomunicaciones reconoce la igualdad pero que en la vida real el proceso para adquirir las frecuencias radiales es inaccesible para los pueblos indígenas. 

De hecho, la Ley General de Telecomunicaciones que fue aprobada en 1996 no contempla en ninguno de sus artículos a las radios comunitarias y dejó como único medio de acceso a frecuencias radiales, las subastas públicas.  

La resolución de la CC fue emitida en 2012, y planteaba que el Congreso de la República debía crear una ley de radios comunitarias, sin embargo, por la forma en que se configura el poder político de representación en Guatemala, este intento no dio frutos. Por eso cuatro radios comunitarias, de Sumpango, San Miguel Chicaj, Todos Santos Cuchumatan y Cajolá, decidieron elevar su demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2014. 

Sumpango
El 6 de octubre del 2021, la Corte resolvió a favor de las radios comunitarias. Las juezas y jueces de la Corte Internacional consideraron que Guatemala es responsable de la violación del derecho a la libertad de expresión y derechos culturales de los cuatro pueblos mayas representados por las radios comunitarias. (Foto: Gerardo del Valle)

La denuncia a nivel internacional, fue elevada a la Corte IDH por existir elementos suficientes de violaciones a derechos humanos. Ocho años después,  el 6 de octubre del 2021, la Corte resolvió a favor de las radios comunitarias. Las juezas y jueces de la Corte Internacional consideraron que Guatemala es responsable de la violación del derecho a la libertad de expresión y derechos culturales de los cuatro pueblos mayas representados por las radios comunitarias, que denunciaron la desigualdad existente ante la ley para el acceso de espacios radiales y la persecución penal en contra de sus operadores y comunicadores.

La sentencia ordena al Estado de Guatemala a adecuar su normativa interna para reconocer a las radios indígenas como medios de comunicación diferenciados, crear un reglamento para su operación y un procedimiento simple que les permitiera el acceso a las frecuencias radiales. Además, la Corte IDH pidió que se detuviera la criminalización contra comunicadoras y comunicadores  indígenas y operadores radiales, que cesara el allanamiento de sus instalaciones y que se eliminaran las condenas emitidas por el uso del espacio radioeléctrico.  

El periodo represivo y la posterior persecución penal sufrida entre 2005 a la actualidad, tendría que quedar en el pasado con la sentencia de la Corte IDH, al menos eso esperan las y los operadores radiales. (Foto: Gerardo del Valle)

Un nuevo comienzo

Las primeras radios comunitarias de Guatemala, surgieron en la segunda mitad del siglo XX. Radio Nahualá creada en 1962, es reconocida como una de las pioneras. Estos medios se expandieron con fines culturales y educativos, incluso muchos de ellos fueron tachados de ser aparatos subversivos durante el conflicto armado interno, como explica la “Nota conceptual sobre radios comunitarias”, realizada por la Defensoría de Pueblos Indígenas de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH). 

Ese periodo represivo y la posterior persecución penal sufrida entre 2005 a la actualidad, tendría que quedar en el pasado con la sentencia de la Corte IDH, al menos eso esperan las y los operadores radiales. “Nosotros estamos felices con la sentencia, creemos que es una oportunidad para que nuestros espacios sean respetados y podamos seguir prestando este servicio sin miedo a que nos vaya a pasar algo”, dice Irma Yolanda Chis, enfermera y tejedora de 34 años que funge como operadora de la Radio Ixchel en Sumpango desde 2018. 

En la actualidad Irma Yolanda emplea sus conocimientos como enfermera dentro de la radio y cada semana conduce un programa sobre salud sexual y reproductiva, dirigido a jóvenes, “la violencia contra la mujer y los embarazos no deseados son un problema muy común en nuestra comunidad y la idea es educar y hablar de herramientas útiles para reducir esto”, explica Irma Yolanda. 

Para Anselmo Xunic, que fue uno de los representantes de las radios comunitarias ante la Corte IDH, dice que a pesar de que las medidas ordenadas por la Corte no avanzan, la sentencia es una esperanza. “Con este antecedente legal, ahora toca presionar para que el Estado cumpla, con un acceso equitativo a las frecuencias radiales se podrá pensar en una organización más libre y sustentable para las radios”, concluye Xunic.

Sumpango
Las radios comunitarias ahora amparadas por esta sentencia, buscarán una vez más reformas en la Ley General de Telecomunicaciones y acercamientos con instituciones como el Ministerio Público para definir el cese de la persecución contra operadores y operadoras comunitarias. (Foto: Gerardo del Valle)

Nueva generación de comunicadoras mayas

Cada  tarde de viernes la casa que alberga a Radio Ixchel, se convierte en el espacio de un taller de formación y capacitación: los comunicadores y comunicadoras que conforman el equipo se reúnen para  compartir experiencias y conocimientos radiofónicos; las y los más jóvenes suelen ser los más entusiastas y con el tiempo van convirtiéndose en el rostro del medio comunitario. 

El involucramiento de mujeres jóvenes de la comunidad ha despertado el interés de estudiantes que desean aprender sobre el funcionamiento de la radio y comprender su operatividad, así como la locución. La radio actualmente cuenta con al menos una decena de mujeres operando las transmisiones y cooperando para que otras radios comunitarias aliadas sigan funcionando en el país. 

Blanca Solis, de 18 años, sintió curiosidad por la radio cuando veía a su abuelo Anselmo Xunic manejar los controles de la cabina. Blanca inició a locutar desde los 12. “Es alegre ver que la radio ya forma parte de la comunidad de Sumpango, la gente llama para programar su música, cuando se nos arruinó el transmisor hace un tiempo atrás, nos buscaban diciendo que era importante que la radio estuviera al aire porque necesitan de nuestras voces, eso me llena de satisfacción”, expresa Blanca. 

Aunque las medidas ordenadas por la Corte IDH son un paso trascendental que marcan un antecedente único en la jurisprudencia del país, el reto más grande está dentro de la legislación nacional. Las radios comunitarias ahora amparadas por esta sentencia, buscarán una vez más reformas en la Ley General de Telecomunicaciones y acercamientos con instituciones como el Ministerio Público para definir el cese de la persecución contra operadores y operadoras comunitarias. 

Este es el segundo reportaje de la serie “Comunidades que abren camino“, un proyecto de No Ficción realizado con la asesoría técnica de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, OACNUDH Guatemala, a través del Programa Maya, con la contribución de la Embajada de Noruega. 

Puede leer aquí el primer reportaje de la serie: “La Cofradía del pueblo de San José Poaquil y su lucha por la preservación de la tierra comunal” .

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