Trump decidió desmantelar USAID porque, según él, despilfarraba dinero e imponía una agenda de izquierda. En Guatemala, algunos sectores han aplaudido la medida. Pero un análisis del gasto de la agencia en los últimos 20 años en Guatemala muestra una realidad más compleja a la descrita por Trump. Sí, USAID financió a activistas o periodistas e intervino en temas políticos. Pero la mayoría de sus fondos se dirigieron a asuntos menos polémicos. Sus principales socios locales fueron grandes ONG católicas y evangélicas; organizaciones empresariales como Agexport o Anacafé y universidades privadas como la UVG.
Cada quien tenía sus razones para criticar a la agencia de cooperación y ayuda humanitaria de Estados Unidos: USAID.
Para la izquierda tradicional siempre fue un instrumento de cooptación de la sociedad civil y combate al comunismo.
A los grupos más conservadores, no les gustaba que promoviera la planificación familiar o el uso de anticonceptivos, y más recientemente, los derechos de la población LGTBIQ+.
Los sectores más liberales rechazaban las actividades de libertad sindical que financiaba. O criticaban que con sus fondos se promoviera la Ley de Competencia.
Para algunos políticos, el énfasis que puso a la lucha anti corrupción se convirtió en un problema. Y al expresidente Alejando Giammattei, le disgustaba que promoviera los derechos de los pueblos indígenas.
USAID siempre sufrió algunas críticas, por su enfoque, sus socios o su sesgo ideológico.
Cuando el presidente Donald Trump, hace unas semanas, comenzó a desmantelar la agencia, justificó la decisión, precisamente, con argumentos como los que se han escuchado en Guatemala por años.
En un comunicado, la Casa Blanca dijo que el despilfarro y los abusos eran comunes en USAID.
Y mencionó como ejemplo de proyecto “malicioso” o “ridículo”, un supuesto proyecto de US$ 2 millones para “cambios de sexo” en Guatemala.
(En realidad, USAID gastó en esta actividad US$ 350 mil en 2024 y su propósito era mejorar la atención sanitaria que recibe la población trans, no los “cambios de sexo”, como ya reportó Agencia Ocote)

Todas estas críticas tienen algo en común: se centran solo en aspectos puntuales del trabajo de USAID.
La agencia existió por décadas y gastó miles de millones en Guatemala.
Solo entre 2001 y 2024, USAID destinó al menos US$ 3,019 millones a proyectos ejecutados en Guatemala, según datos oficiales de Estados Unidos.
Este flujo multimillonario financió actividades de todo tipo. Y aunque algunos sectores, ahora, simplifican el trabajo de la agencia para justificar su cierre, lo cierto es que no es sencillo describir en pocas palabras su trabajo.
En las últimas dos décadas y media, entre 2001 y 2024, USAID hizo de todo.
Promovió la planificación familiar, pero también canalizó US$ 247 millones de dólares a una ONG católica como Catholic Relief Services.
Apoyó la defensa de derechos LGTBIQ+, pero destinó más de US$ 100 millones a la ONG evangélica World Vision.
Promovió proyectos para fomentar la lectura en escuelas públicas, pero también subsidió investigaciones de universidades privadas como la Universidad del Valle, que recibió unos US$ 17 millones.
Financió más recientemente a medios de comunicación críticos como No Ficción, pero se alió con poderosas organizaciones empresariales como la asociación de exportadores, Agexport, o la de cafetaleros, Anacafé.
No Ficción recibió US$ 19 mil. Agexport y Anacafé, bastante más: ejecutaron unos US$ 86 millones en los últimos 25 años para la agencia.
USAID apoyó a la CICIG, que cuestionó gran parte del statu quo político y judicial, pero también fortaleció ese mismo status quo.
Aportó donaciones o apoyo técnico al Congreso o el Organismo Judicial.
El mismo Ministerio Público (MP) de Consuelo Porras, que ahora acusa a USAID de traficar niños, no hace mucho, agradecía a la agencia por haberle apoyado en su proyecto estrella de crear agencias fiscales en todos los municipios del país.

El dinero de USAID estaba en muchos lugares. En cierta forma, era un reflejo de la propia diversidad del país.
Ahora Guatemala tendrá que vivir sin gran parte de esos fondos. O solo con los proyectos que Trump estime que son beneficiosos para Estados Unidos.
A continuación, abordamos cinco preguntas esenciales sobre la relación entre USAID y Guatemala.
Los datos que se mencionan proceden de la base de datos oficial Foreign Assistance. Están expresados en dólares constantes; es decir, en dólares ajustados por inflación, para poder hacer comparaciones entre años.
Hemos querido mencionar que No Ficción fue beneficiario de USAID. Hacemos esto no porque el proyecto en que participó No Ficción fuera importante en términos económicos.
En general, las actividades de apoyo al periodismo en Guatemala, representaron una mínima parte del gasto de la agencia.
Quisimos mencionar este hecho por transparencia, y para dejar claro que tenemos un conflicto de interés al escribir este reportaje.
No Ficción recibió fondos de USAID durante unos meses el año pasado. El objetivo de este dinero era producir una serie de reportajes que no se han publicado aún. USAID nunca pretendió influir sobre la línea editorial de este medio.

1.¿Cuánto dinero recibía Guatemala de USAID?
La agencia de cooperación estadounidense como tal existe desde la década de 1960. Y ya antes de que existiera, Guatemala era beneficiaria de ayuda de Estados Unidos.
Pero solo existen datos más detallados para este siglo. Por eso, esta nota se centra en este periodo.
Entre 2001 y 2024, USAID desembolsó US$ 3,019 millones para financiar proyectos que se ejecutaron solo en Guatemala. Es decir, en promedio, lo que hoy serían unos US$ 125 millones anuales.

Pero en realidad, la cifra es más alta. El país también recibía una parte de fondos destinados a toda la región o todo el mundo.
Por ejemplo, entre 2001 y 2024, USAID también gastó unos US$ 910 millones en proyectos catalogados como centroamericanos. Pero la agencia no precisa cuánto destinó a cada país de la región.
Por ejemplo, una parte importante del dinero destinado a atender el VIH/SIDA en Guatemala procede de este tipo de proyectos regionales.
Por tanto, los US$ 125 millones anuales gastados en promedio por USAID eran más en realidad, aunque es difícil saber cuánto más.
Y a esto hay que añadir que otras agencias o departamentos del gobierno estadounidense tenían sus propios programas de cooperación. Estos proyectos también están en riesgo ahora.

¿Los al menos US$ 125 millones que, en promedio, gastaba USAID son mucho dinero?
Cómo los fondos estaban dispersos en múltiples sectores, su impacto se difuminaba.
Pero en un país como Guatemala esta cifra no era pequeña.
Era, con mucha diferencia, la fuente de cooperación exterior más importante.
Durante casi un cuarto de siglo, USAID destinó al país lo que hoy serían unos Q1 mil millones anuales.
Esto equivale a, por ejemplo, todo el presupuesto de 2025 del Ministerio de Cultura y Deportes o el de Relaciones Exteriores.
Además, en los últimos años, el presupuesto de USAID estaba en máximos históricos, por lo que la pérdida para el país será mayor en la práctica.
La ayuda estadounidense a Guatemala ha sido constante. Nunca influyó mucho quién ocupara la Casa Blanca, en Washington, o la Casa Presidencial, en la Ciudad de Guatemala.
Era una política bipartidista que Guatemala aceptaba; y que, hasta fechas más recientes, no fue un asunto demasiado polémico.
Aún así, los datos oficiales muestran cómo hubo ciertas épocas en las que el flujo de dinero aumentó. Sobre todo, en tres.

El primer momento ocurrió a mitad de la década de 1950, aun antes de que existiera USAID como tal. Estos fueron los tiempos del auge del anticomunismo, cuando Estados Unidos respaldó el golpe de Estado al presidente Jacobo Arbenz y la llamada “Liberación” o “Contrarrevolución”.
El segundo momento, fue el final de los años 80, cuando el actual régimen democrático iniciaba, también con el respaldo estadounidense.
Y el tercero comenzó en 2016 y tuvo su pico entre 2021 y 2022.
Desde la óptica estadounidense, este ha sido un momento marcado por la migración masiva de centroamericanos hacia Estados Unidos.
Esto motivó a los sucesivos gobiernos de la última década 一incluyendo a Trump en su primera administración一 a tratar de frenar la migración incidiendo en sus causas de fondo.
Para ello, invirtieron en proyectos de USAID. En 2022, la agencia gastó US$ 211 millones en proyectos solo para Guatemala, uno de sus máximos históricos.
Después, la cifra bajó, pero siguió por encima del promedio. En los últimos dos años, la inversión fue de entre US$ 160 y US$ 170 millones. Es decir, alrededor de Q1,300 millones anuales.
Este es un monto suficiente para, por ejemplo, mantener durante un año el mayor hospital del país, el San Juan de Dios.

2. ¿Cómo gastaba su dinero USAID?
La agencia, en gran parte, no gastaba directamente sus fondos.
USAID tenía unos 10 mil empleados a nivel global. Pero, generalmente, estos se encargaban de diseñar proyectos, supervisarlos y buscar a socios para ejecutarlos.
Estos socios, los llamados implementadores, eran quiénes recibían el dinero y eran responsables de gastarlo.
Los implementadores tenían que seguir las prioridades definidas por USAID, pero también tenían autonomía para tomar ciertas decisiones.
En muchas ocasiones, los implementadores, a su vez, entregaban una parte del dinero a otras organizaciones.
Sin embargo, los únicos datos disponibles en la actualidad son sobre implementadores.
Es decir, sí tenemos una idea de qué sectores y organizaciones recibían fondos. Pero carecemos de información precisa sobre quiénes eran todos los beneficiarios.
Por ejemplo, si buscan a No Ficción entre los receptores oficiales de fondos de USAID no lo encontrarán.
Pero este medio sí recibió fondos de la agencia, unos US$ 19 mil, durante cinco meses, en 2024.
Lo que ocurre es que No Ficción no fue beneficiario directo de USAID, si no de un implementador llamado Internews, que es una ONG estadounidense.
No Ficción, como varios medios de Guatemala, no figura en las bases de datos que transparentan el gasto de USAID. Solo aparece el implementador: Internews.
Es decir, rastrear dónde terminaba el dinero de USAID no es sencillo. Solo hay datos sobre implementadores. Y, por eso, sobre ellos vamos hablar, aunque debe quedar claro que había muchos más beneficiarios.

Entonces, ¿quiénes eran los implementadores?
En gran parte, organizaciones como Internews. Es decir, grandes entidades estadounidenses: ONG, universidades e incluso empresas privadas especializadas en ejecutar proyectos de USAID.
Entre 2001 y 2024, el 76% de los fondos invertidos por la agencia en Guatemala se canalizaron a través de organizaciones de Estados Unidos o entidades internacionales con sede en Estados Unidos.
Trump ha sostenido que USAID no beneficiaba en absoluto a su país. Pero la agencia era vital para el funcionamiento de toda una serie de grandes ONG y empresas, de diferentes ideologías, que empleaban a miles de estadounidenses.
En Guatemala, las tres organizaciones que más implementaron para USAID en este siglo fueron: Catholic Relief Services (CRS), que depende de los obispos de Estados Unidos; la filial estadounidense de Save the Children, que es una ONG británica; y Futures Group Global, una consultora privada de proyectos de desarrollo con sede en Washington.
Solo estas tres entidades recibieron US$ 525 millones para ejecutar proyectos de USAID en este siglo.
Es decir, solo tres implementadores captaron el 17% de los fondos destinados a Guatemala.
Otros implementadores importantes fueron ONG como World Vision, que es una entidad internacional vinculada con iglesias evangélicas; o Mercy Corps, una ONG especializada en atención humanitaria estadounidense.
Ambas ejecutaron alrededor de US$ 100 millones para USAID desde 2001.

Los implementadores eran sobre todo extranjeros, pero también había algunos nacionales. Los tres mayores fueron entidades privadas.
En primer lugar se encuentra, la Asociación de Exportadores de Guatemala (Agexport). Esta organización agrupa a los llamados exportadores no tradicionales: productores de frutas y verduras, maquilas o call center.
En segundo lugar está una empresa que es parte de Agexport y que se llama Apropecuaria Popoyán. Esta empresa fue fundada por la familia Viteri. Y, además de comercializar frutas y verduras de la marca La Carreta, exporta aguacates y provee servicios a otros agricultores.
Y en tercera posición, se encuentra la Asociación Nacional del Café (Anacafé).Esta gremial agrupa a los productores de café más tradicionales.
Estas tres entidades 一Agexport, Popoyán y Anacafe一 ejecutaron US$ 133 millones para USAID este siglo.
Entre los grandes implementadores nacionales también estaban las cooperativas cafetaleras agrupadas en Fedecocagua (US$ 19.8 millones) y dos de las principales universidades privadas del país: la del Valle (US$ 17 millones) y la Rafael Landívar (US$ 12 millones).

3. ¿Qué hacía USAID en Guatemala?
Los nombres de los principales implementadores ya mencionados dan una pista de lo que buscaba USAID en Guatemala.
Por una parte, USAID canalizaba fondos hacia grandes organizaciones de ayuda humanitaria como CRS, Save the Children, World Vision o Mercy Corps.
Estas desarrollaban proyectos enfocados en la población más vulnerable. Por ejemplo, de atención a la pobreza y la desnutrición o prevención de la muerte materno infantil.
Y por otra parte, USAID también canalizaba fondos hacia proyectos de desarrollo económico. Estos casi siempre fomentaban el emprendimiento, el acceso a crédito o asistencia técnica o la exportación de productos agrícolas.
Por eso, implementadores como Agexport o Anacafé figuran entre los socios principales de USAID. Y por eso, era común que los proyectos de la agencia incorporaran ideas promovidas por los empresarios, como las alianzas público privadas o los encadenamientos productivos.

Ambos tipos de actividades sintetizan una parte importante del enfoque de USAID en Guatemala en los últimos años.
Ayudar a los más pobres proveyéndoles comida y lo más básico. Y, al mismo tiempo, fomentar una economía de mercado orientada a la exportación, apoyar el emprendimiento e involucrar al sector privado en el desarrollo del país.
En algunos proyectos, todo esto se hacía al mismo tiempo.
Por ejemplo, los grandes programas de prevención de la migración que se ejecutaron en los últimos años, solían tener elementos humanitarios, pero también de emprendimiento.
Es el caso de proyectos como CEO o Puentes, que implicaron el desembolso de más de $136 millones en los últimos siete años.
En total, los programas humanitarios y los de desarrollo económico, representaban alrededor del 60% del gasto de la agencia en Guatemala.

Solo en la compra y transporte de alimentos estadounidense para ser distribuidos en Guatemala como ayuda alimentaria, USAID gastó US$ 362 millones entre 2001 y 2024.
Esto equivale al 12% del gasto total de la agencia en ese periodo.
Trump ha descrito a USAID cómo una entidad que desestabilizaba países.
Pero lo cierto es que la mayoría de los fondos seguían esta lógica de asistencia humanitaria y fomento empresarial. Y es cuestionable que este enfoque desafiara el status quo en Guatemala.
Por supuesto, USAID hacía muchas más cosas de las mencionadas; desde proyectos de incentivos forestales, hasta prevención de desastres o subsidios para estudiar en la universidad.
Con el paso del tiempo, también fueron incorporando o abandonando actividades.
En los primeros años del siglo, con los Acuerdos de Paz y el proceso de descentralizar el Estado, se ejecutaron, proyectos centrados en prevenir la conflictividad y fortalecer los gobiernos locales.
Con la aprobación del Tratado de Libre Comercio entre los dos países (negociado en 2004), cobraron más importancia los temas laborales y ambientales y las oportunidades para exportar nuevos productos y servicios.
En la última década, el auge de la migración masiva enfocó a USAID en prevenirla. Se centraron en los problemas de los jóvenes, que son quiénes más migran. Por ejemplo, en la falta de oportunidades en las áreas rurales y la violencia en las zonas urbanas. También en el cambio climático.

Y en los últimos años, a medida que han emergido más demandas de la sociedad civil, USAID también las apoyó. Así, diseñaron proyectos para defender derechos de los pueblos originarios o de la comunidad LGTIBQ+.
También priorizaron la justicia transaccional o la transparencia. Y apostaron por actividades como el periodismo de investigación.
Este tipo de proyectos para fortalecer la sociedad civil más crítica han atraído la atención de los grupos más conservadores en los últimos años. Pero los datos muestran que estas actividades siempre representaron un gasto marginal en los presupuestos de la agencia.
(El activismo o el periodismo, tradicionalmente, Estados Unidos lo financió a través de otra institución mucho más pequeña que USAID llamada National Endowment for Democracy (NED), que también están en riesgo ahora. NED destinó a Guatemala algo menos de US$ 1 millón en 2023. No Ficción también ha recibido fondos de NED).

4. ¿Hasta qué punto intervenía USAID en política interna?
La agencia siempre trabajó con las instituciones del Estado. USAID otorgaba donaciones, financiaba la compra de equipos o pagaba consultorías para entidades públicas. Y a través de estas ayudas, orientaba al gobierno de Guatemala hacia una agenda política determinada.
No es sencillo calcular qué peso exactamente tenían este tipo de proyectos, llamados de “gobernanza”, en el presupuesto de USAID. Pero sí ocupaban un espacio importante. Con seguridad, entre un 12% y 20% del gasto en el país.
Hablamos de una cifra que oscila entre US$ 376 millones y US$ 590 millones gastados este siglo.
Además, este tipo de proyectos fueron de los que más crecieron en los últimos años.

Es decir, USAID sí quería cambiar leyes o el funcionamiento de instituciones en Guatemala.
Esto, quizá, países más poderosos no lo hubiesen tolerado nunca. Pero Estados Unidos lo hacía abiertamente en Guatemala, al igual que otros donantes internacionales.
USAID financió a la CICIG, aunque no está claro con cuánto dinero.
(Estados Unidos aportó unos US$ 35 millones a la Comisión, pero la mayoría de esos fondos provinieron de otras dependencias del Departamento de Estado distintas a USAID).

También creó varios proyectos para fortalecer y reformar instituciones. En el sector justicia se ejecutó durante la última década un programa de apoyo en el que se gastaron unos US$ 50 millones. Y en el sistema electoral se implementó otro similar, al que se destinaron US$ 18 millones.
Este tipo de proyectos, en gran parte, sirvieron para financiar prioridades establecidas por el propio Estado o la sociedad civil.
USAID, por ejemplo, contribuyó a reformas a Ley Electoral de 2016, que aumentaron la capacidad de fiscalización del Tribunal Supremo Electoral. También aportó fondos para que se promovieran leyes como la Ley Orgánica de la PNC o la del Servicio Civil Municipal.
En el sistema de Justicia, USAID financió la apertura de juzgados de turno de 24 horas; la creación de los juzgados de mayor riesgo, de delitos ambientales y feminicidio; o la compra de cámaras Gesell para preservar el anonimato de testigos.
La agencia también apoyó al Ministerio Público en su proyecto para abrir agencias fiscales en todos los municipios. Este ha sido el proyecto estrella de la fiscal general Porras, a quién los propios Estados Unidos después sancionaron.

Todos estas medidas 一y muchas otras muchas más一 nunca fueron muy polémicas. Y es difícil argumentar que no respondieran a demandas locales.
Pero, en algunas ocasiones, USAID también impulsó procesos más alineados con sus propios intereses.
Un ejemplo reciente es la prioridad que ha otorgado Guatemala en los últimos años a combatir a las organizaciones que transportan migrantes hacia Estados Unidos.
Esta actividad, durante muchos años, funcionó abiertamente, sin que las autoridades la persiguieran. Pero todo cambió a partir de 2015.
Ese año, el Congreso aprobó el Decreto 10-2015, de reformas a Ley de Migración.
Este decreto estaba específicamente dirigido contra los coyotes. Entre otros, creaba los delitos de “tráfico ilegal de guatemaltecos” o “transporte ilegal”.
Básicamente, movilizar a un guatemalteco por su propio país, sabiendo que su destino final serían los Estados Unidos, se convirtió en ilegal.
A su vez, el Ministerio Público creó una unidad destinada a combatir estas actividades. Todo con el apoyo de USAID.

Una persona que trabajó en la implementación de proyectos de “gobernanza” de USAID durante muchos años en Guatemala y que pidió no ser identificada para poder hablar abiertamente, dijo que la relación entre la agencia y el país estaba marcada por el desequilibrio de poder entre las partes.
La fuente describió un panorama complejo.
Por un lado, en muchas instituciones la falta de recursos o capacidades es tal que a un donante importante como USAID se le abrían con facilidad muchas puertas.
“En Guatemala, es fácil entrar hasta la cocina y hacer la comida. Es más, te piden que les hagas la comida”, dijo la fuente.
Esto era positivo para la agencia porque le permitía influir en reformas institucionales.
Pero también fomentaba que en Guatemala algunos vieran esta relación como una injerencia extranjera, a pesar de que era el propio Estado quien solicitaba ayuda.
A esto se suma, siguió describiendo la fuente, que en la relación entre las dos partes estaba implícito un intercambio de favores.
USAID aportaba dinero, algo siempre escaso. Y las instituciones interpretaban que a cambio del dinero, tenían que ofrecer algo.
Así, los funcionarios o altos cargos del Estado tendían a hacer concesiones a la agencia, no necesariamente por convicción, sino porque consideraban que eso garantizaba el flujo de fondos.
Además, dado que la prioridad para Estados Unidos era “seguridad, drogas y migración y todo lo demás pasaba un segundo plano”, según describió la fuente, el dinero de USAID solía interpretarse como una forma de obtener favores en estos tres campos.

5. ¿Cómo afecta la suspensión de USAID a Guatemala?
Por el momento, es difícil predecir con exactitud lo que sucederá.
Los proyectos que ejecutaba USAID en Guatemala siguen bajo revisión de la administración de Trump. Y es posible que una parte de ellos sí se restablezca.
De hecho, hace unas semanas, el presidente Bernardo Arévalo anunció que USAID financiará la construcción de un centro de recepción de migrantes retornados o deportados en la frontera de Tecún Umán, San Marcos.
La obra se inaugurará en 2026, según dijeron las autoridades, y es parte de un proyecto que implementaba para USAID la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), desde hace años.
Pero es probable que una parte importante de los proyectos no regrese mientras Trump sea presidente.
En el país, la coordinación entre el gobierno y los donantes extranjeros corre a cargo de la Subsecretaría de Cooperación y Alianzas para el Desarrollo de la Secretaría General de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan).
La titular de esta dependencia, Ileana Peña, explicó a No Ficción, que Estados Unidos está ahora en un proceso de reorientar el trabajo de USAID. El objetivo es que la agencia responda a las prioridades de la administración Trump. Estas se resumen en un Estados Unidos “más fuerte, más próspero y más seguro, según se nos ha informado”, comentó Peña.
¿Qué significa esto para Guatemala?
La subsecretaria de Segeplan dijo que, según la información que han recibido hasta el momento, es probable que 14 proyectos financiados por USAID sean cancelados de manera definitiva. En estos 14 proyectos estaba previsto un desembolso de US$ 270 millones.
Las áreas afectadas, según describió la funcionaria serían: nutrición escolar, fortalecimiento de las municipalidades, prevención de la violencia y protección infantil, entre otros.
Estos son proyectos en los que participan instituciones públicas; que son los que Segeplan conoce.
Pero, Peña también previó que los recortes alcancen a otras actividades en las que está implicada la sociedad civil. “En lo relacionado a Derechos Humanos, cambio climático, pueblos indígenas, mujeres, juventud… va a haber ajustes, así nos lo han dicho”, comentó la funcionaria.
Peña explicó que las consecuencias podrían ser dispares.
Por un lado, los proyectos en los que participaba el Estado. En estos, las actividades afectadas son prioritarias para el gobierno y ya recibían financiación pública, por lo que el vacío que genere la retirada de USAID podría cubrirse con reasignaciones del presupuesto del Estado, dijo Peña.
Pero en el caso de los proyectos que beneficiaban a la sociedad civil, sobre todo a nivel departamental, las consecuencias podrían ser más drásticas. En este sector existen organizaciones con una dependencia mayor de los fondos de USAID, describió Peña.
“Personalmente, pienso que podría haber cierre de algunas organizaciones y una reducción en la capacidad de auditoría social y exigencia de derechos. Incluso podría verse afectado el periodismo”, dijo la funcionaria.
Por el momento, muchos implementadores o beneficiarios de proyectos de USAID, viven en una tensa espera, hasta obtener una visión más clara de qué sucederá.
No Ficción solicitó comentarios a las principales ONG que ejecutaban proyectos de la agencia en Guatemala. Organizaciones como CRS, World Visión o Save the Children que durante años han empleado a cientos de guatemaltecos y canalizado millones de dólares en ayuda humanitaria al país.
Sin embargo, no se obtuvo respuesta.
Es como si muchas personas aún estuvieran asimilando la ola de cambios que comenzó el pasado 20 de enero y que aún no parece tener fin.