Las autoridades de salud estiman que habrá un “súper” contagio de coronavirus en los albergues habilitados a mediados de diciembre a raíz de las precarias condiciones en las que se encuentran los afectados. 300 mil personas dejaron sus casas tras el paso de las tormentas Eta e Iota. Algunas perdieron por completo sus casas y otras siguen esperando a que disminuya el nivel del agua para regresar.
Alberto Ical Cal, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (CODEDE) de la aldea Quejá ubicada en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, vive con su familia en un albergue de la comunidad Santa Elena, a la que huyeron para poder sobrevivir.
Sin duda alguna la aldea Quejá en Alta Verapaz fue la más afectada tras el paso de las tormentas Eta e Iota, que dejaron 2.4 millones de afectados a su paso por el país el 5 y el 18 de noviembre. Ya pasó un mes desde que Eta provocó un derrumbe que sepultó a más de cien casas de la comunidad Quejá. Este dejó ocho muertos y un estimado de 80 desaparecidos. Ahora, desde los albergues, la preocupación de sus habitantes ya no es morir por un deslizamiento, sino contagiarse de coronavirus y fallecer en el intento de sobrevivir debido a la falta de agua y de medidas para contener la transmisión del virus.
Ical Cal viven en un centro con más de 300 familiares, entre abuelos, padres, hermanos, primos, hijos y nietos. Reconoce que no existe distanciamiento, no se usa mascarilla y tampoco gel antibacterial. “Acá no se usa mascarilla, la gente no tiene mascarilla”, dijo. El Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS) se acercó a ellos cuando ocurrió el derrumbe, pero no lo ha vuelto a hacer.
Cada dos días Ical deben hacer fila junto a otras personas para que las autoridades de la comunidad Santa Elena les den agua de un pozo, ya que debido a los derrumbes la tubería se rompió y a la comunidad no llega agua potable. Llenan tinacos y botes con agua para poder lavar su ropa y para que se puedan bañar para los que el agua alcance.
“Los encargados del COCODE de Santa Elena tienen que pagar para que se les de agua de un pozo a sus vecinos y a nosotros. A nosotros nos dan agua cada dos días. Eso nos sirve para lavar la ropa, para bañarnos algunos, más que todo los pequeños, y los grandes solo para medio limpiarnos”, relató Alberto.
La mayoría del día se la pasa reunido con su núcleo familiar más cercano. Platican durante horas y ven jugar a los niños con algunos juguetes que tenían y otros que les fueron regalados por algunas organizaciones. Ical Cal sale a caminar por las ruinas de lo que alguna vez fue la aldea Quejá para ver lo que quedó de su casa. Aún guarda la esperanza de regresar y reconstruir la parte de su vivienda que fue afectada por el derrumbe.
Pero ahora, en el albergue, su preocupación inmediata es enfermarse de COVID-19, o que algún familiar se contagie, y que no se les pueda dar atención médica. “Si no vienen para darnos comida, menos para darnos atención de medicina u hospitalizar a una persona”, reprochó Alberto.
Debido a las tormentas Eta e Iota, el Ministerio de Salud y la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (COPRECOVID) estiman que en la segunda semana de diciembre habrá un incremento drástico de casos de coronavirus. Según explica Edwin Asturias, director de la COPRECOVID, este super brote estaría causado por la falta de medidas sanitarias para evitar la propagación del virus en los albergues.
300 mil desplazados en albergues, en Alta Verapaz la mitad no tiene agua
Según el último reporte de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) al 5 de diciembre, hay 30 mil 602 personas en los 317 albergues oficiales y 279 mil 670 en no oficiales, de los cuales no se tiene un número ya que se hizo el estimado con base a las casa evacuadas.
Esto suma 310 mil 272 personas desplazadas que corren el riesgo de contagiarse de coronavirus mientras sobreviven a los estragos ocasionados por los fenómenos climáticos.
Dos departamentos concentran la mayor cantidad de albergados. En Alta Verapaz hay 13 mil 210 personas en los 96 centros habilitados, de los cuales únicamente el 55 por ciento tiene agua potable. En Izabal hay 126 albergues para 10 mil 654. Esto refleja que las autoridades restaron importancia y no se prepararon ante la emergencia.
En los otros departamentos en los que hay albergados por Eta e Iota son: Petén con 1 mil 611, Quiché con 3 mil 793, Huehuetenango con 867, Zacapa con 255 y Chiquimula con 212. Se estima que en los próximos días las cifra disminuya ya que por la fecha navideña las personas querrán estar en sus casas y se movilizarán a sus comunidades.
“Esta movilización de personas con el hecho que están en los albergues todos unidos en condiciones inadecuadas, no tenemos la mayor duda de que se va a convertir en un evento de súper contagio”, dijo el infectólogo, Edwin Asturias, titular de la COPRECOVID en una conferencia de prensa el pasado 19 de noviembre.
El hecho que no pueda identificarse el lugar donde una persona se contagió es grave porque no puede identificarse las personas con las que tuvo contacto. Tampoco se puede documentar los brotes de contagios.
El 20 de noviembre, salud reportó que en los albergues de Alta Verapaz se habían tamizado a 890 personas de los cuales 42 (5 por ciento) dieron resultado positivo para COVID-19. Sin embargo, este porcentaje aumentó, ya que el 26 de noviembre las autoridades informaron, sin dar cifras, que en Alta Verapaz se registró el 11 por ciento de positividad en las pruebas realizadas, mientras que en Izabal el 22 por ciento y en Quiché el 24 por ciento.
El promedio de positividad en los tres departamentos es del 19 por ciento, una cifra que se asimila a los las pruebas hechas a nivel nacional. Durante los nueve meses de la pandemia se han hecho 562 mil pruebas de las cuales el 22.9 por ciento ha salido positivo. La cartera de salud no reporta algún fallecido de coronavirus en los albergues.
En medio de este aumento de casos y luego que pronosticó el “súper” contagio, el 8 de diciembre Edwin Asturias renunció como jefe de la COPRECOVID bajo el argumento que debe incorporarse a sus actividades académicas en la Universidad de Colorado en Estados Unidos.
“Considero que la comisión que puso a mi cargo ha cumplido con la mayoría de su cometido y, la Universidad de Colorado, a la que pertenezco, me ha solicitado retornar a los Estados Unidos para continuar cumpliendo con mis funciones académicas”, explicó el epidemiólogo en la carta dirigida al mandatario Giammattei.
A decir de la doctora Karin Slowing, la comisión fue innecesaria porque se debió fortalecer al Ministerio de Salud y no crear un ente que respondiera al presidente. “La COPRECOVID no debió existir. Si es necesario tener expertos en ciertos temas, entonces, se buscan y se crea un cuerpo consultivo dentro del ministerio, pero no se debe crear comisiones”, explicó.
«Esta movilización de personas con el hecho que están en los albergues todos unidos en condiciones inadecuadas, no tenemos la mayor duda de que se va a convertir en un evento de súper contagio”, dijo Edwin Asturias, director de COPRECOVID.
Sobreviviendo a la pandemia
Unicef Guatemala entrevistó a una Josefina Poucú, quien vive Cobán y tuvo que salir de su casa para irse a la casa de un vecino. Ella es viuda y madre de seis niñas y niños de entre 3 y 18 años (una de ellas, madre soltera de 17 años, tiene un bebé de dos meses).
Josefina relató que con la llegada de la tormenta tropical Eta el río Cahaboncito, que atraviesa el municipio de Cobán, creció y empezó a inundar su casa. Se movió a la casa de un vecino para sobrevivir y actualmente se encuentra viviendo en la capilla del cementerio de Cobán. En ese lugar no tienen agua ni baño y la ayuda de alimentos que coordina la municipalidad y algunas organizaciones no les llega.
“Logré sacar a mis hijos y subimos donde un vecino que vive más alto. El agua seguía subiendo hasta que cubrió toda la casa hasta tres metros de alto y no pude sacar nada más. Luego nos trasladaron a esta capilla en el cementerio, pero acá no tenemos ni agua, ni electricidad, ni siquiera un baño. Y comida, casi no nos traen, porque a los voluntarios les resulta muy lejos venir hasta acá.”
Haroldo Paz, secretario del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) de la comunidad Mariscos en Los Amates, Izabal, explicó que el agua mantiene inundadas las casas de la aldea. Contó que su esposa e hijos fueron a refugiarse en casas de otros familiares y que la situación es complicada porque no tienen agua potable.
“Las personas no tienen agua potable. Su preocupación es tener agua para tomar. Estamos al pendiente de la ayuda que vienen a dejar las organizaciones porque el gobierno no ha ayudado. Al inicio vinieron a dejar, pero esa comida se acaba, y la gente sigue con hambre. También se desgastan las mascarillas y gel que mandan en las bolsas”, señaló.
Agregó que a la comunidad no ha llegado personal del Ministerio de Salud a verificar la situación de las personas albergadas. En el caso del gobierno central solo fue a dejarles ayuda en una ocasión. Las familias están refugiadas en la iglesia evangélica del lugar.
Según los registros de la CONRED, en Izabal hay 126 albergues habilitados para un total de 10 mil 654 personas. En ese lugar aún hay viviendas que se encuentran sumergidas por la crecida del lago. Los datos dan cuenta que 13 personas fallecieron a causa de las lluvias.
Hacinamiento, falta de agua y de pruebas, factores claves para el contagio
En los albergues la mayoría de las personas no usa la mascarilla, no tiene gel antibacterial para aplicarse constantemente y no tienen acceso a agua potable para lavarse las manos, mucho menos para bañarse. La situación es precaria y preocupante porque los contagios de coronavirus siguen aumentando.
El hacinamiento es el principal factor para la propagación del virus. Otro factor crucial es la falta de acceso al agua potable en los albergues. Para ejemplificar esta situación, el Ministerio de Salud explicó que el 55 por ciento de los albergues en Alta Verapaz, lugar en donde hay más personas resguardas, no cuentan con agua potable.
La Organización Mundial de la Salud insiste en que el lavado constante de manos es una medida que previene el contagio del Covid-19. No contar con agua aumenta la posibilidad de contraer el virus y contagiar a las personas con facilidad.
Otros factores que colaborarán a la propagación del virus es la disminución en las pruebas que se hacen en los departamentos afectados porque los centros de salud están inundados o afectados por las lluvias y derrumbes. Además, como explicó Edwin Asturias,no se puede trazar la epidemia porque las personas no se mantienen en un solo lugar, se mueven para buscar alimento o refugiarse.
No se hacen pruebas masivas en los albergues. El viceministro de atención primaria de salud, Edwin Montufar explicó que a las personas que se les hizo la prueba de coronavirus han presentado síntomas. Agregó que como institución no distribuyen mascarillas ni gel antibacterial, que eso lo hacen algunas ONG´s e instituciones públicas.
A decir de la doctora Karin Slowing las medidas implementadas por el gobierno no son las correctas. No se anticipó a la tragedia ocurrida por las tormentas Eta e Iota y porque no se habilitó un mayor número de albergues. Además, en estos lugares no hay medidas de higiene para evitar los contagios.
La experta dijo que en estos casos deben hacerse pruebas masivas y no solo a los que reportan síntomas. “Si fuera yo, les haría pruebas cada 15 días y monitoreo a la gente para ver si se desarrolla la enfermedad. Los laboratorios móviles deben estar en los albergues y no en municipios que no se vieron afectados. Esto revela que no hay un plan para atender a esas personas afectadas”.
El Ministerio de Salud no tiene un plan para prevenir el contagio masivo en los albergues, prueba de ello es que no se están haciendo pruebas masivas, sino se hace únicamente a las personas que reportan síntomas y con quienes tuvo contacto el infectado.
¿Está haciendo lo suficiente el Estado?
El Ministerio de Salud trasladó a la CONRED un documento con 38 lineamientos para la habilitación de albergues. Entre los puntos importantes se encuentran: no deben superar el 50 por ciento de capacidad, que haya agua potable, dispensadores de gel antibacterial, uso obligatorio de mascarilla, desinfección constante de las camas y ropa de las personas.
“Están en vigilancia y se está coordinando el distanciamiento social y el uso de la mascarilla. Y para facilitar el lavado de manos se ha apoyado con provisión de tinacos y agua segura. Tenemos el apoyo de organizaciones que proveen todos esos insumos (mascarillas y gel antibacterial). El papel del ministerio en los albergues es la atención en salud y la vigilancia en la calidad del agua”, dijo el viceministro de salud, Edwin Montufar.
Al cuestionar a Montufar sobre que en los albergues no se respeta los lineamientos de salud respecto a la cantidad de personas, respondió que lo que priva es la integridad física de las personas cuando se tiene una tragedia como Eta e Iota. “Se dan instrucciones, pero en el caso de la emergencia en los albergues en donde llegaron 800 personas es muy difícil, lo que priva ahí es salvaguardar la integridad física”, explicó el viceministro.
El Procedimiento de Respuesta por Temporadas de Lluvias 2020 durante la Pandemia COVID-19 en Guatemala de la CONRED establece los lineamientos trasladados por salud. El 50 por ciento de capacidad y tener agua potable son los principales requerimientos para que un albergue cumpla con todas las medidas.
En el texto Los reportes de Insivumeh sobre ETA que CONRED no socializó se explicó que no hubo coordinación entre instituciones para alertar a la población sobre los riesgos de la tormenta tropical Eta que dejó 53 fallecidos y 80 desaparecidos. Pero hubo otro tema que no se previno y fue la cantidad necesaria de albergues para atender a los afectados para evitar el hacinamiento y por ende el contagio masivo.
En las fotografías y videos que circularon en redes sociales sobre los rescates de las familias, su llegada y estadía en los albergues se observó que carecen de mascarilla, gel antibacterial y que no existe el distanciamiento. Por ejemplo, en la escuela de la aldea de Sepur Zarco en Alta Verapaz hay 2 mil 659 personas albergadas. En este lugar no hay medidas de higiene para evitar los contagios de coronavirus.
David de León vocero de la CONRED explicó a No-Ficción que al inicio de la temporada de lluvias siempre se pide a la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP) que junto con las autoridades municipales identifiquen los centros que podrían utilizarse como albergues, siguiendo con lo que establece el Plan Nacional de Respuesta (PNR).
Explicó que este año la cantidad de centros se duplicaron o triplicaron en algunos municipios para tener alrededor de 1 mil 900 lugares a nivel nacional. Sin embargo, la cantidad de albergados por Eta e Iota sobrepasó la capacidad de los centros de Alta Verapaz E Izabal, que fueron los más afectados por inundaciones y derrumbes.
“Por otro lado, sabemos que el Ministerio de Salud está haciendo todo lo posible en brindar el acompañamiento en los albergues y de identificar un caso se aísle y brinde la atención necesaria a la persona y su familia. También, en los albergues se pide a las personas el distanciamiento, aunque es complejo pedir a las familias que guarden una distancia porque sabemos que quieren permanecer juntos”.
De León agregó que las municipalidades deben velar por cumplir con las recomendaciones que hace la CONRED y si no lo hacen no hay manera de obligarlos a cumplirlas. Puntualizó que la ley que rige la coordinadora los limita a solo recomendar y no exigir.
“Como CONRED en algún momento quisiéramos ser coercitivos, por ejemplo, pedirles a las municipalidades que cumplan con las medidas que emitimos y de no hacerlo aplicar alguna sanción, pero la Ley de CONRED nos limita solo a brindar recomendaciones y queda a discreción de las autoridades territoriales cumplirlas”, enfatizó el vocero.
“El hecho ha tenido un impacto, tanto por el hecho del súper contagio y en la forma como podemos trazar la epidemia. Si la gente se desplaza, los centros de salud están inactivados por el desastre y la posibilidad de trazar la epidemia y hacer pruebas ha disminuido”, explicó Asturias.
A los que han resultado como positivo de coronavirus en los albergues se les aísla y se les da medicamento. En los casos graves se han tenido que trasladar al puesto, centro u hospital más cercano para que sea tratado. A la fecha no se ha registrado algún fallecido.
A decir de Karin Slowing la COPRECOVID, el Ministerio de Salud y la CONRED no tienen un mandato real porque solo hacen recomendaciones a las municipalidades cuando habilitan los albergues. No se les exige que cumplan con los protocolos establecidos.
“Imagínese que llegan 100 personas a un albergue y tiene capacidad para 100, en dónde van a meter a las otras 50. Nadie se hizo responsable de crear otro albergue y qué es lo que ocurre, los meten a los 100 en un solo lugar y ahí los dejan. Ya pasó un mes desde que pasó la primera tormenta y no se ha hecho algo al respecto para evitar el hacinamiento y ese contagio masivo que habrá o ya hay”.
La experta hizo énfasis en que si no se vela por el cumplimiento de los protocolos, la cartera de salud debe hacer pruebas masivas en los albergues.
Todo apunta a que las más de 300 mil personas pasarán las fiestas navideñas y recibirán el 2021 en los albergues. Llegarán a un nuevo año bajo el fantasma del coronavirus que, según las proyecciones, la próxima semana tendrá un repunte de casos.
Las autoridades no estaban preparadas para evacuar a los afectados por las tormentas Eta e Iota. Eso significa que tampoco estaban preparados para atender a los afectados en los albergues porque hay hacinamiento y no se cumplen con los protocolos de higiene. Ninguna institución se hace responsable del cumplimiento de estas medidas.
A pesar que el Gobierno proyecta un super contagio, el Ministerio de Salud no aplica pruebas masivas para detectar focos de brote ya que solo hace los test a los que presentan síntomas. Según el último reporte de salud se han hecho un poco más de mil pruebas para un total de 300 mil afectados.
El foco de atención del Ministerio de Salud y la COPRECOVID serán Alta Verapaz e Izabal que después de sobrevivir a Eta e Iota deberán enfrentarse a una nueva y antigua amenaza, con la que tendrán que lidiar solos porque denuncian que las autoridades los dejaron solos.