La antropóloga Victoria Sanford, reconocida por sus informes forenses tomados como prueba en juicios por genocidio, reflexiona sobre el debate público en torno a la magnitud de los ataques de Israel contra civiles palestinos y cómo las diferentes declaraciones y medidas legales encaminadas a responsabilizar a Israel de no impedir un genocidio que están activándose se relacionan con el caso del genocidio ixil en Guatemala.
Reconocida en el ámbito académico, Victoria Sanford trabaja como profesora de Antropología y directora fundadora del Centro de Estudios sobre Derechos Humanos y Paz del Lehman College de la City University de Nueva York (CUNY). Su influencia se extiende más allá, ya que también es miembro del consejo asesor del Centro para el Estudio del Holocausto, el Genocidio y los Crímenes contra la Humanidad de CUNY.
Con una trayectoria académica arraigada en la búsqueda de la comprensión de los derechos humanos, Sanford obtuvo su doctorado en Antropología en la Universidad de Stanford. Durante este periodo, profundizó en el derecho internacional.
En la esfera pública, el impacto de su trabajo alcanzó proporciones internacionales. En un momento decisivo en agosto de 2012, asumió el papel de perito invitado durante el proceso por genocidio en Guatemala ante el juez Santiago Pedraz en la Audiencia Nacional española. Su testimonio jugó un papel crucial en el este primer caso por genocidio en Guatemala —juzgado internacionalmente— contra los generales guatemaltecos. Su conocimiento de las características de las operaciones que dan cuenta del genocidio y la lógica de la cadena de mando entre quienes llevan a cabo esas actividades militares fueron los principales argumentos de su peritaje ante el jurado que explica en su artículo “Responsabilidad de mando y genocidio guatemalteco: el genocidio como plan militar del ejército guatemalteco bajo las dictaduras de los generales Lucas García, Ríos Montt y Mejía Víctores”.
En medio del actual enfrentamiento entre Israel y Palestina, se unió temprano en Octubre a una coalición de casi 800 mentes jurídicas, académicas y profesionales, provenientes de diversas disciplinas para una declaración que hizo sonar las alarmas sobre la inminente amenaza de genocidio en Gaza, Palestina. Esta declaración colectiva arrojó una cruda luz sobre la gravedad de la situación y describe meticulosamente los casos en los que se alega que el Estado de Israel ha transgredido el derecho internacional. Meses después, también es coautora de una declaración de expertos en el caso contra la administración de Biden por “complicidad y fracaso para impedir el genocidio palestino”, desarrollado en parte con ayuda de Estados Unidos.
Cinco meses desde esa advertencia pública, las pruebas y los recuentos de muertes de civiles en Gaza dejan más clara la crítica a las actividades militares de las Fuerzas de Defensa de Israel. Ahora, un caso promovido por Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) —tribunal independiente que se ocupa de dimitir disputas internacionales entre Estados— concluyó con una orden para que Israel “tome todas las medidas” posibles para “prevenir” un genocidio en Gaza. En la ONU, varios países han promovido resoluciones de alto al fuego, que casi han llegado a un veredicto: la mayoría de los países votaron a favor, pero Estados Unidos utilizó su poder de veto para detenerlos.
¿Dónde está Guatemala en todo esto? Guatemala votó (durante la administración de Giammatei) en contra del alto al fuego en la Asamblea General de la ONU y se opuso al caso presentado por Sudáfrica días antes del traspaso de mando. Ya con el nuevo gobierno, en febrero,el presidente Bernardo Arévalo se reunió con Isaac Herzog, presidente de Israel, para reiterarle “su postura de mantener una firme vocación pacifista” así como apoyo y solidaridad ante este “tiempo desafiante”, según la Cancillería guatemalteca sobre el encuentro en el marco de la Conferencia de Seguridad en Múnich (Alemania).
Hablo con Victoria Sanford para entender, frente a la información sobre lo que sucede en Gaza, lo que esto significa a la luz de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, aprobada en 1948 por las Naciones Unidas como medio para prevenir que estos sucedan. Y para también, reflexionar sobre el genocidio guatemalteco a la luz de lo que vemos hoy.
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Una carta abierta para prevenir un genocidio
—¿Cuál era el objetivo de esta carta abierta de todos estos expertos en genocidio llamando la atención sobre lo que estaba sucediendo en Gaza, publicada el 18 de octubre?
—Queríamos centrarnos en lo que explica la convención sobre el genocidio y que la gente observara lo que está sucediendo en Gaza dentro del contexto de la convención sobre el genocidio, con el objetivo de romper con esta polémica binaria. No es una cuestión de un grupo contra otro o de Israel contra Palestina. Genocidio es genocidio, ya sea cometido en tiempos de paz o de guerra. Y por eso queríamos centrarnos en eso. Y si nos fijamos en lo que ha sucedido desde que se emitió esa declaración, como ha dicho mi colega Raz Segal (experto israelí en genocidio moderno), es un “caso de genocidio de libro de texto”.
—¿Cómo describiría su experiencia en el tema?
—Presté testimonio en la Audiencia Nacional española en el caso contra los generales guatemaltecos acusados de genocidio. Mi testimonio y experiencia se concentraron en dos cosas. Uno, si exisitió genocidio en Guatemala. Y dos, entender quién tenía la responsabilidad de mando.
—Las narrativas polarizadoras sobre esto también están dando un espacio para prohibir criticar la respuesta del Estado israelí en entornos universitarios o mediáticos bajo la excusa de que se trata de un discurso antisemita o de odio. ¿Por qué piensas que esto está sucediendo?
—Más allá de lo que está sucediendo en Gaza en este momento, estamos en medio de una crisis de libertad de expresión y libertad académica a nivel amplio. Y no hemos superado la censura, luchamos contra ella desde muchos ámbitos diferentes. Ese es el trasfondo. Lo vemos en Estados Unidos y también lo vemos en Israel: Netanyahu intentó eliminar la Corte Suprema de Israel. Es por eso Los israelíes estuvieron protestando en las calles un mes antes de que los ataques de Octubre 7 sucedieran. Desafiar a sus autoridades o criticar a Israel no es antisemita porque la mitad de la población israelí desafía a Netanyahu. Entonces, que usted critique las decisiones israelíes no es ser antisemita.
Creo que es lamentable que en algunas universidades se hayan interpretado y establecido políticas que si se cuestionan los bombardeos a hospitales y el asesinato indiscriminado de mujeres y niños se etiqueta como antisemita —Me explico, los ataques ni siquiera son indiscriminados, son asesinatos selectivos, ya que están apuntando directamente a escuelas y hospitales, estas no son víctimas colaterales—. Entonces, si un cuestionamiento se condena como “antisemita”, es un malentendido de lo que es el antisemitismo.
—¿Qué otras cosas le han parecido interesantes en la forma en que la gente protesta o muestra apoyo en medio de la naturaleza polarizadora de este enfrentamiento?
—Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York, los hijos de los sobrevivientes del holocausto vistieron camisetas pidiendo un alto el fuego y protestaron. “Nunca más” significa “nunca más” en cualquier lugar, en cualquier momento y para cualquier persona.
—Profundizando un poco más en lo que estamos viendo en Palestina. ¿Puede describir cuáles son las señales más claras de que está ocurriendo un genocidio en este momento?
—Si nos fijamos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, el artículo 2 dice que genocidio significa cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir (un punto clave ahora) total o parcialmente a una nación, etnia, raza o grupo religioso. En este caso, el grupo serían los Palestinos.
Y si un grupo pretende destruirles, el lenguaje que utilizan para hablar de ellos es una forma de entenderlo. Por ejemplo, cuando escuchas las declaraciones de Netanyahu y otros líderes de Israel, identificas el lenguaje del genocidio. Ese es el lenguaje que vimos en Ruanda cuando los hutus dijeron que “matarán a todas las cucarachas”, refiriéndose a los tutsis; en las estaciones de radio se escuchaba una y otra vez “Matar las Cucarachas”. En Guatemala, el lenguaje del genocidio fue que a Ríos Montt le preguntaron sobre lo que se llamó la “campaña de tierra arrasada“, que ocurrió en 626 aldeas de comunidades mayas. Quemando pueblos, asesinando gente, destruyendo cultivos, matando o robando animales, sin dejar nada más que cenizas. Esa es la primera parte de cómo analizar esta relación.
La segunda parte del lenguaje que usó Ríos Montt la vemos con la premisa de que “le estamos quitando el agua a los peces”. Estamos drenando el mar de esta manera. Esa es una táctica deliberada y un intento de matar a los indígenas porque ellos eran el agua, los peces eran la guerrilla, así que cuando dices que le quitaremos el agua a los peces, estás diciendo que ni siquiera vamos a perseguir a las guerrillas; simplemente vamos a matar a todos. Así es como conseguiremos nuestro objetivo. Entonces puedes ver un paralelismo con eso y lo que vemos en Gaza hoy, que las autoridades israelíes dicen “vamos tras Hamás”, pero están bombardeando hospitales y escuelas.
También se puede ver un paralelismo entre la persecución a guerrillas en Guatemala y lo que vemos en Gaza cuando quienes les atacan dicen que los palestinos son “animales humanos” y que todos apoyan a Hamás. Están imputando una ideología política a los niños. Y matar niños es inmoral. No existe absolutamente ninguna justificación moral para asesinar a niños en ningún lugar, nunca.
—¿Qué más podemos ver en lo que está sucediendo ahora que podría ser uno de los crímenes incluidos en la convención sobre genocidio?
—El siguiente punto de la convención (Artículo II, punto B) habla de causar lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo. Si estás bombardeando todo el día, todos los días, eso es causar daño corporal. También está causando daño mental. Las imágenes de niños palestinos temblando de manera constante que vemos en los medios. Como han sido sacados de los escombros, sufriendo de manera constante tras estos bombardeos, son imágenes absolutamente aterradoras.
Luego continúas leyendo en la convención: Sometimiento intencional del grupo a condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física, total o parcial (Artículo II, punto C). Si niegas el ingreso de ayuda humanitaria, restringes el suministro de agua, no permites que los hospitales tengan electricidad, niegas la ayuda médica sanitaria para que las mujeres tengan partos por cesárea seguros o les fuerzas a que les abran el vientre sin anestesia, estás imponiendo al grupo condiciones de vida para provocar su destrucción física. La convención también menciona imponer “medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo”. Si matas mujeres embarazadas y niños, estás impidiendo nacimientos en el presente y en el futuro.
—¿Puede comentar sobre el papel de la ONU, otros países y mecanismos de la comunidad internacional pueden actuar cuando esto sucede?
—El rol de la Comunidad Internacional, depende de cómo la definamos. Estados Unidos podría definir la comunidad internacional como Estados Unidos y Europa. Pero no lo es. Son los países de todo el mundo. No se trata sólo de las potencias coloniales blancas, y creo que la votación en la ONU sobre el genocidio refleja esto.
También creo que la burocracia del genocidio, podemos ver lo frustrante que es, leyendo la carta de renuncia de uno de los principales funcionarios de la ONU por su frustración de que estemos presenciando un genocidio. También el caso que fue presentado ante la Corte Criminal Internacional, que fue apoyado por varios países como Argelia y Colombia que también han apoyado otros países y organizaciones de derechos humanos como el Center for Constitutional Rights. Creo que es significativo e importante que veamos resistencia pública en todo el mundo. Grandes cantidades de personas están en las calles de todo el mundo protestando por esto. Es bastante poderoso ver que esto suceda en medio de la crisis actual que tenemos sobre libertad de expresión y libertad académica.
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*Nota de edición
Semanas después de esta conversación a finales de Octubre, Israel fue acusado de genocidio por Sudáfrica ante la CIJ —máximo órgano judicial de la arquitectura de paz y seguridad internacional— que dictaminó que “Israel también debe tomar medidas efectivas para impedir la destrucción y garantizar la preservación de las pruebas relacionadas con las denuncias de actos” a los que se refiere el Artículo 2 y 3 de la Convención sobre el genocidio (que explicamos en esta entrevista).
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—Mirando las protestas exigiendo un alto al fugo y condenando, por ejemplo, el uso de dólares de los impuestos de ciudadanos estadounidenses para financiar al ejército israelí, ¿crees que la gente está viendo lo que sucede en Gaza como un genocidio? así como ustedes advertían en su carta abierta.
—Analizo lo que está sucediendo en Estados Unidos y creo que también refleja una crisis que tenemos en todo el mundo. Una crisis sobre qué es la democracia. ¿Vamos a tener democracia? ¿O vamos a tener fascismo? Creo que esa es una especie de cuestión filosófica más amplia. Pero la respuesta sobre el terreno es bastante clara: la gente sale a las calles porque quiere que sus democracias funcionen bajo el proceso democrático. Y no quieren ser parte de una guerra.
Prácticamente en todo el mundo entendemos que cuando compramos bombas, compramos bombas en lugar de medicinas. Compramos bombas en lugar de libros escolares. Compramos bombas en lugar de construir bibliotecas, y hay todo tipo de cosas que la gente en todos los países del mundo necesita y las bombas no solucionan eso. No abordan las necesidades de la gente.
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El genocidio en Guatemala: la conexión con Israel
—Existe evidencia sobre el entrenamiento de militares guatemaltecos por las fuerzas israelíes durante el periodo del genocidio. ¿Qué conoce sobre este vínculo entre Israel y el genocidio guatemalteco?
—Cuando Jimmy Carter era presidente de Estados Unidos, el Congreso cortó la ayuda militar hacia Guatemala, debido a que ya se hablaba de crímenes de lesa humanidad y violaciones extremas de los derechos humanos. Eso fue a finales de los años setenta, bajo el régimen de Lucas García. Entonces, cuando Ríos Montt llegó al poder, no había ayuda militar estadounidense. Por eso Ríos Montt buscó reunirse con Ronald Reagan para reestablecerla. Pero en esa época, aunque no había ayuda militar estadounidense a Guatemala de manera directa, sí llegaban armas a Guatemala provistas por Sudáfrica (que entonces era un estado de apartheid), Israel y Taiwán, los países que estuvieron involucrados en el tráfico de armas en nombre de la CIA para Centroamérica.
También había asesores militares israelíes en Guatemala durante el conflicto armado. Una de las señales que se pueden ver de esto hoy es que las dos empresas de seguridad privada más grandes en Guatemala después de la guerra fueron Golan y Wackenhut. Golán, conformada por ex oficiales de seguridad israelís, y Wackenhut, por ex oficiales de Estados Unidos.
—Lo que hemos visto es que Estados Unidos condiciona su apoyo a Israel basándolo en que sea armamento o equipo militar. Hablando desde el apoyo financiero a posibles crímenes de guerra, ¿Cómo se analiza que el dinero de contribuyentes habilite la matanza de civiles? Y bajo la lógica de la cadena de mando o responsabilidad ¿Cómo podemos analizarlo?
—Hay una amplia gama de cuestiones en esto. Con la situación actual, debemos centrarnos en un alto al fuego porque se está produciendo un genocidio en Gaza y queremos detenerlo. Ahora no se trata de impedirlo, sino de evitar que empeore. Y luego, creo que es necesario presentar cargos contra las personas que son los arquitectos intelectuales del genocidio, los comandantes que dan las órdenes del genocidio y los soldados en el campo que lo ejecutan. Eso es lo que tiene que pasar.
También sabemos que este tipo de juicios siempre son incompletos, como la justicia en general es incompleta. Pero a la vez, es una aspiración, entonces, ¿cuál debería ser el resultado? Los resultados mínimos serían que los autores intelectuales y quienes dieron las órdenes sean castigados. Necesitan rendir cuentas. Y creo que ese es el primer paso. Todas estas otras piezas son piezas grandes e importantes. Pero ahora mismo tenemos que detener los bombardeos.
También creo que es importante que los gobiernos, las ONG y los presidentes de cada país decidan cuáles son los pasos concretos que pueden dar y qué juicios morales concretos pueden emitirse. Cuando Macron —el presidente francés— dijo que los bombardeos debían parar, eso fue importante. El presidente Petro de Colombia apoyó la denuncia ante la CPI que es importante y retiró la embajada.
—En octubre, viendo la Asamblea General de la ONU uno ve los votos de Guatemala en línea con Israel y el Ministerio de Relaciones Exteriores promoviendo esa misma postura en sus redes sociales.
La administración de Giammatei ya estaba hacia afuera y no puede hacer nada. Se fue a fin de año. El mañana no es el factor decisivo al hablar sobre el genocidio.
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*Nota de edición*
Cuando esta entrevista ocurrió, el presidente Arévalo no había asumido ni se había reunido con el presidente de Israel.
El presidente Arévalo se reunió con su homólogo de Israel, Isaac Herzog, en una reunión que el Gobierno calificó como “fructífera” porque fortalece lazos entre ambas naciones.
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—En Abril de 2022 el presidente Biden dijo sobre los ataques de Rusia a Ucraina “Dejaremos que los abogados decidan, internacionalmente, sí califica o no (como genocidio)… pero a mí me parece que sí”. De febrero 2022 a septiembre de 2023 los ataques habían matado alrededor de 10 mil civiles en Ucrania y herido a 17 mil quinientos, por lo que habrían sido menos personas cuando lo dijo. Pero en un mes (Octubre 2023) se han asesinado a más de 11 mil palestinos y herido a más de 30 mil. Ucrania tiene una población 17 veces más grande que Gaza y es un territorio más grande. Entonces, sí usas esa misma lógica, el estado de Israel ciertamente estaba haciendo lo mismo en Gaza.
—Pensando antes de Octubre de 2023, habían condiciones previas de alarma, como cuando Human Rights Watch declaró que Israel condicionaba a los palestinos a vivir en un apartheid (2021). Recordando la estrategia de “tierra arrasada” que se usó en Guatemala y leyendo la información sobre el control del espacio, acceso a recursos, comida, tierras, la ocupación y otros factores que vemos en Palestina. ¿Existe una similaridad?
—Sí. Absolutamente. La batalla de una guerra es una pelea por el control de los seres humanos y el territorio. Y las personas se vuelven un territorio que debe ser controlado. Por lo tanto, son capturadas y destruidas. Cuando hay guerras entre dos fuerzas, —que no es precisamente lo que vemos en Gaza, con un ejército Israelí contra civiles, sin omitir que el ataque del 7 de Octubre de Hamás fue un crimen de guerra—. Lo que vemos no tiene comparación porque no es una respuesta de defensa. Es la destrucción absoluta de un pueblo y está mal.
—¿Qué otras señales nos hablan de la magnitud y desproporción de lo que vemos en Gaza a fecha de octubre de 2023?
—Otra estadística importante es el número de niños asesinados en Gaza desde Octubre pasado es de 4,100 (dato de Octubre cuando empezó esta entrevista) y eso es más que el número actual de niños asesinados en todas las zonas en conflicto en el mundo desde 2019. Esto es espantoso.
—Las cantidades y proporción… Sí cuentas a los civiles, a la niñez, el territorio ocupado, la tasa de densidad de población. En un espacio tan pequeño y controlado migratoriamente por las autoridades Israelíes nos hace de alguna manera predecir lo peor. Sí no puedes escapar sin el consentimiento de tu opresor, en realidad parece que no hay opciones. Es difícil imaginar un escenario en el que la gente sobreviva, en el que los palestinos estén seguros.
—Este punto es importante. En mi libro, hablo sobre las fases del genocidio y estas no son necesariamente los términos legales que se consideran genocidio, pero lo que identificamos en el caso de Guatemala fue que estas medidas hicieron posible el genocidio y sentaron las condiciones para que sucediera.
Según mi análisis, en Guatemala, la primera fase consistió en asesinatos en las comunidades. Luego, masacres. Después persiguen a las personas que huyen hacia la montaña, les rodean y disparan indiscriminadamente en una dirección para que tengan que huir hacia donde no están las balas, que es en donde los encuentran las tropas, y sí no les mataban, les llevaban a las Aldeas Modelo, que en realidad eran campos de concentración en donde tomaban tierras, la reparcelaban para que la gente no pudiera regresar a su comunidad, no tuvieran su casa y espacio. Y para vivir allí debían contar con permisos de comandantes para quedarse o moverse.
Las personas tenían hambre y fue cuando el presidente de Estados Unidos dijo “la comida es un arma de guerra”. Eso fue lo que hicieron en Guatemala: matar de hambre a la gente. Destruyeron su acceso a los alimentos. Les llevaron a la montaña, dispararon y bombardearon. Las personas intentaron cultivar en la tierra pero venía el ejército y destruía sus cosechas.
Entrevisté a personas en el área Ixil y me decían “no nos venció la guerra, nos vencío el hambre. Bajamos de la montaña por el hambre”. Los bebés morían porque la leche materna se estaba secando y eso es lo que está sucediendo en Gaza. Sí una mujer está desnutrida y está amamantando a un bebé, lo primero que hará su cuerpo para preservar su vida será dejar de producir leche.
—Al ver Gaza, en los últimos meses vemos más sobre las condiciones de hambre actuales y la desesperación de la población.
—Con el control de espacio y el hambre, los palestinos no tienen a dónde ir. Cuando vemos la magnitud de personas asesinadas en Guatemala, a pesar de que es un territorio con montañas y muchas personas lograron llegar a México, aún 200 mil personas fueron asesinadas. ¿Desplazadas? Más de un millón. El desplazamiento en Gaza es mucho mayor y es profundamente perturbante.
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La proporción de la franja de Gaza
El siguiente mapa proyecta el territorio de la franja de Gaza sobre la Ciudad de Guatemala. Para dar una idea de la dimensión, comprendería desde parte de Palín Escuintla hasta San Pedro Ayampuc.
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—Muchas personas no saben qué hacer ante lo que ven. Y para algunos guatemaltecos, ver las noticias de Gaza también perturba y lleva a preguntarse sobre posibles caminos.
—Mucha gente está molesta por lo que está pasando en Gaza, pero también mucha gente tiene miedo a hablar sobre esto. Por ejemplo, al ver Guatemala y el cambio democrático, la presión y organización que 48 cantones logró para defender la democracia y las elecciones, tenemos que encontrar gozo en estos gestos históricos significativos. Reconocer las situaciones horribles del mundo en Palestina, o en Darfur —donde han matado a 1,500 civiles (ahora son más de 13 mil asesinatos desde abril de 2023)— estas guerras en el mundo son vestigios del colonialismo. Así que también es importante ver la luz. Que Petro esté haciendo presión, por ejemplo, verlo como posibilidades, aprovecharlas y ver futuro democrático en ellas. Esperanza para la inclusión de las personas.
—¿Cuántos años tienes?
—Tengo 31
—Me siento cansada por los jóvenes que han intentado lograr justicia social en el mundo. Y en este momento, ver esa esperanza es muy difícil. Yo tengo 30 años más y creo que también hay que pensar sobre cómo hacer esto en el largo plazo. Para lograrlo, también hay que celebrar las victorias, en el camino, sin renunciar a su voz.
—Estamos viendo cómo la gente tiene miedo de hablar sobre esto. Hay personas siendo despedidas por su postura en cuanto a lo que sucede en Palestina.
—Se está usando el antisemitismo como un arma para al mismo tiempo ser antisemita. En este momento el panorama de libertad de expresión también es tenue. Creo que hay una lección más amplia de que para vivir en democracia tenemos que luchar por ella cada día y no dar por sentadas nuestras victorias. Luchar por la democracia ante sus límites y sombras.
—Algo que me he estado preguntando… viniendo de un país en donde ocurrió un genocidio, solía preguntarle a la gente qué estaban haciendo cuando sucedió el genocidio Ixil y por qué “lo dejaron pasar”. Y creo que mucha gente, como yo, se hace esa pregunta hoy con lo que vemos en los medios que está sucediendo en Gaza. ¿Qué estamos haciendo cuando ocurre un genocidio?
—Ayer estaba mirando el discurso que pronunció Albert Camus al recibir el Premio Nobel de Literatura (1957). Y dijo: “la nobleza de nuestro oficio siempre estará arraigada en dos compromisos que son difíciles de mantener. El primero es la negativa a mentir sobre lo que uno sabe y el segundo es la resistencia a la opresión”. Y creo que ahí es donde estamos hoy también, estamos llamados a negarnos a mentir sobre lo que sabemos. Y estamos llamados a resistir la opresión. Porque si no, perdemos la democracia.