NARRATIVA – INVESTIGACIÓN – DATOS

La Instantánea: La diplomacia sumisa

Antes que presidente, Bernardo Arévalo era diplomático. Desde la Presidencia Arévalo sigue empleando la ambigüedad para navegar en la política internacional, algo que se refleja en la abstención de Guatemala en el voto ante la ONU por el reconocimiento de Palestina como Estado y su respaldo al diplomático Skinner-Klée, operador del lobby “anti CICIG” en 2018.

Para recibir cada semana en tu correo electrónico un análisis de lo más importante de la semana, suscríbete aquí a La Instantánea

La diplomacia de Bernardo Arévalo es casi espejo de sus formas más presidencialistas: ¿Acaso neutral? ¿Acaso sumiso? ¿Acaso una extraña manera de navegar por aguas turbulentas sin arriesgar demasiado, para salir ileso, aunque amilanado?

Antes que presidente, Arévalo es diplomático. Algo que ya intuíamos. Y solo verificamos, conforme avanzan los meses y los años.

De otro modo, no entenderíamos tanta falta de contundencia, o la carencia de apuestas claras durante su mandato.

La indeterminación como divisa

La ambigüedad, como sabemos, es una herramienta sustancial en la diplomacia. Y Arévalo la usa como Presidente para no comprometer por completo la posición de Guatemala. Esa indeterminación que logra, hasta cierto punto, mantener flexibilidad y evitar ciertos conflictos.

Pero en política exterior, los gestos gritan tanto o más que los silencios. Y así, en estos días, el gobierno de Arévalo prefirió guardar silencio y se abstuvo de votar (a favor o en contra) por una resolución de la ONU, respaldada por la Declaración de Nueva York, que buscaba resucitar una salida para el conflicto de dos Estados: Palestina e Israel, añadiendo simbólicamente el desarme de Hamas.

La resolución obtuvo 142 votos a favor, 10 en contra, y 12 abstenciones.

Entonces Arévalo, el diplomático/presidente o el presidente/diplomático, justificó la neutralidad de Guatemala, como un simple tecnicismo: “una cuestión procedimental”, como dijo.

Y añadió ambivalente (siempre ambivalente): “Es decir, estamos de acuerdo con el conjunto, nosotros ya reconocemos a Palestina, de hecho, muchísimos de los firmantes de esos acuerdos no lo hacen, es una cuestión de procedimiento que nos impidió acompañar la declaración“.

En su diplomacia, claro, Bernardo Arévalo dice defender la paz y los derechos humanos, pero como Presidente, como revelamos esta semana en No Ficción, sostiene económicamente una parte del complejo militar que bombardea Gaza con la compra de equipo bélico a empresas israelíes señaladas por la ONU como beneficiarias de “una economía del genocidio”.

Un personaje del lobby “anti CICIG”

Habilidad, táctica, astucia, gracia… los sinónimos de diplomacia casi no podrían encajar con las últimas acciones de política exterior tomadas por Bernardo Arévalo. Tal el caso de nombrar a su emisario ante el Reino de España, el ahora embajador Jorge Skinner-Klée.

Y sucede que Skinner-Klée es como un espectro oscuro muy reciente en el clóset diplomático de Guatemala. Su principal controversia deviene de su participación activa en el lobby político contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). En 2018, cuando era el embajador de Guatemala ante la ONU, Skinner Klée dio una entrevista a CNN en la que defendió la expulsión del comisionado Iván Velásquez de Guatemala. Como diplomático se acopló al discurso del ex presidente Jimmy Morales y acusó a la CICIG de extralimitar sus funciones y crear terror judicial.

Cada mensajero, cada embajador, en política internacional, es un gesto cargado de mensajes. El presidente Arévalo ha defendido su nombramiento argumentando que se trata de un diplomático de carrera en una “rotación regular”, minimizando su pasado controversial y afirmando que Skinner-Klee seguirá las directrices del gobierno actual.

Para los críticos, no obstante, la designación envía un mensaje contradictorio a la comunidad internacional, especialmente a España, un país que fue un fuerte aliado de la CICIG que develó casos de gran corrupción.

Dear Mr. President

El presidente/diplomático Bernardo Arévalo, en paralelo, presumió los elogios que Donald Trump le envió en una carta de felicitación en donde además celebraba la cooperación antidrogas y el recrudecimiento de las fronteras del país. Claro, los países pequeños o en desarrollo, como Guatemala, con frecuencia están subordinados a las agendas de las potencias mundiales. La felicitación de Donald Trump al gobierno de Bernardo Arévalo no fue un simple gesto de cortesía, sino una estrategia diplomática sometida a la lógica de la conveniencia.

Arévalo intenta así gobernar con diplomacia. Una diplomacia de sumisión, de neutralidad. Una presidencia cuyo estilo de política internacional encarna lo anodino, con un mandatario que busca ser recordado como algo intacto, democrático, institucionalista, sin haber provocado demasiados aspavientos o sacudir mucho las cosas.

Suscríbete aquí

Te puede interesar

TEMAS