NARRATIVA – INVESTIGACIÓN – DATOS

Las niñas tienen derecho a jugar

Cada 11 de octubre, en el Día Internacional de la Niña, se alzan voces para reconocer los derechos y el liderazgo de las niñas en todo el mundo. Sin embargo, este día también es una oportunidad para reafirmar que las niñas tienen derecho al esparcimiento, a las actividades recreativas, culturales, deportivas y artísticas. En fin, las niñas tienen derecho a jugar.

Esta conmemoración fue establecida oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011 (Resolución 66/170), y se celebra anualmente desde 2012. El impulso provino de una propuesta formal de Canadá, apoyada por organizaciones como Plan International a través de su campaña Because I Am a Girl.

Su objetivo es reconocer los derechos de las niñas y visibilizar los desafíos únicos que enfrentan globalmente, como la discriminación, la violencia y el matrimonio infantil. La fecha del 11 de octubre conmemora la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, el primer documento internacional enfocado específicamente en los derechos de las niñas.

El ocio y el esparcimiento son derechos fundamentales de las niñas. Edwin Bercián

Derecho al descanso y al esparcimiento

De los derechos que se proclaman hoy, existen algunos relacionados a la libertad y la participación, como el derecho a la salud, educación, vivir en familia, libertad de expresión, pensamiento, religión, y un derecho que de tan fundamental, pareciera que se olvida: el Derecho al descanso y al esparcimiento.

Las niñas tienen derecho a jugar, divertirse, descansar y participar en actividades recreativas propias de su edad. Derecho al descanso, al esparcimiento, al juego, así como a participar libremente en actividades culturales, deportivas y artísticas, como factores primordiales de su desarrollo y crecimiento.

¿Qué tanto juegan las niñas de Guatemala?

Para muchas niñas en Guatemala, especialmente las niñas indigenas que viven en contextos de pobreza en áreas rurales, el tiempo dedicado al juego y el esparcimiento es limitado. Existe una distribución extremadamente desigual de las tareas de cuidado en el hogar. Muchas veces, las niñas asuman responsabilidades de limpieza, cocina y cuidado de hermanos menores mucho antes que sus pares varones. Este tiempo se roba directamente de las horas que deberían estar dedicadas al juego, el estudio y el descanso.

La pobreza extrema exacerba esta situación y el matrimonio y la unión infantil son un factor determinante en la anulación de la infancia de las niñas.

Día Internacional de la Niña
Para las niñas indigenas que viven en contextos de pobreza en áreas rurales, el tiempo dedicado al juego y el esparcimiento es limitado. Foto/Edwin Bercián.

Déjame ser una niña, no una esposa

Un nuevo informe de Plan International, titulado “Déjame ser una niña, no una esposa”, pone el foco en las experiencias de las sobrevivientes de matrimonio infantil en 15 países. Este estudio busca ir más allá de la prevención, para visibilizar y apoyar a las niñas que ya viven esta realidad y que a menudo “desaparecen del radar”. Sus testimonios pintan un panorama desolador, pero a la vez señalan un camino claro para un cambio sostenible.

El juego es un derecho al que miles de niñas guatemaltecas no acceden. Foto/Edwin Bercián.

El informe, basado en conversaciones con 251 niñas y jóvenes casadas o en unión, revela cómo el matrimonio infantil impacta directamente en su salud, oportunidades y poder de decisión:

  • Pérdida de oportunidades: el matrimonio es un factor de interrupción educativa y exclusión. Más de un tercio (35%) de las niñas en el estudio abandonó la escuela tras, o debido a, su unión. La educación se percibe como innecesaria para las niñas casadas, quienes deben asumir el cuidado de los hijos y las tareas domésticas.
  • Vulnerabilidad y violencia: casi la mitad (45%) se casó con un hombre cinco o más años mayor. Este desequilibrio de poder aumenta el riesgo de violencia. Una de cada ocho (13%) reveló haber experimentado violencia o abuso por parte de su pareja.
  • Ausencia de voz: el estudio muestra que el poder de toma de decisiones de las niñas casadas es mínimo en áreas como la educación, la salud sexual y reproductiva, la movilidad y las finanzas. Una de cada cuatro (25%) no tuvo voz en la decisión de casarse, y casi dos de cada cinco (38%) informaron no tener voz en la toma de decisiones del hogar. En temas de salud reproductiva, el esposo o la pareja controla las decisiones sobre planificación familiar en la mayoría de los casos.
  • Aislamiento y salud mental: una vez casadas, las niñas quedan aisladas en sus hogares, abrumadas por nuevas responsabilidades y, en muchos casos, sintiéndose sola.
Hoy se alzan voces para reconocer los derechos, el poder y el liderazgo de las niñas en todo el mundo. Foto/Edwin Bercián

En este Día Internacional de la Niña, es válido también recordar que las niñas son líderezas y agentes de cambio. Las niñas de Guatemala tienen derecho a ser simplemente una niña que juega.

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