A 100 años de la aprobación federal del voto femenino en Estados Unidos la participación de las mujeres en la política estadounidense aún tiene una baja representación. Pese a esto desde 1980 las mujeres superan a los hombres en el ejercicio del sufragio.
El origen del voto femenino en Estados Unidos se remonta a la 1era Convención por los Derechos de la Mujer en 1848, en Séneca, Nueva York. Tendrían que pasar, sin embargo, 72 años hasta que se ratificara la Decimonovena Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, en 1920, que establecía que “ni los estados de los Estados Unidos de América ni el gobierno federal puede denegarle a un ciudadano el derecho de voto a causa de su sexo”.
Estas barreras, sin embargo, aún se mantendrían en muchos casos para las mujeres afroamericanas hasta 1965, sobre todo en los estados del Sur, hasta la ratificación de la Ley del Derecho al Voto, la cual eliminó restricciones que dificultaban su ejercicio para millones de mujeres.
Respecto a la preferencia en el voto, la doctora Christina Wolbrecht, profesora y directora, Centro Rooney para el Estudio de la Democracia Estadounidense, Universidad de Notre Dame, señala que desde los años 40 a los 60, las mujeres tenían más probabilidades de votar a candidatos republicanos.
“Este es en realidad un fenómeno global en la mayoría de las democracias industriales avanzadas. En el período inmediatamente posterior al derecho al voto de las mujeres, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de favorecer los partidos de centro derecha. Eso a menudo se conoce como la brecha de género tradicional” comenta Wolbrecht.
Sin embargo, desde 1980 “las mujeres han sido consistentemente más propensas a votar por los demócratas. (…) Este también es un fenómeno global; la fecha exacta varía de un país a otro. Pero en su mayor parte, nuevamente, en las democracias industriales avanzadas, las mujeres tienen más probabilidades de favorecer los partidos de centro izquierda que los hombres en la actualidad” señala Wolbrecht.
Esta participación también ha coincidido con una mayor asistencia a las urnas, independientemente de su inclinación partidaria, de parte de las mujeres en comparación con los hombres también a partir de la década de los 80. Aunque, según apunta a académica este patrón también coincide con la mayor expectativa de vida de las mujeres, lo que hace que haya más mujeres en edad de votar.
Por otra parte, Tierra Stewart, activista y directora de IGNITE National, organización que impulsa el liderazgo y la participación política de jóvenes mujeres, resalta que tras 100 años de ejercicio al voto femenino, primero solo hacia las mujeres blancas y más tarde para todas, aún hay un enorme déficit en los cargos públicos”.
“En 2016, el 20% del Congreso eran mujeres (…). El 25% de los legisladores estatales, el 12% de los gobernadores eran mujeres, y me gustaría señalar que hasta la fecha nunca ha habido una mujer negra que sirva como gobernadora de un estado. Y luego el 22% de los alcaldes eran mujeres” comenta Stewart.