El trabajo doméstico sostiene la economía guatemalteca, pero sigue siendo uno de los oficios más precarizados y menos reconocidos del país. Zulma Rivera, coordinadora de proyectos de CENTRACAP, explica por qué persisten la desigualdad, la discriminación y la falta de derechos para las trabajadoras de casa particular, y qué cambios urgentes necesita Guatemala para dignificar este sector.
P. ¿Por qué no es normal que el trabajo del hogar esté tan precarizado?
R. Esto es algo que viene desde la época colonial, con esa esa visualización que se tiene de que el trabajo de casa particular o doméstico, en principio es un rol para mujeres y segundo no se le ha dado el valor que debe de tener porque en la antigüedad las personas que se dedicaban a este oficio eran los esclavos. Y generalmente se tiene la imagen de la persona indígena que es la que realiza estos trabajos. Entonces, más que todo es una cuestión de percepción que viene a través de los años y que no ha cambiado en Guatemala.
Esa percepción que se tiene en el imaginario social de que este es un trabajo que no tiene valor. Entonces inclusive en el código de trabajo, no tienen los derechos salvaguardados que puede tener cualquier otro trabajador en una oficina, que se hace en alguna organización no gubernamental o en alguna empresa.
Una ley que excluye y niega derechos básicos
P. ¿Qué derechos exigen concretamente desde CENTRACAP?
R. Nosotras haciendo esa comparación entre los derechos que que tiene nuestra carta magna, que es la Constitución en la sección del trabajo, porque cuando hacemos una comparación entre lo que en la Constitución se establece y lo que establece el Código de Trabajo, estaría diciendo más bien que no tenemos derechos.
Es una ley excluyente porque no hay jornadas de trabajo que sean dignas, porque según el Código de Trabajo establece 14 horas teniendo pocas horas para el descanso, sin tener un día normal, como lo tiene todo el mundo, que es un domingo de descanso, no hay vacaciones y el salario. Dicen que si esto cambia, si se les pone el salario mínimo, van a perder el trabajo, porque no va a haber personas en Guatemala que las quieran contratar.
Pero eso es solo una idea que se tiene, porque en realidad este trabajo es muy importante y hay muchas familias que necesitan de una persona que se quede en casa para poder salir a trabajar. Es por eso que nosotras decimos que aportamos a la economía, porque mientras alguien se queda en casa, alguien sale a desarrollarse en un trabajo o en un estudio.
Lo que nosotras estamos pidiendo es la ratificación del convenio 189 de la OIT, para que podamos tener, ya sea una legislación propia del trabajo doméstico de casa particular o una reforma al código de trabajo. Jornadas de trabajo justas, salario mínimo, prestaciones, vacaciones y acceso a la salud.
El trabajo infantil también, hoy en día podemos ver que en este trabajo muchas compañeras, según su historia, han iniciado a trabajar a partir de los 7 años. Entonces, también ver lo del trabajo infantil, regular lo que son las empresas de empleo, que también existen en Guatemala, que no están reguladas.
¡El derecho a poder sindicalizarse! Entonces, todas estas cosas van dentro del contenido del convenio 189 y es lo que nosotros estamos solicitando al Congreso que se pueda ratificar y que pueda pasar ya a su tercera lectura, porque a partir del año 2016 se hicieron las dos primeras lecturas en el congreso y quedó pendiente la tercera lectura.
Entonces, el hecho de que se ratifique el convenio 189, tendríamos un piso legal para nosotras, poder ir en búsqueda de que se pueda reivindicar estos derechos como mujeres trabajadoras de casa particular o domésticas.
Violencias, abusos y despidos injustificados
P. ¿Cuáles son las denuncias más recurrentes que reciben de sus compañeras que trabajan en casa particular?
R. Hay empleadores que no son buenos, entonces tenemos esa problemática de que las compañeras se sienten vulneradas, se sienten discriminadas porque en las casas no tienen un buen trato, un trato digno, pero más que nada es el hecho del salario. Por ejemplo, las que trabajan por mes: que son las que están recluidas en las casas, a veces se levantan 4:00 o 5:00 de la mañana y se terminan durmiendo a las 11:00 o 12:00 de la noche.
Entonces no tienen una jornada de descanso continúa. No pueden tener acceso a un salario justo y los despidos muchas veces son injustificados. Hay compañeras que son despedidas porque la gente no les quiere pagar su tiempo, entonces las despiden en cierto tiempo para no pagar las prestaciones.
Hemos tenido conocimiento de casos que han llegado a la inspección de trabajo en donde pues no hay una conciliación entre el empleador y el trabajador llegan a un juicio, a un proceso legal y pues ahí sí en el Ministerio de Trabajo están tomando como base el salario mínimo, pero no se está dando.
También hemos tenido casos de compañeras que cuentan en su historia de vida que han sido acosadas en el trabajo y muchas han sufrido de violaciones sexuales. Sabemos que no son todos, porque también hay empleadores que son muy buenos.
Migración interna, ruptura familiar y soledad
P. ¿Cómo afecta directamente la vida familiar de una persona que trabaja para otra casa? ¿Cómo esto impacta en la vida de ellas?
R. Tenemos dos casos, las compañeras que trabajan por día y las que trabajan por mes, que son las que están en las casas laborando hasta estas altas horas. Tenemos historias de compañeras que en su mayoría aquí en Guatemala son migrantes internas que vienen del interior del país en busca de una oportunidad mejor de trabajo para poder sacar adelante a su familia, tenemos el caso de una compañera que viene de Cobán, vino muy joven a la ciudad, comenzó a trabajar, ese desprendimiento que es para ellas también un shock, de tener unas costumbres, estar con personas seguras en su hogar y tener que salir de ella a vivir otras costumbres muy diferentes a las que ellas tenían, y la soledad.
Ese es un factor principal que se tiene, porque llegan a un lugar donde no conocen a nadie y entonces es ahí donde se sienten solas. Muchas de ellas mandan mensualmente dinero a sus casas y si por alguna razón tienen hijos y son madres, también mandan este dinero porque los niños son cuidados generalmente por los abuelos.
En el caso de las compañeras que trabajan por día, que salen desde temprano y que no trabajan solo en una casa, sino en varias, llegan a su casa a realizar el mismo trabajo que ya realizaron. Entonces pensar en un autocuidado para ellas es un poco difícil, porque encima no se tiene acceso a la salud.
Se enferman y generalmente hasta que el dolor ya no nos deja trabajar, entonces ya una piensa en ir con el médico. Pero ellas muchas veces piensan que si se enferman no tienen para la medicina o no pueden ir a trabajar y generalmente para las que trabajan por día, un día que no vayan a trabajar es un día que no tienen remuneración.
La falsa normalidad de vivir donde se trabaja
P. ¿Es normal un trabajo que exige dedicar tantas horas, incluso quedarse a dormir y tener asignado un espacio dentro de una casa ajena?
R. Esto se ha normalizado por la necesidad que a veces tienen las familias de tener a una persona en casa. Pero el hecho de que trabaje para la familia y esté por mes y tenga una habitación en la casa, no significa que esta persona deba estar disponible 24 horas.
Se le debe dar una jornada de 8 horas, como a cualquier trabajador, y si se trabaja un poco más de ese tiempo se tendrían que pagar horas extras.
6. El hogar como espejo de las desigualdades estructurales
P. ¿Por qué en el espacio doméstico se reproducen las mismas desigualdades que en el Estado y en la economía? ¿Por qué cree que aún después de mucho tiempo, esto aún se sigue reproduciendo?
R. En principio por la desvalorización que se le tiene al trabajo que se hace en casa, se cree que como aquí no hay un esfuerzo mental no se debe de pagar como el hecho de un abogado, un arquitecto, o alguien que ya esté graduado a nivel medio.
Pero básicamente considero que esta desigualdad la establece el no poder tener una base legal. El Estado realmente no tiene políticas para que este trabajo sea reconocido, valorado y se le dé el salario que merece.
Se habla mucho de que la gente no va a poder pagar un salario mínimo, pero entonces yo podría pagar las horas a la persona que yo puedo pagar si en realidad yo la necesito en casa. Entonces, considero que estas desigualdades van mucho por tradición y porque no existe una legislación que tenga una base que pueda establecer esos derechos.