NARRATIVA – INVESTIGACIÓN – DATOS

Fedefut: el peligro de volver a los viejos dirigentes

La Federación Nacional de Fútbol (Fedefut) está cooptada. Una estructura vinculada a los exdirigentes capturados por casos de corrupción en la FIFA, ha mantenido el control de la Asamblea General de este deporte. Se han opuesto a cualquier intento de transparencia. Y su modo de operar llevó a suspender el fútbol de Guatemala por casi dos años. 


Para resolver problemas de gestión y limar asperezas entre dirigentes de fútbol guatemalteco, Chuck Blazer, el ex dirigente de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF), no reparaba en gastos. Según expedientes del caso FIFAgate, el excéntrico millonario, sesentón y neoyorkino, con barba y panza de Santa Claus, reunía a los representantes del fútbol centroamericano en uno de los dos pisos que había comprado en la Trump Tower, de Nueva York, uno que usaba para él y otro para que vivieran sus gatos.

Una tarde de 2011, el FBI detuvo a Blazer en la calle. Se le informó que era investigado de haber recibido sobornos por la concesión de derechos de transmisión televisivos para torneos futbolísticos en Centroamérica y el Caribe. Y con pocas opciones, Blazer se convirtió en el colaborador eficaz que explicaría todos los negocios sucios en la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA): coimas, lavado de dinero y arreglos de votaciones para elegir sedes mundialistas. Grabó a varios altos dirigentes del fútbol mundial con un llavero que dejaba sobre la mesa.

Centenares de documentos, escuchas y pruebas, sustentaron la denuncia de 2015 que recayó sobre 47 empresarios y dirigentes deportivos en todo el mundo. La onda expansiva pronto llegó hasta Centroamérica. Sus esquirlas penetraron el deporte en Guatemala.

Dos miembros de Fedefut fueron arrestados en los siguientes meses. Héctor Trujillo, ex magistrado de la Corte de Constitucionalidad y ex secretario de la Federación de Fútbol (Fedefut), fue capturado en diciembre de 2015 por la justicia estadounidense en Puerto Cañaveral, Florida, cuando un crucero de Disney en el que viajaba con su familia hizo una parada. Estaba acusado de conspiración por transferir dinero ilegalmente y de otros seis cargos.

Brayan Jímenez, ex presidente de Fedefut, fue detenido una tarde de enero de 2016 cuando, desorientado y descuidado, se ocultaba en uno de sus apartamentos de lujo en estado de ebriedad. Fue acusado de recibir sobornos por los contratos de derechos de publicidad para los partidos de la eliminatoria al Mundial 2018 concedidos a la compañía de marketing deportivo Media World. 

Y Rafael Salguero, el ex jugador de la USAC y ex vicepresidente del Comité Ejecutivo de la FIFA que, prófugo durante varios meses, terminaría negociando con la fiscalía estadounidense hasta ser uno de los posibles colaboradores de este caso conocido como FIFAgate.

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Chuck Blazer se convirtió en colaborador eficaz en el caso FIFAgate.  FOTO: chuckblazer.blogspot.com

“Sin la intervención de la justicia estadounidense, el fútbol de Guatemala seguiría funcionando sin control: sin rendir cuentas a nadie, haciendo trampa, inmerso en corrupción. La estructura cayó por el manejo de fondos privados. Poco se ha investigado sobre lo que hacían con el dinero del Estado”, dice Hugo Maúl, economista y uno de los integrantes, junto a Adela Camacho de Torrebiarte, de la primera Comisión de Normalización nombrada por la FIFA a inicios de 2016 apenas dos meses después de las capturas que sacudieron el fútbol a nivel internacional.

Se suponía que tomaría por lo menos un año para que el fútbol de Guatemala se recuperara y se ordenara por completo.

Se suponía que sería el tiempo necesario para establecer mecanismos de fiscalización. Que institucionalmente, el fútbol rindiera cuentas sobre la contabilidad, tanto de sus fondos privados como de los públicos.

Se suponía que las selecciones de fútbol (femenina, nacional, sala, playa y clubes) no se verían afectadas por la intervención de la FIFA y participarían de forma regular en los torneos internacionales.

Se suponía que se daría borrón y cuenta nueva al escoger nuevos integrantes como parte de la Asamblea General de Fedefut.

Sin embargo, la corrupción y la cooptación del fútbol guatemalteco, por parte de los dirigentes deportivos, era aún más grave de lo que se creía. Consecuencia de las pugnas políticas entre los miembros de la Asamblea de Fedefut y la Comisión de FIFA, el fútbol de Guatemala se quedó sin reconocimiento a nivel mundial durante casi dos años y han sido necesarios dos comités normalizadores para lograr que a Fedefut se le levante la suspensión.

El actual estado de fútbol en Guatemala se encuentra en un frágil bypass. Y a pesar de que el Comité Regularizador impuesto por la FIFA en mayo de 2018 ha establecido nuevos mecanismos de transparencia, la Asamblea de Fedefut, el ente que finalmente se encarga de tomar las decisiones en el fútbol guatemalteco, sigue estando conformada por las mismas personas que en octubre de 2015 votaron para que se desconociera a los delegados de FIFA.

Aún hoy, Guatemala no está autorizada para competir en torneos internacionales. Únicamente puede jugar partidos amistosos. El último juego de la selección nacional, disputado hace dos semanas, resultó en una derrota de 7 a 0 contra Israel.  Fedefut, tres años después, aún está en proceso de cuadrar los estatutos de cada una de sus asociaciones y ligas afiliadas con los estatutos generales impuestos por la FIFA.

Esta es la historia de cómo los grupos de poder dentro del fútbol guatemalteco se han adaptado para sobrevivir, desafiando cualquier intervención de la FIFA y cualquier intento que busque transparentar la forma en que se administra el deporte más popular de Guatemala. Esta es la historia de quiénes quieren y han querido controlar y cooptar la Fedefut durante los últimos años. Y el peligro que representan para que nada cambie.

«Chuck Blazer reunía a los dirigentes del fútbol guatemalteco en uno de los dos pisos que tenía en la Trump Tower, de Nueva York, uno que usaba para él y otro para que vivieran sus gatos». 

El desorden económico

“Encontramos desorden y resistencia. Una Asamblea renuente a los cambios. Una federación sin controles ni fiscalización, sin director financiero. Asociaciones departamentales que no contaban con personería jurídica y así manejaban fondos del Estado. Decenas de cuentas bancarias que hacían opacas todas las transacciones”, dice Hugo Maúl.

El FIFAgate destapó una caja de pandora llena de gusanos en el fútbol de Guatemala. Falta de planes de trabajo. Ausencia de manuales. Nada de lo que gastaba Fedefut se podía rastrear en los portales de gobierno abierto. Viáticos sin liquidar. Había pagos sin justificar destinados a periodistas y asesores. El diario digital Soy502 explicó que fue la forma en que Brayan Jímenez compró opiniones, e intentó controlar  ataques para evitar la rendición de cuentas durante su gestión.

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El Comité Normalizador también denunció que la Fedefut había perdido el rastro de Q8.24 millones (US$1.1 millón) que la FIFA envío en ocho transacciones bancarias en 2015, según un documento firmado por el contador general.

Se descubrió además un caso de corrupción a través de una sociedad anónima, Corporación Burgen, que tenía como representante legal al directivo del Club Comunicaciones, quién recibía comisiones de hasta el 50 por ciento por vender publicidad. La gran mina de oro del fútbol, consistía en los patrocinios que ascendían a millones de quetzales. Hasta ese momento no había una manera de saber las cifras que se podían alcanzar. Según un reportaje publicado en Plaza Pública, esta habría llegado a Q18 millones entre 2014 y 2015.

Económicamente, el fútbol de Guatemala se sostiene sobre cuatro pilares gigantescos. Un 25 por ciento proviene de los aportes constitucionales asignados al deporte federado (US$ 700 mil, según CDAG). Un 30 por ciento con el que FIFA contribuye a programas de desarrollo de fútbol. Un 20 por ciento que CONCACAF invierte en Guatemala. Y otro 25 por ciento que se recibe de publicidad, transmisiones televisivas y fondos privados. Casi un total de US$2.4 millones que se invierten en fútbol cada año en Guatemala.

Pero sobre todo, el caso de corrupción en la FIFA, hizo público la forma en que operaban varios grupos de poder dentro de Fedefut y cómo se tomaban las decisiones en la Asamblea General de este deporte.

“Se puede hablar de cooptación del deporte en el fútbol de Guatemala. Mafias. Estructuras…”, como indica Hugo Maúl.

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Un  balón roto, en un yermo, sirve de metáfora para el deporte más popular de Guatemala. Foto: Oswaldo J. Hernández

El poder de la Asamblea

La Asamblea de Fedefut hasta antes de 2018 se constituía con 44 miembros. Históricamente, la balanza ha sido inclinada en función de los intereses de las asociaciones departamentales, con 22 votos. Le seguían las Ligas Nacionales, con 10 votos. La primera, segunda y tercera división, contaban con cinco, tres y dos votos respectivamente. El fútbol de sala y el femenino, con un voto cada uno.

Quien controla la Asamblea, controla el fútbol de Guatemala. Negocian el presupuesto que otorga CDAG. Eligen junta directiva. Y la junta directiva, como la que presidía Brayan Jímenez, tiene acceso a los grandes negocios de financiamiento del fútbol.

Uno de los actuales asambleístas de Fedefut, cuya condición para ser entrevistado recae en no publicar su nombre, recuerda que la intervención de la FIFA fue entendida como un golpe de Estado. “La FIFA es corrupta”, dice. Según este directivo, la Asamblea de Fedefut se coordinó y organizó en contra de las imposiciones de la FIFA, cuando el Comité Normalizador empezó a intentar reformar el padrón y quitarlos del camino. “Estaban viendo cómo se formaba y condiciona el poder en Fedefut. Quién elegía al presidente. Preguntaban cómo se llega al poder”, dice.

Hugo Maúl explica que es difícil entender las motivaciones políticas de los miembros de la asamblea del fútbol. “No es el dinero”, dice. “Porque la asignación de recursos estatales a cada asociación es mínima. Unos Q10 mil cada mes”. Las ligas nacionales, por otra parte, se sostienen con fondos privados. Y los demás asambleístas, quizás se mueven mediante el mercado de jugadores. Las taquillas. La publicidad. Las transmisiones deportivas… “Son puestos ad honorem, con dietas que pueden ser onerosas pero tampoco demasiado”, dice el economista.

Sin embargo, la Asamblea ha sido determinante para retrasar el proceso de regularización del fútbol en Guatemala. Sus integrantes no están desligados completamente del interés que pueda resultar la búsqueda de beneficios desde el Estado. Varios de los asambleístas, figuran (o han figurado) en cargos de elección popular, principalmente cargos municipales, ligados así a los poderes y cacicazgos locales.

El representante de la Asociación Departamental de Suchitepéquez, por ejemplo, es Sandino Reyes, que actualmente es diputado al Congreso de la República. Según registros del Ministerio Público, Reyes está acusado de estafa y lavado de dinero en la municipalidad de Samayac, Suchitepéquez.

El representante de la Asociación Departamental de Huehuetenango y presidente de los Halcones de la Democracia, Frain Rony Pinto Leyva, es tan bien concejal en el municipio de la Democracia. Se postuló en 2015, con el Partido Patriota.

El representante de la Asociación Departamental de Jalapa, José Ricardo Cruz Cruz, fue electo en 2003 concejal en Mataquescuintla, Jalapa. 

El representante de la Asociación Departamental de Jutiapa, Edwin Humberto Lemus Morales, fue candidato a alcalde del partido CREO en 2015. 

El representante de la Asociación Departamental de Sacatepéquez, Mario René Azurdia González, fue nombrado gobernador de este departamento durante el gobierno de Otto Pérez Molina.

Walfred Otoniel Minera Monzón, uno de los representantes de la Primera División, es Síndico de Iztapa, en Escuintla.

Augusto Eugenio Recinos Villatoro, de la Segunda División, fue candidato por Victoria a la municipalidad de Guatemala. Entre 2012 y 2015 estuvo contratado en la subgerencia de gestión y desarrollo del IGSS, acusada de corrupción en este periodo de tiempo.

En octubre de 2016, durante una ronda de votación, estos miembros de Fedefut desconocieron y rechazaron la ampliación del mandato del Comité Normalizador de la FIFA.

«Quien controla la Asamblea, controla el fútbol de Guatemala». 

Las asociaciones departamentales (21 votos) y algunas ligas nacionales (2 votos) en coordinación con varios representantes de la primera, segunda y tercera división (10 votos), junto al fútbol de sala (1 voto) fueron las que influyeron en la decisión para desconocer a los delegados de FIFA.

Para los representantes de la Asamblea del deporte el Comité Normalizador no estaba cumpliendo con lo que estos esperaban y votaron en contra de su continuidad.

La configuración de poderes de poderes de Fedefut de aquel momento, provocó la suspensión internacional del fútbol de Guatemala que se prolongó hasta mayo de 2018.

En redes sociales y en distintos medios de comunicación, el Comité Normalizador de FIFA responsabilizó a 34 miembros de la Asamblea por la suspensión. “Un boicot. Una conspiración”, señalaron.

“Es extraño que prefieran sacrificar así a todo el fútbol de un país. Que prefieran eso y no ordenar y hacer transparente el deporte más popular de Guatemala”, dice Juan Carlos Ríos.

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La mayoría de los entrevistados coincide en señalar a un pequeño grupo de personas que controla el fútbol en Guatemala. Una estructura que deriva de los años de Brayan Jímenez como presidente de la Fedefut, y que en la actualidad dirige, según personas entrevistadas, Gerardo Enrique Paiz Bonifasi, quien formó parte de la Junta Directiva de Brayan Jímenez, junto a Héctor Efraín Trujillo Aldana, Juan Manuel Peláez Castañeda y Milton Oswaldo Mendoza Matta.

Gerardo Paiz Bonifasi es representante legal de la Farmacéutica Lanquetin, propiedad de los hermanos Estuardo y Francisco Valdez Paiz y también fue representante de Quifarma, ambas mencionadas en el caso Rosemberg. Gerardo Paiz fue además candidato a diputado por Listado Nacional del Partido Líbertad Democrática Renovada (Lider). Y posee una distribuidora de nombre Nager.  

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La Asamblea General de Fedefut fue la responsable de postergar la suspensión de FIFA durante casi dos años. FOTO: Fedefut.

La afrenta de los asambleístas

La desobediencia no disminuyó después del mayor castigo de la FIFA para el fútbol de Guatemala. No. Más bien se incrementó poco a poco, y cada vez fue más desafiante. Orgullosos, extrañamente orgullosos, los asambleístas sin un fútbol que existiera fuera de Guatemala, sin torneos, sin selecciones nacionales, cerraron filas. Crearon un impasse. Un limbo indefinido. Sin diálogos. Sin argumentos. Cavaron una trinchera.

Tras el desconocimiento del Comité Normalizador, en noviembre de 2016, a Fedefut llegó un Comité Interino, presidido por Eduardo Prado, avalado por la Confederación Deportiva Autónoma Guatemalteca (CDAG). Casi un año después, en octubre de 2017, se dio también la posibilidad de abrir un proceso electoral para Fedefut. Es extraño hacer un recuento de publicaciones de prensa y descubrir el esfuerzo de los dirigentes del fútbol nacional tratando de validar su democracia. Buscar legitimidad, a pesar de que nadie afuera de Guatemala los pudiera tomar en cuenta.

El Tribual Electoral del Deporte Federado (TEDEFE) se alineó a la decisión de los asambleístas. La CDAG validó las elecciones para nueva Junta Directiva de la Fedefut. Los principales candidatos en aquel momento fueron Gerardo Paiz y Jorge Roldán Popol (ex jugador del Aurora FC), pero ninguno de los dos llenaban los requisitos. Ninguno de los dos pudo presentar la constancia de ausencia de cargos que otorga la Contraloría General de Cuentas, el llamado finiquito.

Gerardo Paiz, en aquel momento trató de saltarse el impedimento. Falsificó su finiquito, respaldado por su planilla integrada por Manuel Salvador Polanco Ramírez, su principal mano derecha, directivo de Cobán Imperial y ex presidente del Congreso de la República durante el gobierno de Lucas García; Eduardo Navas Paiz, dirigente de Futeca; Édgar Enrique Pineda de León, el asesor de Marquense; y Carlos Fernando Fernández Reyes, de la Tercera División, Por este hecho de fraude electoral, Paiz Bonifasi fue denunciado ante el Ministerio Público y finalmente renunció a ser candidato.

Fedefut fue obligada a repetir el proceso electoral. Un mes más tarde, la estructura de Gerardo Paiz, delegó la candidatura en uno de sus más fieles allegados: Jorge Mario Veliz, un dirigente de la primera división y uno de los 34 asambleístas que la prensa y el Comité Normalizador de la FIFA había hecho responsable por la suspensión del fútbol desde octubre de 2016.

El 25 de noviembre de 2017, sin oposición, Veliz fue electo presidente del Comité Ejecutivo de Fedefut. “Los que votamos por él, creíamos en su proyecto. En la propuesta que planteaba de la mano de Gerardo Paiz. En el propósito de que más jugadores se integraran a las asociaciones departamentales”, como explicaba en una entrevista, Mario Arreaga, del Club Antigua GFC.

Ni la FIFA ni CONCACAF reconocieron este proceso electoral.

«El fútbol lo controla una estructura que deriva de los años de Brayan Jímenez. En la actualidad, según los entrevistados, Gerardo Paiz dirige la estructura». 

La alteración de los estatutos de la FIFA

La afrenta de los asambleístas en contra de la FIFA llegó a un punto intolerable en abril de 2018. Veliz, con apenas seis meses al frente de la Fedefut, volvió a poner en riesgo al fútbol nacional y su regreso a los torneos internacionales.

En la Asamblea celebrada el 6 de abril, el Comité Ejecutivo de Veliz anunció que se habían hecho cambios al documento de los nuevos estatutos que serían enviados a FIFA debido a algunos “errores ortográficos”. En realidad, las modificaciones eran profundas, con una edición libre para artículos completos.

La junta directiva, integrada por Carlos Fernando Fernández, Manuel Salvador Polanco, Eduardo Navas Paiz y Walfred Ottoniel Minera Monzón, se encargó de modificar varios artículos de los nuevos estatutos de la Fedefut sin consultar a nadie, a pesar de haber sido aprobados por Comité de Normalización de la FIFA un año antes.

Jorge Mario Veliz cortó de tajo las literales donde se establecía la prevalencia de los reglamentos de FIFA sobre los asuntos locales de la Fedefut. Cortó la aplicabilidad, la aprobación y la validez de los estatutos de la FIFA. Y siguió editando…

Eliminó del texto los detalles para elegir delegados departamentales. Eliminó además los plazos electorales de los comités de ética, de auditoría, de disciplina, de apelación y de la cámara de resolución de disputas. Y siguió editando…

Además, como denunció el diputado Leonel Lira, de Encuentro por Guatemala, un punto y coma en el artículo 37 de los estatutos permitía que los candidatos participaran sin finiquito. Habían alterado los estatutos, como título el diario Prensa Libre en una de sus notas de cobertura, pensando en la posible candidatura de Gerardo Paiz, nombrado presidente honorario de Fedefut por la Asamblea en febrero de 2018.

El antes y el después de las alteraciones de los estatutos de FEDEFUT

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Para que el fútbol de Guatemala pudiera regresar a los torneos internacionales, la FIFA había exigido que se respetaran los nuevos estatutos.

Veliz había editado los artículos de Fedefut, tan sólo dos semanas después de que el Congreso de la República, consiguiera modificar la Ley del Deporte, en su artículo 98, con el fin de que se allanara el terreno para que la Fedefut pudiera validar sus elecciones bajo los lineamientos de la FIFA.

Un Comité Regulatorio, y no el TEDEFE, sería el responsable de coordinar y validar un nuevo proceso electoral de Fedefut, toda vez que lograran cuadrar los estatutos eleccionarios de cada uno de los miembros de la asamblea, con los estatutos de la FIFA.

Esta vez, CDAG tuvo que intervenir y obligar a la Asamblea presidida por Veliz a ratificar los artículos de los estatutos, tal y cómo se habían planteado a FIFA en julio de 2017. El 13 de abril de 2018, la Asamblea invalidó las ediciones hechas por Veliz. Y la CDAG, una semana más tarde, envió los estatutos aprobados.

“Veliz y Paiz jugaron sucio. Mientras estén cerca de la Asamblea de Fedefut, no hay nada confiable”, dice Carlos Figueroa, representante del sindicato de Jugadores Profesionales de Fútbol.

Esta ha sido la forma habitual en que se mueven estos grupos de poder detrás del deporte más popular de Guatemala. Manipulan. Alteran y retuercen las órdenes legales. Es el legado de Brayan Jímenez y Héctor Trujillo, ambos acusados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos ante un tribunal de Brooklyn por “organización mafiosa, fraude masivo y blanqueo de capitales”.

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Jorge Mario Veliz alteró los estatutos de Fedefut antes de ser enviados a FIFA.  FOTO: Fedefut.

El control de la FIFA

Ante esta última actitud desafiante, el ultimátum de la FIFA llegó pronto. Era sin duda algo esperado por la Asamblea de Fedefut. Pero quizás llegó antes de sus vaticinios. Como un golpe sobre la mesa. El 23 de abril de 2018 la FIFA, luego de recibir los nuevos estatutos del fútbol guatemalteco, pidió la renuncia de la Junta Directiva presidida por Veliz. 

“Ni la FIFA ni la CONCACAF reconocerán a ningún órgano de la Fedefut que haya sido electo o sea nombrado mediante un proceso electoral contrario a los Estatutos de la FIFA”, indicaron en un comunicado.

¿La Asamblea desobedeció de nuevo? No. O por lo menos no completamente. Estaban contra las cuerdas. Contra el tiempo.

La estructura de Gerardo Paiz, utilizando a la CDAG, intentó reaccionar nombrando un Comité Interino. Pero para ese momento, todo estaba en su contra: la FIFA ya estaba en Guatemala para tomar las instalaciones de Fedefut. El guatemalteco Marco Leal, de CONCACAF; el argentino Jair Bertoni, y el español Jorge Mowinckel, de la FIFA habían aterrizado y se preparaban para nombrar un nuevo Comité de Regularización. Una nueva delegación que tomara el control y ordenara por fin el fútbol de Guatemala. Que buscaría también levantar la suspensión de la FIFA.

Además, la afición del deporte más popular de Guatemala, también empezaba a protestar ante las decisiones arbitrarias de Veliz. El exjugador de la Selección Nacional, Carlos Ruiz, escribía en twitter: “Los señores Véliz y Paiz aún no desalojan la Fedefut, como que tocará que ir a sacarlos de ahí, como se merecen”.

Finalmente renunciaron.

El 18 de mayo de 2018, la FIFA nombró a las nuevas autoridades de Fedefut. El abogado Juan Carlos Ríos, como presidente; y Juan Carlos Plata, Mario Fredy Soto, Javier Medrano y Ovidio Orellana como sus acompañantes.

En menos de 15 días la nueva Comisión de Regularización, logró que la FIFA levantara la suspensión de casi dos años que pesaba sobre el fútbol de Guatemala. La selección nacional, la femenina, las de primera, segunda y tercera división, playa y sala, todavía no están autorizadas para participar en eventos internacionales, pero pueden jugar partidos amistosos. Tener presencia fuera de Guatemala.

No hubo una sola señal de alegría o celebración por parte de los asambleístas de Fedefut. Guardaron silencio ante estos acontecimientos.

Aunque, como cuenta un empleado de Fedefut, resulta extraño que la última acción de la estructura de Paiz y Veliz fue remozar gran parte de las instalaciones de la federación. “Nunca pensaron que los iban a renunciar tan pronto. Pintaron, cambiaron el piso”, dice. “En el fútbol, todos saben que ellos piensan regresar de alguna forma. Es cuestión de tiempo. Sus estructuras están en movimiento”, añade.

Juan Carlos Ríos explica que aún queda ordenar completamente la Fedefut. Activar el proceso de selección de los cuerpos técnicos, recobrar por completo el financiamiento de FIFA, buscar nuevos patrocinadores, acelerar la participación de las selecciones en juegos internacionales. “Lo más importante es llevar a cabo la convocatoria a nuevas elecciones”, indica.

El padrón de Fedefut, luego de la aprobación de los nuevos estatutos respaldados por la FIFA, creció de 44 a 75. Se le quitó poder a las asociaciones departamentales. Y se dio más poder de voto a los otros asambleístas. Las Ligas nacionales aumentaron a 24 sus votos. Primera, segunda y tercera división tienen un voto más cada uno, seis, cuatro y tres respectivamente. El fútbol femenino y el de sala, incrementaron su presencia en el padrón con tres delegados por cada disciplina. Playa quedó con un solo voto. Y se agregaron a los entrenadores, los árbitros y a los jugadores profesionales, con tres votos para cada una de estas asociaciones afiliadas a la Fedefut.

Asamblea fedefut 2018 – 75 votos

“A inicios de 2019 tendremos el proceso electoral de Fedefut”, dice Ríos. “Sin embargo, aún estamos ordenando los procesos electorales de cada uno de los afiliados”. Más de 10 elecciones deben suceder antes de que el Comité de Regularización pueda convocar de nuevo a la Asamblea de Fedefut para que elija una nueva Junta Directiva.

No hay un mesías todavía para que asuma la responsabilidad de institucionalizar la transparencia en el fútbol de Guatemala. Que ordene la federación en su totalidad. Que logre consensos dentro de la Asamblea de Fedefut.

En redes sociales, Carlos Ruiz, ha dicho que está interesado en postularse. Es, de hecho, uno de los jugadores más críticos con las estructuras que controlan hoy la Asamblea del fútbol: “Ojalá después de esto los guatemaltecos ya no volvamos a escuchar los apellidos de los dinosaurios que nos han tenido así desde tiempos inmemoriales. Los Veliz, Salguero, Paiz, Jímenez, Berganza, Cruz, Lam, arropados por ‘periodistas deportivos’ o mejor dicho por sicarios con micrófono y que piensan que en sus programas de cagada pueden manipular a las masas, y una lista interminable de dirigentes de equipos de fútbol que se prestaron en todo momento a la corrupción sin nadie negarse”.

Carlos Ruiz tiene el apoyo de la gente. Le piden su candidatura constantemente. Pero quizá no tenga el respaldo de la Asamblea. Y mientras llegan las elecciones para junta directiva de Fedefut, en 2019, muchos de los entrevistados señalan que la preocupación debe centrarse en que las viejas estructuras no regresen al poder. Porque aseguran que desde ya, las redes dejadas por Brayan Jímenez y Héctor Trujillo, han empezado a hacer campaña a nivel nacional.

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