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Zulma Calderón, PDH: “Lo único que hacen es evidenciar el desprecio del MSPAS al recurso humano”

“Nadie nos ha contado nada, nunca hemos trabajado a control remoto, hemos podido documentar y evidenciar de forma directa, y con el rostro de los pacientes y el personal de salud toda la situación que se ha venido enfrentando”, asegura la defensora Zulma Calderón antes de responder a cualquier pregunta. Ella es una de las pocas personas que ha visitado toda la red hospitalaria del país -incluidos los hospitales temporales- en esta crisis generada por la covid-19. Aquí responde nuestras preguntas.

La pandemia por el nuevo coronavirus ha sido devastadora para la mayoría de sistemas de salud en el mundo. Y aunque Guatemala no ha sido la excepción, hay tan poca fiscalización y acceso a resultados de la respuesta institucional que casi no se conoce cómo se vive la emergencia dentro del sistema de salud.

“Casi” no se conoce, de no ser por la labor que realiza la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) desde su Defensoría de la Salud conformada por ocho personas y a cargo de la médica, epidemióloga y salubrista, Zulma Calderón. Una profesional con siete años en la institución, en los que ha cosechado diversos hallazgos importantes como la denuncia al gobiernos de Jimmy Morales por recibir una donación de medicamentos vencidos.

Según Calderón, la división que dirige recibe, como mínimo, mil denuncias al año -sin pandemia-. Y en este contexto, han sido de los funcionarios que se quedaron sin fines de semana, sin día de la madre y sin cumpleaños. La defensora de la salud explica que los sacrificios que han realizado para cumplir con el mandato de la PDH se han trasladado en jornadas más largas, pero también en pérdida de cabello por bañarse hasta ocho veces al día, luego de ingresar a áreas de covid-19.

No-Ficción logró conversar con la defensora Calderón sobre su rol en el marco de la pandemia por la covid-19, su relación con las autoridades de salud, los hallazgos dentro del sistema, la respuesta estatal ante la emergencia, y los retos nacionales y particulares en los hospitales para el personal de salud y los pacientes.

-¿Cuáles han sido los retos más complejos que han encontrado al ejercer la labor de fiscalización y supervisión del sistema de salud durante la emergencia?

Son muchos, varios y diversos, porque prácticamente se detuvo el trabajo programado para este año y nos enfocamos únicamente en el tema de la Covid. Visitamos y supervisamos 23 hospitales en siete meses, desde Coatepeque hasta Petén. Conocimos el 100% de los hospitales temporales.

Uno de los retos más importantes que enfrentamos es que la pandemia ha desnudado -todavía más- el débil sistema de salud que ya teníamos. Hay situaciones que enfrentan los compañeros de las áreas de salud que son difíciles de creer, pero que vivimos porque parte del trabajo es usar los mismos trajes de protección personal que usan ellos. 

Además han tenido que comprar -ellos mismos- equipos como cánulas, tubos, insumos que debería de proveer el hospital. Esto es muy difícil de entender cuando tenemos un presupuesto millonario.

Otra de las situaciones difíciles ha sido que muchos de los directores de los hospitales no conocen el mandato constitucional de la procuraduría y han intentado de alguna forma bloquear nuestro trabajo y nuestras supervisiones. Ha sido un proceso de aprendizaje el referirlos a nuestro mandato constitucional y el amparo en la Ley que tenemos para trabajar.

Otro reto relevante es que en el área de covid no se puede usar papel. Entonces tuvimos que aprendernos de memoria todas las preguntas del cuestionario que forma parte de nuestros instrumentos de recolección de datos. Y luego -al terminar la supervisión- salir a anotarlas para que no se nos olvidaran las respuestas porque con eso tabulamos nuestros informes.

Las tomas y los videos que hemos hecho públicos, se lograron porque solo la directora de comunicación social de la PDH podía ingresar un teléfono. Y para hacer los informes y comunicar lo que necesitamos en las redes sociales, tuvimos que aprender otro tipo de lenguaje para llegar a la población, sin ser tan técnicos.

Pero sobre todo creo que el reto más grande, hay que reconocer, que fue vencer el temor de entrar a las áreas covid. Porque hubo momentos difíciles, como cuando se conoció que el director del Roosevelt había dado positivo, y dos días antes habíamos estado en el hospital con él. También hemos visto casos muy delicados dentro de las áreas de intensivo, pacientes falleciendo frente a nosotros y como seres humanos, eso nos impresiona.

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La delegada de la PDH para la supervisión de la salud, Zulma Calderón, hace una reseña de la gestión de la pandemia en esta entrevista. FOTO: Oliver de Ros.

-Tras la supervisión realizada por la PDH a la red hospitalaria, ¿cómo evalúa la respuesta institucional que se le ha dado a la pandemia?

Ha sido un trabajo que, hemos evidenciado, lleno de deficiencias y de muchas incongruencias. Creo que lo más importante de resaltar todavía hoy, es que nunca tuvimos un plan de respuesta integral, para definir el trabajo de los tres niveles de atención. Porque lo más notorio ha sido la respuesta que ha dado la red hospitalaria, pero la situación de emergencia también se dio en los puestos de salud, el área comunitaria y en los centros de salud. Ahí pasaron una serie de situaciones difíciles y nunca logramos ver la articulación que debió haber existido.

Por otro lado, el manejo de los datos ha sido el talón de Aquiles de esta pandemia. Esos datos carecen de transparencia y estamos convencidos que no están apegados a la realidad. A partir del mes de junio se dieron situaciones muy delicadas: se actualizó la guía del manejo de casos y el concepto de caso recuperado. Por lo que, de la noche a la mañana Guatemala tenía más casos recuperados que casos activos.

La alerta por semáforos tiene muchos indicadores que fueron agregados a conveniencia para querer reflejar y transmitir que estábamos superando la crisis. Ha habido un acomodamiento de las acciones a través de la respuesta de las autoridades para querer transmitir esa sensación de que lo estamos haciendo bien. Cuando desde nuestro punto de vista, lo más importante era transmitirle a la población la realidad.

La mayor parte de las autoridades, en el ministerio como en el Organismo Ejecutivo, no lograron entender que ningún país del mundo tiene una receta mágica. Nadie está culpando a las autoridades por la situación, porque entendemos que hasta los países con los sistemas de salud más fuertes han tenido grandes tropiezos. Pero de eso, lo importante era aprender. 

Lejos de ver nuestras observaciones y recomendaciones como un ataque, tendrían que haberlas visto como una medida para fortalecer las situaciones débiles que se encontraron. 

Pero hoy estamos ante la llegada de una segunda oleada, en una situación similar: sin plan de respuesta integral, que incluya todas las lecciones aprendidas en la primera ola, con un personal de salud desmotivado, desgastado, sin salario y en una situación laboral incierta y eso dificulta la credibilidad en la respuesta que el país está dando a la pandemia.

 -¿Cómo ha sido la relación entre la PDH y las autoridades del Ministerio de Salud durante y ante la pandemia por la Covid-19?

Lamentablemente desde que se dio el cambio de autoridades, nuestra comunicación con las autoridades del ministerio de salud y del ejecutivo, es nula. Nunca hemos tenido canales de comunicación abiertos.

Antes los informes se trasladaban a través de la vía oficial o bien teníamos algunas reuniones con los ministros o viceministros de hospitales para hacerles saber las cosas graves. Pero hoy tenemos que hacerlo a través de las redes para dejar constancia y asegurarnos que las autoridades están enteradas de la situación. Hemos llegado al límite de etiquetar a los usuarios del ministerio de salud, en nuestros videos y en nuestros informes.

Pero todavía solicitamos un oficio firmado por las autoridades del despacho, y entregamos nuestras recomendaciones al ministerio de salud. 

 – ¿Cómo evalúa la atención que reciben los pacientes positivos de covid-19?

La atención que están recibiendo los pacientes con covid sigue siendo una atención improvisada. 

Por lo menos en siete hospitales -de los 23 que visitamos- han tenido que utilizar la consulta externa para poner camas. Ahí atienden a los pacientes y las convirtieron en áreas covid. Y en once han tenido que usar otros espacios: guarderías, cafeterías, clínicas de consulta externa… Son espacios que no estaban pensados ni siquiera para brindar una atención hospitalaria. Y eso nos lleva precisamente a que la atención sea de forma improvisada.

En todos los servicios que conocemos hace falta equipo importante, desde ventiladores, hasta bomba de infusión y medicamentos especializados. Y esto también se traslada en gastos de bolsillo recargados a las familias de los pacientes.

Incluso en el hospital de Villa Nueva que fue el primero que se determinó como especializado para la atención de pacientes covid, tenían más de tres semanas de no estar haciendo exámenes importantes como el dímero-D y procalcitonina, ni gases arteriales. Entonces esto deja un poco a los médicos a ciegas de cómo va evolucionando el paciente o cómo está reaccionando al tratamiento. 

El tema del manejo y la ruta del cadáver también ha sido desastrosa en el país. Hemos llevado alrededor de diez denuncias sobre cadáveres confundidos y personas enterradas como XX. Y eso corresponde a que precisamente no hay un protocolo que determine cómo identificar el cuerpo de la persona que están entregando. 

Pero sí quiero resaltar un asunto importante: Dentro de todas estas debilidades, la gran fortaleza es el compromiso y la entrega del recurso humano. Hemos visto enfermeras y médicos luchando no solo por salvar la vida de los pacientes, sino por hacerles también más agradable la estancia, que en promedio está entre 10 y 30 días. 

Hemos visto también como el personal pone mensajes a los pacientes en las paredes de los intensivos. Y creo que eso ha marcado la diferencia, pero las debilidades del Estado son muchas y mejorarlas todavía es un pendiente. 

«Estamos ante la llegada de una segunda oleada, en una situación similar: sin plan de respuesta integral». 

– ¿Cómo evalúa la atención que recibe el resto de los pacientes de la red hospitalaria?

El tema del resto de los pacientes es una tarea pendiente porque todos son importantes. Desde que cerramos las consultas externas de los hospitales, cerramos la posibilidad a millones de guatemaltecos a poder ser atendidos por un médico especialista o un subespecialista. 

Sí se le ha dado continuidad a algunos casos, como los de pacientes con quimioterapia, tuberculosis, pacientes renales, o con tratamientos especializados programados. Pero poco se ha dicho de los pacientes con diagnósticos nuevos. ¿Qué pasó si en el mes de febrero acababan de diagnosticar con un cáncer de mama y tenía cita en el San Juan de Dios en marzo después del cierre? 

Todos esos casos de pacientes crónicos quedaron pendientes. Es un daño colateral muy fuerte del que probablemente nunca sepamos su impacto. Pero actualmente seguimos atendiendo entre 5 a 10 denuncias de pacientes que se han quedado sin atención, por semana.

-¿Cuál es el procedimiento de defensa para los derechos de estos pacientes?

En primera instancia nos apersonamos al hospital para solicitar que el paciente sea evaluado y atendido. En la mayor parte de situaciones, el paciente es atendido a través del área de emergencia, con nuestra incidencia. 

Pero es atendido quien denuncia, quien se atreve a levantar la voz, no son todos los pacientes. Eso definitivamente tiene que ser abordado a través de las estrategias del ministerio de salud. Y es lo que esperábamos escuchar en estos días en los nuevos lineamientos a seguir. 

Sin embargo, han presentado cualquier otra cosa -como aperturas de gimnasios, cines, espacios sociales-, y no un plan apegado a la realidad sobre reapertura de consultas externas.

– ¿Cómo evalúa las estrategias que han implementado las autoridades para atender y mitigar los efectos de la pandemia por la covid-19

Creo más allá de estrategias, han sido un intento de visibilizar el trabajo y de presentar algunas de las acciones del ministerio de salud y de la Coprecovid. Pero un efecto importante como tal, no hemos tenido. 

Yo vi con muy buenos ojos el tema de los rastreadores, pero siempre creí que la cantidad de rastreadores era muy poca comparada con la cantidad de casos. Era una estrategia interesante porque probablemente también iba a develar la cantidad de casos que son atendidos en casa y que se han quedado ahí. Los cuales tampoco sabemos cuántos son, porque la limitante de acceso a pruebas diagnósticas ha sido una dificultad desde el primer momento. 

Son estrategias que no han tenido un impacto verdadero sobre la respuesta que ha dado el país a la pandemia.

– ¿Cómo ha visto la situación que enfrentan los médicos y el personal de salud en la red hospitalaria?

En esta ronda de supervisiones logramos determinar que el 55% de la muestra supervisada tenía equipo. Pero de deficiente calidad, que se rompe fácilmente: los guantes se rompen al colocárselos, los zapatones son de tela muy delgada, los overoles son de tela reutilizable y encontramos muchos rotos. Y las mascarillas que usa el personal son de mala calidad, se rompen fácilmente y solo reciben un número determinado por turno.

Es imperdonable. Son situaciones imperdonables que lo único que hacen es evidenciar el desprecio con que el Ministerio de Salud está tratando al recurso humano. 

Hablo de desprecio e incluyo el tema de los salarios. Los cinco hospitales temporales tienen salarios atrasados entre dos y tres meses, ninguno va al día. Y dentro del resto de hospitales supervisados hay algunos con alrededor del 33% pagos pendientes. 

Y aunque el Ministerio de Salud determinó una tabla de salarios para los que están en las áreas covid, en algunos hospitales no se están respetando. Han estado jugando con los salarios y en algunos lugares los pagos son totalmente injustos. 

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Zulma Calderón ha monitoreado los 46 hospitales nacionales desde la llegada de la pandemia en marzo de 2020 a Guatemala. Foto: Oliver de Ros.

– ¿Cómo evalúa la capacidad con la que se está trabajando desde los hospitales?

El hospital temporal del Parque la Industria fue lanzado como el hospital insigne pero aún tiene demasiadas debilidades sin solventar. El tema de la falta de salarios es una de ellas. Pero el desabastecimiento de insumos, incluyendo las pruebas para diagnosticar covid, es una constante. Y lamentablemente todos los errores administrativos cometidos en el Parque de la Industria, se han cometido en Zacapa, en Petén y en Santa Lucía Cotzumalguapa. 

Los hospitales están funcionando de forma muy improvisada, a pesar de que llevan más de seis meses. El hospital de Petén tiene un déficit de entre 15 y 20 médicos, igual que el de Zacapa. Y el de Santa Lucía Cotzumalguapa solo contrató diez cuando necesita por lo menos 35. Eso de lo único que habla es de que no tenemos planificación adecuada, y estamos poniendo a andar hospitales con esa serie de debilidades. 

Si seguimos cometiendo esos errores significa que no hemos aprendido de las debilidades y eso al final es un costo en vidas. Porque son hospitales que ya deberían estar totalmente establecidos, sobretodo para los pacientes en las áreas de intensivo.

-¿Cúal es la capacidad y el número de camas hospitalarias disponibles que ustedes han encontrado?

En estas últimas semanas, he escuchado constantemente sobre la disponibilidad de 2 mil camas en las áreas de hospitales, pero no las encuentro.

En los 23 hospitales supervisados encontramos alrededor de 4 mil 100 camas censables funcionando en los hospitales. De estas 4 mil 100, alrededor de 1 mil 200 fueron designadas a las áreas covid. Y de esas 1 mil 200 camas, alrededor del 85% corresponden a otros servicios: medicina interna, cirugía, áreas de nutrición, entre otras áreas en donde hubo que restar. Las únicas camas que, luego del análisis estimamos, pudieran quedar de forma permanente como fortalecimiento a la red hospitalaria son alrededor de 151. 

La disponibilidad de las 2 mil camas que hablan las autoridades no es real. Porque no podemos hablar de que existen cuando estamos sacrificando un servicio para fortalecer otro. Todos los guatemaltecos independientemente del diagnóstico que sea –covid, cáncer, tuberculosis–, tienen derecho a ser atendidos y no podemos limitar el acceso a la atención hospitalaria. Seguimos viendo la constante repetitiva de improvisar a la hora de responder en los espacios hospitalarios.

– ¿Han visto algún tipo de esfuerzo de inclusión de la medicina maya dentro del sistema de salud guatemalteco durante la pandemia?

Lamentablemente la inclusión no existe. Lo que existe prácticamente es una exclusión de la medicina tradicional, cuando debería de ser parte del sistema. 

Aunque hemos logrado ver que hay hospitales donde existe disponibilidad de las autoridades superiores de los hospitales para permitir este tipo de prácticas, como el Roosevelt. Y hemos visto personalmente a compañeras de enfermería haciendo té con ramas de lo que hay en su casa y dándoselo a pacientes ingresados, buscando siempre el respeto a la cultura de cada lugar.

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