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Regreso a clases con retraso en el aprendizaje

El ciclo escolar en el sector público inició el 21 de febrero y las clases el 28. Uno de los mayores retos de los docentes será lidiar con los rezagos en el aprendizaje que dejaron estos dos años de educación a distancia. Los expertos consideran que lo urgente es elaborar planes concretos para reforzar a los alumnos.  


Averiguar cuáles son las estadísticas y las cifras del rezago académico que dejaron estos dos años de educación a distancia por la pandemia, es hasta ahora un misterio. El Ministerio de Educación (Mineduc) no da información sobre eso, pero los testimonios de maestros, alumnos y padres de familia lo evidencian.

Entre 2020 y 2021, los alumnos de todos los niveles desde preprimaria hasta universitario tuvieron que acostumbrarse a estudiar de manera virtual por medio de teléfonos, computadoras, televisores y otros a través de hojas o guías de trabajo. En todos los niveles los estudiantes sintieron el cambio porque en casa se distraían con más facilidad y les tocaba ser autodidactas.

El primer año de la pandemia algunos alumnos tuvieron la asistencia de sus padres, que fungieron como maestros. Sin embargo, no todos corrieron con esta suerte porque sus progenitores o tutores no sabían leer ni escribir y ese fue también un obstáculo para los docentes y alumnos.

Este año el gobierno decidió reabrir los establecimientos educativos, los colegios privados volvieron a clases híbridas (unos días presencial y otros virtual) en enero. Mientras que las escuelas e institutos públicos iniciaron la última semana de febrero.

Pero ¿cómo regresan muchos de estos alumnos a la escuela?

Una escuela en Quetzaltenango

El lunes 21 de febrero fue la inauguración del ciclo escolar primario del sector público en San Mateo, Quetzaltenango, un municipio ubicado a 20 minutos de la cabecera departamental. Allí se encuentra la escuela Elisa Molina de Stahl. Diez alumnos de entre 4to., 5to. y 6to. grados de primaria fueron los invitados para cortar el cintillo del inicio de clases del 2022, con distanciamiento social y mascarillas puestas se celebró el acto protocolario.

En esa escuela los escritorios estaban cubiertos de una fina capa de polvo, mientras algunos eran trasladados de un lugar a otro. El color verde de las aulas lucía desgastado, los carteles con los números y el abecedario que colgaba de las paredes de bloc se veían deteriorados. Los salones parecían no estar preparados para recibir a los alumnos, pero los docentes se encargaron de tenerlos listos para que los estudiantes que iniciaban las clases ese 28 de febrero lo encontraran todo listo. 

En ese establecimiento la preocupación no era la infraestructura, aunque el agua a veces puede ser escasa, el resto del lugar funcionaba bien. A los maestros y padres de familia les inquietaba el rezago de aprendizaje con el que regresan los alumnos a estudiar.

Zulma Cifuentes es la directora de la Escuela Oficial Rural Mixta Elisa Molina de Stahl, ella ha notado el bajo nivel educativo de los niños en la lectoescritura y uno de sus retos para este año es nivelar a quienes lo necesiten.

“Vamos a hacer un diagnóstico para saber cómo estamos recibiendo a los estudiantes y a partir de eso reforzar los contenidos porque aquí a todos les hace falta, especialmente en matemáticas e idioma español, a algunos más que otros”, dice Cifuentes.

La directora considera que todos los grados merecen importancia, pero señala que los niños de primero primaria deben aprender a leer, escribir, sumar y restar. “Desde la virtualidad esa competencia no se logró concretar en su totalidad”, comenta.

No Ficción solicitó los datos de rezago académico de 2020 y 2021 al Ministerio de Educación, pero el departamento de comunicación social de esa entidad, al cierre de esta nota, no los entregó. Por el momento únicamente hay estimaciones no confirmadas por analistas de educación y algunas organizaciones sociales que monitorean el tema.

Bienvenido Argueta, exministro de Educación en 2009-2010 y consultor independiente, considera que la pandemia empeoró el sistema educativo guatemalteco, algo que venía ya en decadencia.

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Los niños vuelven a clases pero con deficiencias de la educación a distancia. Foto: Gilberto Escobar.

“En algunos colegios de gran prestigio y a pesar de los esfuerzos que hicieron en utilizar las plataformas digitales y medios como el zoom también presentaron rezagos en la lectoescritura”, explica Argueta. Esto se debe según él, a que sin la presencia física de los docentes y la ausencia de dispositivos o la conectividad, las consultas sobre los contenidos no aprendidos en clase se dificultaron.

En la escuela Elisa Molina de Stahl algunos maestros hicieron reforzamiento de diferentes maneras, con visitas domiciliares o llamadas telefónicas. Ambas modalidades fuera del horario de clases.

“No todos los padres tienen conocimiento para dar acompañamiento a sus hijos durante las clases virtuales, tampoco todos pueden tener servicio de internet todo el tiempo. En algunos casos los padres de familia no saben leer ni escribir”, dice Mélida Pérez, presidenta de la Organización de Padres de Familia (OPF) de ese establecimiento y quien tiene a sus dos hijos en ese centro.

Una de sus hijas, la de 9 años, que cursa tercero primaria en la escuela, recibió el año pasado reforzamiento de su maestra vía telefónica. Mélida tiene 28 años, vende electrodomésticos y gana Q1,500 al mes, un sueldo que le debe alcanzar para mantener a sus dos hijos -el más pequeño de apenas 6 años-, además de pagar los Q200 mensuales que le costaba recargar el internet en su celular para que los niños atendieran las tareas que les dejaban.

Pérez considera que a su hija lo que más le costó fueron las matemáticas, a pesar del esfuerzo que hizo su maestra por atenderla fuera de horario.

La tutora de Totonicapán

Muchos alumnos necesitaban reforzamiento de todo lo aprendido a través de la distancia y sus computadoras. Una necesidad que obligó a varios padres de familia a buscar otras maneras creativas de educar para salir del apuro.

Por ejemplo, los alumnos de la escuela oficial Rural mixta Manuel R. Espada, en Pachoc, Tonicapán, a 50 kilómetros de distancia de la escuela Molina de Stahl, buscaron a alguien que no era maestra, a Elena Angelina Saquitzal Casiá, de 32, que apenas cursó hasta tercero primara. Ella vivió un tiempo en la ciudad en donde trabajó en oficios domésticos, y años después volvió a su natal Totonicapán. Y a pesar de no contar con un título, en 2021 ella se hizo cargo de un grupo de 15 menores de primero primaria en su comunidad, a los que les enseñó las vocales, algunas letras del abecedario, y algunos números. “Empecé ayudando a mi sobrina con las tareas de la escuela, los padres se dieron cuenta y de a poco, me fueron a hablar para poderles ayudar con los deberes de sus hijos”, cuenta.

Martes y jueves eran los días de reforzamiento y por cada clase le pagaban Q5. “Las clases se extendían por más de una hora o dependían de las tareas que les habían dejado”, dice la tutora.

Casiá ponía su mayor esfuerzo. Cualquier dato o información que no lograra resolver, ella lo buscaba en el internet o preguntaba a sus vecinos con más recorrido académico para responder las dudas de sus alumnos. Así fue como ayudó en sus clases a los niños de la escuela Manuel Espada.

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Los maestros deberán implementar formas de nivelación educativa para los alumnos que regresan a clases. Foto: Gilberto Escobar.

La ciudad no se libra del retraso

Diego Lorenzana, de 31 años, es padre de tres hijos de 7, 9 y 10 años. Estudiaron en 2020 y 2021 en la Escuela Laboratorio #1 Raymond H. Rignal, ubicada en la zona 2 de la ciudad. “Los dos más chiquitos si me repitieron, el grande pasó a cuarto (primaria)”, cuenta.

Adrián, David e Israel, los hermanitos Lorenzana, enumerados del más pequeño al más grande, les costó aprender a distancia debido también a que su mamá es enfermera y sus turnos de trabajo, a veces diurnos y nocturnos, no coincidían con los horarios escolares y tampoco podía encontrar el tiempo para apoyar con las tareas. Mientras que su papá, Diego, trabajó hasta hace poco como paramédico en una empresa privada, también con un horario laboral extendido. Para ellos fue muy difícil acompañar a sus hijos en la educación a distancia y los pequeños pasaron la mayor parte del ciclo estudiantil solos en casa.

“El aprendizaje en ese tiempo deja mucho que desear porque realmente no hubo una interacción pedagógica que favoreciera el aprendizaje, la rama cognitiva de los niños. Era solo de mandar guías y una vez, entre cada dos o 15 días, preguntaban los maestros cómo iban los niños (…) No había retroalimentación con los padres y si la había era muy lenta”, explica.

Lorenzana dice que las guías enviadas por los docentes eran muy avanzadas para lo que realmente dejaban de aprendizaje, además de muy repetitivas. “Daban un tema, unos párrafos para leer, después preguntaban qué quedó del aprendizaje, ponían un ejercicio pequeño y evaluaban tu aprendizaje con dos preguntas. Pero al final ellos mismos daban la respuesta, eso no tenía chiste”, dice.

Él considera que para que los niños aprendieran de mejor manera necesitaban un tutor, pero su economía y sus jornadas laborales no les permitieron contratar uno. Para este año, Adrián y David van a repetir primero y segundo primaria, respectivamente, pero en otra escuela.

Otra historia urbana es la de los hijos de Walfre Ruano, que tuvieron más suerte que otros porque sí contaron con una tutora, al menos para el primer año de pandemia. A pesar de eso, Ruano considera que la calidad de la educación de los niños bajó con respecto a los años previos al Covid-19.

En 2020 tenía a sus niños de 8 y 5 años inscritos en un colegio, pero el año pasado los cambió para una escuela pública en la zona 6 de la ciudad. El traslado fue porque no tenían el número de computadoras suficientes para mantenerlos conectados toda la mañana como lo pedía el colegio.

“El de 8 años que ahora está en primero primaria, en 2020 comenzó a escribir las letras en carta, pero el año pasado, de acuerdo con las guías, cambió a letra de molde y letra grande.  Además, de llevar varios cursos en 2020, el año pasado solo se enfocaron en lenguaje y matemática. En matemática solo le enseñaron sumas de un digito, nada de multiplicaciones ni otras operaciones”, lamenta Ruano.

En cuanto a la lectura, él y su esposa le ayudaron en casa. Su otro hijo, el de 5 años, corrió con menos suerte, pues la maestra pocas veces se comunicó con los padres, enviaba los libros del Mineduc para que se guiaran en casa. “Con decirle que las pocas veces que la maestra se conectó, el niño me preguntaba quién era ella”, así nos fue el año pasado, dice.

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Las escuelas públicas intentarán mantener un aforo límitado, con horarios reducidos. Foto: Gilberto Excobar.

Sin datos ni cifras

Los expertos en educación como Bienvenido Argueta, María del Carmen Aceña, Gabriela de Búrbano y Luis Miguel Reyes, consultados para esta nota, así como, Diana Brown y Elmer Palencia, representantes de colegios privados, dijeron no tener datos hasta ahora del retraso académico provocado por la pandemia en el aprendizaje de los alumnos. Los únicos que hay son cifras globales y abarcan, incluso, otros países.

Todos coincidieron de que esas cifras las registra el Mineduc, pero no hay acceso a esos datos. No obstante, expertos y empresarios de la educación concuerdan en que sí existe un impacto en la forma de aprender de los alumnos y que este año será un reto para los docentes en el regreso a la modalidad semi presencial.

“Lo urgente es hacer una prueba diagnóstica para conocer la situación del sector educativo. No sabemos si las guías utilizadas en el sector público han sido efectivas. Antes de la pandemia el diagnóstico en la lectoescritura no era alentador y con la llegada del Covid-19 eso empeoró”, comenta Aceña, exministra de Educación y ahora investigadora social del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

Según un informe del Grupo Banco Mundial, “Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe (ALC)”, indica que, a principios de 2020, los países de ALC ya enfrentaban desafíos educativos, resultando en bajos niveles de aprendizaje. “De hecho, si bien la matrícula aumentó durante las últimas décadas y los resultados seguían una tendencia positiva, aunque lenta, se estima que 51 por ciento de los niños no podían leer y entender un texto simple a los 10 años. Guatemala tenía el 67 por ciento en pobreza de aprendizaje y resultados PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) 2018”, dice el documento.

Luis Miguel Reyes, director del área social de Fundación Libertad y Desarrollo, escribió en una de sus columnas que la educación privada tampoco tuvo el éxito esperado con la modalidad online porque muchos padres estaban inconformes por las metodologías. Eso provocó que, según Reyes, muchas familias migraran desde el año pasado a establecimientos públicos, aparte de quienes lo hicieron por pérdida de empleo y reducción de los ingresos familiares.

 Para batallar con este retraso académico, Argueta propone hacer una “esencialización” curricular con los temas más relevantes en el currículo y con eso trabajar lo que requeriría de un plan de por lo menos dos años mínimo y hacer un programa especial de reforzamiento para primer grado de primaria. El grado donde habitualmente se aprende a leer y escribir.

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2022 es un reto para los alumnos, luego de haber recibido clases a distancia durante casi dos años. Foto: Gilberto Escobar.

Otro año de prueba y error

En efecto, la directora de la escuela Estela Molina de Stahl, Zulma Cifuentes, dice que los maestros deberán elaborar un plan para nivelar los primeros tres grados de primaria, bajo la condición de que las clases continúen semi presenciales y las autoridades no ordenen regresar a los niños a casa, a la educación a distancia como consecuencia de un nuevo cambio en las estadísticas epidemiológicas.

Las clases iniciaron en ese establecimiento con grupos de 10 alumnos por grado, y según los maestros se respetará ese aforo. El uso de las mascarillas y el gel es obligatorio. Los grupos de niños sólo permanecerán dos horas adentro de las aulas y luego se marcharán.

“Esta modalidad va a ser un reto, vamos a ver cómo nos va, esto va a ser a pura prueba y error”, dice Cifuentes, la directora. El lunes los alumnos llegaron a la escuela con mochila al hombro, unos de particular y otros con uniforme, con sus caretas plásticas puestas para evitar el contagio del virus, muy puntuales a la hora del ingreso para retomar el regreso a clases.

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