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Transporte público en la pandemia: nadie se hace responsable

Sobrecarga, aumento al pasaje y asaltos eran los abusos que ocurrían en el transporte público antes de la pandemia del COVID-19 y que las autoridades no podían controlar. Tras la llegada del virus, el Estado tampoco tiene una respuesta para que los buses cumplan con el 50 por ciento de aforo, toma de temperatura, aplicación de gel antibacterial y el uso de la mascarilla. Y la Dirección General de Transporte (DGT) solo tiene 22 inspectores para supervisar más de 24 mil buses extraurbanos.


Más de medio centenar de personas esperan la llegada del transmetro. Su rostro es de preocupación por tener que abordar un bus en el que pueden contagiarse de COVID-19. Mascarillas hay de todos tipos y colores. Quirúrgicas, de tela y KN95 son las que más se observan en la fila. Algunas son nuevas y otras están desgastadas por el uso.

Más de 160 mil guatemaltecos se han contagiado de coronavirus y cerca de seis mil han fallecido, después de casi un año de pandemia. Estas cifras se veían reflejadas en los ojos de las personas que usan todos los días el transmetro: una mirada de miedo. Aunque haya medidores de temperatura y gel antibacterial el temor por contagiarse es latente.

Sin embargo, cuando llega un bus, los usuarios entran corriendo a la unidad para poder sentarse. Todos quieren alcanzar un lugar porque eso evita el contacto con otras personas durante el viaje. Todos se empujan con tal de lograr un asiento, con tal de no tener miedo durante un rato. Son decenas entrando y saliendo. La cantidad de pasajeros que abordan el bus nadie la cuenta.

El transmetro cumplió 13 años de operar el pasado 3 de febrero y, según estimaciones, a diario moviliza 415 mil usuarios. Esa es la cantidad de personas que corren el riesgo de contagiarse del virus cada día. Las multitudes ocupan las estaciones, sobre todo en la Plaza Barrios, donde convergen más de 3 rutas principales.

Tras meses de estar estacionados en parqueos, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) permitió que en julio de 2020 los buses extraurbanos de rutas cortas y largas, así como el transmetro y transurbano empezaran a funcionar condicionando medidas sanitarias. Las autoridades convocaron a los medios de comunicación para mostrar la implementación de los protocolos de bioseguridad.

Los llamados buses rojos no se le ha permitido operar porque se determinó que les resulta imposible cumplir con las medidas sanitarias para evitar el contagio del virus. Además, porque querían aumentar de Q1 a Q10 el precio del pasaje. Esto no fue permitido por la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala.

A pesar que las autoridades de salud, transporte y municipalidad señalan que hacen constantes operativos para controlar que el sistema público de buses cumpla con las normas establecidas, en las unidades y estaciones ocurre todo lo contrario.

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A pesar del miedo, miles de guatemaltecos usan el transporte público para poder llegar a sus trabajos durante la pandemia. FOTO Oliver de Ros.

No-Ficción abordó una unidad de transmetro de la ruta12 en la Plaza Barrios. Fue imposible estar alejado un metro y medio de las demás personas. Los usuarios se topaban cuando bajaban o subían a la unidad y algunas personas se quitaban la mascarilla por algunos minutos. Entre los cambios de estaciones el bus quedaba vacío y por instantes se llenaba. Esto ocurría cada uno o dos minutos.

En el bus se platicó con Gabriel Camey de 72 años. Trabaja como repostero y debe llevar sus productos a clientes que viven en varias zonas de la Ciudad de Guatemala. Sale tres veces por semana para evitar usar frecuentemente el transporte público.

“Por suerte no sufro de achaques, sino no podría salir. Uso el transmetro porque no me queda de otra. Malo o bueno el transmetro solo me cobra Q1 y si uso un taxi me sale caro. Por ahorrar uno se arriesga a contagiarse. Me da miedo contagiarme porque también tengo a mi esposa y ella sí sufre de enfermedades”, contó Don Gabriel.

Al llegar a la Central de Mayoreo (CENMA) hicimos de nuevo la fila para abordar el transmetro. El mismo miedo, y la misma variedad de miradas y mascarillas de todo tipo. Al darse cuenta que documentamos la afluencia de personas, un agente de la Policía Municipal de Tránsito nos identificó. Al instante empezaron a ordenar a las personas, pero al llegar el bus el distanciamiento se perdió. Un asiento es el objetivo para viajar con tranquilidad, alejado de los demás.

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Tras percatarse de la presencia de los periodistas, los agentes de la PMT empezaron a ordenar a los usuarios del transporte público. FOTO: Oliver de Ros.

Edgar Guerra, defensor del Usuario del Transporte Público de la Procuraduría de los Derechos Humanos dijo que también ha hecho inspecciones y detectó que se incumplen las medidas de bioseguridad en los transmetros. Explicó que esto se le informó a la Superintendencia de Transporte Público (SIP) de la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala y la respuesta fue: existen fotografías malintencionadas.

“Lo ideal es que los transmetros tengan el 25 por ciento de la ocupación si se pretende cumplir con el metro y medio de distancia. Ellos (SIP) dijeron que también implementarán nuevas medidas para mejorar el distanciamiento, pero no hay una fecha clara”, señaló el funcionario de la PDH.

Al consultar a la Municipalidad de Guatemala sobre este tema la respuesta del departamento de comunicación fue: El sistema Transmetro luego de entregar y ser aprobados sus protocolos de funcionamiento por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, comenzó sus ensayos el 5 de junio del año 2020. Continuamente fue activando sus líneas, cumpliendo con los protocolos, distanciamiento social, uso de mascarilla, aforo del 50 por ciento, toma de temperatura y aplicación de gel al ingreso.

Agregaron que en los ocho meses que tiene de operar el transmetro no se han detectado casos de COVID-19. También informaron que próximamente se estará sustituyendo el uso del efectivo con la implementación de un sistema de tarjeta.

Días después se hizo un recorrido en un transurbano de la ruta 261 que sale de la colonia el paraíso 2 de la zona 18 y llega hasta la 16 calle de la 4ta avenida de la zona 1. En el bus había un dispensador de gel que estaba amarrado con una pita a los tubos. El termómetro se tardó más de un minuto en tomar la temperatura y a varias personas ni siquiera se les tomó.

El pasaje autorizado en los transurbano es de Q1.10, pero al momento de pasar la tarjeta el cobro fue de Q5. Erick Regalado, un vecino del paraíso 2, comentó a No-Ficción que desde que empezaron a funcionar los buses cobran Q5 y en la noche aumenta a Q7.

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La plaza Barrios es una de las estaciones más transitadas por los guatemaltecos. Desde Julio de 2020 está en funcionamiento. FOTO: Oliver de Ros.

Regalado, quien trabaja como zapatero por su cuenta, dijo que los buses no respetan el aforo durante la mañana y en la noche, que es cuando las personas entran y salen de sus trabajos. Explicó que sale hasta las 8 de la mañana y así las unidades van vacías.

Según datos de la Superintendencia de Transporte Público (SIP), desde septiembre a febrero se llevan 336 multas en buses urbanos por no cumplir con los protocolos de bioseguridad. Y según datos oficiales hay 462 buses urbanos operando en la ciudad. Esas multas tienen un valor de Q250 cada una.  

“En los ensayos escuché de todo; a los transportistas decir que iban a cumplir con las medidas. Al principio todo bien, muy poca gente usaba el servicio porque estaban nerviosos, pero después de que se abrió la economía más gente salió y se habilitó el transmetro, transurbano, buses extraurbanos de rutas cortas y rutas largas. En ese momento es cuando se empieza a incumplir con las medidas. Hoy por hoy el 90 por ciento de buses no cumple con esas disposiciones”, enfatizó, Edgar Guerra.

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Existen 462 buses urbanos operando en la ciudad de Guatemala. FOTO: Oliver de Ros.

Transporte extraurbano: 22 para 24 mil

La Dirección General de Transporte (DGT) del Ministerio de Comunicaciones tiene 22 inspectores encargados de supervisar las unidades de transporte extraurbano de rutas cortas y largas. Es decir, la DGT se encarga de monitorear el traslado de las personas de un municipio a otro. 

Según los registros hay más de 24 mil 500 buses extraurbanos habilitados para circular en todo el país. Eso significa que cada inspector tiene a su cargo la supervisión en promedio a 1 mil 113 buses.

Héctor Ramírez, vocero de la DGT, aseguró que el año pasado se hizo 1 mil 359 operativos y se supervisó a 13 mil 500 unidades. La multa por no respetar la cantidad de pasajeros y no cumplir con las medidas de bioseguridad es de Q3 mil.

“Se verifica que lleven tarjeta de operaciones, seguro vigente, registro de pilotos, y que las unidades no sean sobrecargadas. En el año 2020 se impusieron 130 remisiones, de estas 87 fueron por sobrecarga e incremento a la tarifa. Solo en el mes de diciembre se sancionó 40 unidades por superar el aforo”, señaló Ramírez.

A decir de Edgar Guerra de la PDH, la cantidad de multas es baja si se compara con la cantidad de buses registrados y además porque a diario se reciben quejas de sobrecarga. El funcionario también advirtió que la DGT debe supervisar a 25 mil buses y microbuses que operan ilegalmente en los departamentos. Eso hace casi un total de 50 mil unidades.

Otra de las instituciones que debe velar por el cumplimiento de estos protocolos es el Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil (DTPNC). El vocero de la institución, Rony Veliz dijo únicamente que han impuesto una multa de Q5 mil por no cumplir el aforo. Tan solo una en más de 10 meses de pandemia. Agregó que esa dependencia de la PNC tiene 250 agentes asignados, pero que todos los policías pueden poner multas.

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Solamente hay 22 agentes de la DGT para supervisar 25 mil buses extraurbanos. FOTO: Oliver de Ros.

Tras salir de una citación en el Congreso, el 29 de enero la viceministra administrativa de salud, Lucrecia Ramírez dijo que como institución no pueden controlar el cumplimiento de las medidas en los buses y que eso corresponde a otras instancias.

“Nosotros hacemos las recomendaciones, el tema de transporte corresponde a otras instancias. Nosotros damos las recomendaciones a todo nivel, la aplicación les corresponde a otras instancias. En el tema del transporte local le corresponde a la municipalidad”, dijo la funcionaria.

Por aparte, el Ministerio de Salud informó que del 4 al 22 de enero se sancionaron a 32 unidades del transporte público urbano y extraurbano por el incumplimiento del uso obligatorio de mascarilla y desinfección de las unidades. “Se les apercibió por escrito advirtiendo una sanción más drástica en caso de reincidencia”, informó la institución.

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Se han impuesto 130 remisions para casi 25 mil unidades del transporte extraurbano por no cumplir con las medidas de salud. FOTO: Oliver de Ros.

El uso de buses: ¿aumenta el riesgo de contagio?


El 5 de agosto de 2020 la ministra de Salud, Amelia Flores dijo que si no se respetaban las medidas de seguridad en los buses se provocaría contagios. “Es un sistema que puede llevar a más contagios si los protocolos no se aplican conforme están establecidos. Por ejemplo, el transporte capitalino que está autorizado, el transurbano y el transmetro tiene que cumplir con estas condiciones, lineamientos y protocolos”, dijo Flores.

Sin embargo, los recorridos hechos por No-Ficción y las quejas de usuarios en redes sociales demuestra que no se cumple la normativa. A pesar de eso el MSPAS no ha tomado medidas fuertes con el transporte público y la prueba de eso es que en el más reciente acuerdo gubernativo que endurece las medidas tras el aumento de contagios a inicios de 2021 solo se hizo la recomendación vaga a los transportistas de mantener los controles.

A decir de la doctora Zulma Calderón de la Defensoría de la Salud de la PDH, la pandemia vino a demostrar que Guatemala es un estado fallido en todos los sistemas, incluido el transporte. Criticó que durante el funcionamiento de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (COPRECOVID que finalizó el 31 de diciembre de 2020) no haya hecho un estudio epidemiológico sobre el uso de los buses públicos.

“Una de las grandes debilidades en Guatemala es que no hay estudios epidemiológicos para tomar acciones. Casi un año después no hay manuales o documentos que nos hablen de los riesgos en Guatemala. Un ejemplo, es el tema de los mercados porque se tomó una decisión sin tener un estudio y eso quedó demostrado cuando dan marcha atrás a las medidas porque no tenían cómo justificar esa decisión de cerrarlos temprano”, dijo Calderón.

La funcionaria de la PDH denunció que en el transporte extraurbano las personas no usan mascarilla, no hay distanciamiento y no hay ventilación, lo que crea un escenario ideal para que el virus se propague. Dijo que sin un estudio científico las instituciones solo tendrían acciones reactivas y no preventivas.

En la misma línea que Calderón, la doctora e investigadora social, Karin Slowing señaló que en Guatemala no se puede confirmar si el uso del transporte público aumenta el riesgo de contagiarse de coronavirus porque el Ministerio de Salud o la desaparecida COPRECOVID no hizo estudios.

“Para tener un sistema de supervisión se debe capacitar al personal, tener una institución fortalecida, un marco legal para que la supervisión no se vuelva una cacería de brujas y un tema de extorsión porque paran a cualquiera y multan a cualquiera. Usar el COVID-19 para aplicar medidas punitivas cuando no se está haciendo nada para resolver el problema, no los llevará a algún lado”, puntualizó.

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Las ventanas de muchas unidades de transportes permanecen cerradas a pesar de las recomendaciones en contra del coronavirus. FOTO: Oliver de Ros.

Taxis, vehículos particulares y Uber

El taxi tenía como destino la zona 18. Debido a que no se llenaba, el piloto arrancó con tres pasajeros. Consiguió que una pareja se subiera frente al instituto PEMEM y así cumplió con la cuota de cinco pasajeros, es decir, Q50. No-Ficción se subió a un taxi colectivo en el parque Colón para experimentar lo que viven miles de guatemaltecos a diario.

El piloto usaba una mascarilla quirúrgica que se veía desgastada. Su color ya no era celeste, sino un tono blancuzco. No la usaba en la boca, la traía en la barbilla. En el taxi tampoco había alcohol ni gel antibacterial. Una de las pasajeras, la más anciana, le pidió al conductor que se pusiera bien la mascarilla y éste, en silencio, se la colocó de manera correcta.

Una ventana del taxi no servía y no podía bajarse lo que impedía la correcta ventilación. La anciana se bajó en la cuchilla de la zona 6. El piloto no perdió la oportunidad para ganar otros Q10. “¡Zona 18, San Rafael!”, gritó durante un minuto hasta que una señora con un costal se subió.

Momentos después la pareja se bajó en el Centro Comercial Metronorte. Durante unos cinco minutos el piloto se bajó del taxi para gritar. Después de insistir, al final se subieron dos adolescentes. Durante el viaje, ocho personas se subieron al taxi sin aplicarse gel o alcohol y sin respetar el distanciamiento. El piloto ganó Q80 y las personas el riesgo de contagiarse. 

Los buses urbanos y extraurbanos intentan ser controlados por las autoridades, pero los taxis, vehículos particulares y los Uber no son supervisados. En el caso de la aplicación Uber los usuarios son calificados por los pilotos y viceversa. En caso de incumplir con los protocolos la cuenta del usuario o piloto puede ser suspendida o cancelada, pero en los taxis y los llamados “taxis piratas” no ocurre eso, nadie puede calificarlos o denunciarlos.

Se consultó al vocero de la Policía Municipal de Tránsito, Amílcar Montejo sobre el tema y dijo que la PMT se limita a multar por infracciones al reglamento de tránsito. Esto confirma que este servicio de transporte no es controlado por las autoridades.

En el parque Colón se estacionan taxis colectivos y vehículos particulares que van a diferentes colonias de la zona 18 por Q10. Sobre la 9a. calle y 11 avenida, a un lado de la venta de piñatas, se parquea un grupo de carros. “¡San Rafael, Alameda, Paraíso, Pinares!”, gritan los conductores para llamar a los pasajeros. Ese grupo de pilotos tiene un chat de WhatsApp en el que se avisan con mensajes de voz cuando las calles y avenidas están fluidas. También se cuentan cuando hay accidentes y cuando la PMT está haciendo operativos.

Algunos pilotos aplican gel antibacterial o alcohol a los pasajeros, pero no hay distanciamiento. En muchos de estos autos, en los asientos traseros van tres personas y adelante dos. Si una persona desea irse sola adelante para no tener contacto con alguien más debe pagar Q15. La comodidad y seguridad sale cara.

En la otra esquina, 8a. calle y 11 avenida se estacionan los taxis y carros que van para la Atlántida, Lavarreda, Maya, El Limón y Kennedy. Ningún piloto tiene gel y para la mayoría de pilotos la mascarilla es u n adorno. No cobran Q15 para que una persona se vaya sola, esperan a que se suban las cinco personas para salir. No hay intentos para resguardar la seguridad de los pasajeros o de ellos mismos.

Cuando los agentes de la PMT detectan taxis o taxis piratas lo que hacen es bajar a pasajeros para que lleven únicamente a tres: dos atrás y uno adelante. Esto no solo ocurre en la zona 18, también pasa en otras zonas de la Ciudad de Guatemala.

Periodista: ¿no le da miedo ir apretado con la gente?

Pasajero: me da menos miedo que ir en un bus. Acá voy apretado, pero llego en 10 minutos a mi destino. En cambio, en un bus voy con más gente y llego en 40 minutos. Para mi es más seguro de esta forma.

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