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Dos noches en el turno de Bomberas Voluntarias

Cada tres meses la Décima Compañía de Bomberos Voluntarios organiza un turno nocturno integrado únicamente por mujeres. Prestan servicio permanente y ad honorem desde las primeras horas de la noche hasta el amanecer.

Este turno de bomberas Voluntarias se caracteriza por ser uno de los más estrictos, debido al orden y la disciplina que brindar el servicio requiere. Desde servicios básicos de primeros auxilios, accidentes de tránsito e incendios, ponen a prueba las capacidades adquiridas en los distintos cursos y entrenamientos constantes, donde la fuerza, las emociones y los sentimientos convergen en una misma línea al enfrentarse a todo tipo de peligros y situaciones, que con el tiempo van quedando en las anécdotas recordadas en esas noches de espera en la estación.

La estación de la Décima Compañía de Bomberos está ubicada en los alrededores del mercado El Guarda en zona 11. En las cercanías, una tienda y una funeraria son parte del contexto donde a diario se escucha el sonido de las sirenas que acompaña la salida a toda prisa de las ambulancias.

Llegadas las ocho de la noche, al iniciar el turno, la jefa a cargo, Sandra Villegas, convoca a sus colegas detrás de una ambulancia para expresar algunas palabras. Agradece el tiempo y la presencia de cada una de las bomberas previo a dirigir una oración. Piden que todos sus esfuerzos puedan llevar a un cambio en la comunidad. Finaliza recalcando la importancia de tener siempre el casco puesto al momento de salir a la calle.

Cada tres meses, en los Bomberos Voluntarios, se organiza un turno integrado solo por mujeres. Foto: Edwin Bercían

Al romper filas, las mujeres comienzan a ordenar y distribuir el rol que cada oficial de servicio brindará durante la noche. En el turno estarán acompañadas solamente por dos hombres, encargados de conducir las dos unidades asistenciales que se usarán esa noche.

Parte de iniciar el turno consiste en organizar dos grupos para limpiar, desinfectar con alcohol y cloro el interior de las ambulancias. Es lo primero que realizan antes de que la alarma y la voz del encargado de cabina indique las coordenadas de un posible suceso. La unidad de emergencia ya debe contar con todas las herramientas que se utilizan en un servicio.

Pasada una hora en la Décima Compañía, aún no ha sonado la alarma de emergencia. Las bomberas aprovechan para practicar los ejercicios que su especialidad requiere, siempre atentas al factor tiempo que siempre puede influir en el desenlace de un suceso.  Algunas enrollan y desenrollan en varias ocasiones las mangueras utilizadas en los incendios, otras con especialización en rescates realizan descensos con cuerda desde lo alto de las instalaciones, otro grupo compite por colocarse el traje de incendios en el menor tiempo posible.

El curso para ingresar a los Bomberos Voluntarios tiene una duración de 10 meses, a partir de su graduación se les asigna a la compañía más cercana a sus hogares. Las oficiales voluntarias realizan un turno una vez al mes y las permanentes cada cinco días. 

Las bomberas de la Décima compañía durante el trayecto hacia una emergencia al final de la Calzada Aguilar Batres
Las bomberas de la Décima compañía durante el trayecto hacia una emergencia al final de la Calzada Aguilar Batres

“Somos la única compañía que reúne a mujeres para hacer turno, esto surge desde hace años por la necesidad de demostrar que todas podemos hacer el trabajo sin necesidad de que hayan hombres y podemos compartir entre nosotras las experiencias de las diferentes especialidades”, como dice Noelia Trujillo, abogada y también bombera.

Distintas profesiones 

Han sido diferentes las circunstancias que han llevado a este grupo de bomberas a prestar servicio. Ellas, en algún momento de su vida, estuvieron involucradas en situaciones en donde la vida de familiares, amigos o conocidos se encontró en riesgo. Para muchas, esos instantes coincidieron en la frustración que sintieron al no poder hacer nada para ayudar, y las motivó lo suficiente para ahora apoyar a quien lo necesite.

Las mujeres bomberas se han ganado un espacio dentro de la institución al superar pruebas y entrenamientos difíciles de superar. Foto: Edwin Bercían.

La vida fuera de las emergencias, las sirenas y ambulancias, llega al día siguiente al terminar el turno. Doctoras, madres, abogadas, especialistas en seguridad industrial o estudiantes de psicología, salen y continúan aportando sus conocimientos desde los diferentes espacios que comparten con esta otra profesión.

Meiby Pérez es bombera permanente, nació en Huehuetenango y en noviembre cumple diez años de servicio. Desde niña siempre colaboró en grupos de la iglesia que ayudaban a las personas que más lo necesitaban.

“Un día escuché en la radio que aceptaban aspirantes, pero mi papá al principio me dijo que no por la estatura, que no porque soy mujer y porque soy flaquita, pero al final si me dio permiso al igual que mis abuelos quienes me apoyaron en todo”, indicó.

Pérez tenía solo un mes de estar estudiando cuando le tocó llevar a su abuela en una ambulancia. En el camino hacia el hospital -que quedaba a una hora y media de su casa- fue testigo del fallecimiento de su abuela.

Dentro de la carrera de bomberos existen diferentes especialidades que cada persona tiene la libertad de escoger. Hay cursos como técnico de urgencias médicas, de buceo, brigada de rescate aéreo y terrestre, entre otras.

Kelly Castillo aún se considera nueva, se graduó hace un año como Bombera de Tercera Clase, también se dedica a la seguridad industrial. Siempre pensó que podía estudiar enfermería al pasar mucho tiempo al cuidado de sus abuelos en la enfermedad.

“Una de las experiencias que me motivó a ser bombera, fue un día que no pude ayudar a una amiga que sufrió un ataque epiléptico, no supe qué hacer”, dice.

Castillo cuenta que vio el anuncio para convertirse en bombera en una red social y al contarle a su familia sobre sus planes recibió total apoyo, sobre todo el de su mamá a quien recuerda con lágrimas en los ojos al enterarse de la decisión tomada.

Para Noelia Trujillo la inspiración de ser bombera provino de cuidar en una ocasión a su mamá que estaba enferma, la necesidad de saber qué hacer en momentos de crisis la alentó a tomar un curso de primeros auxilios y luego a ingresar al cuerpo de bomberos.

Trujillo se graduó hace dos años de abogada en la Universidad de San Carlos, por las mañanas aprovecha a nadar, luego se dirige a su trabajo y por las tardes va al gimnasio. Actualmente estudia la carrera de traductora jurada y espera que al terminar pueda seguir una maestría.

“Hay muchas profesiones aquí, eso es lo bonito que nadie pone su profesión por encima, aquí todos somos bomberos y somos una familia”, precisó.

Asimismo, Noelia forma parte de la primera promoción de mujeres en graduarse del curso de rescate bajo el agua (hombres rana) con certificación a nivel internacional, que duró alrededor de seis meses. 

Adriana López es doctora quiropráctica y también acude a la Décima Compañía en zona 11, es la encargada de organizar a sus colegas cada cierto tiempo para coincidir en un mismo turno. Uno de los turnos más importantes de solo bomberas se lleva a cabo en conmerarción del 8 de marzo, el día de la mujer. Este año, ese turno se realizó el 5 de marzo.

Durante una emergencia en z10, Adriana sostiene el suero.
Adriana se encarga de convocar al turno de bomberas.

Ese día, Adriana anunció a las demás que la cena estaba servida. Las mujeres eran mayoría en la estación y coincidían para celebrar el Día de la Mujer. Antes de empezar a comer, esa noche hicieron otra oración por los alimentos para luego intervenir cada una sobre lo que significa para ellas ser bomberas.

Las risas y carcajadas se hacieron presentes durante esta cena, recordando momentos y anécdotas en las distintas estaciones donde han estado. La alegría se incrementó al enterarse de que hay regalos que estarían siendo rifados a través de distintos juegos para luego concluir con la entrega de chocolates y postres conmemorando el día.

El turno del 5 de marzo concluyó con varias llamadas falsas y, afortunadamente, sin emergencias. Las mujeres bomberas no salieron de la estación.

Ese mismo cinco de marzo, sin embargo, por la mañana, el jefe de Cirugía del Departamento de Emergencia de Adultos del Hospital San Juan de Dios, Napoleón Méndez, dio a conocer en conferencia de prensa junto a autoridades del Ministerio de Salud y Asistencia Social, la situación y la contabilización de aproximadamente 4 mil 500 accidentes de motocicletas por año, que repercute en el desabastecimiento de insumos y medicamentos utilizados para las emergencias en los distintos centros asistenciales.

Otro viernes por la noche

Es otro viernes por la noche, otro día de turno donde las bomberas Voluntarias comparten turno con los varones. La oficial Evelyn Cifuentes está a cargo esta noche, y hace un recuento de los equipos, delega que el primer grupo vaya a descansar a los dormitorios mientras el otro debe estar pendiente de algún llamado. 

Cifuentes lleva cinco años de brindar servicio y se especializó en la Brigada de Búsqueda y Rescate. Actualmente está esperanzada en sacar el curso de pilota, cargo que requiere más responsabilidad con el cual sería la primera mujer de la Compañía en manejar las ambulancias y las unidades contra incendios.

Pasan varias horas de iniciada esta nueva jornada, cuando llega el sonido de la alarma. El operador de cabina informa sobre una persona atropellada en el Bulevar Liberación, y las integrantes del primer grupo corren hacia la unidad mientras se colocan el casco sobre su cabeza. Se enciende la sirena de la ambulancia que sale a toda velocidad y recorre los distintos atajos que cada piloto conoce dentro de la ciudad para llegar primero al lugar de la emergencia.

Llegan al mismo tiempo que su competencia más cercana, los Bomberos Municipales. Sobre el pavimento se encuentra inconsciente la persona que fue atropellada por una motocicleta, el equipo de mujeres Voluntarias comienza a atenderlo haciendo equipo con los Municipales, evalúan los signos vitales y las extremidades del joven de unos treinta años. Otra persona es atendida por el otro cuerpo de bomberos, pero por la gravedad de las heridas se confirma que falleció al impactar con el arriate central.

Durante las jornada nocturna, las mujeres bomberas se hacen cargo de las emergencias. Foto Edwin Bercián.
Liseth y Evelyn atienden a un motociclista herido en la avenida Reforma en zona 10. Foto Edwin Bercián.

Durante el trayecto en ambulancia hacia el Hospital Roosevelt, las oficiales Lisseth Muñoz y Evelyn Cifuentes continúan evaluando al paciente, comentan sobre la pérdida de varias piezas dentales, fracturas expuestas de peroné y golpes en la cabeza. Al llegar al centro asistencial el herido es trasladado a la emergencia por las bomberas. Minutos después salen con la camilla vacía, listas para regresar a la estación y con más detalles sobre lo sucedido. La persona que trasladaron iba en estado de ebriedad y había intentado cruzar el bulevar.

Poco tiempo pasa de este viernes 5 de abril antes de que una nueva emergencia provoque que las oficiales vuelvan a salir a la calle. Los encargados de cabina reportan un accidente en la avenida Reforma. Al llegar al lugar una persona se encuentra sentada sobre su motocicleta tirada a media calle.

Las socorristas revisan los signos vitales y al ver que la persona está consciente preguntan sobre lo sucedido. Se trata de un joven de unos veinte años que apenas puede pararse. El casco le ha salvado de algo peor, pero su evidente estado de ebriedad no le permite siquiera pronunciar una sola palabra y menos ver que su vehículo ha quedado muy dañado.

En el lugar, las bomberas son alertadas sobre un accidente a menos de un kilómetro de distancia. En cuestión de minutos llegan a la escena donde hay un vehículo volcado sobre el asfalto. Sobre la acera, una mujer de unos veintidós años se encuentra físicamente intacta, pero en estado de shock y embriaguez. Salió minutos antes de una fiesta y por su estado no pudo controlar su carro al ir a excesiva velocidad.

Es atendida por Lisseth Muñoz, una joven estudiante de psicología clínica en la Universidad de San Carlos, quien desde hace un año se graduó de bombera junto a su hermana gemela Jackelin.

Desde muy pequeñas, las gemelas bomberas han estado familiarizadas con el ambiente de socorristas. Su padre, Mynor Muñoz, es un bombero con más de veinte años de experiencia y con un rango de galonista dos. Él, que hoy está de turno junto a sus hijas, ha sido el motivo de inspiración para Lisseth y su hermana. Durante muchos años ellas pertenecieron a las brigadas infantiles de los Bomberos Voluntarios.

Para Mynor, conocido como una persona reservada y muy precavida, es de suma importancia poder realizar el turno con sus hijas. De esa forma puede mostrar con experiencias reales las consecuencias de algunas malas decisiones, reforzando aún más los valores y las enseñanzas a sus hijas que solo el ser bombero brinda. Ellas lo podrían aplicar en el próximo turno de solo bomberas Voluntarias.

“En la vida hay dos personas. Una que necesita ayuda y una que brinda la ayuda, y es una bendición que yo esté del lado donde brindo la ayuda y no donde la necesito, para mi es una forma de devolver las cosas buenas que la vida me ha dado a mí y a mi familia” puntualizó Muñoz.

A dos horas para que amanezca, las socorristas buscan descansar antes de que vuelva a sonar la alarma. Resaltan que ha sido un turno “tranquilo” comparado con otros donde no vuelven a la Compañía durante toda la madrugada. La mayor parte de accidentes esta noche estuvo relacionada con personas conduciendo en estado de ebriedad. 

Las bomberas esperan a que el turno de mujeres en la Décima estación se repita una vez más y que puedan ayudar a quién lo necesite, listas para otra emergencia.

Las bomberas de la Décima Estación se reúnen cada tres meses para cubrir un turno solo de mujeres.
Las bomberas de la Décima Estación se reúnen cada tres meses para cubrir un turno solo de mujeres. Foto: Edwin Bercián.

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