Con la llegada del coronavirus a Guatemala, el cierre de las escuelas fue inevitable. Desde entonces los maestros han tenido que improvisar para continuar el ciclo escolar. Y el Ministerio de Educación activó un plan que no tomó en cuenta del todo a la población que carece de electricidad, o internet, o bien los índices de analfabetismo de los padres de familia.
Cuando las escuelas cerraron a causa de la llegada de la COVID-19 a Guatemala, y el gobierno de Alejandro Giammattei anunció que todos los contenidos educativos serían transmitidos por la televisión y la radio, la maestra Hipólita Guadalupe Caal sólo pudo pensar en sus 52 alumnos, de primero y segundo primaria, del caserío Cacabilá en Panzós, Alta Verapaz, donde nadie tiene electricidad ni agua potable.
“Donde no hay televisión ni nada de eso para recibir clases. Y quizás unas 15 familias tienen un celular, casi siempre descargado”, dice.
Para la mayoría de maestros en Guatemala, el cierre de las escuelas fue demasiado rápido. El domingo 15 de marzo el Gobierno anunció en cadena nacional la cancelación de todas las actividades escolares. Y no hubo forma de prepararse.
Desde esa fecha, los docentes pasaron 15 días sin una sola instrucción por parte de las autoridades de educación. Y en ese silencio, muchos empezaron a improvisar, intentando continuar enseñando fuera de las aulas.
La maestra Caal recuerda que la primera semana armó “un material” de 75 páginas, sacó fotocopias, y a falta de transporte caminó más de 12 kilómetros para llegar a la escuela de Cacabilá. “Aquí no hay virus. Queremos clases seño”, recuerda que decían los niños corriendo por todo Cacabilá. Ese día, dice, al menos pudo coordinar con el Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode) y algunos padres de familia la forma en que intentarían continuar con las clases. “Como no hay luz, y no hay teles, decidí llegar tres veces por semana. Visitar a los niños en sus casas. Y regresar caminando a casa antes de que llegara la oscuridad”.
Según el anuario estadístico del Ministerio de Educación (Mineduc) existen 49 mil 449 establecimientos educativos en toda Guatemala. (34 mil 099 oficiales, 13 mil 801 privados, 316 municipales y 1 mil 233 pertenecen a cooperativas).
Estos casi 50 mil centros escolares han permanecido cerrados desde el 16 de marzo de 2020, tres días después del primer brote de coronavirus registrado en Guatemala. Las clases se realizan a distancia para un estimado de 4 millones de alumnos inscritos en todos los niveles escolares en 2020. En 2019 se inscribieron 613 mil en preprimaria que no es obligatoria, 2.4 millones cursaron primaria, 19 mil adultos se inscribieron en primaria por madurez, 782 mil pertenecían a básicos y 415 mil estudiaron diversificado. Los alumnos y los maestros desde entonces, en todos los sectores educativos, improvisan la enseñanza ante la pandemia.
“Y… ¿Qué haces donde no se puede? ¿Dónde no hay luz, donde los padres no saben leer o escribir? ¿Dónde no alcanza para tener un teléfono?”, se pregunta Caal pensando que todo esto de la distancia social se ha olvidado de cómo está construido un país como Guatemala. “Desde la desigualdad”, recalca.
Los infoexcluídos
Ante una pandemia, como comenta el ex ministro de Educación, Carlos Aldana, es razonable que la prioridad sea la búsqueda de la sobrevivencia de la población. Pero además se hacen evidentes las carencias y las desigualdades que existen dentro de un Estado.
“Todos los sectores han tenido que improvisar. Todos. Económicos, sociales, de salud. Pero en el caso de la educación, resalta que no se ha tomado en cuenta las condiciones de vida de mucha de la población escolar desde el principio de la pandemia”, explica Aldana. “Los planes de gobierno excluyen a los más vulnerables. Se piensa en dar clases por televisión y se olvida de los que carecen de electricidad, de internet. Son los infoexcluídos, que son una expresión más de desigualdad, como una brecha que ha creado la tecnología en países como el nuestro”.
El número de familias sin servicio de energía en Guatemala, según el Ministerio de Energía y Minas con base al Censo efectuado en el 2018, asciende a 287 mil 437 hogares de un total de 3 millones 275 mil 931 a nivel nacional (un 8.7% sin electricidad).
Y de los 14.9 millones de personas censadas únicamente 3.6 millones (29.3%) tiene acceso a internet y solo 566,736 hogares cuentan con servicio de internet residencial en toda Guatemala.
La refacción escolar como una oportunidad para dar clases
Para principios de abril, quince días después de haber decretado el cierre de los centros educativos, los maestros de las escuelas todavía no habían recibido instrucciones claras por parte del Ministerio de Educación sobre la forma de dar clases en medio de la pandemia. “Las autoridades, los supervisores de educación nos decían que sería temporal. Que sería una cosa de 15 días. Y durante 15 días no hubo ninguna indicación”, comenta Paula*, una maestra de párvulos de la zona 7 en la capital.
Y cuando el presidente anunció en cadena nacional que el cierre de las escuelas sería indefinido, los maestros tampoco obtuvieron una respuesta de cómo continuar con el año escolar.
“Dijeron: hay que repartir la refacción escolar. Hay que seguir alimentando a los niños. Hay que decirles a los padres de familia que lleguen por la refacción escolar. Hay que decirles que se laven las manos, que eviten salir de sus casas. Explicar que hay un virus. Dijeron que había que ejecutar ese presupuesto, pero no dijeron cómo continuar el trabajo con los alumnos”, dice Paula.
Por cada alumno de preprimaria y primaria, desde 2018, el Mineduc invierte Q4 en refacción escolar a nivel nacional. Y según los datos de este ministerio, hay cerca de 2.4 millones de estudiantes en estos niveles. Las Organizaciones de Padres de Familia (OPF) son las encargadas de gestionar y preparar los alimentos, en coordinación con los maestros.
“Por eso en la entrega de la refacción escolar vimos una oportunidad para dar clases”, dice Verónica*, una maestra de primaria de la zona 6 capitalina. “Recuerdo que los chats entre maestros se llenaban de planes y estrategias para utilizar la refacción escolar y lograr algo con los padres para poder impartir clases. Si el Ministerio no nos daba indicaciones claras sobre cómo dar clases nosotros los docentes las debíamos crear”, dice.
Los maestros cuentan que cuando repartieron la refacción escolar con los establecimientos cerrados, se crearon chats entre docentes y padres de familia, donde empezaron a funcionar pequeñas ideas e iniciativas para dar clases a distancia. Mandar videos. Enviar audios. Tomar fotos de los libros y las hojas de trabajo. Las autoridades del Mineduc tomarían esta iniciativa como propia.
“Luego llegaron los supervisores a preguntar qué era eso que habíamos hecho. Y a todos los maestros les empezaron a pedir que lo hicieran: grupos de WhatsApp, envío de clases en video, fotos de las tareas. Entendimos que querían que justificáramos nuestros trabajos durante la cuarentena”, explica la maestra de párvulos.
─¿Y las clases por televisión y radio?─ se cuestiona a la docente de preprimaria.
─Esas clases empezaron a mediados de abril, un mes después del cierre de las escuelas. Son apoyo. Pero es difícil que los niños mantengan la atención suficiente. Y la educación recae mucho en los padres de familia. Y muchos de ellos tienen que salir a trabajar. Sabemos de algunos que tienen poca escolaridad. Y en nuestras escuelas hay familias que no tienen televisor y casi nadie puede pagar internet─ reflexiona Paula, cuya escuela está en una zona marginal de zona 7.
Conferencia virtual con Claudia Ruiz, Ministra de Educación (1) from No-Ficción on Vimeo.
¿Están aprendiendo?
Junto con las clases para Radio y Televisión, a mediados de abril a las escuelas llegó otra respuesta del Mineduc para buscar educar durante la pandemia de Covid-19: las guías de autoaprendizaje dirigidas a cada grado escolar. Todo en conjunto, como dice la ministra de Educación, Claudia Ruiz, son parte del recién creado programa “Aprendo en casa”
“Son readecuaciones curriculares para todos los niveles”, añade la ministra.
En estas guías, las autoridades de educación saludan no a los alumnos más pequeños sino a los padres de familia a los que encargan la educación de la preprimaria, primero, segundo y tercero primaria. En las demás guías piden a los estudiantes realizar las actividades sin más supervisión que la de sí mismos y sin hacer trampas. Y en sí, son folios de 4 a 12 páginas con actividades que deben alcanzar para la primera etapa de la cuarentena.
“En este plan”, dice la ministra Ruiz, “Se contemplan tres fases: el antes, el durante y el después. Estamos en la segunda etapa y se tiene previsto enviar una segunda guía para cada grado en forma de cuadernillo”.
La maestra Ingrid Hernández, que imparte primero y segundo primaria en el asentamiento Los Arroyos, en Dolores, Petén, dice que las guías llegaron limitadas. De 26 alumnos a su cargo, la mitad se quedó sin guías. Y ella, que debe caminar 26 kilómetros hasta su escuela desde la cabecera municipal, tuvo que improvisar ante estas dificultades. Sacó copias a las guías, pero rápido entendió que los padres de familia, aunque lo intentaran no podían estar pendientes de los resultados de los niños.
─Dejé de usar las guías del Mineduc porque las actividades se hacen en menos de una semana. Y es difícil cumplir con los objetivos de cada grado. Entonces tuvimos que inventar maneras de dar clases.
─¿Se puede enseñar a leer y escribir a los niños a distancia, sin internet, sin electricidad?
─Es un reto. Tuvimos que dejar letras hechas de madera en la escuela. Y dejar juegos. Y buscar objetos propios de la comunidad, como un serrucho, una mesa, para intentar el uso de los sonidos de las letras. Y tratar de llegar una vez por semana para ver avances o ajustes.
─¿Están aprendiendo los alumnos?
─Este año… quizás aprendan solo un 70 por ciento de lo que deberían. Saldrán quizás solo sabiendo el abecedario─ dice la maestra Hernández.
─¿Qué dicen los niños sobre el virus?
─Hay cierto temor. Lo sienten lejano. Pero entienden que es algo que está matando a la gente en todo el mundo. En esta comunidad fronteriza con Belice, todavía no hay infecciones. Y cuando nos vemos, es difícil, porque los niños buscan un abrazo, un cariño de su maestra.
Los colegios y la tecnología
El ex ministro de Educación, Carlos Aldana, indica que la desigualdad tecnológica no solo existe en el sector público. “En los colegios se ha observado un sálvese quien pueda. Y vemos por lo menos tres tipos de elementos. Los que definitivamente no tienen posibilidades tecnológicas y carecen de plataformas digitales para dar clases a distancia, que son los más vulnerables. Hay un segundo tipo que está generando hiperestrés en docentes, alumnos y familias, al dejar tareas sin descanso y clases sin pausas porque necesitan justificar que están trabajando. Y otro tipo de colegio que cuenta con plataformas y que han establecido descansos y manejo de tareas adecuadas”, dice el ex ministro.
Jaime* es un profesor joven del nivel básico que trabaja para un colegio privado en el área de matemáticas con alumnos de clase media alta (colegiatura: Q960 al mes). El colegio ha asumido que todos los estudiantes tienen internet, incluso los docentes.
“La primera semana del cierre del Colegio todo fue un caos. Se avisó a los padres de familia que se usaría el portal web del colegio, pero debido a la demanda de usuarios el sistema colapsaba. Luego pasamos a ZOOM, se pagó para que no se desconectará luego de una hora de clase. Pero sucedió que los hackers se metían a las clases en línea, y entendimos que había peligro para los alumnos”, dice Jaime.
Prueba y error. Así ha sido la forma de adaptar las clases virtuales para la mayoría de los colegios privados.
Verónica Spross, integrante de Empresarios por la Educación y administradora de empresas, resaltó en su columna de opinión de finales de mayo: “Como parte del plan integral de respuesta formulado, los centros educativos han venido haciendo ajustes a las planificaciones docentes, enfocándonos en lo principal. El ajuste se enfocó al desarrollo de competencias, que deben continuar en este nuevo contexto. (…) Entre los aspectos positivos de la educación a distancia están el desarrollo de las habilidades blandas, como la tolerancia, aplicación de las normas de convivencia, capacidad de organización y resiliencia”.
El profesor Jaime dice que en efecto hubo una instrucción por parte de los directivos del colegio en el que trabaja para bajar el nivel de las clases. Ahora no es posible utilizar problemas difíciles de matemática o física durante las sesiones virtuales. Además, los alumnos están autorizados a apagar las cámaras durante las clases, y muchas veces no están del otro lado de la computadora. “Habrá que reajustar el próximo año el nivel de todos los estudiantes”, dice el profesor.
Explica también que la amenaza de la reducción de sueldos es una preocupación constante entre los docentes del colegio privado. Además, que la mayoría de maestros tienen contratos anuales, que vencen en octubre de 2020, sin seguridad de renovación. Y enfatiza que todo el colegio depende de una sola cosa: que las colegiaturas mensuales sean pagadas por los padres de familia.
Las supervisiones, según el Mineduc, son las encargadas de monitorear a los colegios privados, desde su readecuación curricular hasta los correctos funcionamientos.
Conferencia virtual con Claudia Ruiz, Ministra de Educación (2) from No-Ficción on Vimeo.
2020 es improvisar, 2021 la recuperación
Tras casi tres meses desde el cierre de las escuelas aún no hay fecha para la reapertura de las clases. En ese tiempo, Guatemala ha alcanzado más de 7mil contagios, y 252 fallecidos.
La ministra Ruiz explicó a No-Ficción que se evalúan diversos escenarios. Uno en el que se deba alargar el periodo de atención hasta noviembre o diciembre, en virtud del avance de la pandemia. “No vamos a volver a la normalidad”, dice Ruiz. “Regresaremos a un momento distinto, en el cuál las condiciones deben priorizar niños sanos”.
El regreso escalonado a las clases es otro escenario. Con pequeños grupos de alumnos en las escuelas. Con protocolos de distancia en los periodos de recreo.
Pero son panoramas muy lejanos. Guatemala aún no ve una disminución en las infecciones de coronavirus. Aún no hay un umbral a la vista. Y las disposiciones presidenciales sobre el cierre de las escuelas no ha tenido cambios de ningún tipo.
Por ello, ganar por decreto (por aprobación de un acuerdo ministerial) ha sido un rumor constante entre los maestros, y el Mineduc, como ha recalcado en diversas ocasiones, es algo que da por descartado. Aldana, como ex ministro de Educación, dice que se debe evaluar si es algo necesario ganar por decreto. “Aún hay muchos factores en el aire. El 2020 será un año de improvisación, incluso para evaluar los resultados. Y el 2021 debe ser de recuperación, incluso retrospectivo”, añade.
Los estudiantes, según el plan del Mineduc, deben llevar un portafolio de sus actividades realizadas. “Como punto de partida que contempla el reencuentro con los maestros, donde se trabajarán los diagnósticos de aprendizaje. Mientras no haya clases se invertirán Q66.9 millones para el remozamiento de las escuelas. Y está vigente el seguro escolar que cubre 17 enfermedades en los estudiantes, incluyendo el coronavirus”, señala la ministra.
Para Guadalupe Caal, evaluar a sus 52 estudiantes en el caserío de Cacabilá, en Panzós Alta Verapaz, no es una prioridad este año. Intentará que aprendan, pero ella piensa más en valorar el elemento sicológico, donde la Covid-19 no produzca temor al futuro o tristeza en sus estudiantes.
*Por temor a represalias en sus trabajos estos maestros solicitaron no publicar sus nombres.