NARRATIVA – INVESTIGACIÓN – DATOS

Foppa y Argüello, castigar a los investigadores

Hace dos días Juan Francisco Solórzano Foppa y Aníbal Argüello fueron capturados por supuestas fallas al inscribir un partido (fallos que no suponen delitos de prisión), en lo que es claramente un castigo y una venganza. Y ayer tuvieron que ser trasladados al resguardo militar Mariscal Zavala, debido a las amenazas de muerte por parte del Barrio 18. Ambos formaron parte del equipo de investigadores que logró desmantelar la macro red de corrupción en 2015.


El proyecto El Experimento fue algo muy importante para mí, pensé y reflexioné mucho sobre Guatemala. Sobre la captura del Estado por los grupos criminales, sobre la larga sombra de la contrainsurgencia. Sobre el oscuro y retorcido poder de las élites en este país.

Pero también me llenó de esperanza. Porque, al reportear sobre cómo logró la CICIG destapar esa macro red de corrupción, me di cuenta de que muy buena parte de esta magia no se debía a un ente internacional, sino a la labor desde el Estado de guatemaltecas y guatemaltecos. A la confluencia en las instancias de justicia de personas buenas e inteligentes y, algo importante, personas valientes, y con un claro sentido de la justicia, que sabían que lo que estaban haciendo era lo que tenían que hacer.

Dentro de estas personas que creo que trajeron un paronama con un poco de esperanza estuvieron Claudia Paz y Paz, Thelma Aldana, Francisco Rivas, Arturo Aguilar, Julio Prado, Carlos Menocal, Juan Francisco Sandoval o Erika Aifán. Y también estuvieron Juan Francisco Solórzano Foppa y Aníbal Arguello, desde la Dirección de Análisis Criminal del Ministerio Público, Foppa dirigiéndola y Argüello como analista. Cuando hablé con Aníbal Argüello, que después pasaría a la CICIG por buenos resultados en el análisis del caso La Línea, lo vi tan buena gente y tan pilas – se acordaba de todo con mucha precisión-, con ese sentido tan claro de la justicia sin pretensiones, que pensé: estas personas son la esperanza del país. Y pensar en ellos me emocionaba porque me llegaba luz.

Hace dos días Foppa y Argüello fueron capturados por supuestas fallas al inscribir un partido (fallos que no suponen delitos de prisión), en lo que es claramente un castigo y una venganza. Y ayer tuvieron que ser trasladados al resguardo militar Mariscal Zavala, debido a las amenazas de muerte por parte del Barrio 18 y el conocimiento de un plan para asesinarlos.

Y me los imagino esa noche en Mariscal Zavala, rodeados de todos aquellos a quienes ellos metieron presos, y pienso en que habrán pasado miedo. Y me produce muchísima frustración y tristeza que estas personas que desde mi análisis son la esperanza del país terminen así.

Y creo que todas las personas buenas y decentes de Guatemala -hay muchas más de las que pareciera, de hecho son la mayoría, solo hay que darles una oportunidad- deben velar por el Estado de derecho. Porque no puede ser que las élites criminales tengan capturadas todas las instancias del Estado utilizando los recursos del pueblo. Y no puede ser que dos personas que pusieron todas sus aptitudes para desenmarañar la corrupción del país estén presas. Es intolerable. 

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