Un político errante, cobijado por un partido salpicado por corrupción, canalizó el hartazgo contra la hegemonía de Arena y FMLN y fue apoyado por más de 1.3 millones de salvadoreños. Con esos votos, se colocó muy por arriba de los dos partidos que se disputaron la Presidencia de la República en los últimos 30 años.
El descontento que parió la corrupción de los partidos Arena y FMLN en las últimas tres décadas mutó en un respaldo popular sin antecedentes desde los Acuerdos de Paz para un candidato: Nayib Bukele ganó, este 3 de febrero de 2019, la Presidencia de la República con más de 1.3 millones de votos ante una coalición de cuatro partidos, el partido en el gobierno y un partido recién constituido.
Todos los adversarios de Bukele, juntos, ni siquiera obtuvieron más de la mitad de los votos válidos que se emitieron este domingo. Arena, que se coaligó con los bisagras PCN y PDC, y con el partido Democracia Salvadoreña, a penas superó los 800,000 votos cuando aún faltaba casi un 5 por ciento de actas electorales por contar.
Arena obtuvo 922,198 votos en las legislativas de 2018 y el PCN logró 230,872, mientras que el PDC, 15,617. Casi un año después, el desplome de los tres partidos fue notorio, principalmente para el PCN, que de haber sumado más de 200,000 votos en marzo de 2018, el pasado 3 de febrero había reunido 18,872 votos, con más de 300 actas por contar. Arena, que había sobrepasado los 900,000 votos, apenas superó 700,000 el domingo de la presidencial. Y el PDC ni siquiera sobrepasó los 10,000 votos.
El FMLN, que tuvo una debacle histórica el 4 de marzo pasado y cayó de 31 escaños en la Asamblea Legislativa a 23, obtuvo 568,717 votos para esa elección. Este 3 de febrero de 2019, el partido en el gobierno se fue varios peldaños más abajo: 360,685 votos con 326 actas por contar.
Bukele, que hizo pintar de cyan al partido GANA y borró el nombre de este grupo político con el fin de venderse como un líder independiente, se había agenciado 1,356,813 votos cuando aún faltaban 326 actas por contar este domingo pasado. La victoria de Bukele fue incontestable e histórica: este candidato no participó bajo la bandera de ninguno de los partidos hegemónicos. Incluso, su salida del FMLN fue el principio de un camino que lo llevó a formar su partido político, Nuevas Ideas, con el que no pudo participar, para luego inscribirse en Cambio Democrático para ser candidato presidencial. Una sentencia judicial, que habilitó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para cancelar al CD, marcó el futuro de Bukele y su eventual inscripción con GANA, el partido del partido Guillermo Gallegos.
Bukele ganó la presidencia sin someterse al escrutinio: pasó de largo los debates e incluso esquivó a una prensa que cuestionó sus gestiones como alcalde de San Salvador y que lo trató de entrevistar para obtener respuestas sobre sus planes de gobierno, y sus perfiles para formar un gabinete, temas que hasta el día de la elección quedaron en la incógnita.
Las tendencias de la gran mayoría de las encuestas previas a la elección se concretaron el 3 de febrero: Nayib Bukele iba a ganar en primera vuelta. Antes de que cerraran los centros de votación, a las 5 de la tarde del domingo, el TSE puso “a cero” el sistema de conteo de actas y presentó su sitio web para la divulgación de resultados preliminares. El sitio resultó inoperante, porque no se podía acceder con facilidad. Las primeras actas escrutadas marcaron desde el principio la tendencia que en algunos tramos del proceso de conteo de votos llegó a estrecharse, no entre GANA y Arena, sino entre GANA y los demás partidos contendientes.