Esta es la sexta postal climática, escrita desde Campur, en Alta Verapaz. Hace tres años y medio, esta aldea quedó completamente inundada tras las tormentas ETA y IOTA y la escuela principal perdió todos sus recursos: computadoras, pupitres, la luz, el agua… Tres años después el centro educativo sigue en las mismas condiciones.
4 de diciembre de 2023
Querida niña del futuro,
Hace tres años, en noviembre de 2020, en Campur empezó a llover muy fuerte. Llovía llovía llovía llovía. Y siguió lloviendo, durante 15 días seguidos, no paraba ni un segundo, con esa intensidad de lluvia que caracteriza al trópico, ese fffff, todo el día. En un determinado momento, el suelo colapsó y el agua comenzó a salir de los siguanes y a elevarse, amenazante, sobre el nivel del suelo.
En ese momento, la escuela primaria estaba vacía, pues las 750 niñas y niños que estudian allí estaban de vacaciones. Y nadie vio cómo el charco comenzó a entrar bajo la ranura de la puerta de la sala de computación, y a alcanzar esas cajas de plástico, llenas de circuitos de cables, de chips, de estaño, de 30 ordenadores. Una gran logro para esta humilde escuela y la puerta al mundo para esos niños q’eqchis estaba a punto de cerrarse.
El agua también comenzó a inundar la sala de educación física y todos los materiales que habían ido consiguiendo también salieron flotando y conforme el agua subía y subía, empezó a llevarse todos los pupitres, y las pizarras, y las cátedras, a reventar los circuitos eléctricos, el sistema de agua, y la posibilidad de este casi millar de niñas de recibir una educación digna.
El Huracán ETA había tocado tierra en la costa noreste de Nicaragua con categoría 4 el 3 de noviembre de 2020, moviéndose lentamente a través de la parte norte del país y hacia el este de Honduras y Guatemala, donde llegó el 5 de noviembre a la franja norte del país en forma de tormenta tropical.
Ese agua, que cayó descontroladamente, convirtió a Campur en un lago. Toda la aldea quedó sumergida a más de 12 metros de profundidad y solo dejó al descubierto la punta de la iglesia.
Ahora estamos en 2023, tres años exactos después. Hoy vinimos a visitar Campur, a ver los estragos de una inundación de tal magnitud y a descubrir, nuevamente, estampas distópicas, postales postapocalípticas.
Campur es muy verde, un verde oscuro, montañoso, de pequeñas colinas húmedas de coníferas. Campur está lleno de maíz, pero también de cardamomo, de pimienta, de cacao. Es uno de los lugares más fértiles del país. También, dolorosamente, uno de los lugares más pobres. Es el departamento con mayores cifras de desnutrición y de deserción escolar. Y de embarazos adolescentes, y de falta de oportunidades.
Estamos en diciembre y sigue lloviendo, llueve, llueve todos los días. Todos los días cae agua, copiosamente, cuando en Guatemala, al menos hasta que los patrones del clima se volvieron locos, debería dejar de llover en noviembre.
Mientras esperamos al presidente del Cocode, vamos a comprar una botella de agua a la tiendita y nos encontramos con un Estuardo Paul, que nos habla como se habla a un extraño en una aldea pequeña, con la curiosidad del desconocido. Este nos cuenta que es maestro de la escuela primaria y que tres años después de la catástrofe, en la escuela primaria de campur, aún no tiene electricidad, tampoco pupitres ni cátedras.
Esto sucedió en pleno Covid y esos niños estuvieron casi dos años sin estudiar. Quién sabe cuántos dejaron de estudiar para siempre. Cuántos sin clases comenzaron a acompañar a sus padres a trabajar la milpa, a acompañarlos a fincas para llevar unos quetzalitos más a sus casas y vieron que esto podía ser más rentable que estudiar.
El Ministerio de Educación declaró la actual escuela inhabitable pero no inició ninguna acción para trasladar el centro educativo a otro espacio. Y los niños no tienen escuela. O bueno, sí la tienen, pero no tienen luz, ni agua, ni pupitres.
—Incluso los los docentes tomaron la iniciativa de de darle uso nuevamente a los pupitres teniendo a los niños con con sus lijas teniendo la la la exponer a la salud, lijando sus propios pupitres, y ex alumnos y personas que se acercaron para poder comprar material. —Nos cuenta Paaul.
Nos cuenta también que el Ministerio de Educación los dejó a su suerte, que solo este año recibieron una donación de 100 pupitres de Estados Unidos, cuando la escuela alberga a 750 niños y que los demás lijaron sus pupitres.
Nos lleva a la sala de computación, una de las que quedó arruinada con la tormenta. Estamos en esa sala donde en algún momento estuvieron las computadoras. Todo parece recién destruido, tres años después, esta escuela se ha quedado atrapada en la catástrofe.
Algunos detractores de mencionar las sombrías consecuencias del cambio climático utilizan la palabra de porno climático, como crítica a las descorazonadoras cifras a las que nos llevará el aumento de temperaturas.
Por ejemplo, que con solo un calentamiento de 1.5 grados centígrados, los daños provocados por inundaciones aumentarian entre un 160 y un 240 por ciento. O que el número de huracanes que se forman en la región caribe, golfo de méxico y océano Atlántico ha incrementado con el paso de los años.
Que dos tormentas de tal magnitud como ETA y OTA fueron atípicas y que los más pobres son quienes padecen las consecuencias, quienes dejan de estudiar, quienes pasan hambre. Como regiones y países enteros quedarán sumidos bajo las aguas, cómo cada vez más personas abandonarán sus tierras ancestrales, como se perderán las cosechas, incrementarán las plagas, las enfermedades, las hambrunas. Eso es porno climático y la situación de Campur.
El Estado de Guatemala es profundamente débil y dolorosamente corrupto. Y siempre parece que una gota va a hacer rebalsar el vaso. Pero ¿Qué es un vaso rebalsado?
Esto es lo que te quería contar hoy niño del futuro, espero no ponerte triste con mis relatos, espero que todo te vaya bien. Te mando un abrazo fuerte desde los últimos días de la primavera.