En el newsletter de esta semana se centra en la posibilidad de muerte y resurrección del partido oficial.
El núcleo del partido Semilla alrededor del diputado Samuel Pérez ha optado por el harakiri. Escenificar el sacrificio del partido con miras a reencarnarlo bajo otro nombre: Raíces.
Hoy vamos a repasar esta historia en desarrollo y apuntar sobre algunas de sus consecuencias.
El proyecto político que llevó a Bernardo Arévalo a la presidencia de Guatemala parece vivir una transformación definitiva. El pasado domingo, en el Parque de la Industria, un grupo de diputados oficialistas encabezados por Samuel Pérez lanzó oficialmente “Raíces”, la nueva organización con la que esperan continuar su participación política tras la cancelación del Movimiento Semilla.
Aunque fue presentado como un paso lógico para garantizar la continuidad del proyecto político, el nacimiento de Raíces deja entrever fracturas internas, dudas estratégicas y profundas tensiones ideológicas.
La caída de Semilla: entre la legalidad y la persecución
Desde mediados de 2023, Semilla ha sido blanco de una ofensiva jurídica liderada por el Ministerio Público. El partido fue suspendido por supuestas irregularidades en su formación, acusaciones que organismos internacionales como la OEA han calificado como infundadas y desproporcionadas.
La resolución judicial que dejó fuera a Semilla puede ser interpretada como parte de un patrón con “tufo autoritario”, según el exfiscal Juan Francisco Sandoval. Una acción que busca debilitar a cualquier proyecto de cambio político real.
Sin embargo, la cancelación también evidenció debilidades internas: falta de cohesión, tensiones mal resueltas y una estructura que no estaba preparada para soportar el peso del poder ni el asedio institucional.
Raíces: replantar a Semilla
La agrupación Raíces fue presentado como una “refundación” del proyecto original. La nueva organización es encabezada por Samuel Pérez como secretario general, acompañado de figuras cercanas como Andrea Villagrán, Román Castellanos y Andrea Reyes. El acto inaugural reunió a más de mil simpatizantes de todo el país y dio inicio al proceso legal de inscripción del nuevo partido, que deberá recolectar al menos 28 mil firmas válidas.
“Queremos volver a construir este proyecto político y tumbar este régimen de corrupción e impunidad”, afirmó Pérez durante su discurso, en el que también rindió homenaje a presos políticos y evocó la herencia de la Revolución de 1944.
Este mito fundacional de la política guatemalteca del siglo XX volvió a ser invocado por Pérez con la enumeración de lo que identificó como los adversarios: “los vendepatrias, los traidores, los déspotas, los dictadores, las mafias enquistadas en el Estado, los poderosos de siempre, quienes se aferran a un régimen moribundo de pobreza y corrupción”.
En el discurso de Pérez, con ecos populistas, colocó en el otro lado de la balanza al “pueblo de Guatemala que resiste, el pueblo que lucha, el que se manifiesta ante los abusos y no permite las injusticias”.
La apuesta del partido es canalizar ese descontento, pero a su vez hacerle frente con una marca nueva: Raíces, que le permita capitalizar aciertos del actual gobierno, pero deslindarse de sus errores.
Divisiones internas: ¿refundación o ruptura?
El anuncio de Raíces no fue bien recibido por todos. Varios fundadores de Semilla, como los diputados Manfredo Duvalier y Brenda Mejía, criticaron la decisión por considerarla unilateral y antidemocrática. Alegan que no se consultó a las bases ni se logró un consenso para decidir sobre el futuro de la organización.
La tensión interna se agudizó tras una reunión a puerta cerrada el 24 de mayo, en la que no se alcanzaron acuerdos para posponer la asamblea. A pesar de esto, Pérez y su equipo insisten en que mantendrán el diálogo abierto con los sectores inconformes.
El dilema político y la carrera rumbo a 2027
La estrategia de fundar un nuevo partido no está exenta de costos. Hay quienes ven en Raíces una reacción pragmática ante un sistema que busca neutralizar la disidencia, pero también hay quienes la podrían interpretar como una rendición ante ese mismo sistema.
Raíces nace en un entorno de crisis democrática, persecución judicial y desconfianza institucional. Pero también hereda el reto de no repetir los errores que desgastaron a Semilla: la falta de territorialización, las disputas de liderazgo y la incapacidad de sostener una base política cohesionada.
En palabras del exfiscal Sandoval, en su columna de opinión en Prensa Comunitaria: “El verdadero problema es que, en Guatemala, todo proyecto de cambio debe empezar desde cero… precisamente porque ese es el único modo que tiene el sistema para asegurarse de que nunca cambie nada”.
La ¿nueva? hornada de partidos
En este contexto, junto a Raíces, hay 31 agrupaciones políticas que se preparan para las próximas elecciones. Según los registros del Tribunal Supremo Electoral hay 27 partidos vigentes, 10 comités pro formación, además de seis partidos en proceso de liquidación.
La nueva hornada de partidos incluye a figuras políticas como Carlos Pineda, empresario que dirige la agrupación Servir, y que lideraba la intención de voto en varias encuestas durante el proceso electoral de 2023.
O el partido Nuevos Tiempos, dirigido por la expresidenta del Congreso, Shirley Rivera, una de las aliadas claves del gobierno de Alejandro Giammattei. Y en un signo del retorno de viejas figuras políticas, el regreso de la exdiputada de Lider, Delia Bac, al frente del Partido Verde.
Es en estas coordenadas que la agrupación Raíces enfrentará el reto de construir un partido que supere los obstáculos institucionales que se prevén para su inscripción y a la vez logré reeditar la imagen de un grupo rompedor con el sistema de corrupción imperante en la política guatemalteca.