La menstruación es una parte natural de la vida de las mujeres, pero en algunas áreas laborales sigue siendo un tema ignorado. Las trabajadoras enfrentan condiciones que no les permiten atender sus necesidades durante su ciclo menstrual, lo que les obliga a buscar soluciones improvisadas. Este reportaje presenta la historia de una trabajadora de call center y de una recicladora que, aunque provienen de contextos muy diferentes la falta de condiciones adecuadas para atender la menstruación en el entorno laboral.
Lissa de León comparte su experiencia en un call center, donde las estrictas políticas sobre el uso del baño y los descansos no permitían que las trabajadoras pudieran atender sus necesidades durante su periodo. Por otro lado, Lucía, quien trabaja en un vertedero, cuenta cómo es difícil ir al baño o cambiarse mientras trabaja bajo el sol, sin acceso cercano a un baño.
“Solo teníamos 10 minutos al día para ir al baño, no es suficiente con la menstruación”
Lissa de León, comunicadora con experiencia en call centers y ONGs, trabajó varios años en el call center Telus, uno de los más grande de Guatemala.
Pregunta- Quisiera que nos compartas tu experiencia trabajando en un call center, especialmente en esos momentos en los que estabas menstruando. ¿Cómo era manejar esa situación en el trabajo?
Respuesta- Trabajé en Telus hasta diciembre del año pasado. Una de las cosas más difíciles de manejar era el tiempo limitado para ir al baño, especialmente cuando estaba menstruando. Nos daban solo 10 minutos al día para usar el baño, y cuando uno está menstruando, 10 minutos no alcanzan. Todo depende de los métodos que utilices para controlar la menstruación, y en mi caso, usar tampones o toallas significaba tener que cambiarlos cada seis horas como máximo. No puedes quedarte con un tampón o una toalla todo el día, entonces esos 10 minutos eran insuficientes.
P- ¿Y cómo controlaban ese tiempo? ¿Te registraban de alguna manera si te tardabas más?
R- Sí, era un sistema muy controlado. Teníamos un sistema llamado Workforce Management, que monitoreaba todo. cuánto nos tardábamos en el baño, en los descansos, en el almuerzo. Si te pasabas de los 10 minutos permitidos para el baño, te llamaban la atención.
P- Cuéntame un poco de ellos, ¿quiénes son?
R- Era un equipo de personas que se encargaba de controlar nuestros tiempos. Si llegabas tarde a tu estación o si te tomabas más tiempo del permitido en el baño, inmediatamente enviaban una notificación a los supervisores. Ellos controlaban todo, literalmente te decían: “Lissa lleva 15 minutos en el baño, y solo tiene permitido 10 minutos al día”.
P- ¿Cómo te afectaba personalmente esa situación?
R- A mí me pasó varias veces que me penalizaron por tardarme en el baño. Recuerdo un día en particular en que estaba teniendo cólicos muy fuertes. Me terminé pasando cinco minutos de mi tiempo en el baño y eso me costó un llamado de atención. Mi supervisora tuvo que intervenir porque su jefa le reclamó por qué yo estaba usando tanto tiempo en el baño. Me parecía absurdo, pero no podíamos hacer mucho. Es un sistema diseñado para controlar cada movimiento que hacíamos.
P- ¿Te afectaba incluso cuando trabajabas desde casa?
R- Sí, aunque estuviera en casa, el sistema seguía igual. Estuvieras en la oficina o en casa, te supervisaban de la misma manera. Yo estuve en Telus durante casi dos años; el primer año fui agente y luego analista de calidad. Como analista, me di cuenta de lo rígido que era todo. Tenían un control total sobre nuestros tiempos. Si alguien se pasaba de tiempo en el baño, en el almuerzo o no se conectaba a tiempo, inmediatamente los supervisores recibían una notificación y había que justificarlo.
P- ¿Cómo lidiabas con esos momentos en los que necesitabas más tiempo? Especialmente cuando estabas menstruando.
R- Lo que yo hacía era usar mi tiempo de almuerzo para ir al baño o cambiarme. Fue la única manera de sobrellevarlo. También empecé a usar la copa menstrual porque me ayudaba a no tener que estar cambiándome tan seguido.
La copa fue una gran solución para mí. Era mucho más cómoda que las toallas o tampones, que me exigían ir al baño más veces. Pero es triste pensar que tuve que adaptar mis necesidades fisiológicas a un sistema tan rígido.
Lissa de León
Ex trabajadora de Telus
Me penalizaron por tardarme en el baño. Recuerdo un día en particular en que estaba teniendo cólicos muy fuertes.
P- ¿Cómo afectaba esto a tu bienestar general?
R- Era estresante, y a veces llegué a normalizarlo. Sentía que tenía que ser así. Te acostumbras a pensar que no hay nada que puedas hacer. Lo peor es que, en un lugar lleno de mujeres, incluso las que tenían puestos de autoridad no mostraban empatía. Había mujeres en puestos altos que no les importaba el bienestar de las demás. Es una especie de machismo interiorizado, donde ni siquiera entre nosotras nos apoyábamos.
P- ¿Qué crees que debería cambiar?
R- Creo que la raíz de todo esto es la falta de empatía y educación. No solo entre los hombres, sino también entre las mujeres. Hace falta más gente joven, más mujeres en posiciones de poder que realmente entiendan lo que significa ser mujer en el ámbito laboral. Las reglas deberían ser diseñadas pensando en todas las personas, no solo en los hombres. La menstruación es parte de la vida de las mujeres, pero en lugares como este, parece que ni siquiera lo consideran. Las empresas solo piensan en resultados, no en si los empleados están cómodos o felices.
P- ¿Qué piensas que falta para que esto cambie, para que las mujeres en el trabajo reciban el trato justo?
R- Es necesario tener más conciencia sobre lo que significa ser mujer en la sociedad y en el trabajo. Necesitamos que más jóvenes tomen decisiones, porque es frustrante ver cómo los sistemas están hechos por y para los hombres. Hay mujeres racializadas, de comunidades vulnerables, y su realidad es muy diferente. No puedes pensar que todos son como tú. El bienestar de los empleados debería ser una prioridad, y eso incluye entender las necesidades de las mujeres, como la menstruación.
P- Mencionaste antes que tenías una condición de salud que complicaba aún más tu situación durante el periodo. ¿Podrías hablarnos un poco más sobre eso?
R- Sí, tengo Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), lo que significa que mi menstruación es muy irregular y dolorosa. Hay veces que no menstruo por meses, pero cuando lo hago, el dolor es insoportable.” Esta condición me ha hecho vivir situaciones muy difíciles en el trabajo, porque el dolor que siento no es algo que pueda controlar fácilmente, y me limita en muchas ocasiones.
P- ¿Tuviste apoyo médico en ese momento?
R- Lamentablemente, no. Intenté buscar ayuda médica, pero fue un proceso lleno de machismo y misoginia. Recuerdo que cuando intenté ir a una consulta para hablar sobre mis ovarios poliquísticos, me dijeron que no era algo que se pudiera cubrir fácilmente. Es horrible pensar que incluso en el sistema de salud, las necesidades de las mujeres no son tomadas en serio. Sentí que mi problema no era importante para ellos, cuando en realidad me afectaba profundamente en mi día a día.
P- ¿Cómo te afectó emocionalmente?
R- Fue muy frustrante. Incluso cuando fui atendida por mujeres en el sistema de salud, no había empatía. Recuerdo haber pensado: Si hasta las mujeres nos tratamos de esta manera, ¿cómo podemos esperar que los hombres entiendan lo que es ser mujer?, era muy doloroso ver que mi salud no era una prioridad para nadie.
Lissa de León
Ex empleada en un call center y en una ONG
En la ONG, mi ex jefa nos decía que era casi inaceptable que fuéramos al baño durante las horas de trabajo, como si fuera un capricho.
P- Además del call center, mencionaste que también trabajaste en una ONG. ¿Tu experiencia allí fue similar?
R- Sí, de hecho, antes de trabajar en el call center, estuve en una ONG. Y aunque era un ambiente diferente, también enfrenté dificultades. En la ONG, no les gustaba que usáramos el baño durante nuestro turno. Recuerdo que mi ex jefa nos decía que era casi inaceptable que fuéramos al baño durante horas de trabajo, como si fuera un capricho. No había empatía ni comprensión respecto a que todas las mujeres menstruamos.
P- ¿Cómo te impactó esa situación?
R- Fue muy frustrante porque sentía que no se nos valoraba como personas con necesidades fisiológicas. Imagínate si nos dieran las dos semanas que menstruamos libres, estaríamos todas contentas, pero obviamente no es posible. La verdad es que necesitamos empezar a ver la menstruación como algo natural y parte de la vida de las mujeres. Sin embargo, en muchos lugares, lo ven como un inconveniente o algo de lo que no se habla.
P- ¿Qué crees que podría cambiar en esos espacios para que la realidad de las mujeres sea mejor comprendida?
R- Yo creo que necesitamos más educación y empatía en todos los niveles. No se trata solo de que los hombres lo entiendan, sino también de que las mujeres en posiciones de liderazgo sean más conscientes y empáticas con otras mujeres. No todas vivimos la menstruación de la misma manera. Mi experiencia con el Síndrome de Ovario Poliquístico es diferente a la de otras mujeres, y cada una tiene su propia realidad. El problema es que muchas veces se ignora o se minimiza lo que significa ser mujer en estos ambientes laborales y de salud.
“Usamos una bolsa grande y nos cambiamos ahí mismo”
Lucía (nombre ficticio) ha trabajado en el vertedero de Villa Nueva por más de diez años. Durante este tiempo, ha aprendido a adaptarse a las condiciones del lugar, incluyendo cómo manejar su menstruación mientras realiza sus tareas diarias.
Aunque ahora cuentan con baños, estos están lejos de donde ella y sus compañeras trabajan, por lo que han desarrollado sus propias estrategias para cuidarse. Lucía destaca cómo, con el tiempo, han compartido ideas y aprendido a apoyarse entre ellas para enfrentar este aspecto de su día a día.
P- Lucía, gracias por contarnos tu experiencia. Para empezar, ¿cómo manejas tu menstruación mientras trabajas en el vertedero? ¿Cuáles son las principales dificultades?
R- Es complicado porque los baños están lejos. Nos hicieron unos baños gracias a una organización, pero muchas veces no podemos ir hasta allá porque perdemos mucho tiempo. Entonces, lo que hacemos es usar el “jumbo”, que es una bolsa grande que llevamos para recolectar material. Nos lo colocamos como un biombo y nos cambiamos ahí mismo. Nos ayudamos entre nosotras, una amiga me acompaña y me da privacidad. Antes no teníamos baños, y ahora sí, pero igual se hace difícil usarlos por la distancia.
P- Entonces, aunque ahora tienen baños, no siempre puedes usarlos por la distancia. ¿Cómo ha sido esa transición desde que no había baños a tener uno, pero tan lejos?
R- Sí, antes ni siquiera había baños, así que las cosas han mejorado un poco. La organización que nos ayudó pensó en hacernos esos baños y una regadera. Pero aun así, como están lejos de donde trabajamos, muchas veces seguimos cambiándonos cerca del área de trabajo con el “jumbo”. Es mejor que antes, cuando ni eso teníamos.
Lucía
Recicladora en el vertedero de Villa Nueva
Lo que hacemos es usar un jumbo que es una bolsa grande, nos lo colocamos como biombo y nos cambiamos ahí mismo.
P- Con el trabajo físico que hacen y el clima, ¿cómo afecta eso a tu bienestar durante la menstruación?
R- El sol y la humedad hacen todo más incómodo, especialmente cuando tienes cólicos o te sientes débil. Hacemos mucha fuerza todo el día, levantamos peso, y eso empeora los dolores. A veces, algunas mujeres piden permiso para no venir durante esos días. Nos dejan faltar uno o dos días si es necesario, pero como ganamos por día de trabajo, si no venimos, no ganamos.
P- ¿Y cómo es ese proceso de pedir permiso? ¿Te afecta mucho perder esos días de trabajo?
R- Nos dan permiso, pero como ganamos por día, si no venimos, perdemos ese dinero. Pedimos permiso al comité que lleva el control del trabajo, y ellos lo registran. El problema es que si faltas mucho, te atrasas en el trabajo y en la cantidad de material que debes entregar al día. Entonces, tratamos de venir si podemos.
P- ¿Hay alguna estrategia entre ustedes para manejar la menstruación mientras trabajan?
R- Cada una se cuida como puede. Algunas prefieren pedir permiso para no venir, pero las que venimos, nos cambiamos cada hora o dos horas porque la fuerza que hacemos y el movimiento constante lo hacen incómodo. No es lo mismo que estar en casa. Aquí, con tanto movimiento y trabajo pesado, es difícil. Nos ayudamos entre nosotras cuando necesitamos privacidad o apoyo para cambiarnos.
P- Has trabajado en el vertedero por más de 10 años, ¿cómo ha cambiado la situación para las mujeres en todo este tiempo?
R- Cuando empecé a trabajar aquí, tenía 27 años. Ahora tengo 40. Antes era más difícil, no teníamos baños ni lugares donde cambiarnos, y había más mujeres. Ahora hay menos compañeras y al menos tenemos los baños, aunque todavía estén lejos.
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P- ¿Cómo describirías el apoyo entre las mujeres en el vertedero?
R- Nos cuidamos mucho entre nosotras. Si una necesita cambiarse y no puede ir al baño, la otra la acompaña, la cubre y le da privacidad. Aquí no tenemos muchos recursos, pero el apoyo entre compañeras es lo que nos ayuda a seguir adelante.
P- Lucía, muchas gracias por compartir tu experiencia. ¿Algo más que quieras añadir?
R- Trabajar aquí no es fácil, pero nos las arreglamos. El apoyo entre mujeres es lo más importante, porque al final del día, somos las que entendemos lo que pasamos.