No fue el Fuego, los Sueños de Kimberly Castillo
Las mujeres víctimas y sobrevivientes se enfrentan a la falta de empatía e interés del Estado de Guatemala para obtener justicia, la violencia sistemática contra las mujeres no solo se ve en los casos individuales, si no en casos donde mujeres organizadas han tratado de denunciar violencia, corrupción e impunidad y se han tenido que enfrentar a una respuesta de abusos, criminalización y muerte.
Para Carolina Escobar Sartí, directora de La Alianza Guatemala, una asociación que trabaja con niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual y tata de personas “hoy las niñas y mujeres son vistas como objeto de noticia cuando cometen un crimen o cuando son víctimas de uno; desde la justicia y las instituciones del Estado y desde la sociedad general. No son vistas como sujetas de derechos”.
EL 8 de Marzo de 2017, 56 niñas y jóvenes del Hogar Seguro “Virgen de la asunción” ubicado en San José Pínula, municipio de Guatemala, fueron quemadas, luego de que el 7 de marzo intentarán escapar y denunciarán ante varios medios de comunicación los abusos y agresiones a las que las sometieron.
Este Hogar seguro era de los lugares de acogida que tienen como objetivo, según la Secretaria de Bienestar Social, “Brindar protección residencial temporal a los niños, niñas y adolescentes comprendidos de 0 a 18 años”. En el caso de “Virgen de la asunción” debería haber estado especializado en apoyar a jóvenes y niñez Víctimas de violencia física, psicológica y sexual, con discapacidad leve, abandono, niñez en situación de calle, con problemática adictiva, víctimas de trata con fines de explotación sexual comercial, laboral o económica y adopciones irregulares. También era un lugar en donde se refería a muchas niñas que eran localizadas luego de que sus familias colocaran una Alerta Alba Keneth, alerta que se coloca cuando una persona menor de edad desaparece.
En el 2017 el hogar tenía sobrepoblación, ya que su capacidad era para 500 niñas y niños y albergaba a 800. Las denuncias realizadas y documentadas por la Procuraduria de Derehos Humanos y el Ministerio Público demuestran que las agresiones y abusos iban desde el asesinato de una joven de 14 años en 2013, hasta abuso sexual y abusos por parte de monitores, asi como la posibilidad de que también hubieran sido victimas de trata. Esta información fue alertada por algunos medios de comunicación, que antes de la tragedia denunciaban las condiciones que tenía el Hogar.
Debido a todo esto, el 7 de marzo las niñas de las áreas Mi Hogar y San Gabriel, espacios dedicados a los adolescentes hombres, intentaron huir, posterior a eso más 100 agentes de la PNC fueron designados por el ex presidente Jimmy Morales, para que apresaran nuevamente a las niñas y niños y fueron estos quienes mantuvieron la noche del 7 bajo la intemperie a las 56 niñas a las afueras de las instalaciones del Hogar Seguro Virgen de la Asunción.
Una de las niñas comentó esa noche ante las cámaras de diversos medios de comunicación que realizaron un “mini bochinche” porque querían estar libres “mañana es el día de la mujer, y queríamos estar libres y ya no seguir pasando lo que vivimos aquí todos los días, nos levantan a las 3 de la mañana a bañarnos con agua fría y la verdad es que extrañamos a nuestras familias”. Otra de ellas denunció abuso y violencia de parte de los elementos de la PNC “Me puso la pistola en la cabeza, actuaron muy mal conmigo” a “todas nos pegaron” gritaban las demás niñas que estaban en el lugar.
Los Sueños de Kimberly Odalis
Una de esas 56 niñas era Kimberly Odalis Castillo Rodríguez, sobreviviente del incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Nació el 1 de agosto del 2001, desde niña Kimberly tuvo que enfrentarse a ver violencia en su hogar, lo que les obligó a mudarse varias veces “De mi familia mi mamá sufrió mucha violencia de parte de mi papá que le pegaba y la engañaba por eso hubo tres ocasiones que tuvimos que irnos para refugiarnos… por seguridad de que no nos pasara nada, sobre todo a mi mamá”.
Siendo la mayor de cuatro, de dos hermanos y una hermana, durante las ocasiones que salieron, recuerda cómo su madre trabajaba para poder sostener a la familia. Desde pequeña Kimberly aprendió a tener la responsabilidad de cuidar a sus hermanos para que su mamá pudiera trabajar: “Cuando yo quería jugar o hacer alguna otra cosa no podía porque tenía responsabilidades; yo miraba las penas de mi mami, ella trabajaba para poder mandar a pagar la casa, la comida… yo quería ayudarla, pero no podía, entonces lo que hacía era cuidar a mis hermanos”
Mi momento de rebeldía
A los 12 años, su mamá arregló los problemas con el papá de Kimberly y volvieron a casa. Esto significó para la joven un poco más de tranquilidad y fue el momento de asimilar todo lo que había vivido. “Sentí todo lo que tuve que pasar, los malos tratos que la gente nos dio por no estar en nuestra casa, cuidar de mis hermanos, porque yo los crecí, eran como hijos míos… entonces lo que yo quería era salir con amigas, con mis primos, quería despejarme un momento de todo lo que pasé”.
A finales de noviembre del 2016, en una de las salidas que para Kimberly eran momentos para despejarse, se ausentó un día de su casa. Debido a esto su mamá colocó una Alerta Alba Keneth. Al día siguiente cuando regresó, Kimberly es remitida a un Juzgado de la niñez y la adolescencia donde le informaron que la enviarán al Hogar Seguro Virgen de la Asunción en San José Pinula. La madre de Kimberly no quería que se la llevaran, pero les dijeron que ya no se podía hacer nada y que tenía que ir.
No he hecho nada malo para que me lleven
El 2 diciembre del 2016, a las dos de la madrugada, es trasladada en una patrulla de la Policía Nacional Civil e ingresada al Hogar. “Me sentía triste, pensaba en mis hermanos, sobre todo uno de ellos el que me sigue porque todo lo hacíamos juntos, no le encontraba lógica del por qué me llevaban, no me explicaron”. Durante el trayecto hacia el Hogar, una de las policías le hizo el comentario “no sos la primera ni la última niña que llevemos a ese Hogar, solo te tengo que decir que te cuides mucho, no vayas a dejar que nadie se sobrepase encima de vos, porque si te dejas no vas a sobrevivir allá adentro, tenes que ser una mujer valiente y fuerte”.
No sería la última vez que Kimberly escucharía que tenía que cuidarse dentro del Hogar Seguro, al ingresar otro guardia le hizo la misma recomendación. Y las recomendaciones no eran en vano. Desde el momento que ingresó Kimberly fue tratada como un reo de algún centro preventivo y no como una niña bajo resguardo del Estado. “Me pasaron a una mini clínica, me preguntaron si me maltrataban, me desnudaron por completo, empezaron a revisar mi ropa, cada mínima parte por si yo llevaba drogas, me hicieron hacer diez sentadillas, para revisar que no trajera nada escondido; yo no traía nada, lo que tenía era sueño; me quitaron suéter y gorro y me dejaron con blusa y pantalón y ese lugar es muy frío”. La secretaria del Hogar luego de tomarle sus huellas y sus datos, le hizo el comentario “¿sabes defenderte?, esto te va a servir mucho allá dentro si no no vas a sobrevivir”.
Tristeza y esperanza de volver a casa
A Kimberly le habían dicho que tenia audiencia para revisar su caso, el 13 de marzo del 2017, ella estaba en el módulo 5 que era el encargado de resguardar a las niñas por fuga, rebeldía, abrigo y protección. De las recomendaciones que le hacían era de que tenía que portarse bien y hablar con la Psicóloga que le habían asignado; en la primera cita que tuvo lejos de recibir apoyo o escucha de parte de la profesional, ésta lo único que hizo fue advertirle que no iba a poder salir del Hogar en la audiencia programada. Luego de eso el trabajo de la psicóloga fue solo pasar tiempo, según comenta Kimberly nunca tuvo terapia ni apoyo.
La vida dentro del Hogar “Si no te acoplabas morías”
Kimberly recuerda que cuando ingresó pensó que el lugar no parecía tan malo, porque se veía grande, pero al estar dentro se dio cuenta que todo estaba deteriorado, vidrios quebrados, las paredes y techo dejaban entrar el frío y la lluvia, y apenas les brindaban una manta para cubrirse, dormían en el suelo en colchonetas viejas ya que las literas que tenían no eran suficientes.
A pesar de estar en edad escolar, la educación era ineficiente, no recibían clases, o quienes tenían que darlas no las brindaban, y no había un registro del grado en que iban.
Muchas de las niñas no podían ser visitadas por sus familiares porque venían de comunidades y departamentos lejanos, y entre todas las que si lograban tener visita de sus familias compartían ropa y algunos insumos básicos con las que no tenían visitas. La limpieza de cada módulo la realizaban ellas con lo que pudieran ya que no les proporcionaban artículos de limpieza.
Otra de las formas de maltrato era privarlas del sueño, levantándolas a las 3 de la madrugada a bañarse con agua fría. “Nos dividían a las niñas de 12 en adelante, nos sacaban de los módulos para que hiciéramos limpieza, y las más pequeñas, las princesitas como las nombraban en el Hogarcito, tenían otro horario”.
La alimentación también era precaria, les decían que la comida era yodada. “Le aplicaban yodo, decían para que nosotras no tuviéramos ganas sexualmente”. Además, racionaban la comida y el mal sabor hacía que fuera menos soportable.
Kimberly durante ese tiempo trató de acoplarse a tener una mirada ruda para no dejarse de nadie y a integrarse en el grupo, adecuarse a los castigos que imponían a todas cuando alguna cometía alguna falta; las obligaban a limpiar los baños de otros módulos, a bañar a otras niñas que estaban en el módulo de especialidades, tenían que doblar la ropa de los hombres, entre otras tareas. El trato de algunas monitoras como Brenda Chavan, Maribel o la Colocha, como le decían y otra coordinadora era agresivo, algunas les pegaban y gritaban.
“Gracias a Dios a mí no me tocó eso”
Dentro de los otros malos tratos de los que escuchó Kimberly fue el de violencia sexual, aunque ella afirma no haber sido víctima, si supo de que varias niñas hablaban de la violencia y abuso sexual que vivieron a manos de algunos monitores: “algunas decían que habían sido abusadas sexualmente y que habían sido golpeadas”.
Tenía una amiga Rosa Julia
Durante los meses que estuvo en el Hogar y previo al incendio, Kimberly hizo varias amigas, pero recuerda en especial a su amiga, a la que aprendió a querer mucho, ella era Rosa Julia Espino Tobar de 16 años. “Era un amor de gente, tenia una carita de niña, y de sentimientos era una gran persona, ella siempre me aconsejaba; me decía que tenía que portarme bien, para que pudiera irme pronto de ahí, su audiencia era unos días después de la mía, ella siempre trataba de cuidarme”.
Rosa Julia, originaria de la Ciudad Capital, soñaba con ser secretaria, según su madre Rosa María Tobar recordó durante su funeral. “La última vez que platicamos me dijo: Mamita, quiero ser una gran secretaria y ayudarte”.
Pilas que aquí empezó
El 7 de marzo de 2017, las niñas estaban en el comedor y dos de ellas empezaron una supuesta pelea, los del comedor bajaron las persianas y les pusieron llaves a las puertas. Kimberly recuerda que “en eso Cinthia una de las sobrevivientes, nos dice pilas que aquí empezó”. Desde diciembre de 2016 había escuchado el rumor de que las niñas y niños intentarían huir para denunciar los abusos que vivían dentro del Hogar por lo que muchas sabían que iban a intentar salir. “Cuando empezamos a querer salir el guardia nos abrió la puerta”. Desde el momento que empezaron a salir del Hogar notaron que ya había presencia de la PNC y de soldados rodeando el lugar.
“Cada quien salió como pudo, porque varias lograron escapar, pero nosotras ya no pudimos, nos metimos a una montaña, pero no fuimos capaces de llegar, a un niño que iba con nosotras lo agarró la policía y lo empezó a golpear, nos metimos para ayudarlo porque eran muchos los golpes”.
La brutalidad con que las niñas y niños narran cómo los trataron los agentes de la PNC coincide en que a muchas las golpearon, las hirieron y tuvieron que defenderse entre sí, debido a las agresiones. “Nos trataban como delincuentes, nos golpeaban, nos arrodillaron en el piedrín, con la cabeza para abajo”.
“Una de mis amigas, Emily, se paró y se levantó la blusa y mostró como una policía le había rajado el estómago con una navaja, ella pedía que la llevaran al juzgado ‘yo voy a decir quien fue’ y la policía que la había agredido tenía un pasamontaña e intento nuevamente agredirla y como otras la defendieron se metieron policías hombres y la golpearon otra vez”.
En la madrugada del 8 de marzo las ingresaron al patio del Hogar Seguro, en donde Kimberly se encontró nuevamente con Rosa Julia que también estaba lastimada, junto a otras niñas. Durante la espera les ofrecieron alimentos supuestamente alterados.
“Había un cocinero que le dijo a una de las niñas que no comiera la comida porque llevaba sedante; al final por esto nadie se comió la cena… nos quisieron sedar, yo me pongo a pensar ahora que ha salido información de la posible trata de personas, si ellos querían que nosotras muriéramos”.
A las niñas les habían dicho que iba a llegar una jueza para poder ser regresadas con sus familiares, pero nunca llegó. Durante las horas que las tuvieron en el patio del Hogar seguro, no permitían que fueran al baño, no les dieron nada para cubrirse del frío. Las tenían en el suelo boca abajo, y les rociaron gas pimienta. Durante esa madrugada tensa, trataban de calmarse entre todas; Kimberly recuerda como una de ellas dijo: “En este momento de mi vida quisiera estar con mi mamá y lamento mucho por las que vienen en camino”.
Nos quedamos todas pegaditas
Después de varias horas las encerraron en el aula de la escuela, eran 56 niñas y había solamente 12 colchonetas. “Juntamos todos los colchones y nos quedamos pegaditas y abrazadas porque había mucho frío, nos dimos calor, porque no podíamos más que apoyarnos entre todas y dormir”.
En la mañana del 8 de marzo y previo al incendio, les dieron desayuno y pasaron lista, las niñas llevaban muchas horas sin poder ir al baño, y pidieron que les dejaran salir, pero nadie les abrió.
Todo se estaba incendiando y no abrían
Nueve minutos tardaron en abrir la puerta, luego de que iniciara el fuego en el aula donde estaban 56 niñas, entre ellas Kimberly. “Yo estaba en la puerta cuando me doy la vuelta y me percato que ya estaba incendiándose todo, en ningún momento vi cómo sucedió, quién fue, ni cómo el fuego avanzó, lo que yo hice fue agacharme y me puse la blusa en la nariz trataba de no respirar mucho y yo tocaba y seguía tocando y no abrían; lo que hice fue encomendar mi vida a Dios y me desmayé”.
Durante esa mañana, ya madres y familiares de las niñas estaban a las afueras del lugar cuando empezaron a percatarse del humo y de los gritos de las menores; a bomberos y cuerpos de socorro nos los dejaron ingresar inmediatamente. Adentro, después de que se abrieron las puertas, algunas niñas empezaron a salir solas del aula como fue el caso de Kimberly. “Cuando al fin abrieron la puerta yo volví a despertar y salí y ya tenía quemaduras en el cuerpo y la cara, me pusieron una manta y me tiraron agua encima, yo sentía que me echaban más fuego”.
Entre el dolor y la confusión, Kimberly pidió auxilio a una agente de la PNC para que la llevara al baño y en lugar de recibir apoyo, la agente la agredió. “Yo no sentía los dedos porque los tenía entumecidos del dolor por el fuego, y le dije que me llevara al baño y me respondió ‘cagate ahí’. Como pude fui al baño y no podía respirar”.
Tuvo que ver como otras de sus compañeras se quemaban cuando iban saliendo del aula, lo que le provocó shock e impotencia de no poder ayudarlas: “vi como una de ellas venía ardiendo en llamas”, según narra. Las niñas que podían moverse, las colocaban juntas en la garita mientras observaban cómo iban saliendo los cuerpos de sus compañeras y eran apilados y cómo a otras las trasladaban en camillas. “Era un dolor fuerte, yo si las quería ayudar, pero cómo; Estefany una de las sobrevivientes, ella se quemó toda la espalda y parte de la cara y me decía que la ayudara, y yo decía cómo te ayudo si no puedo moverme, tírame agua por favor me decía y yo no podía moverme; ‘no aguanto el dolor’ decía y yo solo miraba que las tiraban una encima de otra y habían unas que todavía sentían, yo me sentía muy mal por dentro”.
Como pudo, Kimberly logró subirse a una ambulancia, con ella iba Rosalinda, otra niña casi de la misma edad. “Cuando la vi le dije qué te pasó, y me dice “no pude salir”, todo su cuerpo estaba quemado, no había ninguna parte que no la tuviera quemada… el bombero me dijo que ella ya estaba agonizando, ella lloraba del dolor y murió antes de llegar al hospital”.
Quiero ver a mi familia
Kimberly fue atendida en el área de pediatría del Hospital General, después de eso su papá la localizó y la familia sintió alivio luego de que en algún momento pensaran que era Kimberly Barahona otra de las víctimas mortales.
En el Hospital estuvo cinco días inconsciente, fueron días de recuperación y tristeza, estuvo junto a algunas de las sobrevivientes, tuvo que someterse a varias intervenciones dolorosas. Otro de los temores que sentía era de ser regresada a un Hogar Estatal, y pidió que la regresaran con su familia. Pero esto tuvo que ser consultado con el Ministerio Público que luego de los hechos tenían bajo investigación a las niñas, criminalizándolas porque se aseguraba que fueron ellas las que habían iniciado el fuego.
A Kimberly le pidieron que reconociera a una de sus compañeras: Keyla. “Cuando yo ingresé a la morgue me puse a llorar, no aguante, me puse mal, cuando la vi, pensé a este extremó tuvimos que haber llegado, no les costaba nada abrir esa puerta”.
Muchas perdieron la vida solo para que nos escucharan
Para Kimberly lo sucedido fue por la desesperación de ser escuchadas y por pedir ayuda, encontrando muchas la muerte en esa búsqueda de justicia y apoyo. Ella pudo regresar con su familia y en el proceso antes de volver, le dieron el listado de las niñas que murieron, ahí estaba el nombre de Rosa Julia, su amiga. “Me puse a llorar y les dije que eso había sido una total injusticia que no me lograba creer hasta donde habían llegado”.
Kimberly llora mientras relata el horror sufrido y trata de mantener la calma. “Es un trauma muy grande, y siempre lo voy llevar en mi corazón, pero tenemos que aprender a salir adelante, no podemos quedarnos estancadas en ese momento en el que quizás sí lograste salir o tal vez no, pero viste a tus compañeras quemándose, muriéndose, pero tienes que salir adelante a que nada te estanque… yo digo que digan lo que quieran, yo sé por qué razón entré y no fue por ser delincuente”.
Los sueños rotos y las secuelas de esta masacre en tiempos de paz son parte de las heridas que se suman a los cuerpos de las mujeres y niñas en Guatemala, para Kimberly algunos sueños ya no pudo cumplirlos “muchas niñas tenían sueños y ya no van a poder cumplirlos, y como sobrevivientes igual queda uno con el miedo de ser criticada, de que no te vayan a dar trabajo por tus quemaduras; pero tenemos que aprender a seguir adelante si una no lucha no va a salir ”.
Kimberly quería ser ingeniera, y ayudar a su madre y sus hermanos; luego de entrar al Hogar Seguro, soñó con ser Psicóloga para poder ayudar a otras personas, dar la ayuda que ella no recibió por parte de las profesionales que la atendieron. “Yo voy a ser una gran psicóloga”, dice. Estudió hasta el bachillerato con el dinero que le dan como apoyo por lo sucedido en el Hogar Seguro, un salario mínimo al mes, con eso pagó sus estudios. Luego tuvo que suspender su sueño de ser psicóloga, porque se convirtió en madre y por la falta de recursos económicos no pudo seguir estudiando. Actualmente Kimberly tiene su propio emprendimiento de belleza y se dedica a ello y a cuidar a su hija y a construir su hogar junto a su compañero de vida.
La lucha por la Justicia
Durante este tiempo las sobrevivientes, y las madres de las víctimas se han enfrentado a la criminalización y amenazas. En este proceso muchas organizaciones de mujeres y colectivos se han acercado a ayudar a las familias. Tal es el caso del Colectivo 8 Tijax que comentan que también se han enfrentado a muchas dificultades en su acompañamiento pero que continúan esperando justicia.
“Hasta el momento nos damos cuenta que la Policía no fue quien abrió la puerta si no que fueron los bomberos, nos damos cuenta que nos quisieron haber matado y dejaron que nos quemáramos vivas, nos dimos cuenta que hay muchas cosas ilegales ahí adentro que no querían que salieran a la luz, estábamos jugando con un Estado con mucho poder, pero sin embargo no nos íbamos a quedar calladas”.
El 10 de enero de 2024, después de 7 años, inició el juicio en donde se juzga a 8 ex funcionarios públicos Carlos Rodas, exsecretario de Bienestar Social; Anahy Keller, exsubsecretaria de Protección; Santos Torres Ramírez, exdirector del Hogar Seguro; Harold Flores, jefe de la Procuraduría de Menores de la Procuraduría General de la Nación; Luis Armando Pérez Borja, exjefe de operaciones de la Policía Nacional Civil; Gloria Castro, exdefensora de la niñez de la Procuraduría de Derechos Humanos; Brenda Chamán, exjefa del departamento de protección especial contra el maltrato de la Secretaría de Bienestar Social y Lucinda Marroquín, exsubinspectora de la Policía Nacional Civil. que están siendo procesados por maltrato a menores de edad, homicidio culposo e incumplimiento de deberes y por omisiones del maltrato que recibian las niñas dentro de Hogar.
Durante el proceso se ha beneficiado con medidas sustitutivas a la ex subinspectora de la Policía Nacional Civil (PNC) Lucinda Marroquín.
Marroquín había sido acusada de homicidio culposo, lesiones culposas y maltrato, por no abrir la puerta donde las niñas estaban encerradas cuando ocurrió el incendio. Así como Marroquín los 7 ex funcionarios involucrados ya han recibido libertad, mientras que las denuncias previas de abuso en el hogar no siguen siendo parte del caso.
Hasta la fecha, han declarado testigos, sobrevivientes, extrabajadores de la Secretaría de Bienestar Social (SBS), madres de víctimas y personal policial presente en los hechos. También se incluyen peritajes clave y evidencias documentales como grabaciones de circuito cerrado del Hogar Seguro. Aún faltan testigos por presentar su declaración, incluyendo a Nery Ramos, exdirector de la Policía Nacional Civil, quien está citado para testificar sobre las acciones policiales antes y durante la tragedia.
El juicio aún está en la fase de recopilación de pruebas testimoniales y periciales. Aún faltan testimonios de otros testigos, antes de avanzar hacia las conclusiones y alegatos finales. Dentro de los testimonios de las sobrevivientes se detalla el abuso físico y emocional que vivieron las niñas antes del incendio. Dentro de las pruebas periciales los informes presentados por expertos de INACIF han revelado las causas de muerte de las víctimas, principalmente quemaduras graves y asfixia. También se han presentado pruebas de la negligencia en la administración del hogar y la omisión de medidas de seguridad.
La cadena de Mando sigue siendo responsable
Como en los casos del Conflicto Armado interno, en el caso del Hogar Seguro las ordenes no fueron actos aislados cometidos individualmente , si no que mantienen una responsabilidad de Estado.
La implicación del ex presidente Jimmy Morales ha estado en discusión desde la tragedia ocurrida en 2017, Morales ha sido señalado principalmente por su papel en la gestión del sistema de bienestar social y la respuesta institucional ante la crisis. Aunque no ha sido directamente imputado en el caso, varios actores políticos y organismos han solicitado su juicio. En 2018, el Ministerio Público pidió un antejuicio contra él por los presuntos delitos de ejecución extrajudicial, tortura, incumplimiento de deberes y abuso de autoridad, la denuncia argumentaba que fue informado de la situación crítica en el Hogar Seguro la noche antes del incendio, pero no tomó medidas adecuadas para evitar la tragedia.
Durante el Juicio el nombre del ex presidente ha sido relevante según algunos testigos, el exmandatario habría tenido conocimiento de los hechos ocurridos en el lugar. Entre esos testimonios está el del ex subcomisario, Luis Pérez Borja, quien afirmó que recibió una llamada en la cual habría hablado con el presidente Jimmy Morales, quien había dado órdenes para mantener bajo control a las menores. El exsecretario de la Secretaría de Bienestar Social (SBS), Carlos Rodas, trató de exculpar a Morales al declarar que no había informado al presidente sobre lo que sucedía en el centro. Sin embargo, más tarde, otros testimonios revelaron que un asesor presidencial, Carlos Beltetón, había estado en contacto con las autoridades del Hogar Seguro. Según los relatos, Beltetón habría confirmado que Morales estaba al tanto de la situación y había dado la instrucción de enviar más policías al lugar. Además, un testigo (E) como se nombra para mantener dentro del proceso el resguardo de su identidad, mencionó que la orden de trasladar a las adolescentes a un aula fue dada directamente por el presidente Morales.
Respuestas Insuficientes
Guatemala cuenta con leyes para combatir la violencia contra las mujeres, como la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer (2008). Sin embargo, la aplicación de estas leyes ha sido deficiente.
El Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) ha señalado que la falta de coordinación entre las instituciones del Estado, la corrupción y la ineficiencia en la implementación de políticas públicas han contribuido a que Guatemala siga siendo uno de los países más peligrosos para las mujeres en América Latina. El continuum de violencia contra las mujeres en Guatemala, desde el conflicto armado hasta la actualidad, refleja una crisis estructural y profundamente enraizada en la desigualdad, la impunidad, la cultura patriarcal lo que lleva a no contar con acceso a la justicia.
Durante el Conflicto Armado Interno las masacres, las desapariciones forzadas, y las muertes violentas marcaron a muchas comunidades, el 99% de las agresiones y violaciones a las comunidades fue realizada por el Estado de Guatemala. Durante esa época la criminalización de la población era permanente.
Los juicios como el caso por Genocidio que se llevó a cabo en el 2013 y otros procesos legales en donde se ha buscado justicia por los crímenes cometidos por el Estado empezaron a ser un rompimiento en la cultura del silencio. Las mujeres se atrevieron a nombrar y denunciar la violencia sexual y los vejámenes a las que habían sido sometidas, y hasta el día de hoy siguen esperando justicia en la mayoría de los casos. Sin embargo, la impunidad y la corrupción son parte de la violencia que las víctimas del conflicto Armado interno siguen enfrentando, ya que el sistema de justicia sigue teniendo retrocesos al no garantizar los procesos.
La historia se repite y hoy vemos a otras familias con las imágenes de sus hijas, madres, hermanas que en la actualidad han desaparecido, o esperando justicia por su muerte. La persecución tampoco ha cesado debido a la impunidad y la corrupción y hoy las mujeres que han logrado encontrar una forma de denunciar o bien trabajar por cambiar la estructura política de este país como juezas, fiscales, estudiantes, periodistas y defensoras de derechos humanos, entre otras, siguen siendo perseguidas y criminalizadas.
Esta guerra es continua sobre los cuerpos y vidas de las mujeres y son sus historias las que llaman a seguir rompiendo con el arma de la violencia, a romper con el silencio y a seguir buscando Justicia.