Estoy en una posición en la que muchos quisieran estar. Cuando el presidente necesita un consejo, acude a mí, Poll Anria. Cuando quiere desahogarse porque está siendo atacado por la prensa amarillista, me llama a mí. Cuando quiere crear una estrategia para atacar a alguien, me habla a mí. Para llegar a esta posición debí demostrarle que estaba dispuesto a evadir leyes y atacar a sus enemigos con tal lograr el objetivo en común: ganar las elecciones.
Antes de ser amigo de un presidente asesoré a grandes y serias organizaciones políticas como el Partido Patriota, Líder, Movimiento Reformador y la Unidad Nacional de la Esperanza. Hice trabajos para posicionarme en Guatemala, pero no logré algo importante hasta que llegó el doctor Giammattei. Mi vida cambió cuando lo conocí. Pasé de tener lo necesario a tener dinero, pilotos, seguridad, apartamento y otros privilegios.
En 2018 me encontraba haciendo una gran asesoría –es mentira, me gusta exagerar-, cuando recibí la llamada de gente del partido Vamos. Me contrataron para mejorarles las redes sociales y luego me ofrecieron el puesto de jefe de campaña porque vieron mi potencial para evadir los controles electorales. Para crear una estrategia y burlar al Tribunal Supremo Electoral incluí a mi amigo, Kif Nava. Dos cabezas crean mejores planes perversos que una.
Ese año estuve en Guatemala 17 veces. La gente creerá que es divertido, pero es cansado estar viajando de un país a otro con todos los gastos pagados. Ese año conocí a Alejandro Giammattei, un hombre con un carácter un poco fuerte. “Llevo toda la vida preparándome para ser presidente, puede que tenga el chasis averiado, pero el motor está potente”, me dijo el doctor cuando nos presentaron.
Cuando empezó la campaña electoral en 2019 los viajes aumentaron. Ese año estuve 29 veces en Guatemala y todo lo cubrió el partido Vamos. Fue un grupo de empresarios los que pagaron nuestros honorarios y los gastos de mi equipo de trabajo. Obviamente eso no lo reportaron al ente electoral porque se darían cuenta que se sobrepasó el techo de campaña.
Recuerdo que en enero se publicó una nota que decía que algunos de los asesores de la campaña de Giammattei cobraron hasta US$300 por la hora de trabajo. Cuando leímos esa noticia con Kif y los otros integrantes del equipo de trabajo nos dio mucha risa porque cobramos más. Yo y mis amigos no somos baratos.
«El error que cometimos con Kif fue haber revelado nuestra estrategia en un evento público. Unos pseudoperiodistas publicaron los videos en los que reconocemos que el partido Vamos evadió los controles electorales».
En la campaña evadimos la ley electoral. Creamos noticieros falsos en redes sociales para promocionar la imagen de Giammattei. Creamos cápsulas en redes sociales para atacar a nuestra contrincante en la segunda vuelta –Sandra Torres-. Creamos un movimiento para impulsar el voto, cuyo objetivo era posicionar a Giammattei y, por último, el día de las elecciones le mandamos un mensaje a cuatro millones de usuarios de Facebook para que votaran por el partido Vamos. Todo esto era prohibido, pero burlamos al sistema.
El error que cometimos con Kif fue haber revelado nuestra estrategia en un evento público. Unos pseudoperiodistas publicaron los videos en los que reconocemos que el partido Vamos evadió los controles electorales. Esto generó un poco de preocupación al presidente y a lo interno del partido Vamos, pero la investigación que empezó el Ministerio Público no avanzará porque tenemos el consuelo de que las amistades nos ayudarán.
Al ganar la presidencia, el doctor Giammattei estaba muy feliz –había perdido en tres campañas- y le ofrecía trabajo a medio mundo. A mí me propuso ser su asesor personal y sin pensarlo acepté porque eso representaría mucho dinero y poder para mi persona.
El día que Giammattei asumió como presidente estuve en la fiesta que se celebró en el Patio de la Paz del Palacio Nacional de la Cultura. A esa celebración me acompañó mi novia, Alba. Ella se miraba hermosa con ese su traje negro. Publiqué una fotografía en redes sociales y más adelante la usaron para molestarme. La gente decía que parecía su papá porque Alba tiene 26 años y yo más de 45 años.
En fin. Ser asesor del presidente te da muchos privilegios. Se me asignó carros de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia (SAAS) para que con Alba nos recogieran y dejaran en nuestro apartamento en zona 14. Asistí a muchas reuniones del gabinete de Gobierno y antes de que empezaran a atacarme, acompañaba al doctor en sus actividades públicas.
Puedo ser muy inteligente para evadir leyes electorales, pero a veces cometo errores de principiante que les sirve a los periodistas para atacarme. Por ejemplo, el presidente visitó el domo de la zona 13 y yo iba en la comitiva. Empecé a transmitir para explicar que se estaba armando cajas con alimentos para los afectados por la pandemia. Con ese video la gente se dio cuenta de los beneficios que tengo por ser amigo del doctor. A raíz de eso muchos diputados empezaron a pedir información que por suerte se bloqueó.
La gente no cree que el presidente Giammattei es bueno y ayuda a las personas. El doctor es tan bueno conmigo y con Alba que le ordenó a su secretario privado, Giorgio Bruni que la contratara para llevarle su agenda. Alba gana más de US$2 mil (Q16 mil) que le sirven a ella para ayudar a su familia originaria de Amatitlán.
Creo saber porque nos llevamos bien con el doctor. No nos gusta que nos critiquen y no nos agradan los periodistas. Creo que le agradé más al doctor cuando le conté que soy amigo de Manuel Baldizón –condenado en Estados unidos por narcotráfico- y que fundamos diversos medios de comunicación para atacar a periodistas, políticos, fiscales y sociedad civil.
Quien ocupa el puesto en la secretaría de comunicación de la presidencia está de adorno. El que maneja y manda en la comunicación del presidente soy yo. Yo le ordeno a los encargados de comunicación de los ministerios, secretarías y otras dependencias del Ejecutivo que deben publicar, a quienes deben atacar y bloquear en redes sociales.
Es una tarea complicada ser el asesor del presidente de Guatemala y tener negocios y a mi familia en Panamá. En los últimos tres años me la he pasado viajando entre ambos países. He venido tantas veces a Guatemala que ya sé cuáles baños no sirven en el aeropuerto y cómo esconder comida sin que me la quiten. Pero lo que más me gusta de venir a Guatemala es cuando me toca regresar a Panamá. Siempre me paso echando un trago de ron que me regalan las edecanes de Ron Zacapa -nunca compro la botella- que están en los pasillos del aeropuerto.
Cuando el Ministerio Público anunció la investigación en contra del partido Vamos me tuve que ir a Panamá y desde ese lugar apoyaba a mi presidente. Sin embargo, por la crisis que está viviendo el doctor tuve que regresar a Guatemala. Él me pidió que regresara a apoyarlo y aconsejarlo por los problemas que tiene con el vicepresidente Willy Castillo.
Tuve que regresar a Guatemala y la gran ventaja es que regreso a tener los privilegios que no tengo en Panamá. Ando en carros del Estado, tengo seguridad y un apartamento en una zona exclusiva. No sé cuánto durará esta etapa, pero por ahora somos el presidente y yo.