Un hecho pasó desapercibido en las elecciones del pasado 25 de junio: el rotundo éxito que tuvo Vamos en la elección de alcaldes. El partido de Alejandro Giammattei ganó el 40 por ciento de las alcaldías. En las últimas dos décadas ninguna agrupación había acumulado semejante poder local. Mientras, Bernardo Arévalo será presidente de un país con un solo alcalde de su propio partido.
El 25 de junio pasado se celebraron tres elecciones simultáneas. Y en las tres el electorado tuvo un comportamiento tan diferente que pareciera que cada una de ellas se celebró en un país o un momento histórico distinto.
La primera vuelta presidencial se caracterizó por el auge inédito del voto de protesta, en forma de nulos o blancos. También por la emergencia de un candidato crítico: Bernardo Arévalo, del partido Movimiento Semilla.
En elección de diputados al Congreso, ocurrió algo similar, aunque de manera menos acentuada. Los nulos y los blancos siguieron siendo altos, si bien se redujeron. Y, aunque los partidos tradicionales como Vamos y la UNE fueron los más votados, el voto crítico existió y se canalizó hacia Semilla. Este obtuvo la tercera mayor bancada en el hemiciclo.
Lo que sucedió en las elecciones de las 340 municipalidades podría resumirse así: no hubo ni voto de rechazo ni apenas crítico. Esta vez, el electorado sí escogió partido y apostó, en su mayoría, por la continuidad.
Los votos nulos y los blancos, que en la primera vuelta presidencial ascendieron al 24 por ciento (1.3 millones de personas), se redujeron al siete por ciento en las elecciones municipales (390 mil personas).
Semilla, que triunfó en la elección presidencial y logró 23 diputados en el Congreso, no alcanzó ni el tres por ciento de los votos. Solo logró ganar una alcaldía: la de Palestina de los Altos, un municipio de 20 mil habitantes en Quetzaltenango.
En el área metropolitana de la capital, el feudo de Semilla en las presidenciales y legislativas, quien se impuso en la elección municipal fue la coalición Valor-Unionista. Su plantilla municipal, encabezada por Ricardo Quiñonez, alcanzó casi el 40 por ciento de los sufragios.
En el resto de departamentos, el triunfador claro fue el partido oficial: Vamos.
¿Quién ganó la elección de corporaciones locales?
Casi desde cualquier punto de vista, Vamos, el partido del presidente Giammattei, fue el más votado. Fue el partido que ganó más alcaldías y el que gobernará municipios en los que vive un porcentaje mayor de la población
Su estrategia para atraer alcaldes exitosos y favorecerlos con el uso selectivo de fondos públicos resultó un éxito. El gobierno central agilizó obras, multiplicó el presupuesto de los Consejos Departamentales de Desarrollo y aumentó los subsidios del Programa del Adulto Mayor. Esto con el fin de favorecer a los alcaldes de su partido.
Esta táctica habría contribuido a lo que sucedió el día de la elección. El partido del presidente Alejandro Giammattei ganó 131 de las 340 alcaldías. Eso supone el mejor desempeño en unas municipales desde que en el año 2000, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG) ganó 153 alcaldías.
Los siguientes tres gráficos muestran cómo Vamos, con el 20 por ciento de los votos, logró ganar 131 de 340 alcaldías. Esta cifra supone el 40 por ciento del total. Además, controlará los municipios en los que reside alrededor del 30 por ciento de la población.
El éxito de Vamos, de hecho, estuvo cerca de ser mayor. El partido quedó segundo en otros 103 municipios adicionales. Y en casi la mitad de ellos, la diferencia con el partido que quedó primero fue inferior al cinco por ciento de los votos. Es decir, Vamos pudo lograr otra veintena de alcaldías que le hubieran permitido aumentar aún más su presencia a nivel local.
Si el ganador de la elección es indiscutible, lo que resulta más debatible es qué partido quedó en segundo lugar.
La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) fue la agrupación más votada después de Vamos, con el 12,4 por ciento de los sufragios. Sin embargo, estos votos le llevaron a ganar solo 40 alcaldías.
Cabal, en cambio, fue el cuarto partido más votado, pero el segundo que más alcaldías conquistó: 50.
La coalición Valor-Unionista, por su parte, obtuvo menos votos o municipios que la UNE o Cabal. Pero es el segundo partido en cuanto a la cantidad de población que gobernarán sus alcaldes.
En otras palabras, después de Vamos, la UNE fue el partido con más presencia a nivel nacional. Pero fue Cabal el que más éxito tuvo en municipios pequeños y medianos. Y fue Valor-Unionista la agrupación dominante en las ciudades más grandes.
¿Quién ganó y quién perdió más?
Vamos y Cabal fueron los dos partidos que más ganaron en estas elecciones municipales.
El actual partido oficial partía de las 29 alcaldías que ganó en 2019 y, ahora, multiplicó casi por cinco esa cifra hasta alcanzar las 130.
Se trata de un desempeño excepcional, mejor que el que tuvieron agrupaciones como el Partido Patriota (PP) en 2011 o la UNE en 2007.
Alejandro Giammattei es uno de los presidentes menos populares de los últimos años. Pero esto no parece haber afectado a los alcaldes de Vamos, que han tenido el mejor resultado de un partido en casi un cuarto de siglo.
La irrupción de Cabal, el partido que creó el candidato presidencial Edmond Mulet, también ha sido igualmente exitosa. Partió de cero y logró 50 alcaldías, más que ningún otro partido, salvo Vamos.
Entre los municipios que gobernará Cabal se encuentran tres de los 25 municipios más poblados del país: las cabeceras departamentales de Jutiapa y Totonicapán, así como Momostenango, también en Totonicapán.
Entre quiénes más perdieron destaca la UNE. El partido de la candidata presidencial Sandra Torres tuvo el peor desempeño en unas elecciones municipales desde su primera participación en unas elecciones en 2003.
La UNE comenzó su época de decadencia. Perdió casi dos de cada tres de las municipalidades que ganó en 2019 y se quedó con 40. Sigue siendo una cifra elevada, pero muy lejana de las 116 alcaldías que conquistaron en 2011 en alianza con la GANA.
Para el Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), los resultados fueron aún más desastrosos. El partido que llevó a la presidencia a Jimmy Morales, perdió las 18 alcaldías que logró en 2019 y desapareció del mapa de poder municipal. De esta manera, FCN-Nación igualó los malos resultados que tuvo en la elección al Congreso, donde tampoco obtuvo representación.
FCN-Nación será recordado como uno de los partidos oficiales de vida más efímera.
Vamos también obtuvo más alcaldías en los municipios grandes
Vamos, de nuevo, fue el partido que más alcaldías logró de municipios grandes. Siete de los 25 municipios más poblados del país tendrán alcaldes de Vamos durante los próximos cuatro años.
El partido de Giammattei ganó en algunos municipios del área metropolitana de la capital. Por ejemplo, en San Juan Sacatepéquez –la cuarta población con más habitantes del país– y Chinautla.
Pero su fortaleza principal estuvo fuera de la capital. Ganó en cabeceras como Huehuetenango y Chiquimula, o en localidades importantes, como Santa Lucía Cotzumalguapa, en Escuintla, o Chichicastenango, en Quiché.
Vamos, sin embargo, no tendrá una hegemonía tan clara en los municipios más poblados como la que tendrá en el país en su conjunto.
Esto es así por el éxito que tuvo Valor-Unionista, que ganó seis de los 25 municipios más grandes, solo uno menos que Vamos.
Entre las alcaldías que conquistó esta coalición liderada por Zury Ríos están Ciudad de Guatemala y Villa Nueva, en Guatemala. En ambas, Valor-Unionista obtuvo la victoria con un margen mínimo de votos. En la capital del país ganó por 522 votos, según el último conteo disponible. Y en Villa Nueva –la tercera ciudad más poblada– por poco más de 1,300 votos.
Valor-Unionista también ganó gran parte de las municipalidades al sur del área metropolitana de la capital. Obtuvo la alcaldía de Villa Canales, Petapa y Amatitlán, un éxito inédito para este partido.
Allan Rodríguez o Sofía Hernández: las estructuras políticas que ayudaron a VAMOS
El partido del presidente Giammattei logró el 20 por ciento de los votos a nivel nacional y sus resultados fueron aceptables en casi todo el país.
Solo tuvo un desempeño pobre en el departamento de Guatemala, donde no alcanzó el 10 por ciento de los votos. Y en Totonicapán, donde no logró ganar ni una sola municipalidad.
Sin embargo, sus resultados fueron extraordinarios en departamentos como El Progreso, Sololá, Huehuetenango, Quiché, Izabal y Chiquimula.
En estos seis departamentos, Vamos captó al menos uno de cada tres votos y ganó las alcaldías de al menos el 40 por ciento de los municipios de los departamentos.
Este éxito es un reflejo de los resultados también sobresalientes que tuvo Vamos en la elección al Congreso en estos distritos.
Esto pone de relieve la importancia que siguen teniendo los poderes locales para decidir el voto, sobre todo de diputados y alcaldes, en sus áreas de influencia.
El éxito de Vamos en la elección municipal no podría entenderse sin la influencia de estas estructuras políticas.
En el departamento de El Progreso, por ejemplo, Vamos contó con la organización de César Augusto Rodas Álvarez, alcalde de Sanarate durante las últimas décadas.
Rodas tuvo un éxito aplastante. Logró colocar como uno de los dos diputados del distrito a su hijo, César Augusto Rodas Cardona. Y gracias a su apoyo, Vamos ganó siete de los ocho municipios del departamento y obtuvo cuatro de cada diez votos.
En Huehuetenango, Vamos contó con las estructuras de la familia Martínez y de la diputada Sofía Hernández, quien figura en la llamada Lista Engel, el programa de sanciones estadounidense que señala a actores corruptos o antidemocráticos. Sofía Hernández también ha sido vinculada al cártel de los Huistas, una organización de tráfico de drogas que ha trabajado con los carteles mexicanos.
Gracias a ellos, Vamos obtuvo en Huehuetenango el 30 por ciento de los votos y 14 de las 33 municipalidades.
En Sololá, Vamos contó con el expresidente del Congreso, Allan Rodríguez, quien, además de colocar a su hermano Luis Alberto como diputado, logró que Vamos ganara 13 de las 19 alcaldías del departamento.
Allan Rodríguez también está en la Lista Engel, al igual que Boris España, quien aportó sus estructuras a Vamos en Chiquimula. Allí, el partido de Giammattei también tuvo muy buenos resultados, como muestra el siguiente gráfico.
Las estructuras que ayudaron a la UNE y Cabal
Las maquinarias locales de los otros partidos, especialmente las de la UNE y Cabal, también funcionaron, aunque de manera menos eficaz.
La agrupación de Sandra Torres fue fuerte en el norte y el sur del país.
En Petén, lograron el 24 por ciento de los votos y 3 de las 14 alcaldías. Allí, la UNE contó con las estructuras de Benjamín Ipiña, exalcalde de La Libertad y diputado en la próxima legislatura. También con la estructura del actual diputado reelecto César Fión.
Este último pertenece a una conocida familia originaria de Petén que posee constructoras de obra pública. Dos de sus miembros, Rafael Angel Diaz Fión y Rafael Ángel Díaz Samos fueron condenados en el caso Corrupción y Construcción por pagar sobornos a cambio de contratos al exministro Alejandro Sinibaldi.
En Alta Verapaz, la UNE mantuvo la fortaleza de uno de sus feudos tradicionales. Recibieron casi el 20 por ciento de los votos y ganaron 5 de las 17 alcaldías. A esto contribuyeron las estructuras de los exalcaldes y ahora diputados Víctor Hugo Cifuentes, de Carchá, y Óscar Corleto, de Raxruhá.
En Escuintla, la UNE contó con el diputado Vitelio Lam, quien también resultó reelecto.
Para Cabal, los mejores resultados se dieron en Totonicapán. Allí, el partido de Mulet ganó cuatro de las ocho municipalidades y logró casi el 20 por ciento de los votos. Para lograr estos resultados, contaron con el apoyo de Eduardo de León Benitez, un veterano constructor de obra pública en el departamento que ahora dio el salto al Congreso y logró ser electo por primera ocasión.
Cabal también tuvo un buen resultado –ganaron cinco de las 17 municipalidades– en Jutiapa. Allí, de nuevo, recurrieron a un contratista de obras públicas llamado Carlo Escobar Castillo que resultó electo diputado.
Los comités cívicos pierden presencia
Los comités cívicos pasaron de controlar 31 municipalidades a solo 20 en estos comicios. Pero demostraron que siguen siendo un fenómeno relevante para la política local, especialmente en ciertos departamentos.
En total, en las elecciones participaron 79 comités cívicos diferentes.
Su distribución fue desigual. La mitad de las candidaturas se concentraron en cuatro departamentos: Baja Verapaz, Quetzaltenango, Chimaltenango y Sacatepéquez. En cambio, en departamentos como Huehuetenango, Suchitepéquez o Retalhuleu no se formó ni uno solo.
Sus resultados, en general, fueron buenos. Casi uno de cada cuatro comités cívicos que participó logró elegir alcalde, lo que pone de relieve que para muchos electores resulta atractivo no votar por partidos tradicionales.
Entre los municipios que tendrán corporaciones municipales dirigidas por comités cívicos hay cuatro cabeceras departamentales: Antigua, Zacapa, Chimaltenango y Sololá.
Varios de los alcaldes más populares están vinculados al crimen organizado.
Para este reportaje se analizaron también otros dos fenómenos. Los alcaldes que ganaron con mayor porcentaje de votos y los que ganaron sacando mayor ventaja a sus contrincantes.
Entre los alcaldes más exitosos, los que ganaron con mayor porcentaje de votos y además sacan una mayor ventaja a sus rivales, llama la atención que tienen en común dos factores. Uno es que gobiernan en áreas fronterizas y el otro que tienen vínculos con el crimen organizado.
Algunos de ellos, como el alcalde de Moyuta, en Jutiapa, la alcaldesa de Zacapa, o el de Poptún, en Petén, ganaron con muchos votos y considerable ventaja. Esto los convierte en alcaldes muy populares, se mida como se mida. No solo fueron muy votados, también se impusieron claramente sobre cualquier otro rival.
El jefe de edil de Moyuta, Roberto Marroquín, por ejemplo, ha sido señalado de asesinar a sus rivales. Además, uno de sus hermanos fue capturado frente a la costa de El Salvador cuando transportaba en un barco 840 kilos de cocaína.
En estos comicios, Marroquín logró su reelección por el partido Vamos con el 52 por ciento de los votos y una ventaja del 38 por ciento frente a su rival más inmediato. Se trata de un desempeño del que muy pocos alcaldes del país pueden presumir.
Similar es el caso de la próxima alcaldesa de Zacapa, Karen Ovalle. En este municipio, una corporación municipal vinculada al ex alcalde Arnoldo Vargas, el primer extraditado por narcotráfico, será sustituida por otra también relacionada con el trasiego de droga.
Ovalle es esposa de Sergio Fernando Cifuentes Sagastume, un exconcejal de Zacapa que está pendiente de extradición a Estados Unidos por tráfico de drogas.
Ovalle participó en estos comicios representando al comité cívico Por Amor a Zacapa, que obtuvo el 49 por ciento de los votos y una ventaja del 29 por ciento respecto al segundo.
La alcaldesa electa de Zacapa, Karen Ovalle, es esposa de Sergio Cifuentes, quien está pendiente de extradición a EEUU por tráfico de drogas.
Otros alcaldes no ganaron con tanta diferencia, pero igualmente recibieron un apoyo masivo.
Es el caso Isel Súñiga, de Ayutla, San Marcos, que destaca entre los jefes ediles más votados. Su comité cívico obtuvo el 48 por ciento de los sufragios en su municipio.
Súñiga es otra política que gobernará un área fronteriza y que también tiene relación con el narcotráfico. Su padre, Erick Súñiga, fue alcalde de Ayutla, pastor evangélico y un destacado comerciante de cocaína que se entregó a la justicia estadounidense en 2020. Murió esperando ser juzgado.
Julián Tesucún, ex diputado de la UNE y LIDER, fue otro de los alcaldes más votados. Tras años en el Congreso, Tesucún ahora regresará al puesto en el que inició su carrera: la alcaldía de San José, Petén. Tesucún ha sido uno de los caciques más exitosos del país y estos comicios lo volvió a demostrar: ganó la alcaldía con facilidad. Su partido, la UNE, recibió casi la mitad de los votos.
Según describe una investigación de Plaza Pública, Tesucún se presentaba como “amigo” de miembros de la familia Mendoza. Esta organización es uno de los clanes históricos del narcotráfico en el norte del país y posee grandes propiedades en el municipio que gobernará de nuevo Tesucún.
Todos estos casos ponen de relieve el gran apoyo popular que, con frecuencia, cuentan los políticos relacionados con el crimen organizado en sus localidades.
En estas elecciones, de hecho, se produjo la siguiente situación: Esvin Fernando Marroquín Tupás, el alcalde de Cuilapa, la cabecera departamental de Santa Rosa, fue capturado para ser extraditado a Estados Unidos por narcotráfico poco después de haber sido reelecto.
Marroquín Tupás, del partido Vamos, ganó la elección local en Cuilapa con el 34 por ciento de los votos.
Entre los que ganaron con más diferencia frente al segundo destacan dos figuras políticas del área metropolitana de la capital: Neto Bran, de Mixco, y Sebastián Siero, de Santa Catarina Pinula.
Ambos vencieron a sus rivales con una diferencia de alrededor del 20 por ciento, algo que ningún otro alcalde del departamento de Guatemala pudo lograr.
El alcalde de Villanueva fue el menos votado
En 16 municipios de Guatemala de más de 50,000 habitantes, los alcaldes ganadores recibieron menos del 20 por ciento de los votos. Y en 32 de las municipalidades, la elección se decidió por menos del 1 por ciento de los votos. Algunos de ellos están en ambas listas: son los que recibieron pocos votos y, además, ganaron por muy poca diferencia.
Ambas situaciones fueron relativamente frecuentes, algo que no es extraño en un sistema político tan fragmentado como el guatemalteco. En promedio, más de 10 candidatos diferentes compitieron por cada municipalidad.
Uno de los alcaldes que ganaron por menos diferencia es el jefe edil capitalino, Ricardo Quiñonez, de la coalición Valor-Unionista. Él resultó reelecto en una de las elecciones más ajustadas de la historia de la capital del país. La balanza se inclinó de su lado por solo 522 votos.
Otro de los que ganó sin apenas ventaja es el de Villa Nueva, Guatemala: Mynor Morales Zurita. Este joven de 26 años, es hijo del alcalde de Petapa, Guatemala, Mynor Morales Chávez, y, como su papá, fue electo por Valor.
Morales hijo enfrentará el reto de gobernar una de las ciudades más grandes de Guatemala, siendo uno de los alcaldes más débiles del país. Recibió solo el 13,4 por ciento de los votos. Y ganó al actual alcalde, Javier Gramajo, de Vamos, por una diferencia de poco más de 1,300 votos en un municipio en el que votaron unas 150 mil personas.
Esta diferencia, sin embargo, es grande si se compara con lo que sucedió en La Tinta, Alta Verapaz, donde dos votos de diferencia decidieron la elección. O con lo ocurrido en Iztapa, Escuintla, donde fueron once papeletas las que separaron al primero del segundo.
Semilla sólo logró una alcaldía
El próximo partido oficial sólo logró un alcalde, el de Palestina Los Altos, en Quetzaltenango.
En este pobre desempeño influye el hecho de que Semilla, un partido relativamente nuevo y pequeño, pudo presentar pocos candidatos a alcalde. Solo compitió en 56 de los 340 municipios. En 55 de ellos participó en solitario y en la capital lo hizo en coalición con agrupaciones de izquierda.
Es decir, el partido no participó en la mayoría de elecciones locales. Pero en las que sí postuló candidatos, estos, en su mayoría, tuvieron malos resultados.
Semilla recibió poco menos del tres por ciento de los votos y fue el décimo partido más votado.
El partido que gobernará el país en los próximos cuatro años quedó por detrás de partidos como Viva, Nosotros o Creo, que tendrán bancadas mucho más pequeñas en el Congreso.
Como muestra el siguiente gráfico, Semilla logró mantenerse, relativamente, en el departamento de Guatemala. Esto ocurrió gracias a que candidatos a alcalde de Semilla quedaron terceros en la Ciudad de Guatemala y segundos en Mixco, Petapa.
Sin embargo, fuera del área metropolitana de la capital, los resultados fueron pésimos. En el segundo departamento más poblado del país, Huehuetenango, por ejemplo, los candidatos a alcalde de Semilla solo recibieron en total 90 votos.
Estos resultados se traducen en que Semilla, el mismo partido que ganó la elección presidencial y que tendrá la tercera mayor bancada en el Congreso, solo contará con un alcalde del partido.
Se trata de Genaro Méndez, de Palestina de los Altos, un municipio de 20 mil habitantes en Quetzaltenango. Previo a estas elecciones, Méndez participó en el partido Todos, al igual que su hermano, que fue diputado de esa agrupación, y ha sido contratista de obra pública.
El partido presidencial tuvo un desempeño peor en estas elecciones que en las primeras en las que participó. En 2019, ganó tres alcaldías: Chiché, en Quiché, y San José La Máquina y Santo Tomás La Unión, en Suchitepéquez. Ahora, su presencia se ha reducido a un único municipio.
La izquierda sólo gobernará en seis municipalidades de todo el país
La debilidad de Semilla en los comicios locales forma parte de un fenómeno más grande que puede verse en el siguiente mapa: la escasa presencia que tienen los partidos progresistas o la izquierda más tradicional en la política de muchos municipios.
Los partidos de estas tendencias: Semilla, URNG, Winaq y el MLP solo tendrán seis municipalidades en el periodo 2024-2028. La alcaldía más importante controlada por la izquierda será Cuilco, una población de 68 mil habitantes en San Marcos, junto a la frontera mexicana, donde resultó electo Audilio Roblero, de la URNG.
El resto son pequeñas poblaciones, casi todas en occidente: Zunil, San Francisco la Unión y Palestina de los Altos, en Quetzaltenango; Panajachel en Sololá y Santo Suchitepéquez en Suchitepéquez.
Esta falta de diversidad en los gobiernos locales puede tener varias causas. Entre ellas, el hecho de que muchos ciudadanos no se identifiquen con la izquierda o que consideren más atractivas las propuestas del resto de partidos.
Pero también es el resultado de algo que muestra la siguiente gráfica: en muchos lugares simplemente no se vota a alcaldes progresistas o de izquierda porque no hay.
En estos comicios, en 121 municipios del país –el 35 por ciento– no se presentaron candidatos a municipalidades de Winaq, URNG, Semilla o MLP.
El siguiente mapa muestra cómo áreas de la costa sur, la bocacosta y el oriente son desiertos para la izquierda.
El peor desempeño municipal fue el del PIN, de Luis Lam
Una de cada de tres candidaturas a alcalde recibieron menos del uno por ciento de los votos. El peor desempeño fue el ofrecido por el partido PIN, del abogado Luis Lam Padilla. El 83 por ciento de sus candidatos no alcanzaron el uno por ciento de los sufragios. De la misma forma, Lam apenas logró votos para presidente y su partido desaparecerá. En una situación muy similar se encuentra el Partido Republicano del expresidente Rafael Espada y Poder, de Óscar Rodolfo Castañeda.
La falta de diversidad ideológica en las candidaturas municipales contrasta con otro fenómeno que se ha intensificado en los últimos años: la multiplicación de los partidos políticos.
Hay escasa variedad, pero una gran inflación de candidatos.
En estos comicios, se lograron inscribir casi 3,500 planillas para competir por 340 alcaldías, un promedio algo superior a las 10 por municipio.
El récord lo alcanzó Villa Nueva, donde 29 personas diferentes compitieron por la alcaldía. En Mixco fueron 28, en Petapa 26 y en Cobán, Alta Verapaz, 25.
Esto contribuye a la dispersión del voto. También explica, en parte, por qué el alcalde de Villa Nueva será uno de los menos votados del país.
Pero lo que también sucedió es que muchos partidos sencillamente fueron irrelevantes. Casi nadie votó por ellos.
La mayoría de estos partidos están condenados a desaparecer, ya que tampoco obtuvieron representación en el Congreso. Sin embargo, como ya ha sucedido antes, es posible que su lugar sea pronto ocupado por otras agrupaciones similares. Estas surgirán, otra vez, en torno a la figura de alguien con ambiciones presidenciales, que construirá una nueva organización a su medida y será utilizada también por otros políticos para sus intereses personales.
Porque si algo caracteriza la política nacional y, especialmente, en el nivel local, es la importancia de las personas, por encima de las siglas o ideologías que las acompañan.
Esto quedó patente en estos comicios. El mismo país que, en un giro inesperado e histórico, votó por un presidente que encarna el cambio; votó también por cientos de alcaldes que representan la continuidad.