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Felisa Cum es una mujer maya de 89 años que nunca ha ido a votar en Guatemala.

89 años sin votar: La historia de Felisa Cum

El próximo 20 de agosto, Felisa Cum Guotzotz manchará su dedo índice. Será la primera vez que vote, en sus largos 89 años. La barrera de la edad, el miedo y la desinformación han evitado que ejerza su derecho a votar. Su historia es también la de muchas mujeres del país.

Texto: Phauly Tzoc Cano / Edición: Juan Diego Godoy / Foto: Phauly Tzoc Cano

Votar es un derecho que no está exento de complicaciones. Existen distintas barreras que pueden ser un obstáculo al momento de ejercer el voto. No saber leer y escribir, el miedo y, por supuesto, la edad, son barreras que a la anciana Felisa le impiden votar.  Más ahora, que a sus 89 años, ve cómo la vida se le escapa de sus arrugadas manos y teme nunca poder cumplir con uno de sus deberes ciudadanos.

Felisa Cum Guotzotz nació en un pueblo llamado Xenimajuyú, en el municipio de Tecpán en el departamento de Chimaltenango. Creció en una familia numerosa. Su padre trabajaba en el campo, en los cultivos, y su madre hacía tejidos de indumentarias, específicamente huipiles y fajas, un trabajo que Felisa comenzó a realizar a los 9 años. “No había tiempo de estudiar”, dice encogiéndose en hombros. Además, en el entorno en que creció, a la mujer se le atribuían ciertas tareas domésticas que estaba obligada a realizar, como atender a sus hermanos, hacer la limpieza de la casa y cocinar. La situación económica no contribuía a que pueda asistir a la escuela. “Usé zapatos hasta los 14 años y fue porque mi mamá me dio dinero por un huipil que hice y que le habían pagado bien”, recuerda y muestra sus pies.

A los 16 años se casó con un hombre 5 años mayor pensando que le “irá mejor”. Tuvieron 10 hijos, ninguno fue a la escuela y vivían sobre todo de los tejidos que ella y sus hijas vendían en la plaza y ferias de distintos pueblos.

Felisa Cum Guotzotz es una mujer maya que nunca ha votado
Felisa Cum Guotzotz siempre quiso votar, pero le daba miedo. El 20 de agosto lo hará por primera vez. Foto: Phauly Tzoc

A Felisa le daba miedo votar

Votar siempre le pasó por la mente, pero el miedo pudo más. “Yo pensaba que esto solo era para quienes fueron a la escuela”, asegura. Además, toda su vida le hicieron creer que no era necesario que las mujeres fueran a ejercer su voto. Factores como la desinformación, el machismo, la desigualdad e incluso el racismo, la distanciaron de las urnas y centros de votación.

“Siempre he pensado que está mal que yo no vote” confiesa con un poco de vergüenza. Está cansada de la situación del país, del desempleo y la falta de medicinas y una buena atención en los hospitales. “Yo ya viví mi vida sin educación y mis hijos también, pero no quiero lo mismo para mis nietos y bisnietos. Por eso quiero votar y cada vez tengo menos posibilidades”, augura. Felisa forma parte del 54% de los guatemaltecos que viven en pobreza, según datos de este año del Banco Mundial.

Felisa ha perdido su fuerza. El cabello, que alguna vez fue negro azabache, ahora es blanco y su piel ya con arrugas es testigo del paso de casi nueve décadas. Su salud se ha deteriorado; no puede estar sola, necesita ayuda para caminar y sus hijos se turnan para cuidarla. 

Pero estas elecciones, con el apoyo de sus nietos que ya tienen la mayoría de edad y que han podido asistir a la escuela, saben leer y escribir y utilizan las redes sociales como canal de comunicación, ha derrumbado los mitos que fue construyendo en torno a su derecho de votar. Sus nietos la llevaron a empadronarla, investigaron cuál era su centro de votación y también le proporcionaron información sobre los candidatos y sus propuestas. “Al no salir a votar, estamos dándole la oportunidad a otras personas que elijan por nosotros”, afirma Paula, una de las nietas que la ha apoyado a cumplir su sueño de ir a votar.

Felisa Cum es una mujer maya de Totonicapán, Guatemala. Foto: Phauly Tzoc
Para estas elecciones, con el apoyo de sus nietos, Felisa ha derrumbado sus mitos en torno a la votación y acudirá a las urnas. Foto: Phauly Tzoc.

Un índice manchado

Aquel 25 de junio, todo estaba listo para que fuera a votar. Un nieto la llevaría. Le habían explicado lo que tenía que hacer. Había decidido por quién votaría en las cinco papeletas. Felisa parecía emocionada. Pero esa mañana, el miedo la invadió. No saber leer ni escribir se presentan como las principales barreras, pero la edad ahora también es una barrera. Su vista se ha deteriorado y los pies le duelen tanto que casi no camina. Su memoria ya no es la de antes. Temía equivocarse. A pesar de todos los esfuerzos, aquel 25 de junio no fue a votar. Felisa llora al recordar ese día. Se siente “cobarde”. “Me arrepiento mucho de no haber ido, pero es que me sigue dando miedo, aunque ya esté muy vieja”, reconoce. 

Pero sabe que el tiempo se le está acabando. La noticia de que habría una segunda vuelta electoral ha sido una nueva oportunidad para ella. Irá a votar, contra viento y marea. “Voy a ir porque ya no hay tantos papeles que me confundan y porque es muy probable que sea mi última oportunidad”, asegura. La segunda vuelta está prevista para el domingo 20 de agosto, entre la candidata del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Sandra Torres, y el candidato del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo

Felisa Cum, una mujer maya, junto a su perro, en Totonicapán. Foto: Phauly Tzoc
Felisa este año irá a votar contra viento y marea, asegura desde su casa. Foto: Phauly Tzoc.

Como Felisa, hay muchas guatemaltecas que se han resignado a no votar, por no saber leer y escribir, por tener miedo a equivocarse o no conocer a los candidatos. Según el Tribunal Supremo Electoral hay 5.061.386 mujeres empadronadas a nivel nacional, sin embargo 1.170.796 son analfabetas, en Totonicapán se registran 141.434 mujeres empadronadas, de las cuales 50.163 son analfabetas.    Además, hay muchas votantes que por la edad prefieren quedarse en casa Según datos del TSE en Totonicapán hay 8,749 mujeres mayores de 71 años y en todo el país se contabilizó 313,981 empadronadas.

El próximo 20 de agosto, Felisa manchará su dedo índice. Será la primera vez que lo haga, a sus 89 años. Elegirá quién quiere que sea su presidente por primera vez en su larga vida. Cumplirá su deber cívico y su sueño para dejarle un mejor país a sus nietos y bisnietos. Sonríe con picardía cuando le preguntan por quién votará. “Eso también me lo han enseñado: ¡el voto es secreto!”, dice Felisa,  enseñando una sonrisa a la que le faltan varios dientes ya. 

Lea aquí la historia de las hermanas Quiej, que solo hablan k’iche y acuden a votar sin información en su idioma.

La Urna Departamental es un proyecto periodístico de No Ficción. Tres jóvenes periodistas cuentan desde Quetzaltenango, Totonicapán e Izabal historias sobre las Elecciones Generales 2023. Lee toda nuestra cobertura electoral en La Urna.

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