Para Sandra Torres la política es la vida. Ha sido hija, madre y esposa de figuras políticas. Ha aprendido a sobrevivir en un mundo que requiere de forjar alianzas, ganar lealtades y cortar vínculos cuando estos se vuelven una carga. Torres es parte de este sistema y es ahora un engranaje clave en el círculo vicioso que caracteriza a la política guatemalteca: lucha por el poder, captura de recursos, búsqueda de impunidad y vuelta a empezar.
Tres Candidatos Cinco Fechas es una serie de tres perfiles sobre los candidatos que lideran las encuestas en esta elección presidencial. Describe su trayectoria a través de cinco fechas claves para el país o para ellos: 1982 y 1996 ‒los años que definieron la guerra y la paz‒ 2007 y 2019 ‒los años que definieron el auge y caída de la lucha contra la impunidad‒ y 2023 ‒el año en el que podrían alcanzar la presidencia.
Texto: Bill Barreto / Foto: Edwin Bercián / Edición: Asier Andrés
Sandra Torres ha convocado una conferencia de prensa para denunciar un caso de corrupción. La cita es en la sede nacional de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), ubicada en la zona 9 capitalina. Es el 7 de junio y faltan dieciocho días para las Elecciones Generales.
En un salón de conferencias acondicionado con los colores verde y blanco de la UNE, “la jefa” como la llama su equipo de campaña, llega a tiempo. Viste un chaleco verde oscuro, una blusa blanca y un collar dorado con las manos abiertas que simbolizan a su partido. La acompaña el jefe de bancada de la UNE en el Congreso, el diputado Víctor Guerra, un abogado de traje gris y hablar pausado.
—Vemos con suma preocupación e indignación cómo se están sobrevalorando los precios de algunos medicamentos en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), dice Torres, mientras lee unas páginas impresas. Después enumera una lista de insumos para la hipertensión y sus precios.
La candidata prácticamente repite una nota publicada por el Diario La Hora el día anterior. Asegura que, así como esta denuncia “que circuló en un medio de comunicación”, han recibido otras semejantes en su bancada. Y que estas compras del seguro social podrían suponer un sobrecosto de Q250 millones.
Torres evita pronunciarse sobre si presentará una denuncia formal contra las autoridades del IGSS, los hechos descritos “son de acción pública” dice. “Primero Dios, de llegar a la presidencia, voy a declarar lesivo este contrato”, asegura. Al preguntarle a la candidata si esto forma parte de un patrón de componendas entre empresas farmacéuticas y funcionarios públicos, Torres lo ratifica.
“Lo hay en todo el sistema de salud. Hay empresas que tienen privilegios, que tienen monopolios. Por eso, los medicamentos están sobrevalorados hasta en un 40 por ciento”, dice la candidata animada por la pregunta.
Menos entusiasmo muestra Torres cuando sale a relucir el nombre de Gustavo Alejos. Este empresario fue secretario privado en la presidencia del exmarido de Torres, Álvaro Colom, cuando el partido que ahora encabeza la candidata hizo gobierno, entre 2008 y 2012. Menos de dos meses atrás, Alejos admitió que amañó contratos de compra de medicamentos sobrevalorados en el IGSS, en el caso judicial conocido como Negociantes de la Salud.
“La responsabilidad penal es individual, fue parte del gobierno del presidente Colom…”, dice en referencia a Alejos, “pero él nunca fue parte del partido…”. La candidata también niega que Alejos fuera uno de los recaudadores de fondos de manera ilícita durante la campaña de 2015 de la UNE, un proceso por el cual la propia Torres fue investigada por la fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
“No soy parte de ese proceso, se inventaron un delito para acusarme”, dice Torres. Y antes de que las preguntas avancen en esa línea, achaca la investigación presentada en 2019 en su contra a una venganza para anularla políticamente.
Torres niega en menos de 10 minutos tres veces su cercanía con Alejos en la campaña del 2015.
En 2014, en una entrevista con Plaza Pública, sin embargo, reconocía que el empresario “le prestaba” su helicóptero para sus mítines. “Yo soy tan humilde que permito que me ayuden con un helicóptero”, decía la candidata en esa oportunidad.
Además, las investigaciones de la fiscalía y la CICIG mostraron, con escuchas telefónicas, cómo Alejos sí fue unos de los recaudadores de la campaña de Torres en 2015.
Así es la candidata. En un esquema que se repite a lo largo de su carrera, Torres es una política pragmática y habilidosa, que va dejando atrás el peso muerto de sus aliados cuando estos dejan de ser útiles.
Tras la breve conferencia la candidata no para. La espera un viaje en helicóptero hasta Cunen, Quiché. Después, más viajes, mítines de cierre de campaña y entrevistas. La misma dinámica que Torres ya conoce bien.
Esta es la tercera oportunidad en la que compite por la presidencia luego de una inscripción frustrada en 2011.
En las dos elecciones anteriores logró ser la candidata más votada en la primera vuelta. Pero después perdió en segunda, en buena medida debido al rechazo que genera su figura. Esto facilitó llevar a la presidencia a políticos de segunda fila como Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, que, sin embargo, la derrotaron con facilidad en el balotaje.
Ahora, Torres busca superar este estigma y conseguir un logro histórico.
Sería la primera presidenta del país y la primera política del periodo democrático que logra que su partido retorne a la presidencia.
Pero para ella, esta elección es también el final de un camino que comenzó hace décadas, dentro de su misma familia.
1982: con los negocios y la política en la sangre
En marzo de 1982 el enésimo golpe de Estado asolaba Guatemala. A una elección probablemente viciada ganada por un general (Aníbal Guevara), le sucedía otro grupo de militares que encumbraría a otro general más a la presidencia: Efraín Ríos Montt, mandatario de facto en el periodo más intenso de la guerra interna del país.
Para esa fecha la hoy candidata Sandra Julieta Torres Casanova tenía 27 años. Había iniciado sus estudios de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de San Carlos, aunque los había interrumpido y se había casado con el abogado y futuro político Edgar Augusto de León Sotomayor, docente universitario. Su primera hija, la futura diputada del Parlamento Centroamericano (Parlacen) por la UNE, Nadia Lorena de León Torres, tenía ya cuatro años.
En esos años encontramos a Torres centrada en su familia, estudios y trabajo. Había llegado a la ciudad capital a finales de los años setenta, desde Melchor de Mencos, Petén. La ahora candidata nació en una conocida familia de este municipio fronterizo con Belice, dedicada al comercio —poseían almacenes— y a la política.
Su tío Ramiro Casanova Trujillo, fue alcalde de Melchor de Mencos en tres ocasiones. Otro tío, Humberto Casanova Trujillo, presidió la alcaldía hasta 1980.
Cuando Torres nació en 1955 la carretera entre la cabecera departamental, Flores, y Melchor de Mencos, ni siquiera se encontraba asfaltada y era una de las regiones más remotas del país.
Según ha relatado Torres en diversas entrevistas, sus primeros trabajos en la ciudad de Guatemala incluyeron ser profesora de inglés en un pequeño colegio privado, y más tarde, supervisora de vendedoras de cosméticos Avon y Maybelline.
En la década de los ochenta además, según relatan fuentes políticas, fue una suerte de gerente de compras en la naciente cadena de restaurantes de Los Cebollines, fundada en 1983 por la familia de exiliados cubanos Villa.
Su entorno, sin embargo, nunca estuvo del todo alejado de la política.
El suegro de Torres, Edgar de León Vargas, fue diputado constituyente. En 1984 fue electo por el departamento de Guatemala por los partidos de extrema derecha Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y la Central Auténtica Nacionalista (CAN).
En esta década de estancamiento económico, guerra interna y transición a la democracia Torres y su esposo se inician en la importación de ropa. En 1980, registraron un negocio llamado Tejidos Shelba, ubicado en la 5 calle y 0 avenida de la zona 1.
Por esta época, la joven pareja tenía una residencia registrada en la Colonia G&T, en la zona 11.
En 1987 De León y Torres amplían sus negocios y fundan Distribuidora D y T, las siglas de sus apellidos. Este negocio se dedicó a la comercialización de cosméticos, representación de casas comerciales y la importación de toda clase de productos. Ese mismo año nació Lourdes Teresita de León Torres, hija de la candidata y aspirante a diputada por la UNE en los comicios del 2023.
Durante estos años, la pareja conformada por Torres y de León, aparentemente, se dedicó a los negocios. Además, sus respectivas familias tuvieron relación con la política tradicional y los partidos hegemónicos de la derecha de ese momento.
Sin embargo, en la actualidad, en los círculos políticos está extendida la versión de que la pareja tuvo también vínculos con organizaciones sociales del entorno de la izquierda.
En el caso de Torres, suele señalarse que su hermano, el médico Luis Rolando Torres Casanova y su medio hermano, el abogado Enrique Torres Lezama, formaron parte de este ámbito. Torres Lezama, por ejemplo, fue asesor legal de la Asamblea Nacional del Magisterio.
Desconocemos si la actual candidata tenía simpatías políticas en uno u otro sentido. Ella raramente ha aceptado a hablar en público sobre esta época. Pero lo cierto es que las relaciones con sus familiares progresistas, definirían después su participación política.
1996: de DIA a la UNE
El 29 de diciembre de 1996 el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) firmaron la paz. El país llevaba una década desde su transición a la democracia. Pero aún vivía un conflicto de baja intensidad, en el que se producían asesinatos políticos como el del candidato presidencial Jorge Carpio Nicolle, de la Unión del Centro Nacional (UCN). O autogolpes de Estado, como el propiciado por el presidente Jorge Serrano Elías. Ambos sucesos ocurrieron en 1993.
Y es precisamente en 1993, cuando el primer esposo de Torres, el abogado Edgar de León Sotomayor y su hermano Rolando Torres forman el Partido Desarrollo Integral Auténtico (DIA).
El partido había surgido a partir de los contactos de Rolando Torres con oenegés como Christian Children’s Fund. A esta organización estaba asociado, por ejemplo, Vitalino Similox, un pastor evangélico del Presbiterio Kaqchikel de Chimaltenango, que después participaría en la coalición que formó DIA con la URNG en 1999.
DIA había logrado su base de seguidores en la gestión de infraestructura, escuelas, clínicas y proyectos productivos con comunidades rurales a partir de sus contactos con alcaldes. Y aunque en las elecciones de 1995, no logró ni una diputación, sí ganó 18 alcaldías.
El hermano de Torres, Rolando Torres, fue postulado a la presidencia, pero obtuvo solo el 2.5 por ciento de los votos, lo que provocó la cancelación del partido por no alcanzar el umbral necesario.
Mejor desempeño tuvo la madre de Torres, Teresa Casanova Trujillo, quien fue electa como alcaldesa de Melchor de Mencos por DIA.
Gloria Torres Casanova, la hermana mayor, y la propia Sandra destacaron en la organización partidaria.
La ahora candidata tenía 41 años, cuatro hijos y una carrera como empresaria en el sector de las maquilas.
La familia no se amedrentó con la cancelación de la agrupación y volvió a inscribir el partido en 1998, esta vez solo con el nombre DIA.
El partido se define en sus estatutos como de “centro izquierda”. Postula la “igualdad social y el desarrollo humano para todos”, a la vez que establece entre sus postulados económicos la “defensa de la libre empresa”, y la coexistencia de “la iniciativa privada, la empresa estatal, la comunitaria y la mixta”. Un espectro amplio de ofertas en el contexto de la falta de definición ideológica de los partidos políticos tras la firma de la Paz.
Sandra Torres ha sido siempre muy discreta en relación con esta etapa de su vida. “La política yo la traigo en la sangre, mi mamá fue alcaldesa por dos periodos, de allí nace esa inquietud”, diría la candidata en una entrevista en Guatevisión en 2019 sin entrar en demasiados detalles.
La candidata prácticamente no ha hablado de su primer matrimonio en entrevistas e incluso ex colaboradores aseguran que trataba muy poco sobre ese periodo.
Es también en este periodo alrededor de la Firma de la Paz cuando sus adversarios políticos la han señalado de pertenecer a grupos guerrilleros. Lo denunció en medio de la campaña política el fallecido diputado Manuel Barquín, en representación de Líder en 2015, y lo ha repetido la Fundación Contra el Terrorismo en la actual contienda. Un mensaje cuya difusión Torres atribuye a su rival Zury Ríos.
Torres siempre ha negado esta participación y lo ha calificado de “campaña negra”. De igual forma, ex integrantes de la URNG han descartado que formara parte de su organización.
A pesar de ello, este mensaje continúa presente entre la élite económica del país, por más que se haya reducido la hostilidad que llegaron a tener en su contra, adquirida durante su primera y frustrada campaña de 2011.
Para una parte del empresariado más tradicional, Torres sigue siendo vista como una antigua militante izquierdista que busca el poder por medio de las urnas.
De su supuesto pasado guerrillero en la década de los noventa no queda constancia, pero sí de las dos actividades profesionales que han marcado la vida adulta de Torres: los negocios y la actividad política.
En el plano comercial, la actividad maquiladora que compartía con su primer esposo se beneficia de la expansión comercial de los noventa. Mientras que en el plano político comenzaba a establecer relaciones con autoridades locales a nivel municipal y departamental.
En 1995 y 1996, la ahora candidata registró como empresa individual el Almacén Osh Kosh B’Gosh. Se trata de la representación local de una compañía de ropa para niños asentada en Estados Unidos. Y entre sus negocios figura una maquila asentada en el municipio de Mixco.
Era una época de transición, los partidos tradicionales de la década anterior habían entrado en decadencia. La hegemonía la ostentaban ahora agrupaciones como el Partido de Avanzada Nacional (PAN), pro empresarial y ligado a élites económicas, con el entonces presidente Álvaro Arzú a la cabeza. Y otras agrupaciones populistas como el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), con la figura referente del general Efraín Ríos Montt.
Pero en ese horizonte aparece otra figura política relevante en la carrera de Torres: el empresario socialdemócrata Álvaro Colom.
En las elecciones generales de 1999 el partido DÍA participó en alianza con la URNG, impulsando la llamada Alianza Nueva Nación. En esta coalición también participó la organización Unidad de Izquierda Democrática (UNID). Las tres agrupaciones impulsaron la candidatura de Colom a la presidencia.
Este obtuvo el tercer lugar con el 12.4 por ciento de los votos, detrás de los candidatos del FRG y el PAN.
Los buenos resultados, sin embargo, no impidieron una rápida ruptura de la alianza.
En este punto la familia Torres se separa en dos corrientes. El hermano de Sandra, Rolando Torres, y su marido, Edgar de León, continúan al frente del partido DIA. En paralelo, las hermanas Gloria y Sandra Torres se acercan al grupo de Colom, que entonces promovía la creación de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Según antiguos integrantes de la UNE, en ese periodo las hermanas Torres promueven vínculos con líderes municipales, pequeños empresarios, organizaciones sociales y líderes cooperativistas. Su objetivo es que el nuevo partido se desmarque de la izquierda tradicional, representada por la URNG y aumente el atractivo de Colom como candidato.
La UNE de Colom se definió como una agrupación socialdemócrata, promotora de la justicia social, la libertad de empresa y el libre mercado en sus estatutos.
Por esos años la vida personal y política de Sandra Torres corren en paralelo. En diciembre de 2002 se divorcia de su primer esposo y tres meses más tarde celebra su matrimonio civil con Colom.
Por aquellos años, relataba el expresidente, ya eran pareja: “Sandra ya estaba separada de su esposo y yo me la comenzaba a casaquear, admiraba su dedicación, su entrega por el trabajo con la gente”, comentaba el expresidente Colom en una entrevista con este reportero en 2015.
La dinámica de la futura pareja presidencial en esos años, según políticos en activo en ese periodo, era la siguiente. Colom se promovía como una alternativa menos autoritaria que el FRG y menos asociada a los grandes capitales que el PAN. Mientras, Torres estaba organizaba las bases de la UNE en los departamentos en compañía de su hermana mayor Gloria.
Colom era el político que lo mismo se tomaba un whisky con un amigo empresario, un dirigente cooperativista o un líder comunitario. Y Torres, la gerente de futuras campañas, se mantenía al tanto de las estructuras partidarias por todo el país, los posibles candidatos y sus adversarios.
La ahora candidata, sin embargo, no buscaba en esos momentos un cargo de elección popular, como una diputación o una alcaldía.
2007: el inesperado vendaval de la CICIG
Tras obtener un segundo lugar en los comicios del 2003, la UNE de Colom alcanzó la presidencia en 2007.
Pero antes de asumir el poder, el Congreso tomó una decisión que tendría un inesperado impacto político. Con los votos favorables de la bancada de la UNE, se aprobó la creación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
Ex congresistas, ex ministros del gobierno de la UNE y otros actores políticos que participaron en las discusiones coinciden en señalar que no se dimensionó los alcances que tendría aprobar la CICIG.
El designado como delegado presidencial como enlace con la Comisión y más tarde ministro de Gobernación, Carlos Menocal explica: “Sandra Torres al igual que el resto de políticos no previeron los alcances que podría tener una institución de esta naturaleza sobre el sistema de partidos políticos”.
Menocal refiere que la CICIG obtuvo el respaldo de la UNE porque el partido estaba de acuerdo en su propósito declarado: desarticular los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (CIACS) incrustados en el Estado.
Torres, entonces al frente de la secretaría de organización del partido, nunca se opuso a su instalación.
Es más, la entonces Primera Dama apoyó las gestiones para la implementación de las escuchas telefónicas que serían claves para el trabajo de la CICIG y otras fiscalías.
“Ella, personalmente, se sentó a discutir en 2008 con las empresas telefónicas la inversión en los recursos técnicos para conectar los dispositivos para el uso de la Unidad de Métodos Especiales, una inversión de unos US$3 millones. Era una negociadora dura, pero efectiva”, le reconoce Menocal, quien después dejaría la UNE por diferencias con la concentración del poder de Torres.
Irónicamente la ex Primera Dama sería años más tarde sujeto de escuchas telefónicas.
De igual forma, en otra área menos conocida, Torres contribuyó de manera indirecta al trabajo de la Comisión facilitando la asignación de fondos dentro de la Secretaría de Bienestar Social para atender a viudas y huérfanos de testigos protegidos en las primeras investigaciones sobre cuerpos de seguridad clandestinos, comenta Menocal.
Intervenciones como estas, en todo caso, llevan a uno de los puntos más frecuentemente criticados de la ahora candidata durante la gestión del gobierno de la UNE. Su rol y preponderancia durante ese gobierno, sin ser una funcionaria pública o haber sido electa para un cargo público.
“La Sandra Torres que conocí durante esta etapa coincide con la percepción general de ella como un ‘tractor’, que empujaba lo que ella creía que era necesario, muchas veces sin tener en cuenta las consecuencias inmediatas. Inteligente y también con sentido del humor, le interesaban los resultados rápidos, lo cual impulsaba con una combinación de capacidad gerencial y autoritarismo”, así la retrata el exministro de Finanzas Públicas, Alberto Fuentes Knight, en su libro Rendición de cuentas publicado en 2011.
Una visión que comparten otros ex colaboradores del gobierno de la UNE consultados para este perfil.
Una fuente que trabajó en Casa Presidencial y acompañó a la pareja presidencial en varios espacios lo relata así: “mientras tenías en la oficina de la vicepresidencia al doctor (Rafael) Espada jugando o practicando en su simulador de vuelo, Sandra ya estaba en una reunión del Consejo de Cohesión Social, ella llevaba una especie de gabinete paralelo”.
El Consejo de Cohesión Social, que centralizaba los programas sociales del gobierno, llegó a ser, en la práctica, un ministerio en la sombra, que en el último año de gobierno de la UNE, gastó alrededor de Q6 mil millones. El grueso de ese gasto se destinaba a programas como las transferencias condicionadas de Mi Familia Progresa o la entrega de alimentos en la Bolsa Solidaria.
Unas políticas asistencialistas que impulsó Torres y que llegaron para quedarse durante el gobierno del Partido Patriota, con la creación del Ministerio de Desarrollo Social.
Otra fuente política asistente a las reuniones de gabinete expone una situación similar a la descrita por Fuentes Knight. Sesiones presididas por Colom, con la Primera Dama a la par, interpelando a los ministros y exigiendo respuestas sobre políticas de las carteras de Salud, Educación o Seguridad que tenían relación con los programas sociales que ella coordinaba.
Pero en esta dinámica de un presidente Colom más dado a buscar acuerdos y tender puentes y una Sandra Torres más dedicada a pedir resultados y a las negociaciones duras, falta un tercer elemento. Se trata del empresario farmacéutico convertido en secretario privado de la presidencia Gustavo Alejos.
El papel de Alejos es clave en este punto de la carrera de Torres. Luego de que la CICIG exculpara de responsabilidad a Colom, Torres y Alejos en el asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg, en 2009, este vínculo no hizo más que fortalecerse, señalan diversas fuente del Ejecutivo en ese gobierno.
La esfera de influencia de Alejos involucraba a contratistas de obra pública y proveedores de insumos médicos. Por ello, su apoyo era clave en el financiamiento de campañas políticas.
Torres se apoyó en Alejos para su siguiente gran decisión política. En abril de 2011 oficializa su divorcio del mandatario Álvaro Colom para eludir la prohibición constitucional que impide la inscripción de familiares del presidente en funciones.
“Me estoy divorciando del presidente para casarme con el pueblo, con la gente de Guatemala”, fue la explicación oficial de la ahora nuevamente candidata para esta decisión.
La negativa a la inscripción de Torres por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), confirmada en última instancia por la Corte de Constitucionalidad (CC), supuso uno de los golpes más duros en su carrera.
La discusión sobre su candidatura en los medios de comunicación y en la cotidianidad fue maniquea. Para unos, Torres era una figura ávida de poder, capaz de doblar el brazo de las cortes y utilizar los recursos del Estado para perpetuarse en el poder. Para otros, era la campeona de los pobres y olvidados frente al poder oligárquico.
¿Participa o no participa Sandra?, ¿su divorcio es un burdo intento de eludir la ley o la asiste el Derecho y ha sido bloqueada por los poderes económicos que la temen?
La decisión tomó tono de drama televisivo cuando la candidata, con la voz quebrada, enumeró en cadena nacional los argumentos a favor de la decisión.
Cinco días más tarde, a las 11 de la noche del 9 de agosto de 2011, llegó la negativa final entre los llantos de decenas de asistentes en los alrededores de la Corte.
Para el partido se planteó la disyuntiva: ¿debía presentar otro candidato a la presidencia?
Su figura más prominente era Torres. Pero renunciar a postular un presidenciable, siendo el partido de gobierno y contando con una aceptación del 44 por ciento, era una difícil decisión.
Sandra Torres, sin embargo, lo tenía claro, era ella o nadie.
2019: el cierre de una etapa
El 20 de agosto de 2019 la CICIG presentaba su informe final de labores, El Legado de justicia en Guatemala. Así echaba el cierre a una etapa clave para el país.
Había acabado un experimento inédito, la asistencia internacional con el apoyo de juristas e investigadores locales para desarticular el crimen organizado dentro de un país. La tarea precipitó la caída del gobierno de Otto Pérez Molina. También sacudió al resto de las élites políticas y económicas del país.
Ni Sandra Torres, ni la UNE escaparon a este vendaval. Torres fue detenida en septiembre de 2019 y tras ocho días en un hospital fue trasladada a prisión. Solo semanas antes había participado en la segunda vuelta de elección presidencial y perdido frente al actual presidente, Alejandro Giammattei.
El origen del caso contra Torres por financiación ilegal de su campaña, está Gustavo Alejos.
El empresario era investigado por la CICIG a raíz del caso Negociantes de la Salud, y su teléfono se encontraba intervenido en 2015. Al escuchar sus conversaciones, los investigadores averiguaron que Alejos había sido una figura clave en la campaña de Sandra Torres de 2015.
En la transcripción de la conversaciones, recogidas en una nota de Prensa Libre, encontramos la coordinación de Torres para usar el helicóptero prestado por Alejos; el detalle de reuniones de este con empresarios para recoger aportes; la colaboración del candidato a vicepresidente, Mario Leal, en la recopilación de fondos y hasta la sorpresa de la candidata ante la magnitud de los montos recaudados.
GUSTAVO ALEJOS: Sí, Gabriel Guerra (constructor contratista del Estado) ya ofreció también hoy.
SANDRA TORRES: ¿Ah sí?
GUSTAVO ALEJOS: Sí, el va a dar 40.
(..)
SANDRA TORRES: ¿40 mensuales?
GUSTAVO ALEJOS: No, 40 millones.
(..)
SANDRA TORRES: Yo me asusto cuando escucho esas cantidades, usted.
De manera paradójica, en el plan de Gobierno de la UNE en 2015, por consejo de sus asesores políticos, Torres había incluido la promesa de renovación de la CICIG.
Mientras que en su plan de 2019, incluso, propuso plantear en los primeros cien días de su gobierno una consulta popular para dar continuidad a una instancia similar a la CICIG.
En una entrevista de campaña en Guatevisión ese mismo año la presidenciable reconocía la veracidad de la conversación. Decía que Alejos “quería apoyar, por eso lo estaba escuchando”. Pero Torres argumentaba que ese dinero nunca había llegado a su campaña. “Por eso mis respuestas son muy cortas, (pero) nunca se dió, nunca se realizó”, adujo.
Fuentes de la fiscalía que investigó el caso argumentan que la acusación contra Torres por presunto financiamiento electoral ilícito, estaba lista meses antes del inicio de la campaña de 2019.
Pero la administración de la nueva fiscal general, Consuelo Porras, retrasó la presentación del caso hasta terminado el proceso electoral.
Llegaba así el momento más bajo de la carrera de Torres. Con un sudadero negro y lentes oscuros era conducida hasta los tribunales. Una imagen que sintetizaba buena parte de la ruleta rusa de la política guatemalteca: alcanzar la primera magistratura, dejar el país o terminar en la cárcel.
Cuatro meses pasó Torres recluida en prisión antes de obtener un arresto domiciliario. ¿Era el fin de su carrera?, ¿era el fin de la UNE que ella ayudó a construir?
Una fuente política que la trató pocos meses después de recuperar la libertad la describió así: “estaba enojada, molesta. Veía en todas partes traidores, y no le faltaba razón. Le iban a quitar el partido. Y sin el apoyo del partido no solo no iba a poder volver a competir. También estaba en riesgo que su proceso avanzara en tribunales”, refiere esta fuente.
Preguntamos a esta fuente, un congresista con algunas legislaturas con la UNE, si pensó en dejar a Torres y por qué decidió quedarse en su agrupación.
“Mire, —dice el congresista— entiendo lo que hicieron Orlando, Carlos y Jairo (habla de los exdiputados de la UNE Orlando Blanco, Carlos Barreda y Jairo Flores) al separarse y fundar VOS. A mí, me hablaron de tres partidos. Pero la UNE es una marca ya muy conocida y conmigo al menos, la señora (Torres) siempre ha cumplido”.
Torres finalmente fue beneficiada con una resolución de la Corte de Constitucionalidad en diciembre de 2021. La Corte consideró que el delito por el que se le acusaba, no era aplicable en su caso.
Casi un año más tarde, en noviembre de 2022, un juzgado a cargo de la jueza Claudette Domínguez, resolvió separarla definitivamente del proceso.
Torres había solventado un nuevo escollo y llega a tiempo para competir en una nueva elección. En poco menos de tres años la candidata pasó de prisión a recuperar el control del partido, cerrar su caso y encarar una nueva campaña electoral.
2023: Sandra Torres en su último intento
La candidata presidencial por tercera ocasión consecutiva de la UNE tiene ahora 67 años. Y aunque nunca ha sido funcionaria pública o alcanzado un cargo de elección popular, su presencia ha sido constante en la política nacional por más de 20 años.
Desde la campaña de 2019 los postulados de Torres han sido cada vez más conservadores.
Ahora trata de iniciar cada entrevista con algún agradecimiento a Dios o una referencia a su familia.
Sus propuestas en estos cuatro últimos años han incluido desde un uso extendido del Ejército para la seguridad ciudadana, hasta la administración público-privada de las cárceles.
En el centro de su discurso no han faltado nunca las referencias a “los compensadores sociales” del gobierno de la UNE como un logro que lideró. Pero al mismo tiempo, se separa de cualquier señalamiento sobre esa administración, recordando que no fue funcionaria.
Pragmática en extremo, en una de sus últimas entrevistas con Guatevisión y Prensa Libre, Torres describió así su función en el gobierno de Colom: “Trabajé en el bienestar social. A la gente no le interesa cómo se hizo. Le interesa que la ayuda llegue”.
En su carrera a la presidencia Torres ha sabido cortar lazos y avanzar. La separación de su primer esposo, Edgar de León, y de su hermano Rolando Torres, fundadores de DÍA, cuando proyecto político se agotó; el divorcio del expresidente Colom, en un intento por eludir la prohibición constitucional para poder postularse por la UNE; la incorporación de un integrante del PP, Mario Leal Castillo, como candidato a la vicepresidencia en 2015, como fórmula para ganar financiamiento y congraciarse con el sector privado; la ruptura y el desconocimiento de un cercano colaborador como Gustavo Alejos al caer detenido en 2016 y sumar varios procesos judiciales; y finalmente la incorporación de antiguos cuadros del PP y un candidato a la vicepresidencia ministro de culto, Romeo Guerra, como guiño al voto conservador y cristiano.
Torres, la incombustible, irónicamente ahora apuesta a reeditar un camino que ya recorrió el actual presidente Giammattei. De una posición de poder a la cárcel y más tarde a la silla presidencial.