Muchos productos que parecen saludables, como el yogurt de frutas o la granola, en realidad contienen altos niveles de azúcar o grasas dañinas. En Guatemala, la falta de etiquetas claras impide que los consumidores sepan qué están comiendo. La Ley de Etiquetado Frontal de Advertencia Nutricional busca alertar sobre los excesos en azúcar, sodio, grasas saturadas, grasas trans y edulcorantes.
Hagamos una prueba. Agarra un yogurt de frutas, uno de fresa por ejemplo. Dale la vuelta y trata de descifrar su valor nutricional. Lo más seguro es que si estás en Guatemala, en este momento estés entrecerrando los ojos ante una etiqueta con tamaño de letra diminuta. Incluso con buena vista, es fácil perderse entre los porcentajes, gramos, miligramos y las dosis diarias recomendadas.
Y si tu objetivo es comer saludable, definitivamente las etiquetas de los productos no te ayudarán a hacerlo, mientras que la costumbre o las ideas generalizadas sobre qué alimentos son sanos pueden llevarte a confusiones. ¿Es saludable comer granola? ¿Y los juguitos de frutas? ¿Son sanos los frijoles enlatados? ¿Las salsitas de tomate? ¿Son sanas las rebanadas de queso?
La realidad es que no, ninguno de estos productos es sano si se consume en formato procesado o ultraprocesado. El yogurt de frutas tiene exceso en azúcares, los jugos tienen edulcorantes, los enlatados tienen exceso en sodio, las rebanadas de quesos exceso en grasas saturadas y los pastelitos en grasas trans.
Actualmente, se encuentra en segunda lectura en el Congreso la Ley de Etiquetado Frontal de Advertencia Nutricional (EFAN).
Esta está inspirada en sistemas ya implementados en Chile, México y Perú. Propone etiquetas visibles en forma de octágono negro que alerten si un producto tiene “exceso en azúcares”, “exceso en sodio”, “exceso en grasas saturadas”, “contiene grasas trans” o “contiene edulcorantes”.

La propuesta de ley 5504, también conocida como la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, se quedó estancada en segunda lectura en 2024, debido a la oposición de diputados afines al sector empresarial. También ha encontrado la resistencia de la La Cámara Guatemalteca de Alimentos y Bebidas de Guatemala (CGAB).
Sin embargo, la epidemia de la diabetes en Guatemala, o de las enfermedades renales, que suponen una de las principales causas de muerte en el país, lleva a preguntarse qué tan sano comemos y sobre todo, qué tan saludables son los productos que ingerimos o damos de comer a nuestras familias. “Comer muchos ultraprocesados al día es muy fácil”, explica la nutricionista Celina Calvimontes, coordinadora de la Cooperación Técnica del INCAP para Guatemala.
A continuación, alimentos que aunque creamos que son saludables en el fondo no lo son, con base a las etiquetas que busca impulsar la nueva ley de etiquetado.

1. Exceso en azúcares: el yogurt saborizado
Volvamos al yogurt de frutas. “Los yogures son uno de los productos que más confusión producen en el consumidor”, explica la nutricionista Celina Calvimontes.
“Las personas buscan una buena salud intestinal, una buena fuente de calcio y muchas otras vitaminas, pero los yogures cuando uno va a la góndola del supermercado hay muchísimas opciones”.
Según explicó la nutricionista, los yogures que vienen con sabores o que vienen con toppings, botonetas de azúcar, pedacitos de frutas, cosas así, “son definitivamente altos en azúcar”.
Otros productos con exceso de azúcar: Otros alimentos que pensamos que son sanos o saludables pero que tienen alto contenido en azúcar son los jugos procesados, las jaleas industriales, la leche chocolatada, los cereales “fitness”, barras energéticas o el pan de molde con azúcar añadida.
¿Por qué tanta azúcar es mala para la salud? El consumo elevado de azúcares simples provoca picos rápidos de glucosa en sangre, lo que estimula una liberación excesiva de insulina por parte del páncreas. Esta respuesta hiperglucémica repetida puede conducir a una disminución en la sensibilidad de los receptores de insulina (resistencia a la insulina) y a una sobrecarga pancreática crónica.
Consecuencias a largo plazo: El consumo frecuente y excesivo de azúcar está asociado a adquirir enfermedades como la diabetes o tener condiciones tales como el sobrepeso y obesidad que pueden agravar algún estado. También la hipertensión, de algunos tipos de cánceres están asociados al consumo excesivo y frecuente de azúcar.
“Estamos viendo adultos jóvenes, o sea, adultos de 20 años que tienen diabetes”, expresó la nutricionista. “Ya adolescentes con diagnóstico, tal vez no de diabetes, pero sí de resistencia a la insulina. Okay. Entonces, ¿qué pasa cuando tú ya tienes un niño? Imagínate un niño de 12, 15 años. Tiene sobrepeso de ciudad. Tiene resistencia a la insulina. Eso es una potencial persona con diabetes. ¿Eso qué significa? Voy a tener un adulto con diabetes”, añadió Calvimontes.

2. Exceso en sodio: las sopas instantáneas y los frijoles enlatados
Tomemos ahora por ejemplo las sopas instantáneas. Son prácticas, baratas y sabrosas, pero también son una de las principales fuentes de sodio excesivo en la dieta de muchas personas. Al igual que los frijoles enlatados, las rapiditas o tortillas listas para calentar. O las salsas de tomate procesadas. Estos productos, completamente incorporados en nuestra dieta diaria, contienen una cantidad de sal que puede cubrir, en una sola porción, hasta el 80% de la ingesta diaria recomendada.
En este sentido, la nutricionista indicó que se deben preferir siempre los productos naturales, hechos en casa, que los productos enlatados o ultraprocesados. Es decir, es preferible los frijoles naturales, o la salsa de tomate natural.
“A veces se puede caer, tanto una persona como en familia, en consumir varias veces al día alimentos ultraprocesados. Es muy sencillo hacerlo. Imagínate si desayunas huevitos con salsa de tomate y estos frijoles de lata”, expresó Calvimotnes.
Otros productos con exceso de sodio son el pan de molde, cereales con sal añadida, chicharrones en bolsa, nachos procesados.
Estos productos con alto contenido en sal, llevan acarreados uno de los principales problemas en Guatemala: las enfermedades renales.
¿Por qué el sodio es malo para la salud?
El exceso de sodio altera el equilibrio entre el agua y los minerales dentro del cuerpo. Estimula la liberación de vasopresina, una hormona que hace que los riñones retengan más agua, lo que incrementa el volumen de sangre y eleva la presión arterial. Esta sobrecarga constante afecta el sistema vascular, daña las arterias y obliga al corazón a trabajar más de lo necesario. También afecta directamente a los riñones, cuyo esfuerzo por eliminar el exceso de sal puede terminar deteriorando su función.
Consecuencias a largo plazo:
El consumo habitual de sodio por encima de lo recomendado puede causar hipertensión arterial, insuficiencia renal crónica, enfermedades cardíacas, retinopatías y mayor riesgo de cáncer gástrico. Además, estudios han vinculado su consumo con la formación de cálculos renales, pérdida de masa ósea (osteoporosis), obesidad por consumo asociado de bebidas azucaradas y empeoramiento de enfermedades como el asma.
De hecho, la Organización Panamericana de la Salud, contemplaba como uno de sus objetivos para 2025, la reducción del 30 por ciento en el consumo diario de sal.
“El exceso de sal en la dieta incrementa la presión arterial causando aproximadamente el 30% de la prevalencia de hipertensión, y también se le ha vinculado con el cáncer de estómago, empeoramiento de asma, osteoporosis (huesos debilitados), cálculos renales, insuficiencia renal, y con la obesidad, ya que los alimentos salados causan sed, la que se quita consumiendo bebidas con un alto contenido de azúcar”, indica la ONU.

3. Exceso en grasas saturadas: la granola y los quesos procesados
“Entonces vas y a tu niño le mandas una lonchera con un emparedado, otra vez con jamón, otra vez con el queso este amarillo, ¿verdad? Eso no es queso natural”, explicó la nutricionista, en este caso, hablando de productos con exceso en grasas saturadas incorporados en nuestra dieta diaria.
Hay quesos que son buenos y sanos para nuestro organismo, como el queso fresco o el queso panela.
Sin embargo, una gran parte del queso que se compra en el supermercado tiene alto contenido en grasas saturadas. La nutricionista puso como ejemplo el queso líquido que se vende para untar en los nachos o los quesos que vienen en bolsas plásticas para los emparedados.
Otros productos con exceso de grasas saturadas: Aunque se percibe como una opción “fitness”, muchas granolas comerciales contienen aceites de palma o de coco, que elevan las grasas saturadas. Además, podemos incluir los yogures cremosos, pan dulce industrial, o las galletas “digestivas“.
¿Por qué es malo para la salud? Las grasas saturadas afectan nuestra sangre, ya que aumentan la concentración plasmática de lipoproteínas de baja densidad (LDL), lo que promueve la formación de placas de ateroma en las arterias. Estas placas comprometen el flujo sanguíneo y pueden causar eventos trombóticos.
Consecuencias a largo plazo: “El exceso de grasas saturadas está ligado a enfermedades cardiovasculares como infartos y derrames“, explica Calvimontes. También puede influir en desórdenes hormonales, las grasas juegan un papel crucial en el funcionamiento del sistema endocrino. Cuando se consumen en exceso —especialmente grasas de baja calidad provenientes de alimentos ultraprocesados— pueden desequilibrar el metabolismo de los lípidos y alterar la producción, regulación y función de diversas hormonas.

4. Grasas trans: pastelitos y galletas digestivas
Las grasas trans son las más peligrosas. Están presentes en pastelitos, bollos industriales, galletas “digestivas” y margarinas vegetales.
Otros productos con grasas trans: bollería industrial, margarinas, panadería de supermercado, pastelitos como Pingüinos o Dálmatas, galletas “digestivas”, pan de molde económico.
¿Por qué es malo para la salud? Las grasas trans afectan la forma en que nuestro cuerpo absorbe los nutrientes. En términos más técnicos elevan los niveles de colesterol LDL y reducen los de HDL, alteran la permeabilidad celular y provocan una inflamación crónica a nivel sistémico. También interfieren en los tejidos, en cómo nuestro organismo absorbe proteínas, vitaminas o agua con la función endotelial y la regulación metabólica.
Consecuencias a largo plazo: Las grasas trans pueden producir enfermedades coronarias, deterioro cognitivo, Alzheimer, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, inflamación sistémica crónica. “Estas grasas están asociadas no solo a enfermedades cardiovasculares, sino también a deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas”, advierte la nutricionista.

5. Edulcorantes: los juguitos para niños
Los productos “sin azúcar” no siempre son mejores. Los jugos escolares, yogures light y jaleas “sin azúcar” suelen contener edulcorantes artificiales como la sucralosa o acesulfame-K.
“Se han asociado con el desarrollo de algunos tipos de cáncer y alteraciones en la microbiota intestinal”, explica Calvimontes. Además, no ayudan a reducir el gusto por lo dulce: “Establecen un paladar adicto a lo ultraprocesado”.
¿Por qué un edulcorante es malo para la salud? Los edulcorantes no calóricos pueden alterar la composición de los organismos que nos ayudan en la digestión que se conoce como microbiota intestinal, afectando la regulación metabólica y la respuesta inmunitaria. También se ha observado que inducen respuestas de recompensa en el cerebro similares al azúcar, sin la energía asociada, lo que puede desregular el apetito.
Consecuencias a largo plazo: Los edulcorantes generan alteraciones cómo nuestro cuerpo produce energía con el metabolismo de la glucosa, disbiosis o problemas de salud intestinal, mayor riesgo de obesidad, problemas neurológicos en desarrollo infantil y potenciales efectos cancerígenos según algunos estudios preliminares.
Otros productos con edulcorantes: Los juguitos escolares sin azúcar, yogures light, gelatinas “sin azúcar”, chicles, jaleas industriales, postres bajos en calorías.