Ismael Gómez es médico y cirujano, especialista en Medicina Biológica Naturista y en Salud Pública. Ha trabajado en programas de cooperación y en el sistema de salud. Actualmente combina el trabajo en su clínica, con el de defensor de derechos humanos en el tema de salud, de forma muy estrecha con autoridades y líderes en comunidades de Alta Verapaz. Considera que el Gobierno se ha extralimitado en las medidas para contener el COVID19, y que éstas podrían provocar más desnutrición y muertes, con peores consecuencias que el mismo virus.
−¿Cree que el Gobierno de Guatemala ha adoptado las medidas adecuadas?
−Yo pienso que se extralimitaron. Estas restricciones van a traer más consecuencias de desastre que el propio virus. En ese momento no se dan cuenta de que la gente se está quedando con hambre en las aldeas, y que eso va a provocar desnutrición y muerte.
−¿Qué consecuencias puede tener para la salud?
−Primero: el hambre y la desnutrición. Lo segundo es que no se está tomando en cuenta que la atención en el sistema de salud también se ha restringido. La medida de cancelar el transporte público para evitar aglomeraciones, está provocando que en el área rural muchos puestos y centros de salud solo estén atendiendo de las 8 a las 12 horas. Esto significa que las medidas restrictivas han reducido a la mitad la capacidad resolutiva del Ministerio de Salud. Si se reduce a la mitad, la pregunta es sobre las miles de personas que se están quedando sin atención. Antes, ante una emergencia podían ir a las 2 de la tarde a un puesto de salud: por una fiebre, por una gripe, incluso podría ser por coronavirus. Ahora ya no pueden ir porque no hay personal debido a que no tienen transporte. Y, además, ahorita en las aldeas quien quiere acudir al sistema de salud tampoco tiene transporte público y tiene que pagar flete. Y el costo puede ser de 300 hasta 2500 quetzales dependiendo de la distancia.
−¿Cree que con estas medidas no están pensando en las personas que viven en áreas rurales?
−El problema de estas medidas restrictivas es que siempre van a ser contradictorias, y van a afectar otros temas que son igual, o mucho más importantes, que el coronavirus. Digo contradictorias en el sentido de que quieren evitar el contagio, pero están reduciendo la atención de otros casos que aparecen.
−Usted me hablaba de que la falta de movilidad y el haber suspendido trabajos va a suponer hambre y desnutrición. No sé si ha visto inicios de desnutrición en los últimos días.
−Bastante. En las entrevistas que hemos estado haciendo, nos reportan que hay mucha gente que ya no tiene trabajo. Hay muchos jóvenes que trabajan como agentes de seguridad privada en la ciudad capital, algunos que trabajan en hoteles… Esos jóvenes se quedaron sin trabajo y, sin transporte público, tuvieron pagar taxi y gastar 500 quetzales para regresar de la capital. En el tema del hambre, nosotros ahorita estamos con una misión en la que estamos recibiendo alimentos de una organización canadiense. Al hacer las entrevistas la gente nos reporta: “aquí todos estamos así, sin comida ni nada”. También las mujeres han perdido sus trabajos. Madres solteras que iban a vender sus verduras al pueblo, que tenían su cosechita de hierba buena, o pequeños cultivos que vendían conforme iban saliendo. Todo eso se está perdiendo.
−Pero, ¿No considera que estas medidas no son necesarias para contener la curva?
−Yo no estoy de acuerdo con aplanar la curva. Si eso significa pasar todo un año aplanando la curva, con medidas restrictivas y unas consecuencias totalmente desastrosas para la economía, inclusive para la salud. Creo que debemos aprender a convivir con el virus, porque de lo contrario vamos a pasar hambre todo este año. Es contradictorio que se preocupen por estas 5 a 7 muertes y no se preocupen por la cantidad de niños que cada día están muriendo en el país. Tengo la expectativa de que van a morir más niños este año mientras están tratando de contener 7 muertes por coronavirus. Yo sé que pueden morir más personas, pero se están enfocando en una pandemia y están dejando tirado todo lo demás. Eso es lo contradictorio.
«Dejar de morir a miles de niños cada año evidencia un sistema de salud totalmente ineficiente».
−Pero la cantidad de muertos indican que sí es un virus letal.
−Uno de los temas importantes es que es un virus nuevo y la gente no tiene ningún anticuerpo para hacerle frente. Esta es la razón principal de por qué ha sido tan letal en Italia, España y Estados Unidos. A un niño de un año le puede provocar una pequeña tos y pasa porque su sistema está más limpio y sus defensas responden mejor. Pero a alguien asmático le puede causar una tos muy fuerte, insistente, que no le para, se le tapan los pulmones, le cuesta respirar. Esto es porque el paciente asmático tiene una reacción más fuerte de su sistema de defensas. Recordemos que los síntomas no los produce el virus, sino la respuesta del organismo: el moco, la fiebre, la inflamación, el dolor, todos son respuestas del cuerpo al ataque del virus… El virus se comporta más severamente en personas con enfermedades crónicas como asma, enfisema o efectos de fumador; enfermedades cardíacas, tumores, diabetes o pacientes debilitados por otras enfermedades.
−¿Los factores ambientales de Guatemala podrían influir en el comportamiento del virus?
−Uno de los principales factores es la edad. La proporción de mayores de 65 años en Europa es mucho mayor. En Italia, por ejemplo, el 22 por ciento tiene más de 65 años: 14 millones de habitantes mayores, eso influye en la mortalidad en personas afectadas. Otro factor, dentro del contexto global, son las enfermedades crónicas. En España la proporción de fumadores es muy alta, algo muy relacionado directamente con las enfermedades pulmonares crónicas. Además, están las enfermedades cardiacas, y la diabetes; estas personas no van a aguantar. Otro factor es el hacinamiento de ciudades como Nueva York y Wuhan en China; Europa tiene más hacinamiento comparado con Latinoamérica. Aquí las ciudades son más hacia el horizonte y hay menos población por kilómetro cuadrado. La proporción de áreas rurales es mucho mayor que en el resto del mundo.
-Se habla también de la temperatura como uno de los factores.
-El factor verano creo que también hay que considerarlo seriamente. Puesto que en verano la tasa de infecciones o contagios disminuye, y la seriedad de las enfermedades es menor. Esto es porque el organismo funciona con más rapidez en temperaturas más altas; mientras que durante el frío el organismo es más lento. Por lo tanto, se espera que el comportamiento del virus sea más lento en su transmisión.
Creo que por último hay que considerar que antes la mortalidad general en Latinoamérica era mayor que Europa. Sin embargo, en la actualidad Europa tiene mayor mortalidad general: entre 8 y 12 muertes por cada 1000 habitantes. Mientra que en Latinoamérica está entre las tres y 6 muertes por 1000 habitantes. Esto se debe al mayor envejecimiento de la población de Europa. Y pareciera que, según el mapa de afección por coronavirus, la tendencia responde a estos indicadores, y que las medidas no influyen en la tendencia del coronavirus.
−Aunque quizás Guatemala no tenga tantas personas mayores de 65 años ni tantos enfermos crónicos o fumadores y obesos, hay muchas personas en riesgo por la pobreza. ¿Esto no hace que sean más vulnerables al virus?
−Hay que tomar en cuenta que una cosa es la letalidad, que es la capacidad de un virus de matar a un infectado; y otra es la deficiencia de nuestro sistema de salud. Dejar morir miles de niños cada año evidencia un sistema sanitario totalmente deficiente. Es un sistema desfinanciado, con el gasto social para la salud más bajo de Latinoamérica. Hay una deficiencia de los servicios de salud terribles: mujeres embarazadas que se mueren por complicaciones no tan graves; unos 2700 niños que mueren por diarrea cada año, 6000 por neumonías, 7000 por desnutrición. Esos son indicadores de salud graves, sin embargo curables. Pero la desinformación nos asusta por 7 fallecidos por coronavirus, esa desinformación es dañina, porque provoca miedo y el miedo provoca discriminación contra aquellos que desafortunadamente se contagien. No es lo mismo dar un tratamiento para una enfermedad grave, como la deficiencia renal crónica, que darle seguimiento de cinco días a un niño por una gripe. Y, en nuestro sistema de salud, esto último ni siquiera sucede.
−¿Y a qué se debe?
−Estamos en un sistema que es consecuencia de la corrupción. La causa secundaria es la deficiencia con que trabaja el sistema de salud y la falta de financiamiento. Pero, sobre todo, de abastecimiento de insumos y medicamentos.
−En todo el tiempo que lleva monitoreando el sistema de salud ¿Está preparado para atender a enfermos de COVID si estos se complican? Con ventiladores…
−Si tiene tiene ventiladores, estos son insuficientes para una crisis a causa del coronavirus. Históricamente, los hospitales de Guatemala no han tenido respiradores. Y no solo se trata de respiradores, sino también de los recursos en general para atender a los enfermos. Cuando hice mis prácticas en el hospital Roosevelt, los estudiantes teníamos que hacer de ventilador, entonces hay que estar ahí con la mano constantemente empujando la perilla, como ventiladores humanos. Los ventiladores humanos evidencian una deficiencia terrible. No es lo mismo que una persona esté ventilando a pura mano para ayudar en un problema respiratorio, a que lo haga una máquina controlada con indicadores.
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