NARRATIVA – INVESTIGACIÓN – DATOS

Sandra Torres, la candidata del partido UNE, durante una conferencia de prensa el día de la segunda vuelta de las elecciones generales en Guatemala. Foto: Andrea Godínez

Cuatro claves de la derrota de Sandra Torres

Sandra Torres, la candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), fue derrotada por tercera vez consecutiva, pese a encabezar la primera vuelta electoral. Estas son cuatro claves que explican el fracaso de Torres.

Sandra Torres es la política más conocida de Guatemala, según la Encuesta Libre del diario Prensa Libre, con un reconocimiento del 99.5 por ciento entre los lectores. Sin embargo, la candidata presidencial de la UNE suma ya tres derrotas electorales consecutivas por la presidencia.

Aunque Sandra Torres ha ocupado un lugar de primera fila en la política guatemalteca en los últimos 20 años, nuevamente las urnas le han dicho “no” en su búsqueda por la presidencia de Guatemala.

En 2015, fue derrotada frente al “outsider” Jimmy Morales, de FCN-Nación que, en 2019, detuvo la lucha anticorrupción con la cancelación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Los votantes volvieron a dejar de lado a Torres en 2019 frente a  Alejandro Giammattei, actual presidente del derechista partido Vamos. Giammattei, gracias a un discurso conservador, y a enfrentar la candidata de la UNE en segunda vuelta, logró ser electo presidente.

Sin embargo, cuando la veta del discurso político de la lucha contra la corrupción y la renovación de política parecía agotada, el partido Semilla, encabezado por el presidenciable Bernardo Arévalo, logró capitalizar el descontento ciudadano y la fragmentación de una clase política desprestigiada.

Sandra Torres, la candidata presidencial del partido UNE, acudió a votar en el centro electoral colegio Valle Verde, en la zona 15 de Ciudad de Guatemala. Foto: Andrea Godínez
Sandra Torres, la candidata presidencial del partido UNE, acudió a votar en el centro electoral colegio Valle Verde, en la zona 15 de Ciudad de Guatemala. Foto: Andrea Godínez

A continuación, exploramos cuatro claves para entender la derrota de Sandra Torres y la UNE:

1. El historial de la UNE y los casos de corrupción acumulados

En este 2023 Torres ha sido derrotada por Bernardo Arévalo, del partido Semilla, un candidato que representa una especie diferente de “outsider”, una oferta electoral en contra del status quo que se benefició de la disputa entre los grupos en el poder y concentró su discurso en la lucha contra la corrupción.

En esta oportunidad,Torres enfrentó a un candidato con un mensaje sencillo de lucha contra la corrupción y renovación nacional. Arévalo, irónicamente, pudo capitalizar el concepto de “Esperanza”, palabra que forma parte del nombre del partido de su rival. Esto, en parte, gracias a apelar a Juan José Arévalo, su padre, uno de los presidentes mejor recordados de la historia guatemalteca por encabezar el primer gobierno democrático tras la revolución de 1944.

El partido Semilla, sin un historial de escándalos a su alrededor, y con integrantes que mantuvieron desde el Congreso una oposición constante al gobierno de Giammattei, representaron un escollo para Torres. La candidata de la UNE no logró ser percibida como una alternativa política de cambio en un contexto de hartazgo con la clase política.

Urna electoral donde los votantes guatemaltecos emitieron su voto en segunda vuelta. Foto: Andrea Godínez.
Sandra Torres fue derrotada por tercera vez consecutiva en las urnas. Foto: Andrea Godínez.

El ejercicio del poder entre 2008 y 2012 por parte de la UNE dejó a Torres con su mayor capital político: la implementación de programas sociales enfocados en la población más empobrecida del país. Aunque estos programas también fueron algunos de los elementos de su mayor desgaste. Las críticas por opacidad y corrupción, señalamientos que la alcazaron judicialmente en 2019 por el financiamiento de su campaña electoral.

“Yo nunca fui funcionaria”, ha resaltado Torres a lo largo de tres campañas presidenciales. Esta postura contrasta con su promoción del “liderazgo”, que ejerció en la implementación de los programas. Una oferta electoral que mantienen hasta el presente, con programas como: Chance en el gobierno, Mi primer empleo, La Bolsa Solidaria, Mi Familia Progresa, Computadoras gratuitas, Créditos a la palabra…

Una lista de los deseos ampliada con cada campaña electoral.

El punto más bajo de su carrera política, sin embargo, llegaría con su detención en septiembre de 2019, acusada de delitos electorales. Escuchas telefónicas, testimonios de colaboradores, registros bancarios, y otros elementos de la investigación, apuntaban a que la campaña electoral del 2015 de Torres se sufragó con Q19.5 millones no registrados.

Sin embargo, una hábil defensa legal, y una conveniente reforma previa del delito de “financiamiento electoral ilícito”, hicieron posible que Torres recuperara su libertad. Tras salir de prisión, retomó el control de su partido y compitió nuevamente en las elecciones.

Pero los intentos del partido UNE por desmarcarse del estigma de la corrupción resultaron insuficientes. En estos comicios el partido contó con nueve candidatos investigados previamente en casos de alto impacto de CICIG. A la vez que reunía en su entorno operadores políticos investigados por su cercanía al crimen organizado y sancionados internacionalmente.

2. El clientelismo y los aliados oficialistas no fueron suficientes

El sistema clientelar de la política guatemalteca tiene uno de sus ejemplos más claros en los audios publicados en el reportaje del medio digital Quorum: La reunión secreta de Sandra Torres y líderes de Giammattei: láminas, dinero y cabildeo con pastores.

Esta publicación reconstruye la intervención de Torres y otros miembros de la UNE en una reunión con dirigentes del partido oficial Vamos, mantenida el 8 de agosto, en el Club de Oficiales La Aurora. En la junta participaron, según los audios, el diputado electo al Parlamento Centroamericano, Estuardo Vargas, designado en 2021 en la Lista Engel del gobierno estadounidense como un actor que antidemocrático que favorece la corrupción; el diputado oficialista de Vamos, Duay Martínez y el ex viceministro de Comunicaciones del Partido Patriota, Guillermo Sosa, entre otros.

Durante la intervención, se ofrecieron pagos de votos y entrega de láminas de zinc a los votantes. En el caso de Sosa, el reemplazo de las vallas de candidatos de diputados y alcaldes por la campaña de la UNE. El congresista Martínez de Quetzaltenango, por su parte, ofreció reunir a 1,500 pastores evangélicos para trasladar el mensaje de Torres. Y, de su lado, la candidata presidencial se comprometió a otorgar a los alcaldes aliados el control de los programas sociales a nivel local. También ofreció la planificación de obras distritales.

“Son Q124 mil millones”, el presupuesto general anual del país les recordó Torres en esta charla.

Discusiones como estás exponen una práctica tradicional conocida como “clientelismo político”.

Esto puede ser entendido como “el producto de una relación social entre los partidos, los intermediarios y la población, que tiene como finalidad obtener apoyo electoral”, señala el estudio de Asíes, Sololá y Totonicapán: libre decisión y clientelismo político.

En esta interrelación, alcaldes, gobernadores y diputados ocupan una posición de poder, en la cual el uso discrecional de recursos públicos puede inclinar la elección de una parte de su población. Las carencias económicas son explotadas a cambio del voto.

Ya en la primera vuelta electoral, las recomendaciones de la Misión de Observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) apuntaban a esta carencia del sistema democrático guatemalteco al recomendar “incrementar los esfuerzos de fiscalización oportuna del gasto electoral”. “A fin de combatir la compra de votos y en general el clientelismo político, y asegurar que las actividades de campaña no estén siendo financiadas por fuentes prohibidas, incluyendo recursos públicos, o con recursos ilícitos”.

La divulgación de estas prácticas alrededor de la UNE, antes de la primera y segunda vuelta electoral, con denuncias públicas en redes sociales y medios de comunicación, han minado la credibilidad del partido y su candidata.

Afiche del partido UNE para las elecciones generales de 2013 en Guatemala. Foto: Andrea Godínez.
Afiche del partido UNE para las elecciones generales de 2013 en Guatemala. Foto: Andrea Godínez.

3. Un convulso proceso electoral y la persecución del MP a Semilla

El 1 de julio de 2023 Guatemala ingresó en un periodo de incertidumbre electoral sin precedentes, luego de que la Corte de Constitucionalidad resolviera a favor de nueve partidos políticos, y diera la orden de repetir las audiencias de revisión de escrutinios de las Elecciones Generales 2023.

La intervención de las cortes de justicia incrementó la desconfianza ciudadana en el proceso. Los reclamos de fraude electoral, gritos en audiencias públicas de la autoridad electoral y acciones legales los representantes de nueve partidos, entre ellos lo de la UNE, lograron que el Tribunal Supremo Electoral retrasara la oficialización de los resultados del 25 de junio.

Aunque la revisión de los resultados de las Juntas Electorales Distritales fue completada y no arrojó cambios significativos en la contienda electoral, la decisión lanzó un fuerte mensaje: una gran parte del sistema político estaba dispuesto a forzar las reglas del juego democrático gracias al control que tienen de las cortes.

A esta situación se sumó más tarde la presentación por parte del jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), Rafael Curruchiche, del caso Corrupción Semilla: una investigación que señalaba irregularidades en la inscripción del partido político en la recolección de firmas. Una acción que llevó a Curruchiche a pedir la suspensión de la “personalidad jurídica” de la agrupación.

Una ciudadana guatemalteca llega a emitir su voto durante la segunda vuelta de las elecciones generales de Guatemala. Foto: Andrea Godínez.
Una ciudadana guatemalteca llega a emitir su voto durante la segunda vuelta de las elecciones generales de Guatemala. Foto: Andrea Godínez.

Paradójicamente, estos hechos contribuyeron a caracterizar a la candidatura de Bernardo Arévalo, y a Semilla, como una verdadera amenaza para el desprestigiado sistema político. Esto al enfrentar los señalamientos del partido oficial y de la propia UNE, así como de una desprestigiada fiscalía asociada al presidente Giammattei, por la ratificación de la fiscal general, Consuelo Porras, en el cargo.

Un agujero que las propias palabras de Sandra Torres contribuyeron a cavar cuando, por ejemplo, en una conferencia de prensa previa al cierre de campaña, aseguró: “Vemos con preocupación las declaraciones de un fiscal del MP (Curruchiche) que hay digitalizadores del TSE afiliados al partido Semilla, eso nosotros como partido político no lo podemos aceptar, no vamos a permitir este tipo de ilegalidades”.

Al asociarse tan estrechamente a un institución como el MP, desgastaba por acciones arbitrarias como las emprendidas por Curruchiche en algunos casos, Torres reafirmó su posición como una candidata del status quo.

4. Los cambios en el entorno mediático de las campañas

Por último, aunque no menos importante, las elecciones del 2023 vinieron a ratificar los cambios iniciados en los dos procesos electorales anteriores (2015 y 2019) sobre la influencia de los medios tradicionales de comunicación y la irrupción de las redes sociales.

En los comicios del 2015, durante el antecedente inmediato de las protestas contra la corrupción apareció también cada vez más un cuestionamiento al monopolio de la televisión abierta, concentrada en el Grupo Alba Visión, y su peso en las principales cadenas de radiodifusión, comenzaron a minar estos espacios de control del discurso público. A la fecha la UNE a un tiene una deuda sin pagar por propaganda electoral por Q17.87 millones con los canales y radios del grupo Alba Visión.

Carteles, consignas y hashtags señalaban a este grupo de minimizar las protestas y las manifestaciones convocadas, precisamente, a través de redes sociales. Un cambio en el uso y las dinámicas del poder de las comunicaciones se estaba experimentando fuera del radar de los partidos tradicionales como la UNE.

Estudios de mercado señalan que en el año 2023 el 60.4 por ciento de los guatemaltecos cuenta con el acceso a internet. Dentro de este grupo, cerca del 80 por ciento de los internautas son usuarios activos de redes sociales; por lo cual alrededor de 8.7 millones, o sea un 48,4 por ciento de los habitantes del país, son usuarios de estas plataformas.

Entre los temas que más respuestas negativas generaba para Torres, estaba su afirmación “soy la ejecutora del verdadero plan de Dios”.

Un estudio de la firma Goo señalaba cinco días antes de las elecciones el tipo de interacción que tenían los candidatos Torres y Arévalo en redes sociales. El partido UNE, en el análisis realizado entre sus publicaciones entre el 10 de junio y el 13 de agosto, contaba con interacciones positivas en un 16.7 por ciento de los casos, frente a 24.8 por ciento de Semilla.

Aunque la diferencia no era tan amplia, sí destaca en este estudio que, entre los temas que más respuestas negativas generaba para Torres, estaba su afirmación “soy la ejecutora del verdadero plan de Dios”. Algo relevante, ya que, precisamente, la candidata había concentrado muchos esfuerzos en redes sociales en dar un giro conservador al partido, con continuas alusiones religiosas.

El estancamiento del discurso de Torres, y su poca adaptación a las nuevas formas de comunicación, se refleja en una insuficiente renovación de la percepción de su candidata. Esto pese al uso del partido de las nuevas plataformas e incluso el reclutamiento de “influencers” para difusión de sus mensajes entre el público más joven. 

La candidata presidencial por el partido UNE, Sandra Torres, en la mesa electoral donde fue a emitir su voto el pasado 20 de agosto. Foto: Indra Godínez.
La candidata presidencial por el partido UNE, Sandra Torres, en la mesa electoral donde fue a emitir su voto el pasado 20 de agosto. Foto: Indra Godínez.

El futuro de la UNE en entredicho

Aunque el partido UNE tenía contemplada una conferencia de prensa a las 8:30 de la noche para fijar su postura sobre los resultados electorales, esta fue suspendida. Para ese momento, la tendencia era ya irreversible, y mostraba la tercera derrota consecutiva de Torres por la presidencia de Guatemala.

Hacia las 11 de la noche, la respuesta del partido fue un comunicado en que reiteraron los mensajes que su presidenciable había lanzado días antes. En estos, cuestionaba el Sistema de Transmisión de Resultados Electorales (TREP) y se quejaba de que los observadores internacionales no se pronunciaran sobre “las irregularidades que prevalecieron en el actual proceso electoral”.

Atrincherada en esta posición, la UNE se declaró en “sesión permanente”, y se negó a reconocer los resultados, hasta que se “esclarezcan los resultados con total transparencia”. Antiguos colaboradores de Torres, sin embargo, señalan que la intransigencia de Torres puede conducir al fin del partido.

El ex asesor de campaña, en el proceso electoral 2015, Carlos Menocal resalta la veta intransigente de Torres: “ella es la enterradora de la UNE, en términos partidarios no le fue tan mal al partido, aunque tiene menos diputados retiene alcaldías, el 24 por ciento, pero ahora ya no es ni la sombra de lo que era durante el gobierno de Álvaro Colom, ahora es un partido corporativista mafioso”.

Para el también exministro de Gobernación la agrupación es un partido de “estructuras criminales, saqueadores del Estado y corruptos. Sandra hundió a un partido que pudo hacer historia desde la socialdemocracia, pero ella misma lo dijo a todos los “zurdos” nos expulsó o nos fuimos”. Menocal concluyó: “Ella ha enterrado a la UNE y la ha llevado a la caverna de las mafias”.

El silencio de Sandra Torres es elocuente, tras tres derrotas en la recta final de la disputa por la presidencia la candidata de la UNE se encuentra al frente de un partido de identidad y voz cada vez más incierta.          

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