Viajar con 22 maletas de sobornos.
Las fotos del dinero no parecen reales. Parecen mentir. Pero ahí están, fueron tendencia en redes sociales y jugaron con la imaginación de toda Guatemala, porque, quién no ha pensado/preguntado/fantaseado alguna vez sobre cuánto dinero en efectivo puede caber en una mochila, en un canasto, en una bolsita de plástico, en una maleta.
¿! Cuánto¡? ¿Medio millón? ¿cien mil? ¿! Cuánto¡?
Lo cierto es que la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) develó el misterio. Y ahora se tienen datos, más o menos exactos. En una mochila pequeña pueden caber Q998 mil 600. En un equipaje de mano caben Q11 millones 144 mil. En una maleta mediana caben US$4 millones 717 mil 35. En otra de igual tamaño: 95 mil 950 Euros.
Y si se suman en moneda local, exactamente en 22 maletas, caben Q122 millones 351 mil 456.60.
Es difícil intentar hacer las cuentas. Calcular el espacio. Muy pocos han visto tanto dinero en un solo sitio en su vida. Pero están las maletas ─de viaje, de rueditas, de mano, sport y mochilas─ para aventurar una dimensión. Aterrizar las cifras. Calmar el vértigo. Tener una referencia. Encapsular la idea de cuánto dinero cabe en tal o cual lugar. Ahora lo podemos medir hasta cierto punto.
En el cine, las maletas no suelen tener peso. Se cargan ávidamente ─incluso las gigantescas─ con una sola mano, suelen ser ligeras, se avientan como si fueran de cartón. En la realidad las cosas no suceden así: una veintena de maletas pueden pesar tanto como pueden ser de pesados los políticos en Guatemala. Y uno se pregunta: ¿Cuánto pesa un ex ministro corrupto? ¿Un expresidente? ¿Cuánto pesan los sobornos de un gobierno pasado? ¿Por cuánto se vende un país?
Sea lo que sea, es demasiado dinero para una sola persona.
Es lúdico hacer memoria en este punto. Porque las maletas sirven para hacer viajes, incluso a través del tiempo. La FECI dijo “son sobornos de un gobierno pasado”. El primer impulso inevitable es pensar en los ex presidentes. Aparecen uno a uno repitiendo más o menos la misma escena en la cabeza. Vinicio Cerezo metiendo dinero en una maleta, subiendo a un helicóptero Sikorsky. Serrano Elías cargando fardos de billetes, clasificándolos, ordenándolos, huyendo. Ramiro de León contando billetes en una maquinita en aquella lúgubre habitación de hotel donde apareció muerto por coma diabético. Álvaro Arzú viendo esnifear a sus hijos rubios menonitas sobre miles de billetes. Alfonso Portillo cobrando un cheque de Taiwán. Óscar Berger escondiendo dinero en unas fincas de café. Álvaro Colom regalando billetes a su esposa. Otto Pérez en los puertos y las aduanas cobrando peaje. Un Jimmy Morales borracho e inconsciente sobre una pila de billetes. Alejandro Giammattei ─si se le piensa en pasado─ cobrando 20 años de campaña…
Es extraña la sensación de imaginar a cada expresidente con tanto dinero. Hay un indicio de verdad, de razón intuitiva, de naturalidad en cada escena. Es extraño porque en realidad algunos de estos gobernantes venidos a menos han estado o permanecen presos. Dinero/gobierno/cárcel/Guatemala. Cada uno con su método para ocultar cantidades en efectivo.
La FECI dijo: “Un Sticker en una maleta es el indicio para vincular Q122 millones con el ex ministro de comunicaciones José Luis Benito”.
Pero entonces uno piensa en las 22 maletas, que fueron apiladas cerca de un inodoro, en un baño de lujo, y te conmueve el hecho de que todo es demasiado torpe. Demasiado estúpido. Y te asalta la duda, también inevitable, de qué harías tú intentando ocultar Q122 millones en efectivo. Seguramente también serías igual de estúpido y muy torpe. No nos engañemos. Lo haríamos casi igual. Sobre todo porque compartes en esencia todo lo guatemalteco de quién lo hizo, es decir, compartes un sistema educativo deficiente, una idea de país folclórico, tercermundista, con la carga esa de ser siempre el más pilas aunque nunca lo seas. Y te comparas, te comparas tanto hasta sentirte aterido y también corrupto. Demasiado sucio de pertenecer al mismo lugar.
La FECI dijo: “Un Sticker en una maleta es el indicio para vincular Q122 millones con el ex ministro de comunicaciones José Luis Benito”.
Porque claro, quién en su sano juicio viaja y no quita las calcomanías de su itinerario… Quién viaja y guarda esa maleta precisamente para ocultar millones de quetzales en efectivo. Dinero de sobornos, para lavar, para jubilarte. Hay que ser listos, muy listos para hacer algo parecido. Porque es bueno pensar en el futuro.
El exministro Benito siempre pensó en el futuro. Es lo que se sabe, después de ver sus videos de autopromoción durante su gestión. “Hice esta carretera para el futuro”, dice en YouTube. “Dejamos un legado”, dice en otro video. “Cuando pasen por este asfalto se recordarán de nosotros”, y nosotros, en verdad, lo recordamos. Esa es la paradoja de su ausencia. Porque… prófugo.
El ex ministro es un recuerdo masivo, construido colectivamente en las redes sociales. Siempre estamos rebobinando la película porque la vimos, pero no nos acordamos muy bien de qué va. Así viajamos en el tiempo gracias de nuevo a las maletas con todo ese dinero.
Memoria de rabia: vemos al ex presidente Jimmy Morales llamar a Benito como un joven superdotado (que no pudo pensar en otro lugar para ocultar 22 maletas con millones que un baño).
Memoria incendiaria: vemos al ex presidente conducir con el ex ministro en un auto descapotable lanzando auto felaciones al viento sobre su trabajo (carreteras que se inundan, que se encuentran en mal estado).
Memoria indignada: vemos al ex presidente ser comparado con el dictador Jorge Ubico, por parte de José Benito, al dejar la “megaobra” del libramiento de Chimaltenango mal construida (los derrumbes, la justicia que no procesa a los responsables).
Todo eso se aglutina en 22 maletas. La dimensión del viaje de tanto dinero en efectivo, del soborno, donde también cabe un país entero. Su descripción. Cómo estamos. Cómo somos. Un espejo. El fondo de una maleta oscura de un viaje oscuro dentro de un abismo ─aunque lleno de billetes─ que nos regresa la mirada.
“Nos observaban”, señaló la FECI. “Había cámaras ocultas de vigilancia que nos observaron todo el tiempo mientras incautábamos el dinero”. La corrupción como el Gran Hermano de Orwell, vigilando cada movimiento. Imagina la manera en que te puede espiar un corrupto. ¿Qué ve? ¿Qué mira? ¿Qué analiza de ti?
Pero inquietante aún más: ¿Quién nos mira? Es el Sistema.
Si te atreves a ver a través de las rendijas, las pocas veces que se agrieta ─los casos de corrupción, el hallazgo de las 22 maletas con Q122 millones de sobornos─, podrías encontrar que… sería la cuarta, quinta o sexta vez que se auto-reconstruye. Que el viaje de los políticos corruptos volverá a suceder. Y habrán millones que no veremos, pero tendremos la certeza de que están ahí, como parte de las cosas que configuran en profundidad nuestro país.